La diplomacia es una herramieta indispensable en la resolución de conflictos, a pesar de las limitaciones que, al mismo tiempo, ha generado en el fin de las hostilidades en zonas como Gaza o Ucrania. En esta entrevista, hablamos con Ariadna Quintero, profesora del Curso de Experto en Diplomacia y Multilateralismo de LISA Institute.
¿Qué es la diplomacia y cuál es su papel en el escenario internacional actual?
Ariadna Quintero – La diplomacia es el arte y la práctica de conseguir relaciones internacionales entre Estados y otras entidades internacionales gubernamentales, o a través de negociaciones, diálogos y acuerdos pacíficos.
Sin duda alguna su papel, en un escenario multipolar, es fundamental, ya que es una herramienta indispensable porque proporciona un medio esencial de resolución de conflictos, promoción de intereses nacionales, construcción de alianzas y un avance significativo en los objetivos internacionales compartidos por todos los Estados miembros.
Vivimos en un mundo cada vez más globalizado e interconectado, por lo que la diplomacia desempeña un papel indispensable para abordar la amplia gama de problemáticas globales, especialmente en un contexto caracterizado por violencia y guerras.
¿Cómo ha evolucionado el concepto de diplomacia a lo largo del tiempo y cuáles son sus principales características en la era moderna?
Ariadna Quintero – El concepto de diplomacia ha evolucionado significativamente a lo largo del tiempo. En sus inicios, el arte de la diplomacia tenía por objeto principal la negociación de tratados y acuerdos entre los Estados soberanos. Cuando llegó la Edad Moderna, la diplomacia se transformó llegando a nuevas dimensiones y características, surgiendo nuevos conceptos como la paradiplomacia, o la diplomacia parlamentaria, entre otros. En otras palabras, adaptándose a los acontecimientos globales de cada momento.
En la actualidad, la diplomacia no solo se limita a las relaciones entre estados, sino que también involucra a una variedad de actores no estatales, como organizaciones internacionales, ONG’s, empresas multinacionales y hasta grupos de la sociedad civil. Por ello, la diplomacia es dinámica y se ha vuelto más compleja y multifacética, abordando no sólo cuestiones de carácter político y militar, sino también económicas, ambientales, sociales y culturales.
¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrentan los diplomáticos en la actualidad y cómo se pueden superar?
Ariadna Quintero – Los diplomáticos enfrentan una serie de desafíos en el complejo escenario internacional actual.
Por ejemplo la rápida evolución de los problemas globales tales como pandemias, terrorismo, cambio climático, nuevos conflictos no sólo bélicos a escala internacional o internos sino también de tipo comercial o los nuevos retos que plantea la tecnología como la ciberseguridad y la inteligencia artificial entre otros, requieren de respuestas ágiles y coordinadas. En este sentido, los diplomáticos tiene que adaptarse a estos cambios y desarrollar estrategias efectivas que les permitan poder abordarlos y plantear soluciones efectivas a través de la negociación.
Asimismo, la erosión del multilateralismo, el creciente escepticismo y desconfianza hacia él y sus instituciones como por ejemplo las Naciones Unidas, acompañado del aumento del nacionalismo, pueden obstaculizar los esfuerzos diplomáticos para lograr consensos y cooperación internacional en temas globales. En estas circunstancias, los diplomáticos deben trabajar para fortalecer las instituciones multilaterales y promover la importancia de la cooperación internacional y la paz para abordar los desafíos compartidos.
¿Cómo pueden las organizaciones regionales, como la Unión Africana, la Unión Europea y la ASEAN, colaborar con las Naciones Unidas para abordar los desafíos globales?
Ariadna Quintero – Las organizaciones regionales, la Unión Africana, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y la ASEAN pueden colaborar con las Naciones Unidas para abordar los desafíos globales mediante: coordinación de esfuerzos, el intercambio de información y la movilización de recursos.
La cooperación entre las organizaciones regionales y las Naciones Unidas es uno de los resultados más palpables del multilateralismo. Además, resultan de gran ayuda, ya que estas organizaciones de carácter «regional» poseen un conocimiento y una comprensión más profundos de las realidades locales, lo que les permite diseñar respuestas más efectivas y contextualizadas a los problemas globales.
¿Qué beneficios se derivan de la colaboración entre organizaciones internacionales y regionales en temas como el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la resolución de conflictos? ¿Y los principales obstáculos?
Ariadna Quintero – La colaboración entre organizaciones internacionales y regionales en áreas como el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la resolución de conflictos ofrece beneficios significativos. Al unir fuerzas, estas entidades pueden ampliar recursos y capacidades, lo que aumenta la efectividad de las intervenciones y garantiza una mayor legitimidad y aceptación de las soluciones propuestas.
Además, la colaboración facilita una mejor coordinación y coherencia entre iniciativas, evitando la duplicación de esfuerzos y garantizando que las intervenciones sean complementarias y sinérgicas. Esto fortalece la capacidad institucional a nivel internacional y regional, promoviendo relaciones de confianza y el desarrollo de capacidades a largo plazo.
Un ejemplo de ello se refleja en los mecanismos regionales de protección de los derechos humanos. En el caso de la OEA, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José) refleja y refuerza los principios establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el pilar fundamental de la protección de los derechos humanos impulsado por las Naciones Unidas.
Sin embargo, diversos obstáculos pueden dificultar esta colaboración. Las diferencias en los intereses y prioridades entre los Estados miembros de estas organizaciones pueden generar tensiones, aunque las rivalidades geopolíticas y las limitaciones en la capacidad y los recursos también representan desafíos significativos.
La falta de coordinación y comunicación efectiva puede conducir a la falta de coherencia en las intervenciones y a la duplicación de esfuerzos. Superar estos obstáculos requiere un compromiso renovado con el diálogo inclusivo, la construcción de relaciones de confianza y la adopción de enfoques colaborativos y adaptativos.
¿Cuál es la importancia de los tratados de paz en la resolución de conflictos armados como los de Gaza y Rusia-Ucrania?
Ariadna Quintero – La mediación, conciliación y la negociación son las principales estrategias con que cuenta la diplomacia y el desarme preventivo para intentar impedir que las disputas desemboquen en conflictos, o evitar que estos resurjan.
Los Acuerdos de Paz son esenciales en la resolución de conflictos armados, ya que proporcionan un marco legal y político para poner fin a la violencia y fomentar la reconciliación. Estos acuerdos definen los términos de la paz, las fronteras, el plan de desarme y la protección de los derechos humanos, permitiendo una resolución pacífica de disputas. Además, los acuerdos suelen incluir medidas para la desmovilización y reintegración de los combatientes, así como para garantizar el acceso humanitario a las poblaciones afectadas, con el objetivo de construir una paz duradera.
En este sentido desde la Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la paz y la seguridad globales tal y como lo establece Carta de la ONU. Sin embargo, su capacidad de acción puede verse bloqueada, como ha sucedido y sigue sucediendo en los conflictos entre Rusia y Ucrania, o Israel y Palestina, donde el uso del derecho a veto de los países miembros ha impedido resoluciones efectivas. Este tipo de bloqueos muestra las limitaciones del sistema internacional cuando un miembro permanente del Consejo está involucrado en el conflicto o tiene un interés particular.
¿Qué factores deben considerarse para que un tratado de paz sea viable y efectivo en el largo plazo?
Ariadna Quintero – Para que un acuerdo de paz sea viable y efectivo a largo plazo, es crucial considerar la inclusión y representación de todas las partes relevantes en el proceso de negociación, así como la legitimidad y legalidad del acuerdo. También es importante que los términos y condiciones sean específicos y claros, y que haya un sólido apoyo internacional y regional que respalde el proceso. No obstante, es vital tener en cuenta los intereses y la voluntad de las partes involucradas. Sin un compromiso genuino de las partes y el apoyo del resto de la comunidad internacional para cumplir con los acuerdos, la efectividad de cualquier tratado puede verse comprometida.
Además, abordar las causas subyacentes del conflicto es esencial para construir una paz duradera y justa que satisfaga las necesidades y aspiraciones de todas las partes afectadas. Sin embargo, en el contexto de las guerras actuales, como las de Gaza y Ucrania, se demuestra con claridad la falta de voluntad para implementar cambios significativos.
Las violaciones del Derecho Internacional Humanitario en estos conflictos subrayan la importancia de contar con mecanismos que aseguren el cumplimiento de los tratados, así como la necesidad de una mayor presión y responsabilidad también de la comunidad internacional para garantizar que se respeten los compromisos adquiridos.
Como dijo el ex Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon: «La paz es mucho más que dejar de lado las armas. Implica el arduo trabajo de mediación, resolución de conflictos a través de la diplomacia, reconciliación, consolidación de la paz y mantenimiento de la paz. Proviene de la visión de un mundo donde las personas comparten los beneficios de la paz y la prosperidad en un planeta sano».
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