«Espero que Estados Unidos siga siendo un aliado fuerte y comprometido con la OTAN sin importar quién gane las elecciones presidenciales». Así declaraba el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell la incertidumbre que levantan las elecciones estadounidenses para la seguridad de Europa. La ciudadanía y las instituciones europeas se encuentran a expensas de los resultados electorales del próximo 5 de noviembre de 2024, un veredicto que condicionará significativamente el nuevo mandato de Ursula von der Leyen al frente de la Comisión.
El enfrentamiento entre Kamala Harris y Donald Trump supone un gran interrogante en la nueva estrategia europea, no solamente por su impacto en la seguridad y la defensa de los Estados miembros, sino, sobre todo, por la posible repercusión en los dos principales focos de la UE: el plano económico y político.
La incertidumbre del próximo 5 de noviembre parece plantear dudas sobre el principal aliado de la Unión Europea desde sus inicios. La creación del singular organismo híbrido del continente europeo estuvo en gran medida motivada por el continuo apoyo de Estados Unidos.
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En 1951, con la voluntad de crear una organización fuerte en el continente europeo para frenar la expansión de la URSS, el entonces presidente americano Truman apoyó la creación del preludio de la actual Unión Europea, la Comunidad Económica del Carbón y el Acero (CECA).
Asimismo, Estados Unidos continuó respaldando los diferentes acuerdos de integración como el Tratado de Roma o el Tratado de Masstricht en 1992, donde Washington vió la posibilidad de expandir sus lazos con Europa al plano económico y político. Estas voluntades se verán reflejadas posteriormente en las Declaraciones Trasatlánticas de 1990 y 1995, que asientan las bases de una cooperación comercial insólita.
No obstante, la creciente y progresiva independencia europea motivó la apariencia de divergencias, especialmente en lo relativo a la seguridad y a la defensa. En la última década de la Guerra Fría, ante la creación de redes de suministro de gas entre la UE y la URSS, el Presidente Reagan condenó la «sobre dependencia» de Moscú. Asimismo, en 2003, George W. Bush criticó la oposición alemana y francesa en la Invasión de Irak.
Estas diferencias, de la mano de la limitada eficacia de la UE en la protección del continente en las Guerras Yugoslavas y el auge de ideas como la de un Ejército Europeo, provocarían tensiones entre ambas potencias.
La perspectiva multilateral de Clinton quien hablaba de «una nueva era de las relaciones UE-Estados Unidos», y las ambiciones de cooperación de Obama conducirían eventualmente a vínculos temporales diligentes. Sin embargo, la llegada de Donald Trump con una política más aislacionista —marcada por su salida de la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) y los aranceles a las importaciones europeas de aluminio (entre el 25% y el 10%)— y su gestión de la crisis del Covid-19 acrecentarían las diferencias de nuevo.
La nueva etapa en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea
La llegada de Joe Biden a la presidencia en enero de 2021, abrió otra nueva etapa en las relaciones entre Bruselas y Washington. De manera similar a Bill Clinton, Biden anunció una «nueva era de cooperación trasatlántica». Ciertamente, la llegada del candidato demócrata a la Casa Blanca dio pie a una cooperación transatlántica sin precedentes.
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A pesar de las limitaciones que supuso la implementación del Inflation Reduction Act (IRA) para el funcionamiento y el crecimiento de las empresas europeas en Estados Unidos (por la falta de competitividad con los productos locales subsidiados por el Estado), la Unión Europea y Estados Unidos aumentaron su comercio significativamente.
Los intercambios económicos se vieron potenciados por la suspensión provisional de los aranceles que habían sido impuestos bajo el mandato de Donald Trump. Precisamente, en 2023, la actividad económica entre ambos superó los 1,45 billones de euros, manteniendo así su potencial económico y contrarrestando el auge de China como fuerza geopolítica.
Las relaciones bilaterales durante la legislatura de Biden y Von der Leyen estuvieron a su vez marcadas por el foco en la seguridad y la defensa, no sólo como respuesta a la creciente expansión China, sino también con motivo de la Invasión de Ucrania y la Guerra en Oriente Medio. La Unión Europea y Estados Unidos crearon iniciativas de apoyo común a Ucrania a través de asistencia militar y ayuda humanitaria y promovieron la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN.
En el caso del conflicto en Oriente Medio, ambas potencias cuentan con realidades diversas. Mientras que la Unión Europea presenta divergencias, Estados Unidos siempre se ha mostrado como firme aliado de Israel, una postura cuestionada en la campaña electoral y por Estados miembros de la UE.
Kamala Harris: perspectivas de política exterior y relaciones con la Unión Europea
Se proyecta que, en caso de resultar electa, la candidata demócrata ostente un enfoque menos alineado con Israel, pudiendo así aumentar su diálogo con la UE. Sin embargo, existen dudas acerca de esta postura por la naturaleza estatal de esta política.
En términos generales se prevé que Harris tome con una postura similar a la del actual presidente. Debido a su participación activa en la Administración Biden no solamente como vicepresidenta, sino también como su mano derecha, se espera que, en el caso de resultar vencedora, Kamala Harris mantenga una postura favorable hacia la UE.
Por consiguiente, se presupone que el apoyo a Ucrania será continuo, la estrategia de reducción de riesgos con respecto a China permanecerá como una de las bases de sus acuerdos y que la Unión Europea continuará siendo uno de sus principales aliados en la lucha contra el cambio climático.
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Por el contrario, se estima que Kamala Harris pudiera seguir una política exterior similar a la de Obama en lo que al Indo-Pacífico se refiere. Esto podría cambiar el foco de las relaciones económicas con la Unión Europea, cuestionándose así, la prolongación de la suspensión de aranceles a productos europeos.
De la misma manera, las crecientes ambiciones europeas por alcanzar una mayor independencia defensiva a través de iniciativas como la creación de un Comisario enfocado en desarrollar una Unión Europea de la Defensa, podría llevar a divergencias entre la UE y la Administración Harris ante la posibilidad de una excesiva independencia europea. A pesar de considerar necesario un creciente gasto en defensa, la idea de una mayor independencia europea podría ser visto como una amenaza por un gobierno demócrata.
La preocupación de la Unión Europea ante la posible reelección de Donald Trump
La posible reelección de Donald Trump el próximo 5 de noviembre se analiza desde una perspectiva de mayor cautela y preocupación en el seno de la Unión Europea en lo que respecta a la posible regresión de la cooperación trasatlántica.
Bruselas teme que la vuelta de Donald Trump dé lugar a un nuevo clima de tensiones, motivadas por las políticas aislacionistas de America First. Las políticas proteccionistas de Donald Trump tuvieron un gran impacto en la economía de los países europeos, cuyas industrias de acero y aluminio estaban sujetas a aranceles del 25% y del 10% respectivamente.
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La inquietud de la Unión Europea no se basa en una cuestión simplemente histórica, sino también en las nuevas declaraciones de Donald Trump, donde se puede discernir que su vuelta supondría la eliminación de las medidas excepcionales de suspensión de tarifas y la implantación de aranceles de hasta el 20% importaciones de países aliados.
Asimismo, el exmandatario estadounidense afirmó que no defendería a los países de la OTAN que no cumplieran con los mínimos establecidos en cuanto al gasto en defensa y que más precisamente, animaría a que fueran atacados. En 2024, siete países de la Unión Europea miembros de la OTAN no cumplían con el requisito mínimo del 2%, por lo que la llegada de Donald Trump en un clima de crecientes tensiones bélicas, supondría un riesgo para la seguridad de diversos estados de la Unión.
En la misma línea tanto el candidato como su equipo han mostrado que en caso de salir vencedores, Estados Unidos reduciría su apoyo económico y militar a Ucrania. El candidato a la vicepresidencia, James David Vance afirmó por ejemplo que «no le importaba lo que ocurriera en Ucrania», declaraciones a las que se sumó el propio Donald Trump afirmando que, si Ucrania no se sienta en la mesa a negociar, el apoyo se agotaría.
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La postura aislacionista de Donald Trump en términos económicos y defensivos con respecto a la Unión Europea, y su desvinculación de iniciativas multilaterales como el Acuerdo de París centrado en el medio ambiente (una de las grandes preocupaciones de Biden y del Green Deal de la UE), ha asentado el miedo entre las instituciones de Bruselas.
La Unión Europea tiene miedo de que el regreso de Donald Trump suponga una desvinculación de Estados Unidos, y quedarse al margen del nuevo orden mundial, donde Estados Unidos considera que puede participar en solitario. Sin embargo, determinados jefes de gobierno europeos como Viktor Orban o Georgia Meloni, estiman que la reelección de Donald Trump podría fortalecer su posicionamiento global debido a sus vínculos políticos e ideológicos.
Los resultados electorales del próximo 5 de noviembre tendrán un impacto significativo en las relaciones bilaterales entre la Unión Europea y Estados Unidos. Se espera que una nueva Administración Harris continúe con el principio de cooperación entre Estados Unidos y la UE a través de la suspensión de los aranceles en las importaciones europeas, el apoyo común a Ucrania y la alianza contra la expansión China y el cambio climático.
No obstante, se presume que pudiera haber tensiones por un creciente foco americano en el Indo-Pacífico, y las voluntades europeas de una creciente autonomía defensiva. Por otro lado, el posible regreso de Donald Trump podría dar un giro a los vínculos político-económicos y defensivos entre Estados Unidos y la UE por sus propuestas económicas proteccionistas, su política aislacionista en lo que a China y a la defensa se refiere, y su indiferencia ante la cuestión climática.
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