De aliados discretos a rivales declarados, este artículo explica cómo la ruptura de 1979 encendió una rivalidad que hoy se libra de una forma muy peligrosa en Oriente Medio.
Durante gran parte del siglo XX, Irán e Israel mantuvieron una relación sorprendentemente cordial y beneficiosa que, tras la Revolución Islámica de 1979, se transformó en una enemistad alimentada por las ideologías opuestas, los choques estratégicos y un complejo juego de alianzas regionales. Este artículo recorre esa metamorfosis (desde la cooperación encubierta bajo el sha Pahlavi y la doctrina de la periferia, hasta la actual escalada de misiles, drones y ciberataques) para ofrecer una visión de cómo dos antiguos socios se convirtieron en protagonistas de una de las rivalidades más peligrosas de Oriente Medio.
Relaciones iniciales y cooperación encubierta
Período bajo el sha Pahlavi (1925-1979): reconocimiento de Israel y cooperación militar y económica según la doctrina de la periferia
Durante la monarquía de Mohammad Reza Pahlavi, Irán fue uno de los pocos países de mayoría musulmana que vio en el joven Estado judío un socio estratégico. Teherán reconoció oficialmente a Israel en 1950, convirtiéndose en el segundo país islámico en hacerlo, solo por detrás de Turquía. Ambos gobiernos compartían un interés común: contener la influencia del nacionalismo árabe y la Unión Soviética. Esa coincidencia se plasmó en la llamada doctrina de la periferia, diseñada por el primer ministro israelí David Ben-Gurión, que buscaba aliados en la periferia árabe.
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La relación fue mucho más que diplomática. Irán suministraba petróleo a Israel y, a cambio, recibía tecnología agrícola, asesoría de inteligencia y apoyo militar encubierto. Aviones, radares y entrenamiento para la temida SAVAK (la policía secreta del sha) llegaron a Teherán con sello israelí, mientras ambos países compartían información sobre los movimientos de Gamal Abdel Nasser en Egipto y sobre la insurgencia palestina.
Cuestiones regionales y el «plan alternativo para Palestina» en la ONU de 1947
No obstante, la sintonía no evitó desacuerdos. Durante el debate sobre la partición de Palestina en la ONU, Irán votó a favor de un único Estado binacional junto con India y Yugoslavia. El sha consideraba que dividir el Mandato británico podía generar una guerra abierta, pero la geopolítica de la Guerra Fría acabaría primando. Con el tiempo, la alianza secreta con Israel se impuso sobre aquella postura diplomática.
Cambio drástico tras la Revolución Islámica (1979)
- Ruptura de relaciones y declaración de «enemigo del Islam». La Revolución Islámica de 1979 alteró radicalmente el tablero. El ayatolá Ruholá Jomeini expulsó al personal diplomático israelí, entregó la antigua embajada al movimiento palestino y prohibió el uso de pasaportes israelíes en territorio iraní. La narrativa del nuevo régimen colocó a «la entidad sionista» y a Estados Unidos como ejes del «imperialismo» al que había que resistir. Desde entonces, Irán e Israel pasaron de aliados tácitos a enemigos declarados.
- Apoyo iraní a proxies como Hezbollah, Hamás y otras milicias dentro de la «Eje de Resistencia». Para proyectar su influencia y enfrentar a Israel sin arriesgar una guerra directa, la República Islámica fomentó una red de actores no estatales. El caso más emblemático es Hezbollah, creado en Líbano en 1982 con financiación, entrenamiento y armas iraníes. Con el tiempo, Teherán extendió ayuda a Hamás en Gaza y a la Yihad Islámica Palestina, así como a milicias hutíes en Yemen y a grupos chiíes en Irak, conformando el denominado «Eje de Resistencia».
Conflicto indirecto y guerra por el poder
Conflictos en Líbano, Siria, Gaza e Irak con apoyo mutuo a distintos bandos
La enemistad se manifestó primero en escenarios lejanos al territorio iraní o israelí. Durante la guerra civil libanesa y la invasión israelí de 1982, la Guardia Revolucionaria ayudó a gestar Hezbollah, que acabó infligiendo sonoras derrotas a Israel en 2000 y 2006. En Siria, Irán respaldó al presidente Bashar al-Asad durante la guerra civil, mientras Israel bombardeaba convoyes de armas iraníes destinados a Hezbollah. En Irak, milicias chiíes formadas por Teherán atacaron intereses israelíes y estadounidenses tras la caída de Sadam Huseín. Gaza se convirtió en otro frente de esta guerra en la sombra, con cohetes fabricados o financiados por Irán y lanzados por Hamás contra el sur de Israel.
Ciberataques y sabotajes encubiertos
El enfrentamiento también ha sido tecnológico. En 2010 se descubrió Stuxnet, un virus informático atribuido a Estados Unidos e Israel que dañó miles de centrifugadoras en la planta nuclear de Natanz. Desde entonces, explosiones misteriosas, asesinatos de científicos nucleares y apagones atribuidos al Mossad o a la Fuerza Quds se suceden a ambos lados. Cada episodio alimenta la desconfianza y demuestra que Irán e Israel compiten en todos los dominios: terrestre, aéreo, marítimo y cibernético.
Programa nuclear iraní y reacciones israelíes
- Desarrollo nuclear clandestino en Natanz y Arak desde 2002, sanciones y acuerdo JCPOA (2015). El descubrimiento en 2002 de instalaciones secretas en Natanz y Arak activó las alarmas internacionales. Teherán asegura que su programa nuclear tiene fines civiles, pero Israel lo interpreta como una amenaza existencial. Tras años de sanciones, Irán firmó en 2015 el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) con seis potencias, limitando el enriquecimiento de uranio.
- Salida estadounidense del acuerdo en 2018 y nuevas tensiones. En 2018, la Administración Trump abandonó el JCPOA, reimpuso sanciones y dejó el pacto herido de muerte. Irán respondió aumentando gradualmente el nivel y la cantidad de uranio enriquecido. Israel intensificó sus operaciones encubiertas, convencido de que «un Irán con bomba» era inaceptable. La diplomacia entró en un punto muerto y se reanudó la carrera contra el reloj.
Escalada hacia enfrentamientos directos (2023-2025)
- Apoyo iraní al ataque de Hamás en octubre de 2023 y respuesta israelí en Gaza. El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó una incursión masiva contra el sur de Israel. Aunque la implicación directa de Irán fue discutida, sus dirigentes celebraron la operación y prometieron que «la resistencia continuará». Israel replicó con la guerra más intensa en Gaza desde 2014, endureciendo su percepción de la amenaza iraní.
- Primeros ataques directos: misiles y drones entre Irán e Israel en 2024. El 13 de abril de 2024, Irán lanzó más de 320 drones y misiles contra territorio israelí como represalia por el bombardeo de su consulado en Damasco. Fue la primera vez que Irán atacó directamente a Israel desde 1979, rompiendo la lógica de la guerra por poder. Israel respondió cinco días después con un raid limitado sobre islas iraníes del Golfo Pérsico.
- En junio de 2025, Israel lanza ataques directos a instalaciones nucleares y militares. Irán responde con misiles y drones. La tensión alcanzó un nivel inédito la madrugada del 13 de junio de 2025. Bajo la «Operación León Creciente», Israel bombardeó Natanz, Fordow, Isfahán y bases de la Guardia Revolucionaria, matando a altos mandos y científicos nucleares. Horas más tarde, Teherán lanzó varias oleadas de misiles contra Jerusalén, Tel Aviv y Haifa, dejando fallecidos y heridos. Ambos han ido replicando sus ataques.
Impacto geopolítico y escenario actual
- Debilidad de la red de proxies iraníes tras guerras en Siria y el Golfo. Los reveses de Asad en Siria y la presión regional han complicado la logística iraní hacia Hezbollah. La pérdida temporal del corredor terrestre Qa’im-Bukamal ha reducido la capacidad de Irán para rearmar a sus aliados. Aun así, Hezbollah conserva miles de cohetes y podría abrir un nuevo frente desde el Líbano, manteniendo a Israel en vilo.
- Amenazas sobre bases estadounidenses, energía y presión diplomática. La escalada ya trasciende directamente a Irán e Israel. Teherán y sus proxies han advertido que atacará «todas las bases estadounidenses» en Oriente Medio si Washington interviene. Países productores de crudo temen un impacto brutal en los precios y han activado la diplomacia de emergencia. Qatar y Omán median para frenar el choque, mientras Arabia Saudí evalúa su propio rol. La Agencia Internacional de Energía Atómica insiste en que aún no hay pruebas de que Irán haya decidido fabricar un arma, pero reconoce que el país posee suficiente uranio de grado elevado para varias bombas si así lo quisiera.
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