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¿Qué tipos de guerras existen en la actualidad?

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En este artículo entenderás lo que significa el término y los tipos de guerra que existen en el mundo. Sabrás diferenciar entre los métodos tradicionales y modernos de conflicto que siguen utilizándose en la actualidad.

La guerra, en su sentido más amplio, es un conflicto violento entre dos o más grupos, donde los enfrentamientos están organizados, armados y dirigidos por una estrategia. A lo largo de la historia, la guerra ha sido un medio para resolver disputas, ganar territorio, imponer ideologías o cambiar gobiernos. Sin embargo, sus consecuencias, desde la pérdida de vidas humanas hasta la destrucción de infraestructura y el impacto psicológico en las sociedades, son profundas y duraderas. En el contexto moderno, la guerra ha evolucionado en diferentes tipos y formas, muchos de los cuales no necesariamente implican un enfrentamiento directo o convencional en el campo de batalla.

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La globalización, los avances tecnológicos y los cambios en las relaciones de poder internacional han diversificado las formas en las que se llevan a cabo las guerras. Hoy en día, el conflicto no solo ocurre en el terreno, sino también en el espacio digital, en las economías y en la misma información. Estos tipos de guerra han permitido que actores no estatales, como grupos terroristas o empresas, también jueguen roles activos en los conflictos, desafiando a los ejércitos tradicionales y a los Estados. A continuación, se exponen los distintos tipos de guerra en la actualidad.

Tipos de guerra en la actualidad

  • Guerra convencional. Forma de conflicto más tradicional, en la que dos o más ejércitos regulares de Estados enfrentados utilizan armamento estandarizado, como infantería, vehículos blindados y artillería. Este tipo de guerra se caracteriza por enfrentamientos directos en el campo de batalla, con el objetivo de destruir la capacidad militar del oponente y ocupar su territorio. Es un tipo de conflicto que, aunque ha disminuido, sigue ocurriendo. La guerra convencional tiende a ser breve y decisiva, buscando una victoria militar clara.
  • Guerra civil. Son aquellas que se desarrollan dentro de las fronteras de un mismo país y enfrentan a facciones internas, como el gobierno central y grupos insurgentes. Estas guerras suelen surgir por causas políticas, económicas o étnicas y pueden prolongarse por años. Generan inestabilidad, desplazamientos y crisis humanitarias. Además, estos conflictos suelen atraer la intervención de potencias extranjeras, que apoyan a las distintas facciones o grupos para asegurar sus intereses estratégicos en la región.
  • Guerra nuclear. Implica el uso de armas nucleares con el fin de lograr una victoria decisiva mediante una destrucción masiva. Este tipo de conflicto no ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial, debido a su impacto catastrófico en la vida humana y en el medio ambiente. Sin embargo, la amenaza nuclear sigue siendo relevante en la política internacional, especialmente en algunas regiones. Los tratados de no proliferación nuclear buscan limitar este tipo de armas. Sin embargo, la existencia de arsenales nucleares en varias potencias aún plantea una gran amenaza.
  • Guerra sucia. Incluye tácticas como el secuestro, la tortura, la desaparición forzada y otras violaciones de derechos humanos, generalmente utilizadas contra civiles para silenciar la oposición política. Aunque este término se asocia principalmente con las dictaduras latinoamericanas del siglo XX, la guerra sucia continúa en distintos contextos donde los gobiernos o fuerzas irregulares buscan eliminar la disidencia. La falta de transparencia y la violación de las normas internacionales en este tipo de guerra crean un clima de miedo, erosionando el tejido social y los derechos fundamentales de las personas. Esta variante de guerra emplea en la mayoría de ocasiones la intervención del ejército, paramilitares y terroristas, que actúan al margen de la ley.
  • Guerra de desgaste. Este tipo de conflicto se caracteriza por ser prolongado y por incluir una estrategia que busca debilitar al enemigo mediante continuos enfrentamientos y agotamiento de recursos, sin necesariamente un enfrentamiento directo y decisivo. La guerra de desgaste se utiliza, generalmente, cuando los bandos tienen fuerzas equilibradas o no pueden lograr una victoria rápida. En este tipo de guerra, la resistencia y la capacidad de soportar pérdidas son claves para obtener una ventaja.
  • Guerra asimétrica. Se produce cuando una de las partes tiene una clara ventaja en poder militar, mientras que la otra emplea tácticas irregulares como ataques sorpresa, guerrilla, terrorismo, resistencia, guerra sucia o desobediencia civil. Este tipo de guerra es común en conflictos entre Estados y grupos insurgentes o terroristas, donde el bando más débil utiliza tácticas no convencionales para equilibrar la balanza.
  • Guerra ártica. Tiene dos posibles significados:
    • Con el cambio climático y el derretimiento de los hielos, se han abierto nuevas rutas marítimas y acceso a recursos naturales en la región ártica. En este caso, se refiere al aumento de la competencia entre diferentes países por el control y explotación de estos recursos. Aunque hasta ahora no se ha producido un conflicto armado directo, esta región tiene cada vez mayor presencia militar y es objeto de tensiones.
    • Conflicto armado que se lleva a cabo en condiciones meteorológicas frías y muy adversas, donde predominan terrenos nevados y helados. Es importante mencionar la diferencia con la guerra alpina, ya que la guerra ártica no siempre es en montaña, y la guerra montañosa no siempre es fría. En este tipo de guerra, es importante llevar un equipo militar fuerte y resistente al frío para poder sobrevivir a las bajas temperaturas. Además, requiere de mayor alimentación rica en nutrientes y calentadores.
  • Guerra de baja intensidad. Los conflictos son prolongados, pero tienen enfrentamientos esporádicos y limitados en escala. Suele ocurrir en zonas donde las tensiones son altas, aunque ninguna de las partes busca una guerra total. Es común en conflictos internos o en territorios donde la estabilidad es difícil de mantener.
  • Guerra de guerrillas. Conflicto irregular en el que grupos pequeños y móviles utilizan tácticas de emboscadas y sabotaje para enfrentar a fuerzas más poderosas. La guerra de guerrillas ha sido una táctica clave para movimientos de resistencia en países ocupados o bajo regímenes opresivos. El ejemplo histórico más claro es Vietnam. Esta forma permite a fuerzas más débiles operar en entornos difíciles y hostiles.
  • Guerra híbrida. Combina elementos de guerra convencional y no convencional, incluyendo ciberataques, propaganda y operaciones psicológicas, entre otros. Este tipo de guerra permite a los Estados y actores no estatales desestabilizar a un enemigo sin declarar una guerra formal, haciendo difícil rastrear y responder a sus acciones.
  • Guerra cibernética. Implica el uso de tecnologías informáticas para atacar y desestabilizar la infraestructura de un enemigo. Los ciberataques pueden dirigirse contra redes eléctricas, sistemas bancarios, comunicaciones gubernamentales o servicios esenciales. Con la digitalización de las infraestructuras críticas, este tipo de guerra plantea una gran amenaza en el siglo XXI.
  • Guerra electrónica. Conflicto que utiliza ondas de radio y frecuencias para interferir con los sistemas de comunicación y radares del enemigo. Permite desorientar y neutralizar sistemas de defensa. En un conflicto armado, la guerra electrónica puede marcar una ventaja significativa, ya que permite determinar, explotar, reducir o impedir el uso de los espectros de energía por parte del enemigo. En este tipo de guerra opera la Inteligencia de Guerra Electrónica, la Inteligencia de Comunicaciones (COMINT), la Inteligencia Electrónica (ELINT) y la Inteligencia de Señales (SIGINT).
  • Guerra económica. Utiliza sanciones, embargos y bloqueos comerciales para afectar la economía de un adversario sin recurrir a la violencia directa. Se busca debilitar al enemigo, afectando sus ingresos y capacidades que impiden tanto sostener una guerra como para sostener un determinado régimen o liderazgo.
  • Guerra psicológica. Conocida también como «guerra política», tiene como objetivo minar la moral del enemigo y generar desconfianza mediante campañas de propaganda y rumores. La manipulación de la información y las campañas de desinformación son tácticas frecuentes para ganar las mentes de diferentes colectivos, personas o sociedades, especialmente en contextos de guerra híbrida. El objetivo es influir en la opinión pública y debilitar la cohesión social. Suelen dirigirse contra gobiernos, organizaciones, grupos o incluso individuos.
  • Guerra biológica. Utiliza organismos vivos como bacterias y virus para causar enfermedades en poblaciones enemigas. Aunque se prohíbe su uso, el temor a la guerra biológica persiste debido a su capacidad destructiva. Un brote de enfermedad puede devastar comunidades enteras y paralizar economías, lo que la convierte en una amenaza latente.
  • Guerra química. Utiliza agentes químicos para incapacitar o matar. Las armas químicas, como el gas nervioso, están prohibidas internacionalmente, pero algunos regímenes han utilizado estas tácticas.
  • Guerra espacial. Conflictos que ocurren en el espacio o que tienen como objetivo destruir o inutilizar satélites enemigos. Dado que los satélites son esenciales para comunicaciones y navegación, la guerra espacial podría tener un impacto profundo en la tecnología global. Con que uno de los beligerantes esté en el espacio exterior, ya se puede catalogar de guerra espacial. Un error puede causar el síndrome de Kessler.
  • Guerra climática. Implica el uso de técnicas para manipular el clima con fines bélicos, aunque también se atribuye a fenómenos climáticos que alteran las condiciones de vida en determinadas zonas. Esto provoca tensiones sobre los recursos como el agua y los alimentos, lo que puede desencadenar la violencia, el aumento de refugiados, genocidios, limpiezas étnicas y auge de grupos terroristas y extremistas.
  • Guerra ritualizada. En ciertas culturas existen conflictos organizados con normas establecidas y límites estrictos en cuanto a la violencia permitida. Estas guerras se realizan como un medio de resolver disputas, territorios o recursos entre comunidades sin causar pérdidas humanas significativas o destrucción de material. En algunos casos, pueden cumplir una función simbólica o religiosa, reforzando el sentido de identidad y cohesión dentro de los grupos participantes. Para resolver tensiones, se suelen emplear ceremonias, juegos o deportes. Sin embargo, puede existir una gran escalada de enfrentamientos que conlleve un gran nivel de violencia, provocando en el peor de los casos el exterminio total del enemigo.
  • Guerra energética. Se basa en el control y la manipulación de recursos energéticos, como petróleo, gas natural, electricidad y, en la actualidad, fuentes renovables. Los Estados o actores económicos pueden imponer bloqueos, restricciones de suministro, manipulación de precios o incluso destrucción de infraestructuras para debilitar económicamente a un país objetivo. La guerra energética es efectiva en contextos donde los países dependen en gran medida de importaciones energéticas para sostener sus economías y sus industrias.
  • Guerra de la información. Implica el control y la manipulación de datos para influir en las opiniones, creencias y emociones del público. Este tipo de guerra, que ha cobrado fuerza en la era digital, utiliza desinformación, propaganda y manipulación de redes sociales para generar caos, intoxicación, confusión y desconfianza entre los ciudadanos de un país objetivo. Un ejemplo es la injerencia extranjera en procesos electorales mediante campañas de desinformación, que buscan polarizar a la sociedad y desestabilizar las instituciones democráticas. La guerra de la información es especialmente peligrosa porque puede ser difícil de detectar y contrarrestar, ya que no deja rastros físicos.
  • Guerra aérea no tripulada. También conocida como guerra de drones, utiliza vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) para llevar a cabo ataques, vigilancia y reconocimiento sin poner en riesgo la vida de pilotos o militares humanos. Este tipo de guerra ha crecido debido a su precisión y a la capacidad de los drones para operar en entornos difíciles o inaccesibles. Los drones pueden llevar a cabo misiones de largo alcance y proporcionar imágenes en tiempo real, lo que permite a los operadores tomar decisiones informadas desde lugares lejanos.

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