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El juego de Putin: inteligencia e influencia en Burkina Faso

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La influencia de Rusia en África avanza con fuerza silenciosa. Burkina Faso se ha convertido en un laboratorio estratégico del GRU para moldear narrativas y desafiar a Occidente. En este artículo, Sebastián Ruda, alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, analiza cómo las operaciones de inteligencia rusa reconfiguran el poder en el Sahel.

La celebración del aniversario del Día de la Victoria, en mayo de 2025, dejó muchos elementos para el análisis. También envió un mensaje claro a Occidente: el objetivo de aislar a Rusia fracasó. Líderes de más de 30 naciones acompañaron a Putin en su evento de gala. Él se mostró firme y fuerte, rodeado de poderosos aliados.

Entre ellos, uno resaltó por su vestuario, juventud y temple: Ibrahim Traoré. El carismático líder de Burkina Faso llegó a Rusia en medio de un episodio de tensión geopolítica. Fue escoltado por cazas rusos en una acción de disuasión y apoyo. Traoré desfiló junto a Putin en Moscú, un gesto que simbolizó un cambio estratégico tras el golpe de 2022. Expulsó a Francia, se adhirió a los BRICS y se refugió principalmente en Rusia y China. Estos países desplegaron asesores militares y propaganda para consolidar su poder e influencia.

En Ouagadougou ondean banderas rusas. Incluso se pueden ver carteles de Putin en las calles. Esto evidencia que no se trata de un hecho geopolítico aislado. Detrás de esta situación hay operaciones psicológicas, apoyos militares, tensiones y una disputa de poder global bastante significativa, que tiene como eje a África.

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Por eso, este artículo busca explorar y responder a la pregunta: ¿cómo usa Rusia su inteligencia para moldear el régimen de Traoré y desafiar a Occidente? Se identificará su estrategia y las implicaciones para el Sahel.

Operaciones psicológicas en el Sahel: la mente de los ciudadanos, el campo de batalla en Burkina Faso

Las operaciones psicológicas (OPSY) son tácticas de inteligencia para moldear las percepciones y desestabilizar adversarios. Es decir, la mente de los ciudadanos se convierte en un escenario más del campo de batalla. Esta táctica es clave en la estrategia rusa en África.

El GRU (Glávnoye Razvédyvatelnoye Upravlenie), Servicio de Inteligencia Militar de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, también conocido como Dirección Principal de Inteligencia, aplica el ciclo de inteligencia para promover narrativas antieuropeas en el Sahel. Tiene un énfasis fundamental en explotar el resentimiento postcolonial.

Lo anterior se usa en una narrativa contra el neocolonialismo, fortaleciendo el nacionalismo, el orgullo racial y la libertad de interactuar con actores como los BRICS. En Burkina Faso, Rusia difunde propaganda que presenta a Francia como opresora, explotadora y principal responsable del subdesarrollo del país y la región. Así logra elevar a Ibrahim Traoré como símbolo panafricano. Esta estrategia de OPSY se amplía mediante canales y plataformas como Telegram, con mensajes que promueven un sentimiento antieuropeo y alineado con Moscú.

Burkina Faso y una alianza antieuropea

Este, sin duda, es un escenario geopolítico de disputa global entre la Federación Rusa y la OTAN. El principal implicado es Francia, que imponía a Burkina Faso el banco central, la moneda, y el control sobre la explotación y exportación de oro y algodón local. Francia obtenía un beneficio económico significativo y ejercía control directo.

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Ibrahim Traoré, quien a sus 37 años es el segundo jefe de Estado más joven del mundo, ostenta el grado de Capitán del Ejército. Fue alumno predilecto de formación francesa. Tomó el control de Burkina Faso en septiembre de 2022, tras derrocar al presidente interino Paul-Henri Sandaogo mediante un golpe de Estado.

Desde entonces, ha roto vínculos con los países europeos, especialmente con Francia. Su acercamiento a los BRICS ha generado condiciones sociopolíticas de extrema fragilidad. Se han registrado alrededor de 19 atentados y varios intentos de derrocamiento en dos años. Por ello, Estados Unidos lo considera una amenaza para el continente africano.

Tras su audaz movimiento de expulsar a las tropas francesas, acusándolas de perpetuar el subdesarrollo postcolonial, Rusia aprovechó el vacío de poder. De inmediato desplegó una estrategia de inteligencia para consolidar su influencia. El GRU envió un centenar de asesores militares, además de trigo y armamento, para fortalecer a Traoré.

Fueron clave las campañas de operaciones psicológicas difundidas por Telegram y medios locales, especialmente la radio. Estas campañas glorificaban a Traoré como un «Libertador» y retrataban a Francia como una potencia «explotadora», responsable de la pobreza y el subdesarrollo. Este mensaje antieuropeo resonó especialmente entre los jóvenes.

La alianza se selló y consolidó en dos reuniones: San Petersburgo en 2023 y Moscú en 2025. Tras la tensa visita de Traoré por el Día de la Victoria, la alianza proyectó fuerza y desafío a Occidente. El GRU usó OSINT para monitorear redes sociales y ajustar mensajes nacionalistas. También usó HUMINT mediante asesores, quienes alinearon la retórica de Traoré. Estas acciones causaron un impacto notable. Incluso se habla de un culto emergente a su figura, con jóvenes ondeando banderas rusas en protestas contra la CEDEAO, percibida como aliada de intereses occidentales.

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Este contexto se ha ampliado con la Alianza de Estados del Sahel, que incluye a Níger, Burkina Faso y Malí. Esto evidencia el crecimiento del movimiento y sus ideas. Se autodenominan una «Revolución sin permiso», en la que los Estados africanos sean dueños de sus recursos, como el oro y el algodón, y de su destino.

Sin embargo, la inseguridad sigue siendo constante. Ataques yihadistas, violencia e inestabilidad dominan la realidad. Más de 7.200 personas murieron en 2024, lo que muestra que la estrategia rusa aún tiene límites.

Rusia gana acceso a minas de oro, apoyo popular y una posición geopolítica dominante, debilitando a uno de sus principales rivales de la OTAN: Francia. Mientras tanto, Burkina Faso cae en una dependencia creciente de Moscú y Beijing. No ha logrado resolver su crisis interna, pero esta alianza redefine al Sahel como un campo de batalla geopolítico clave.

El Sahel en disputa: inteligencia y hegemonía

En medio de la tensa disputa hegemónica global, Burkina Faso ilustra cómo Rusia usa la inteligencia para desafiar a Occidente. Lo hace moldeando narrativas antieuropeas mediante OPSY. El GRU comprende al Sahel como un campo de batalla ideológico. Esto, evidentemente, exige respuestas globales por parte de Occidente para contrarrestar su influencia.

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