En este artículo se explica qué es la geopolítica, cómo se entiende hoy, quiénes intervienen en ella y por qué ha cobrado tanta fuerza en un momento marcado por crisis, tensiones territoriales y carreras tecnológicas.
La geopolítica se estudia desde finales del siglo XIX y funciona como una guía práctica para interpretar decisiones y situaciones que afectan a nuestra vida diaria.
Esta disciplina va más allá de los conflictos del presente y aspira a que cualquiera pueda leer el mundo con algo más de claridad y comprender por qué se desencadenan ciertos acontecimientos.
Qué es la geopolítica
Las definiciones de geopolítica varían según la escuela que uno consulte, aunque todas giran en torno a una idea clara: el espacio influye en la política.
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La primera definición parte de Rudolf Kjellén. Para él, la geopolítica tiene sentido cuando se entiende que un Estado vive en un entorno que marca límites y posibilidades, y que ese entorno condiciona su estrategia.
Otra visión la aporta Friedrich Ratzel. Su enfoque gira en torno a la necesidad de contar con un territorio suficiente para sostener el desarrollo político y económico de un país, idea que en su tiempo se resumió en el concepto de espacio vital.
Halford Mackinder describe la geopolítica como una disputa por zonas estratégicas del planeta, donde el control de ciertos núcleos territoriales puede inclinar el equilibrio mundial.
Por otro lado, autores posteriores ajustaron estas primeras teorías y añadieron factores como la tecnología, las rutas marítimas o la capacidad de cada país para interpretar su posición con una lógica propia.
Los actores principales que suelen mover las piezas de este tablero son los Estados con capacidad de influencia, las organizaciones internacionales y, en los últimos años, empresas y grupos que operan más allá de las fronteras. Cada uno persigue intereses distintos, aunque todos entienden que el territorio marca oportunidades y límites.
Qué trabaja la geopolítica
La geopolítica analiza cómo la posición de un territorio, sus recursos y su trayectoria histórica influyen en la manera en que un Estado actúa. Examina qué rutas necesita proteger, qué alianzas le convienen, qué fronteras le inquietan y qué oportunidades le abre el entorno.
También estudia cómo otros actores (organizaciones internacionales, empresas o grupos que operan más allá de las instituciones tradicionales) intentan ganar presencia en zonas que consideran estratégicas.
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Ese enfoque tan amplio explica por qué aparece en campos muy distintos. Forma parte del trabajo diario en relaciones internacionales, seguridad y defensa, diplomacia y análisis económico.
A esto se suman profesiones que hace unos años apenas se relacionaban con la geopolítica: desde la gestión de cadenas de suministro hasta el diseño de infraestructuras digitales, pasando por sectores tecnológicos que dependen del acceso a minerales o del control de redes de comunicación. En todos estos ámbitos, entender el territorio y sus implicaciones se ha vuelto imprescindible para tomar decisiones con cierta previsión.
Por qué es tan importante la geopolítica
La realidad es que la geopolítica importa porque ofrece una lectura clara de las tensiones del mundo. Su importancia crece por razones que van desde la competencia por la energía hasta el control de rutas comerciales o la pugna por tecnologías que definirán el futuro.
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Al final, vivimos dentro de decisiones que responden a cálculos geopolíticos: el precio de la energía, las migraciones, la posición de la UE ante guerras próximas o el acceso a minerales clave.
Además, la geopolítica ayuda a anticipar riesgos y a entender por qué ciertas regiones se convierten en escenarios decisivos mientras otras pierden peso.
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