LISA Challenge: Geopolitic Task #1
Reto: Los participantes de este LISA Challenge presentaron un análisis prospectivo en el ámbito de la defensa, cumpliendo las instrucciones para participar en este desafío.
- En la primera fase, un jurado experto formado por miembros de LISA Institute seleccionó los 10 mejores análisis presentados.
- En la segunda fase, los 10 análisis finalistas entraron a participar en una votación pública a través de un formulario público, cuyo objetivo fue votar para seleccionar al ORO, PLATA y BRONCE del LISA Challenge.
🏆 FINALISTA #8 🏆
Título: España y Marruecos: una relación delicada.
Finalista: Francisco José Sivianes Martín. Estudiante de Filosofía en la Universidad de Sevilla, especializado en el estudio de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Entusiasta de la política, está centrado en contribuir al análisis y desarrollo del pensamiento político en España.
Posición (primera fase): #8
Posición (segunda fase): #8
Análisis
Este trabajo analiza las complejas relaciones entre España y Marruecos, centrándose en el impacto de la inmigración marroquí en España y los conflictos suscitados por la reclamación territorial de Marruecos de Ceuta y Melilla, dos provincias españolas. Este análisis prospectivo sigue una metodología de construcción de escenarios, presentando tres visiones a futuro: una más optimista, una moderada y, por último, una visión más pesimista. Los resultados son claros: debemos cuidar nuestras relaciones con el país vecino, pues la deriva de los distintos acontecimientos es bastante confusa.
Introducción
Las relaciones entre España y Marruecos son complejas y han estado marcadas por intercambios culturales, tensiones geopolíticas y momentos de cooperación. La creciente influencia europea llevó a la creación del protectorado español en 1912, pero la independencia de Marruecos en 1956 inició un nuevo capítulo, donde ambos países han mantenido lazos diplomáticos y económicos, pero también han enfrentado desafíos como la soberanía de Ceuta y Melilla, la migración y las disputas sobre el Sahara Occidental.
La proximidad geográfica entre los dos países es un elemento clave para comprender la importancia de organizar un plan nacional a favor de nuestros intereses, pero desde la Transición no ha existido una política de Estado clara con objetivos definidos y consensos sobre recursos y enfoques. A pesar de esto, algunas medidas han logrado paliar las distintas situaciones de riesgo que han ido apareciendo a lo largo de estos últimos años. Sin embargo, esta estabilidad institucional no está asegurada, especialmente en un contexto tan delicado como el que desgraciadamente estamos viviendo en nuestros días.
Por tanto, este trabajo se presenta como un análisis prospectivo que delimita los posibles escenarios futuros. Debido a que la extensión está acotada, estoy en la obligación de enfocar la investigación en una variable. En este caso, debido a su inmanente importancia, estudiaré el impacto de la inmigración en España y los modos en los que esta puede afectar a las relaciones bilaterales entre los dos países. La metodología que voy a utilizar, o con la que guarda más similitudes, es una construcción de escenarios. Estos escenarios abarcan en la medida de lo posible los distintos campos categoriales que conforman estos desafíos. De esta forma, no estamos frente a un análisis económico, sociológico, ni tecnológico, pues más bien engloba a todos ellos. Estamos, por tanto, frente a un análisis político.
Finalizo, por consiguiente, advirtiendo que la estructura del cuerpo de la obra está dividida en tres grandes secciones. La primera de ellas, la introducción, muestra a escala internacional el alcance de estos fenómenos migratorios, presentando algunos datos sobre ello. La segunda, dibuja los posibles escenarios sobre los cuales podemos reflexionar actualmente. Por último, presentaré una resolución. Esta última parte no es baladí. Si presentamos los distintos escenarios en los que se puede desarrollar España, la cual estamos tomando como término ad quem, es sumamente necesario escoger uno de ellos a modo de meta.
Desarrollo
La inmigración es la entrada a un país o región, de personas que nacieron o proceden de otro país o región. Emigrar o inmigrar son términos antropológicos que se han dado como fenómenos políticos a lo largo de toda la Historia entre distintas sociedades políticas. Este tipo de sucesos, atribuibles a la capa cortical de las sociedades políticas, suelen reforzar la identidad diferencial de la sociedad de referencia. Algo que estamos viendo en España, con el surgimiento, a veces, resurgimiento, de serios grupos nacionalistas.
Estos eventos no son exclusivamente españoles, ya que a lo largo de todas las naciones europeas están apareciendo movimientos similares. Coherente, eso sí, con las motivaciones europeístas. Si admitimos como meta la creación de un órgano supranacional con unos intereses particulares, los cuales, además, guardan más simpatía con unos Estados miembros que con otros, debemos sopesar la posibilidad de generar grupos nacionalistas que defiendan los propios intereses de cada nación.
Con lo que a inmigración respecta, la UE, con un total de 448.753.823 habitantes, reconoce que en 2022 se expidieron 3,4 millones de primeros permisos de residencia en su territorio. De esta forma, en 2023 la Unión Europea conseguía albergar aproximadamente a 63,6 millones de extranjeros, que a día de hoy, debido al creciente número de inmigrantes, componen más del 14% de su población. La creciente inestabilidad en África, especialmente en la zona del Sahel, en Oriente Medio y en Europa del este, con el conflicto entre Ucrania y Rusia, pronostica un aumento de estos movimientos.
La absorción de este número de inmigrantes no se redistribuye de forma simétrica entre los miembros incluidos en el espacio Schengen, situación que conlleva un aumento de la conflictividad interna. Ni siquiera el Pacto de Migración y Asilo de la Unión Europea va a solucionar esto, sobre todo si se tiene en cuenta que en realidad el Pacto solo se refiere a la inmigración llegada de modo irregular y a la parte de esta que solicita asilo. De esta forma, más de la mitad de la población extranjera está distribuida en tan solo tres países: Alemania, Francia y España.
Figura 1: Distribución porcentual de la población extranjera en los Estados miembros de la Unión Europea en 2023
Fuente: Statista. *La imagen no representa el 100% de la redistribución.
Como vemos, España se lleva el tercer puesto con un 12,89%. En 2023, de acuerdo con su nacionalidad, 41.995.741 personas residentes eran españolas y 6.089.620 extranjeras (un 12,66% de la población total); 525.260 personas extranjeras habían nacido en España (extranjeras no inmigradas). Si dividimos estas cifras en grupos poblacionales según nacimientos en el país extranjero, Marruecos alcanza el podio:
Figura 2: Veinte principales grupos de población residente según el país extranjero de nacimiento (01/01/2023)
Fuente: Elaboración del SJM a partir de datos del INE sobre población residente.
Estos hechos han traído consigo una gran multitud de polémicas. En primer lugar, la inmigración ha suscitado debates por todo el mundo. Muy al contrario de lo que algunos piensan, el fenómeno migratorio siempre ha sido bastante problemático a lo largo de la historia, tanto para el país de origen, como para el de llegada, y está claro que esta vez no está siendo la excepción.
En segundo lugar, se ha acusado a Marruecos de utilizar la inmigración como vehículo para desestabilizar a España. No debemos olvidar la semana que se vivió sin precedentes en la frontera sur española, después de que cerca de 8.000 personas entraran en Ceuta a través de los espigones fronterizos ante la pasividad e incluso con la cooperación de las autoridades marroquíes con motivo de la presencia en España de Brahim Ghali, representante del Frente Polisario. Esto fue hace tan solo tres años.
Habiendo, por tanto, desglosado los datos preliminares y presentado de una forma resumida la situación política, solo queda dilucidar los distintos posibles escenarios en los que nos podemos ver envueltos en un futuro. Para ello he intentado escoger unos criterios más o menos bien fundamentados, huyendo de la posibilidad de crear construcciones ad hoc. La clasificación estará compuesto de tres posibles escenarios. Estos son: escenario optimista (A), moderado (B) y pesimista (C). Con esto no queremos decir que la taxonomía agote el sin fin de posibilidades, ni siquiera en sus respectivos apartados. Un escenario desde el punto de vista optimista (A) podrá tener diferentes especies (A = a1, a2, a3…). En todo caso, es una categorización cuyo alcance es más bien general.
II. POSIBLES ESCENARIOS
A. ESCENARIO OPTIMISTA: «Colaboración reforzada y migración regulada».
Este escenario se resume en un crecimiento económico estable en ambos países, con unos acuerdos bilaterales de cooperación en materia migratoria sólidos, además de unas políticas de integración exitosas en España.
España se nos presentaría con una economía más estable, en un proceso de reducción de deuda. Lo que le permitiría ahondar en las relaciones bilaterales, sin que estas se vean necesariamente influenciadas por intereses externos, que no siempre confluyen. A su vez, la influencia española en Marruecos a nivel económico-político sería aún mayor. No únicamente por un “colchón de intereses”, estrategia bien conocida que es utilizada por España para aminorar los conflictos con Marruecos , sino por una verdadera capacidad de influenciar en las decisiones marroquíes. Tanto a nivel político, aumentando su estabilidad y evitando posibles enemistades, como económico, generando oportunidades para los ciudadanos marroquís. Alimentando, de esta forma, los tres sectores de la economía.
Para ello, España debe concentrarse en los sectores de más provecho. Invertir, no tan solo en Marruecos, sino en el desarrollo del continente africano, puede ser una de las estrategias clave. No olvidemos que esto podría acercar también las relaciones con China, la cual puede utilizar a Marruecos como punto de tránsito para vincular el África subsahariana y Europa. Además, pues una cosa no quita la otra, de seguir apostando por el crecimiento en la tasa de comercio, que ha tenido un gran desarrollo positivo en estos últimos veinticinco años.
Figura 3: Comercio español con Marruecos en millones de euros
Fuente: Fuente: ICEX.
Esa simpatía económica aumentaría las posibilidades de crear acuerdos bilaterales para el control de las fronteras. En lo que Defensa se refiere, España podría enfrentar con una balanza favorable los dos grandes desafíos en su relación con Marruecos: la inmigración y las tensiones territoriales.
En inmigración, España lograría organizar satisfactoriamente los flujos migratorios, direccionando al mercado laboral a los inmigrantes que cumplen la edad necesaria. Algo que tampoco debería parecer tan descabellado, pues el país ha demostrado ser de los mejores posicionados de Europa en este aspecto:
Figura 4: Contribuciones al crecimiento del empleo según país de nacimiento[9].
Fuente: Eurostat (International Migration statistics y LFS) y Banco de España.
La importancia de generar oportunidades económicas para los inmigrantes es superior. El paro o mejorar su nivel de vida son la motivación principal de emigración. La persona que decide salir de su país para mejorar su economía busca las mejores posibilidades dentro de sus capacidades. La proximidad geográfica nos da la posibilidad de absorber esa masa de trabajadores, pero para ello, como requisito que ya hemos apuntado antes, España debe solucionar sus propios problemas económicos. Al margen de que alguno de ellos se pueda resolver en este mismo proceso.
La lengua española, otro motivo que se tiene en cuenta a la hora de elegir destino, alcanzaría mayor difusión en este proceso circular. España sería un destino ideal, lo cual aumentaría aún más su atractivo. Y mientras más atractivo, más peso tendrá la lengua española en la educación marroquí, algo que aumentaría exponencialmente la integración de estos en territorio español.
Por otro lado, los dos países ahondarían en su lucha contra la inmigración irregular. Sobre todo en el control de las organizaciones mafiosas. Actualmente, como venimos diciendo, pues esta es la regla, aparentemente parece que se está trabajando en ello, pero no con la contundencia y entendimiento que realmente exige este tipo de situaciones.
Por último, en este caso hipotético, Marruecos debería olvidar sus intereses territoriales en Ceuta y Melilla. La oportunidad económica para Marruecos en España, una opinión pública concienciada con la comunidad hispana e incluso un Marruecos bastante europeizado, harían imposible acometer cualquier acto beligerante.
B. ESCENARIO MODERADO: «Migración constante con tensiones controladas».
Este escenario se resume en un crecimiento económico desigual, tensiones esporádicas en las relaciones bilaterales, problemas de integración, pero sin grandes conflictos. Por consiguiente, la migración marroquí hacia España continúa a un ritmo constante. A pesar de ciertos desafíos en la integración y episodios de tensión (territoriales o sociales), ambos gobiernos mantienen una cooperación pragmática. Las tensiones no se intensifican, pero tampoco desaparecen por completo.
Sería una situación similar a la actual. Un encuadre que destaca por su liminalidad, a la espera de una solución definitiva, si es que algo así puede ser posible.
C. ESCENARIO PESIMISTA: «Crisis migratoria y deterioro de relaciones»
Este escenario se resume en una recesión económica en España, aumento de la presión migratoria por dificultades económicas en Marruecos, crisis geopolítica en el Sahara Occidental o tensiones en Ceuta y Melilla. El aumento de la migración irregular desde Marruecos, sumado a una crisis económica en España, genera tensiones sociales y políticas internas. La falta de acuerdo en la gestión migratoria y problemas territoriales agravan la relación bilateral. El malestar social crece en ambos lados del Estrecho, con consecuencias negativas para la estabilidad y seguridad regional.
En lo que concierne a la política interior, España sufre un periodo de stasis. El aumento de la inmigración regular, sumado al aumento de la criminalidad, aumenta el descontento social. Se deteriora la visión que tiene la mayoría de los ciudadanos de los inmigrantes, además de los políticos que están detrás de las políticas migratorias. Lo primero provoca un descenso de la inmigración, lo cual hace imposible el sostenimiento de la economía, además de otros proyectos que están detrás de ella, como pueda ser una subida de la natalidad. Lo segundo provocaría, probablemente, un cambio de gobierno, apareciendo nuevos partidos políticos con tintes altamente nacionalistas, y con medidas aislacionistas.
Esto último afectaría directamente a la política exterior española, y por supuesto a su relación con el país vecino. Además, una actitud beligerante podría dar paso a una escalda que se vería representada en los territorios españoles de Ceuta y Melilla.
Resolución
Constantemente escuchamos hablar del término relaciones bilaterales en multitud de análisis entre España y Marruecos. En este caso tampoco podemos abandonar este tipo de metodologías, que verdaderamente tienen un grado de verdad al sostener parte de la responsabilidad de las acciones de cada uno de los dos Estados. Pero la realidad es mucho más compleja.
Multitud de funciones están relegadas en órganos supranacionales como la Unión Europa, y esto es evidente. Pero las relaciones de los Estados también están determinadas por las relaciones con otros Estados más allá de este, incluso aunque no compartan ningún asiento en la misma organización. De la misma forma, la política interior también determina en cierta medida por la política exterior, y viceversa.
Es por esto que España se ve en un proceso circular, sin principio ni fin, donde tiene que mejorar su estado interno para mejorar su estado externo, pero a la vez lo tiene que hacer a la inversa, pues depende de un estado externo saludable para tener un estado interno capacitado para resolver los desafíos que se acercan en un futuro. Cualquier asunto relacionado con la defensa nacional dependerá en algún grado del estado de la economía, además de la estructura política, a nivel formal y material, del Estado y sus relaciones con los demás Estados.
Sentenciamos, por tanto, que: una buena relación con Marruecos a nivel de defensa, tanto con la inmigración como con Ceuta y Melilla, además de otras partes del territorio nacional, dependerá sustancialmente del buen estado de sus características propias. España debe sanear su economía y centrar el debate social en un fin común: la defensa de los intereses nacionales.
El camino no es el racismo, ni tampoco la multiculturalidad. Ni tampoco el pacifismo o una actitud beligerante. No se trata del odio hacia el extranjero, ni muchísimo menos una llamada a la guerra. Pero tampoco de ponernos vendas en los ojos y hacer oídos sordos frente a las verdaderas reclamaciones territoriales de Marruecos. Se trata, en definitiva, de luchar contra todas las manipulaciones de la realidad, abriendo paso a un futuro donde los intereses nacionales florecen bajo la paz y el orden.