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Entender Transnistria y por qué es un enclave vital en la guerra de Ucrania

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Transnistria es un territorio vital y estratégico en el marco de la invasión rusa en Ucrania y en el espacio postsoviético en general. En este análisis arrojamos datos sobre cómo funciona la república autoproclamada dentro de Moldavia, cuál es su pasado y cómo será su futuro.

En este artículo hablamos sobre la región separatista de Transnistria, desde sus orígenes y evolución histórica hasta su papel en el espacio postsoviético con el transcurso de la guerra en Ucrania. Se trata de un enclave con una idiosincrasia soviética presente y con ciertas peculiaridades que, sumado al contexto actual, favorecen que la contienda que el enclave vive desde hace décadas esté más presente que nunca.

¿Qué es Transnistria?

Transnistria es una república autoproclamada dentro de Moldavia, un pequeño país en el este de Europa entre Rumanía y Ucrania. El propio nombre de Transnistria hace referencia etimológicamente al río Dniéster, ya que este territorio es una franja en el extremo oriental de Moldavia, precisamente en uno de los enclaves moldavos que hace frontera con Ucrania. Su población es de cerca de medio millón de habitantes y su capital, Tiraspol.

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Su población es étnicamente eslava y ruso parlante, con mayoría de origen ruso y ucraniano, lo que contrasta con los moldavos, que comparten rasgos étnicos y lingüísticos con su vecina Rumanía, considerados como pueblos latinos. Con respecto a Rumanía y Moldavia, recientemente ha surgido el debate sobre una posible anexión, que también funcionaría como camino rápido para una integración europea de los moldavos y, dificultaría la posición de Transnistria como enclave separatista favorable a Rusia.

Precisamente las pretensiones de acercarse a Rumanía y a Occidente y elaborar reformas de gran calado que alejen a Moldavia de la órbita rusa han tensionado la relación entre Chisinau y Tiraspol. Sin embargo, la dependencia energética y la débil economía moldava no han otorgado muchas oportunidades de adaptar su atractivo para ingresar en las instituciones europeas. Moldavia es el país más pobre de Europa, con un panorama político de confrontación entre las fuerzas prorrusas y las proeuropeas, además de grandes niveles de emigración, con un tercio de su población total trabajando en el extranjero.

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Transnistria constituye uno de los conflictos que permanecen activos en el espacio postsoviético tras la caída de la Unión Soviética, con semejanzas a Abjasia y Osetia del sur en Georgia. En un principio, sus pretensiones se acercaban a obtener autonomía dentro de Moldavia, pero el cruce de discurso con el nacionalista existente en Chisinau ha polarizado la disputa. En esta contienda, el poder duro comprende la presencia militar rusa en el territorio, mientras que el poder blando lo ejercen las uniones étnicas, lingüísticas y sentimentales con respecto a Moscú.

El recorrido histórico de Transnistria

Desde que se autoproclamó república independiente en 1990, Transnistria ha contado con un reconocimiento internacional inexistente y su denominación ha sido el de unidad territorial autónoma con estatus jurídico especial, como parte de la República de Moldavia y con el nombre oficial de la República Moldava de Pridnestrovia. Supone el 12% del conjunto del territorio moldavo, aglutinando el control de infraestructuras, el 23% de la producción industrial y recursos energéticos como los gasoductos, además de la única central eléctrica que abastece a Moldavia.

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Tras las proclamas de independencia, se inició un conflicto en enero de 1992 conocido como la guerra de Transnistria, en la que las fuerzas separatistas contaron con el apoyo de Rusia y superaron con claridad a las fuerzas moldavas, mucho más débiles y obsoletas. El conflicto dejó 1.500 muertos y terminó el 21 de julio de 1992 con un armisticio que dejó encima de la mesa el estatuto actual con vistas a renunciar a la posible independencia. 

Sin embargo, en los años posteriores se sucedieron elecciones con propuestas políticas independentistas y no reconocidas por la comunidad internacional además de referéndums. El 24 de diciembre de 1995, la Constitución independentista contó con un 81% de apoyo. Más tarde, el 17 de septiembre de 2006, el 97% del censo de Transnistria votó a favor de una anexión a Rusia, en contraste con su pertenencia Moldavia.

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El 5 de marzo de 2022, las autoridades del enclave de Transnistria solicitaron que se reconociera su independencia una vez que Moldavia había pedido ingresar de urgencia en la Unión Europea ante las acciones de Putin en Ucrania. Más adelante, se han producido violaciones en la soberanía aérea de Moldavia y reclamos que podrían seguir los pasos de Donetsk y Lugansk, repúblicas reconocidas por Rusia como independientes en el este de Ucrania.

Vida en Transnistria

Desde el final de la guerra en los años 90, el Grupo Operativo de Fuerzas Rusas sigue presente en Transnistria. Es decir, todavía hay fuerzas del Kremlin que controlan la franja y su carácter favorable a Moscú. Pese a ser independiente de facto y no gozar reconocimiento ni por parte de Rusia, Transnistria tiene ejército, gobierno, moneda, territorio y control de fronteras propio.

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Además, otro de sus aspectos más destacables son los restos soviéticos que todavía perviven y permanecen en la zona, y que incluso son mucho más notorios que cualquier otro espacio postsoviético, ya que no se limitan a la arquitectura propia de aquellos tiempos. La bandera de Transnistria tiene en su escudo la hoz y el martillo, símbolos comunistas que podemos ver en todas las instituciones, pese a que el sistema que opera actualmente obedece a una economía de mercado. Además, en el Parlamento de Transnistria hay una estatua de Lenin, que choca ideológica y simbólicamente con el resto del este de Europa, donde la reverencia al régimen de Lenin ha sido eliminada.

Cabe destacar también a la empresa Sheriff, un grupo de poder fundado por dos exagentes de la KGB, Gushan y Kazmaly, que controla cadenas de supermercado, gasolineras, empresas de construcción, canales de televisión, agencias, industrias y hasta el equipo de fútbol, el Sheriff Tiraspol. El punto de partida de este conglomerado de empresas buscaba imitar el modelo de los grandes oligarcas rusos. 

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Se trata de los dos hombres más poderosos de Transnistria. De ellos depende hasta el 60% de la actividad económica legal, pero también copan el mismo porcentaje sobre la actividad ilegal incluyendo el contrabando de cigarrillos y combustible e incluso tráfico de personas. Además, se sospecha que este territorio también es utilizado por las fuerzas rusas para el contrabando de armamento, incluido el nuclear.

Actualmente, en el norte de Transnistria existe un gran depósito de munición, el más grande de Europa. La inestabilidad, la corrupción y la porosidad de las fronteras hacen de este lugar el ideal para posibles actividades contrabandistas con el material disponible

El papel de Transnistria en la guerra de Ucrania

Con la invasión rusa en Ucrania, una de las primeras ideas que implicaban un hipotético rápido avance de las fuerzas invasoras, apuntaba a la apertura de un corredor a través del Mar Negro desde Mariupol hasta Transnistria, pasando por Odesa para así alcanzar la frontera con Moldavia y sitar todo el control de la costa sur. Otro teorema que se sostuvo durante los primeros meses del conflicto es que una clara victoria rusa en Ucrania facilitaría una fórmula similar hacia Moldavia, es decir, una nueva invasión dirigida no solamente desde Moscú sino también, desde Tiraspol.

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La heroica resistencia ucraniana ha frenado ambas ideas y ahora, la amenaza se cierne sobre una posible utilización de las fuerzas rusas y los recursos disponibles en Transnistria de cara a una posible actuación en Moldavia, país actualmente gobernado por Maia Sandu, cercano a los europeístas y reformistas. La otra amenaza se basa en los ataques aéreos, más fáciles desde el punto de vista estratégico que un avance terrenal. Dicha amenaza también se cierne sobre Ucrania, ya que las provincias limítrofes con Transnistria no han sucumbido al invasor ruso.

Moldavia ha acogido a más de medio millón de refugiados ucranianos, el país que más con relación a su población. Desde el inicio de la guerra, activaron el estado de emergencia en el país por la amenaza militar rusa, pero también por las consecuencias energéticas que ello conlleva. Transnistria ha sufrido constantes apagones en la zona durante el año de conflicto y tras producirse los ataques contra infraestructuras ucranianas.

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El 25 y 26 de abril de 2022 tuvieron lugar dos explosiones que dañaron torres de comunicación. Al día siguiente, se avistaron drones y disparos de desconocida procedencia. No hubo víctimas humanas y nadie reivindicó los ataques, aunque los ucranianos culparon a Rusia de provocarlos para así justificar el empleo de la fuerza desde Transnistria, acusaciones que también vierte Moldavia para las manifestaciones contrarias al gobierno y en favor de una política de acercamiento a Rusia. Estas protestas son defendidas por minorías que en palabras de Chisinau buscan dar un golpe al gobierno del país para iniciar su control por la puerta de atrás.

El pasado 9 de marzo, las autoridades de Transnistria afirmaron que se había frustrado un atentado contra el presidente Vadim Krasnoselski que, según fuentes del diario Ziarul National, fue planeado por grupos de la inteligencia ucraniana. Estas actuaciones se enmarcan en la idea de Transnistria como punto de apoyo logístico a Rusia y, por lo tanto, un posible nuevo frente en la guerra.

El futuro de Transnistria

En tiempos venideros, es evidente que el papel geopolítico de Transnistria seguirá al alza dada la situación que vive el espacio postsoviético con la guerra de Ucrania y la inestabilidad en los países fronterizos.

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La labor de las fuerzas rusas presentes en el enclave es una incógnita, ya que su dominio puede afrontarse por tres objetivos: para mantener la lealtad del territorio separatista a Moscú, para abrir un nuevo frente en la guerra que haga pinza desde el oeste o para dirigir operaciones de desestabilización o incluso de acción directa contra la República de Moldavia, en las que incluimos la caída del gobierno o el ataque a sus suministros energéticos.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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