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¿Es el Mossad tan efectivo como dicen? Anatomía de un servicio de inteligencia entre éxitos y derrotas

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Master Profesional de Ciberseguridad, Ciberinteligencia y Ciberdefensa

El Mossad nació en un contexto de amenaza permanente y forjó una reputación sostenida en la discreción, la audacia y la anticipación. En este artículo, Artiom Vnebraci Popa examina cómo sus éxitos, fallos y transformaciones internas han convertido al servicio israelí en uno de los más estudiados del mundo y en una pieza clave para entender la seguridad de Israel y su influencia global.

El Mossad se considera uno de los servicios de inteligencia más estudiados del panorama de seguridad global contemporánea. Fue fundado en una época convulsa bajo la constante amenaza al Estado de Israel.

Su formalización se definió por el establecimiento de una línea de defensa operativa mediante la recopilación de inteligencia en terreno hostil. Este contexto específico, formuló una doctrina caracterizada por la discreción y la prevención acelerada.

Historia y consolidación del Mossad

La creación del Mossad fue establecida por Ben-Gurión gracias al consejo de Rueven Shiloah. Su funcionamiento inicial se basaba en anclar de forma coordinada las operaciones de inteligencia militar (Aman), la seguridad nacional (Shin Bet) y el departamento del Ministerio de Asuntos Exteriores.

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Durante sus inicios, el Mossad estudió y aprehendió fórmulas de inteligencia gracias a la CIA estadounidense o el MI-6 británico. Sus campos más allegados fueron el de la inteligencia humana (HUMINT) y la detección de señales (SIGINT). A esto se le sumó una amplia red de colaboradores informales y voluntarias que proporcionaron apoyo y coordinación civil en operaciones globales.

Esta formulación organizativa definió una estrategia de maximización de herramientas más que limitadas mediante la movilización del entorno local y supranacional sin precedente alguno. 

Operaciones exitosas del Mossad

Gran parte de la percepción del éxito del Mossad deviene por su amplio arsenal de aciertos operativos históricos. El más emblemático y de película fue la captura en 1960 de Adolf Eichman en Argentina. Asimismo, un grupo reducido de agentes operativos lograron secuestrarlo, llevarlo de forma sutil a Israel y contener un juicio por parte de los poderes judiciales israelíes.

Otra operación importante fue la Operación Entebbe en 1976. El Mossad aportó inteligencia sustancial sobre el secuestro del avión Air France, el traslado de los rehenes israelíes a Uganda y la estrategia arquitectónica de las defensas del aeropuerto por parte del régimen de Idi Amin. El resultado final fue la liberación de la mayoría de los cautivos, la muerte de un único operativo (el hermano de Benjamin Netanyahu) y el refuerzo activo de la imagen internacional del Mossad.

Por otro lado, en el terreno científico, el Mossad ha formulado durante más de 40 años un programa de sabotaje constante del programa atómico iraní. Esto abarca desde asesinato de científicos iranís clave hasta los ciberataques Stuxnet.

Pero anterior a esta tendencia, existía ya la Operación Plumbat que buscaba la sustracción de material radioactivo para su posterior investigación.

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También,la Operación Cólera de Dios (lanzada tras el asesinato de los atletas israelíes en 1972 en Múnich) mostró otra particularidad de este servicio de inteligencia: su globalización operativa al perseguir a los causantes del ataque en varios países del continente europeo y de la Península Arábiga. Durante años ejecutó operaciones contra miembros del Septiembre Negro, que reforzaron la imagen de la implacabilidad de su alcance. 

Fracasos operativos

Ningún análisis académicamente riguroso de las operaciones del Mossad puede ignorar sus fallas. Probablemente el caso más perverso es el de Lillehammer en 1973. En una constante persecución de los responsables de la masacre de Múnich, un equipo de operativos del Mossad confundió a Ahmed Bouchiki (un camarero marroquí que volvía del cine con su esposa) con Ali Hassan Salameh (líder de Septiembre Negro). Lo asesinaron creyendo que eliminaron a uno de los operativos del atentado del 1972.

Esto provocó una mala imagen internacional de Israel y del Mossad, y tuvo un costo enorme donde múltiples agentes fueron arrestados (aunque no fueron juzgados), los contactos fueron descubiertos y se hubo de desmontar una amplia parte de su red en el continente europeo.

Salameh sería asesinado en el 1979, pero de nuevo, con algunas víctimas colaterales. Con todo ello, cabe remarcar que el director del Mossad de aquel entonces (Zvi Zamir), asumió la total responsabilidad.

Otro duro golpe llegaría unos meses después: la Guerra de Yom Kippur. El 6 de octubre de 1973, Egipto y Siria atacaron de forma coordinada a Israel por sorpresa. La inteligencia militar israelí calculó erróneamente que ciertas alertas tempranas no se materializarían (como que Egipto no actuaría sin sistemas armamentísticos soviéticos y Siria no se involucraría sin la coordinación egipcia). Tal marco mental llevó a ignorar señales precedentes y a subestimar la operatividad (y el engaño) de ambos países.

Y es en tiempos contemporáneos donde devino el golpe más doloroso. El ataque de Hamas el 7 de octubre del 2023. El Mossad no anticipó el ataque correctamente por basarse en una hipertecnologización y no contar que sus vecinos usarían la inteligencia humana como antaño definía al servicio de inteligencia israelí.

El error puso de manifiesto la subestimación de los grupos de guerrilla asimétrica al asumir que tal asimetría imposibilitaría el cruce de líneas rojas.

El ataque de Hamás sorprendió incluso a los más veteranos de la inteligencia militar. Desde ese momento, en los servicios de inteligencia y de seguridad israelíes ha resurgido la pregunta sobre cómo se ha de enfocar sus operaciones en este nuevo siglo.

El Mossad como marca global de implacabilidad

El Mossad ha sabido jugar perfectamente al juego de percepciones, constituyendo su imagen como marca global de eficacia, implacabilidad, acceso y miedo. Su reputación basada en una supuesta omnipotencia se formula como arma estratégica y disuasoria.

De esta forma, el Mossad podría permitirse incluso ser un servicio de inteligencia regular pero no puede permitirse no ser excelente en relaciones públicas.

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Así, la comunicación del servicio de inteligencia israelí funciona en base a la disuasión psicológica (sus operaciones generan temor), la propaganda activa de sus éxitos (ejemplo: Eli Cohen en la serieThe Spy) y el silencio sutil de sus fracasos, el uso de la industria del entretenimiento para reforzar su imagen y una amplia presencia en el ciberespacio que promueve operaciones psicológicas en los medios digitales.

En definitiva, el Mossad funciona a su vez como aparato operativo y como industria creadora de percepción manufacturada, donde el mito es igual de estratégico como la propia inteligencia.

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