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Un viaje por la historia de la República Checa

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Desde sus orígenes en la Edad Media hasta su posición actual en Europa Central, la República Checa ha labrado su trayectoria a lo largo de los siglos. Con Praga como su tesoro capitalino y una bandera que homenajea su geografía montañosa, el país se encuentra en una encrucijada geopolítica que ha marcado su devenir histórico. Entre momentos cruciales como la unificación de Checoslovaquia en 1918 y la Revolución de Terciopelo en 1989, destaca su marcado ateísmo, reflejo de su evolución ante influencias externas. En medio de debates sobre la posible adopción del euro, la esencia desafiante de los checos orienta su camino hacia una era de transformación. Descubre más sobre la República Checa aquí, en LISA News.

En el corazón de Europa Central, se encuentra la República Checa, un tesoro cultural cuyas raíces se entrelazan con las crónicas medievales y su papel contemporáneo. Este país, cuya capital es Praga, ha forjado su propio camino a través de la historia europea. Su bandera, con un triángulo azul, rinde homenaje a la geografía montañosa de Eslovaquia, manteniendo la misma bandera que Checoslovaquia. Limita al norte con Polonia, al este con Eslovaquia, al sur con Austria y al oeste con Alemania. 

La historia checa del siglo XX es esencial para desentrañar los cimientos de la República Checa contemporánea. Los sucesos históricos clave, como la fusión de Checoslovaquia en 1918, la Primavera de Praga en 1968, la Revolución de Terciopelo en 1989 y la independencia de Checoslovaquia en 1993, actúan como hilos conductores que delinean el carácter nacional y las aspiraciones de este país centroeuropeo. Estos sucesos encapsulan la lucha por la libertad, la autonomía y la resistencia contra la opresión, brindando perspectivas cruciales para interpretar la actualidad. La posibilidad de que la República Checa ingrese a la eurozona en los próximos años podría ser una potencial transformación económica y política, conectando el legado histórico con la realidad actual. Sin embargo, primero es fundamental descubrir una pequeña singularidad de este país centroeuropeo. Su alto nivel de ateísmo.

Ateísmo en el corazón del cristianismo, una característica singular de la República Checa

El ateísmo, presente en el 70% de la población, se manifiesta como un distintivo que ha moldeado su identidad nacional. A lo largo de la historia, la influencia cristiana que prevalece en el centro de Europa ha cedido terreno. La República Checa se destaca como uno de los países más secularizados del continente. Este fenómeno se remonta a periodos de cambios políticos y sociales, donde la Iglesia perdió parte de su influencia durante el dominio comunista en el siglo XX.

Sin embargo, la obligatoria creencia hacia el régimen no fue la única causa exclusiva de este cambio. El teólogo Jan Stejskal sostiene que los checos son muy escépticos hacia la Iglesia como autoridad. La República Checa formó su identidad cristiana por la historia y la necesidad de diferenciarse de Austria, resistiendo a la influencia católica impuesta por el imperio austríaco. Aunque inicialmente aspiraron a ser protestantes, las presiones de Austria les llevaron de nuevo al catolicismo. La obligatoriedad y el recelo de imperios más grandes, siempre han hecho que desde la República Checa se mire con recelo a la religión. En la actualidad, las iglesias desempeñan roles culturales y comunitarios para poder financiar sus reparaciones. 

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La lengua checa también sufrió una gran represión religiosa. La estatua de Jan Hus en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga es un recordatorio tangible de su impacto en la historia checa y su lucha por la libertad de expresión religiosa. Entre sus enseñanzas estaba la idea de que la Biblia debía ser accesible para todos en su lengua materna, en este caso, el checo, en lugar del latín utilizado oficialmente por la Iglesia. Jan Hus fue un símbolo en la reforma protestante, y, hoy en día, un símbolo nacional. Otro motivo que desincentiva el cristianismo en la zona e impulsa al idioma checo como un símbolo de orgullo nacional

De independencia (1918) a independencia (1993)

A lo largo del siglo XX, Checoslovaquia fue sometida bajo el poder austrohúngaro, nazi y soviético. Tras el resultado de la primera guerra mundial en 1918 y el fin de los imperios centrales, Checoslovaquia pudo desprenderse, ese 28 de octubre, de la ocupación imperial. Gracias a la participación de figuras como Tomáš Garrigue Masaryk se llevó a cabo la unificación de Checoslovaquia.

No obstante, su privilegiada posición y la importancia de algunos de sus territorios, como los Sudetes, le volvieron a poner en el punto de mira. Tras una nefasta negociación política europea al término de la primera guerra mundial, Checoslovaquia se convirtió en la víctima perfecta del expansionismo nazi. La crisis de los Sudetes en 1938 culminó con la anexión de Alemania hacia esos territorios tras la firma de los Acuerdos de Múnich y el fracaso de la política de apaciguamiento. En 1939 la brutalidad nazi acabó con Checoslovaquia. Aun así, ciudades como Praga eludieron grandes bombardeos.

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Después de la Segunda Guerra Mundial, el resultado fue el mismo. En 1948, los soviéticos se apoderaron del control político del país, cediendo el poder a Edvard Beneš. La represión fue dura, pero brotes revolucionarios, como la Primavera de Praga, les condujeron hacia la desvinculación con la URSS. Concluyendo con el divorcio de terciopelo, según el historiador Timothy Garton, de Checoslovaquia en 1993. Dando lugar a la República Checa y Eslovaquia. Esta independencia fue un proceso no democrático que se llevó a cabo de forma pacífica. Sin embargo, hoy en día sigue persiguiendo ciertas reticencias.

55 años de la Primavera de Praga (1968)

La Primavera de Praga fue un movimiento revolucionario y pacífico que se dio durante el control de la URSS en Checoslovaquia. El inicio de 1968 se caracterizó por la destitución de Novotný del KSČ por parte del entonces presidente de la URSS, Leonid Brezhnev. Su brutalidad y las políticas antieslovacas, hicieron que, incluso desde el Kremlin, fuese insalvable su destitución. Su sucesor, Alexander Dubček, se convertiría en la figura de esta revolución. Dubček, compartía la visión comunista del Kremlin. No obstante, su ideología era más idealista que práctica. Él confiaba en el avance del comunismo tras una serie de reformas para mejorar la sociedad y la economía que llegarían en primavera de ese mismo año. Esta corriente ideológica es la que se conoció como “socialismo con rostro humano”. Este aperturismo provocó una repercusión optimista desenfrenada en la población checa que comenzó a agruparse y a crear asociaciones. Aun así, la población seguía siendo ampliamente comunista (89%). 

Para la URSS, estas reformas podían suponer la chispa que provocase un incendio innecesario en el resto de países satélites durante la guerra fría. Por ello, decidieron intervenir. La Operación Danubio, que recordaba a la ocurrida en Hungría en 1956, fue otro episodio de la “doctrina Brezhnev”. El 21 de agosto de 1968, las calles de Praga fueron invadidas hasta la disolución de la URSS. Dubček fue expulsado y llevado a Moscú, mientras Gustáv Husák dirigía al país.

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La locura propiciada por la represión comunista fue de la reivindicación estudiantil al suicidio. Jóvenes estudiantes como Jan Palack y, más tarde, Jan Zajíc se quemaron en señal de desesperación social. Sobre ese lugar hoy reposa una cruz conmemorativa en la plaza Wenceslao. La Primavera de Praga supuso un brote verde que fue germinando poco a poco hasta brotar definitivamente en la perestroika de Gorbachov¿La diferencia? “19 años”. 

30 años de la Revolución de Terciopelo (1989).

La Revolución de Terciopelo de 1989 fue un movimiento revolucionario que derribó el dominio soviético tras treinta años de dominación en Chequia. Abriendo el país al mundo y revitalizando a la sociedad y a la economía. Aunque fuese una independencia “amable”, diferentes medios afirman que también tuvo una cara oscura.

Durante las primeras manifestaciones en la Plaza de Wenceslao, las fuerzas estatales embistieron contra los jóvenes manifestantes. Dejando un millar de heridos ese 17 de noviembre. De forma pacífica, todos los ciudadanos salieron a la calle exigiendo más libertades, ahora que el régimen había caído. En diciembre de ese mismo año Václav Havel fue proclamado presidente. Convirtiéndose en una figura prominente del país y de la política europea del siglo XX al liderar grandes movimientos y defendiendo los derechos humanos como con la conocida Carta 77.

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En aquella ola de liberación comunista, con la caída del muro de Berlín o la caída del dictador rumano Nicolae Ceaușescu, la República Checa también pudo liberalizar su territorio. Marcando así el comienzo democrático de la República Checa y Eslovaquia en 1993. Cada país tomó un camino diferente, pero todos llegaron a independizarse. 

Nuevo siglo en República Checa: país, presidente… ¿moneda?

El siglo XXI es un siglo marcado de modernidad, progreso y democracia para el mundo en general. Pero, en especial para la República Checa. Un país prácticamente nuevo que ingresó en la Unión Europea en 2004. En este inicio de año, veinte años después de su unión, la República Checa contempla una posible entrada a la eurozona como un paso lógico hacia una nueva era económica y política. Bajo la presidencia de Petr Pavel, quien asumió el cargo en marzo de 2023, el país se encamina hacia una decisión prorrogada desde 2004. 

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En su discurso de Año Nuevo, el presidente Pavel enfatizó la necesidad de tomar “pasos concretos e inminentes” hacia la adopción del euro, señalando que, para una economía abierta y centrada en la exportación, situada en el corazón de Europa, la moneda común representa un futuro lógico. Este anuncio marca un hito significativo, generando expectativas sobre un proceso que ha sido objeto de debates durante más de una década.

El ministro de Trabajo, Marian Jurečka, subraya que 2024 podría ser un año decisivo para el ingreso de Chequia a la eurozona, ya que el país cumple con tres de los cuatro “criterios de Maastricht” necesarios para la introducción del euro. La fecha proyectada para la adopción, según Jurečka, sería en 2030, con la entrada al mecanismo europeo de tipos de cambio en 2028.

Chequia se encuentra entre los países más reticentes a la adopción del euro, según la Comisión Europea, con solo el 44% de los checos a favor. En un contexto económico desafiante, el gobierno checo prioriza la estabilidad de las finanzas públicas como requisito indispensable para abordar la posible adopción del euro. Se propone reducir el actual déficit del 3.5% al 1.8% en 2024 y al 1.2% en 2025. Planteando medidas fiscales, como el aumento del impuesto de Sociedades al 21% y la simplificación del IVA a dos tasas (12% y 21%).

Opiniones a favor del euro

Existen argumentos sólidos a favor de esta transición. Mantener las divisas nacionales ha privado a los ocho países que aún no han adoptado el euro de los beneficios de la integración económica, como la eliminación de las fluctuaciones de la moneda, los costos de cambio y la atracción de inversiones extranjeras. A diferencia de otros países de la UE, la República Checa sigue operando con su corona, lo que, según algunos críticos, la deja en una situación desventajosa para combatir la inflación por sí sola.

El país, con una deuda inferior al 45% del PIB, ya cumple con uno de los criterios clave para la adopción del euro. Unirse al Mecanismo de Tipos de Cambio (MTC II) sería el siguiente paso para iniciar una transición hacia la plena integración en la moneda europea. El Gobierno checo destaca las claras ventajas de esta medida, especialmente dada la enorme dependencia de las exportaciones, que representan el 76.45% de su PIB. La Unión Europea es crucial para la economía checa, ya que el 86% de su comercio depende del bloque comunitario.

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Las empresas checas, en la práctica, ya operan con euros, y la unidad monetaria europea se percibe como una solución para evitar la inestabilidad en las cuentas debido a las fluctuaciones entre divisas. El exministro de finanzas de Eslovaquia, Ivan Miklos, señala que la eliminación de la corona eslovaca tuvo un impacto positivo en las inversiones extranjeras, al desaparecer el riesgo de cambio. En el caso de economías pequeñas y abiertas como la de la República Checa, las ventajas de la adopción del euro son evidentes.

Opiniones en contra de la adopción del euro en República Checa

La República Checa enfrenta diversos retos en su camino hacia la adopción del euro. Una de las principales preocupaciones radica en la aparente pasividad por parte de algunos líderes checos a la hora de promover esta transición. Las posturas euroescépticas de figuras prominentes como los antiguos primeros ministros Václav Klaus y Petr Nečas, han generado una actitud negativa.

El clima social también refleja una creciente oposición a la integración. Este sentimiento podría estar alimentado por la reticencia a enfrentar situaciones similares a las experimentadas por Grecia en el pasado. Los euroescépticos argumentan a favor de mantener la divisa propia, destacando la libertad y dinamismo que proporciona al permitir devaluar o revalorizar la moneda según el contexto, sin depender de las decisiones europeas.

Además, las estrictas condiciones impuestas por la Unión Europea para el ingreso a la eurozona representan otro obstáculo significativo. Chequia aún tiene cuentas pendientes en términos de inflación, tasas de interés, déficit público controlados, estabilidad de la divisa propia y la independencia total del banco central. Las tensiones dentro de la UE, especialmente entre los miembros del norte y del sur, también han sido identificadas como posibles amenazas para la estabilidad del euro.

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Analistas y expertos locales han expresado sus preocupaciones. Lukas Kondova, profesor de la Universidad de Praga, señala que la llegada del euro podría resultar en una inflación más alta, ya que el Banco Central Europeo (BCE) no ajustaría los tipos de interés de la misma manera que el banco nacional checo. Asimismo, se advierte que la adopción del euro podría aumentar la deuda de la República Checa y empeorar su calificación crediticia, según informes del experto Lukan Kovanda de Trinity Bank. Incluso el propio Banco Central checo destaca en su informe el alto riesgo derivados de las complejidades económicas entre la República Checa y la UE, que podrían generar problemas en caso de decidir adoptar el euro. En general, estos argumentos reflejan las complejidades y desconfianzas que rodean la posible entrada de la República Checa en la eurozona.

¿Con qué moneda acabarán los checos?

La entrada al euro es la guinda del pastel para todo miembro europeo que se precie. Al mismo tiempo que es una decisión arriesgada y controvertida dada su historia y evolución. ¿Adónde va un país cuya revolución la han hecho posible los cómicos, los actores, los niños y los estudiantes? Dicen los propios checos irónicamente. El escritor Ivan Klíma destaca en su libro, “El espíritu de Praga”, la ausencia de violencia y el uso de la ironía como armas en la revolución de noviembre.

La fecha exacta para la integración a la eurozona permanece incierta. Eslovaquia, por ejemplo, operaba en euros solo cinco años después de unirse a la Unión Europea en 2004. Existe la preocupación de que esta transición implique la pérdida de independencia y soberanía. Pero, también existe la necesidad de avanzar y evolucionar. En medio de este escenario, la República Checa enfrenta desafíos financieros mientras evalúa con cautela el camino hacia la integración en la eurozona sin tropezar, otra vez, con la piedra que tanto tropezaron en el siglo anterior. 

Quizás sea esa característica agnóstica, de desconfianza, ironía y sarcasmo, propias de este país, las que hayan estado ralentizando, por temor, una nueva etapa que parece inevitable. 

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