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La lucha por los recursos naturales del Sáhara Occidental

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Jose Corrochano, creador de Centro de Mando y alumno certificado en el Curso de Experto en Ciberinteligencia explica los intereses que se encuentran detrás de cada una de las partes tras el último comunicado de España con respecto a la relación con Marruecos y la situación en el Sahara Occidental.

Una noticia que ha llamado la atención recientemente en medio del revuelo mediático por continuación de la guerra entre Rusia y Ucrania, ha sido la decisión de España de intentar retomar, con una dudosa estrategia, la relación con Marruecos, reconociendo su plan de Autonomía sobre el Sáhara Occidental como la opción más viable.

A pesar de que sea una decisión contraria a lo que dicta la legalidad internacional, lo que manifiesta la opinión pública española y saharaui y a la postura de España en política exterior en las últimas décadas.

Este comunicado ha provocado gran revuelo diplomático y mediático, y, sin duda, generará también terribles consecuencias económicas, especialmente en el sector más voluble en España en los últimos años: el energético.

Con esta decisión, España pretende retomar las buenas relaciones con Marruecos, a pesar de que es muy probable que no renuncie a su voluntad de reclamar para sí Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y los recursos minerales que albergan sus aguas. Además de que, con esta medida, se perjudique la buena sintonía que el país mantenía con Argelia, principal proveedor de gas para España en un momento en que, debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, es más necesaria que nunca. 

Estos conflictos diplomáticos y el conflicto de intereses por los recursos naturales (gas y tierras raras principalmente) dan comienzo a una lucha geoeconómica.

¿Qué es la geoeconomía?

Para poder entender de qué se trata esta materia, es necesario acercarnos a la principal figura de esta disciplina en España, Eduardo Olier, que la define en su libro “Geoeconomía: las claves de la economía global”  como “la economía política que se desarrolla bajo un sustrato de poder en orden a mantener una preponderancia en el contexto global”, es decir, las acciones y estrategias de carácter económico que se aplican en las relaciones internacionales para el desarrollo satisfactorio de una política exterior concreta.

Esta disciplina, de la manera que la están usando numerosos países en la esfera internacional, especialmente Marruecos, puede incluirse en la famosa tipología de formas de ejercer el poder en las relaciones internacionales del profesor Joseph Nye, dentro del Smart power, o poder inteligente, en el que un Estado debe aspirar al uso racional, eficiente y combinado de poder duro y poder blando.

Los recursos que quiere Marruecos

El principal motivo de disputa en esta ocasión es la soberanía del volcán “Tropic”, de 1.100 metros de altura, ubicado a 250 millas náuticas de las costas españolas (dentro de la ampliación solicitada a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas o CLPC).

La disputa por la soberanía de este islote se deberá resolver de acuerdo al derecho internacional marítimo. Según se establece en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, “todo país es soberano sobre las doce primeras millas de mar -22 kilómetros- desde su costa”. A esto se le conoce como “mar territorial”, y sobre él, cada Estado ejerce su soberanía sobre el espacio aéreo, marítimo, terrestre y submarino. De ahí y hasta las 200 millas, es decir, en el tramo de 22 a 370 kilómetros de la costa, cada país puede establecer su zona económica exclusiva (ZEE).

En ella, cada país puede extraer, conservar y administrar los recursos naturales del mar y del subsuelo, incluyendo animales, minerales y energía.

Por último, cada Estado puede solicitar a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas ampliar su plataforma continental para extender sus derechos sobre el subsuelo hasta las 350 millas náuticas (648 kilómetros) a través de un procedimiento legal. 

Las intenciones expansionistas de Marruecos chocan frontalmente con el derecho internacional, que veta cualquier tipo de vía unilateral y que asegura el establecimiento de las fronteras marítimas entre países colindantes al acuerdo entre ambos Estados. Por su parte, España ha solicitado la ampliación de nuestra ZEE a la ONU alegando, con informes científicos, que (geológicamente) el subsuelo al sudoeste de la isla de El Hierro no corresponde Marruecos, ni a ningún país del continente africano, sino que es una prolongación natural del archipiélago, con multitud de montes submarinos con el mismo origen volcánico que creó las Islas Canarias.

Esta formación montañosa fue descubierta gracias a una expedición científica inglesa y española, “James Cook 142”, en 2016. La importancia de ese islote es que en su parte norte se encuentra uno de los mayores yacimientos de telurio del mundo: se estima que un 10% de toda la reserva mundial, aproximadamente 2.670 toneladas, con un precio estimado de 200 y 500 dólares por kilo; algo que la Unión Europea considera formalmente como un abastecimiento de “materias primas estratégicas”.

La importancia de este territorio se basa en la existencia del monte “Trópic” (de 1.100 metros de altura, ubicado a 250 millas náuticas de las costas españolas), una de las mayores reservas marinas de minerales del mundo. La revista científica estadounidense “Science” ha estimado que en él hay una enorme cantidad de cobalto (el mineral necesario para la fabricación de todo tipo de dispositivos) en un volumen tan grande como para construir 277 millones de coches eléctricos.

Además, este vasto territorio también contiene la mayor reserva de telurio conocida en el mundo (un 10% del total), unas 2.600 toneladas con un precio estimado de 200 y 500 dólares por kilo.

La noticia negativa de todo esto es que estas reservas ubicadas al suroeste del archipiélago canario son «inexplotables» ya que se encuentran a una distancia de entre 1.000 y 4.000 metros de profundidad, algo que no será factible de conseguir, y convertir en producto industrial hasta, aproximadamente, dentro de 10 o 15 años.

Por su parte, las autoridades alauitas quieren obtener más yacimientos de minerales y tierras raras (cobalto, fosfato o litio) y añadirlas a sus reservas (las mayores del planeta), y cuyas ventas suponen alrededor de 1/3 de las exportaciones de estos elementos.

Los recursos que ya posee Marruecos

Marruecos tiene grandes yacimientos de multitud de minerales, entre otros, cobalto, flúor o fosfato, materiales imprescindibles para la producción de cualquier tipo de dispositivo eléctrico. En los últimos años, el reino alauita está llevando a cabo un intenso proceso de transición ecológica, desarrollando una industria más energética, para obtener un mayor crecimiento económico.

  • Cobalto

Es un mineral clave para la transición ecológica, ya que supone un elemento central para fabricar equipos médicos, baterías recargables de los ordenadores portátiles, teléfonos o las baterías de iones de litios que necesitan los vehículos eléctricos, etc.

  • Fosfato

Este recurso es muy importante en diversos sectores (alimentación, fertilizantes o la industria médica y farmacéutica) y es bastante escaso, de difícil extracción y no se puede sintetizar en un laboratorio. Actualmente, posee el 72% de las reservas mundiales de fosfato, de las que obtiene un beneficio medio de 6.300 millones de dólares, que representan el 20% de sus exportaciones, suponen el 5% del PIB.

La empresa minera que explota las minas de fosfato en Marruecos, OCP Group, es de propiedad estatal. Solo la mina de Khouribga, la explotación de fosfatos a cielo abierto más grande del mundo produce 35.000 millones de toneladas de fosfatos al año.

Una reserva estratégica tan grande le otorga a este país mucha responsabilidad en la determinación de su precio y que es comparable, según muchos expertos, al poder que tiene Arabia Saudita con la cotización del petróleo.

Recursos minerales del Sáhara

El territorio del Sáhara Occidental, de iure, no de facto, sigue siendo objeto de responsabilidad de España, que, como Potencia Administradora, tiene que cumplir con las obligaciones que recogen los artículos 73 y 74 de la Carta de Naciones Unidas hasta que finalice el período de descolonización, y sea un territorio independiente.

El interés de Rabat en controlar esta zona se debe a que es muy rica en recursos naturales, con grandes yacimientos en petróleo y gas (que Marruecos aprovecha para explotar, ignorando a la ONU y violando el derecho internacional), pesca (posee uno de los mayores caladeros del Océano Atlántico de 150.000 km cuadrados, con más de 200 especies de peces y 60 tipos de crustáceos y moluscos) minerales raros como circonita o fosfato (unas reservas de aproximadamente 50.000 millones de toneladas: la mayor del mundo) y arena.

En definitiva, Marruecos quiere hacerse con el control del Sáhara Occidental por sus abundantes y múltiples recursos naturales, minerales y energéticos, y la hoja de ruta que se ha marcado para ello solo va a perjudicar a España, el propio territorio y sus intereses en la región.

Tras la reunión la semana pasada entre Pedro Sánchez, Mohammed VI y el Presidente    Aziz Akhannouch, por el fin del ayuno, iftar, se publicó una nota con los temas acordados que han supuesto el respaldo al plan Marroquí de control del Sáhara para “recuperar” las relaciones bilaterales tal y como estaban antes de la crisis provocada por la entrada a escondidas de Brahim Ghali.

España no tiene desde hace más de una década una política exterior definida y por ello sufre constantemente las provocaciones y afrentas de Rabat, enfadando por el camino a otro socio principal en la región, Argelia, por lo que el perjuicio para España es doble. Y no parece que la situación vaya a cambiar en los próximos meses.

*Este artículo es una adaptación en formato texto del vídeo publicado por José Corrochano en su canal de Youtube «Centro de Mando». Si quieres suscribirte a su canal, puedes hacerlo aquí.

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