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Radiografía de las bandas criminales en Haití y su futuro

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A raíz del asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, Haití ha experimentado una escalada de la violencia y de inseguridad a manos de diferentes bandas criminales. Si bien las principales son G9 y G-Pèp, se estima que operan aproximadamente 200 bandas, distribuidas en todo el territorio, y que han surgido movimientos de «justicia popular» o grupos de autodefensa como el «Bwa Kale». En este artículo te explicamos cuál es la situación que se vive en el país y hasta qué punto la intervención de Naciones Unidas para frenar la escala de violencia puede ser, o no, beneficiosa para la estabilidad nacional.

Desde el asesinato del expresidente Jovenel Moïse en julio de 2021, Haití lleva experimentando una evidente escalada de inseguridad debido a la exacerbada violencia perpetrada por grupos armados organizados y bandas criminales. Esta situación contribuye severamente a la inestabilidad política del país caribeño, el cual volvió a llamar la atención mediática internacional cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una nueva operación de paz, el 2 de octubre de 2023, contra la extendida violencia promovida por estas facciones.

Haití, históricamente caracterizado por su inestabilidad política, se caracteriza por haber sido un destino recurrente de intervenciones extranjeras. Por ello, el agravamiento de la situación provocada por estas bandas criminales motivó una vez más la iniciativa de la comunidad internacional a actuar de nuevo.

En este contexto, este artículo se propone llevar a cabo una revisión de las bandas delictivas que han contribuido significativamente a la inseguridad en el país, analizando detenidamente cómo este fenómeno afecta a la población haitiana en sus aspectos más fundamentales.

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¿Cuál es la situación de inseguridad generada por las bandas en Haití?

El actual Primer Ministro de Haití, Ariel Henry, solicitó en repetidas ocasiones asistencia internacional para apoyar de manera temporal a las fuerzas policiales en contexto de brutal violencia por parte de las bandas armadas. La realidad de la inseguridad perpetrada por estos grupos deja un rastro devastador en el país acorde a las últimas cifras.

Hasta octubre de 2023, se documentaron aproximadamente 3.000 víctimas mortales, mientras que otras 1.500 personas fueron secuestradas. Estos datos, publicados por las Naciones Unidas, reflejan un verdadero panorama de estrés y sufrimiento entre la población haitiana. Sin embargo, esto no solo queda así, sino que dio lugar al desplazamiento forzoso de alrededor de 200.000 habitantes en el mismo período, así como impidió que decenas de miles de niños asistan a la escuela, lo que representa una amenaza significativa para su futuro.

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Por otro lado, una nota de prensa emitida por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OHCHR), puso de manifiesto el nivel de brutalidad de la violencia infligida sobre la población. Estos documentos registraron atrocidades tales como decapitaciones, incineraciones y desmembramientos de cadáveres, así como secuestros, robos de vehículos, asaltos a mano armada, el reclutamiento de niños en bandas, así como su consecuente asesinato por colaborar con bandas rivales. A su vez, los miembros de las bandas armadas también han recurrido a la violencia sexual en contra de mujeres y niños como método de aterrorizar y castigar a los residentes en las áreas bajo el control de bandas rivales, según la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OACNUDH). 

En respuesta a esta creciente ola de violencia y la inseguridad generalizada, ha surgido un aumento de los movimientos de «justicia popular» o grupos de autodefensa en el país, como el «Bwa Kale». Se registra que estos grupos, que actuaron desde el 24 de abril hasta mediados de agosto llevaron a cabo más de 350 persecuciones y linchamientos de individuos, entre los cuales se incluyen 310 presuntos miembros de bandas, 46 ciudadanos inocentes y un agente policial. Este fenómeno refleja la desesperación de la población haitiana ante la falta de seguridad y la impunidad que rodea a los perpetradores de la violencia.

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¿Qué bandas operan en Haití?

Haití posee un arraigado historial de grupos delictivos organizados, que remonta su origen a los años de la segunda presidencia de Jean Bertrand Aristide (2001 -2004). Se estima que en Haití operan aproximadamente unas 200 bandas, distribuidas en todo el territorio. Están particularmente concentradas en el área metropolitana de Puerto Príncipe, con un total de 95. Estas organizaciones criminales históricamente establecieron sus centros operativos en los barrios marginales de la capital, constituyéndose principalmente como bandas locales aunque poco a poco están extendiendo su alcance a nivel nacional.

La importancia de estos distritos reside en su alta densidad poblacional, así como ostentan un valor político considerable debido a su difícil accesibilidad por las fuerzas de seguridad estatales. En gran medida está propiciado por una carencia en la planificación urbana adecuada, ya sea por la estrechez de sus calles o la carencia de pavimentación que dificulta la circulación de vehículos. Además, en sus operaciones, las bandas suelen emplear a civiles como escudos humanos cuando se enfrentan a las fuerzas de seguridad, agravando aún más la complejidad de la situación.

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La expansión de estas bandas no se limita únicamente a la capital y sus inmediaciones, ya que también han establecido puntos de apoyo en ciudades como Cap Haïtien, Gonaïves, Les Cayes, Jérémie y Jacmel. Todas están ubicadas en áreas densamente pobladas y conectadas por importantes redes de carreteras.

Las bandas de Haití actuales se afilian principalmente a dos grupos principales: G9 an Fanmi e Alye y G-Pèp, aunque existen otras que desarrollaremos a continuación.

G9 an Fanmi e Alye

El G9 an Fanmi e Alye, creado en junio de 2020, bajo el liderazgo del ex policía Jimmy Cherizier, alias «Barbacoa» y que incluye a nueve de las bandas más poderosas de la capital. Estas son: Belekou, Simón Pelé, Baz Nan Chabon, Waf Jérémie, Delmas 6, Nan Ti Bwa, Nan Boston, Baz Krache Dife, Baz Pilate. Esta última es de las alianzas más poderosas, ya que está compuesta por miembros procedentes de cuerpos especializados como el SWAT y CIMO, por lo que conocen tácticas especiales de combate. 

En la capital, estas bandas ejercen principalmente su poder en los municipios de Delmas, Pétion Ville y parte de Carrefour, gracias a alianzas con otras bandas que controlan barrios de ciertos municipios del departamento del Oeste. Los perfiles de sus miembros varían entre ex policías y policías en activo, jóvenes de barrios obreros que apoyaban el Haitian Tèt Kale Party (PHTK) durante el liderazgo de Moïse, deportados y antiguos soldados.

G-Pèp

El G-Pèp, dirigido por Gabriel Jean Pierre, alias «Ti Gabriel», y antiguo dirigente de la banda Nan Brookly. Según el informe de la organización Global Initiative, ciertos medios asocian el G-Pep con la oposición, mientras que otros afirman que el grupo está financiado por un conocido empresario haitiano. Esta coalición se formó como respuesta a la formación del G9 a en Cité Soleil, uno de los barrios más empobrecidos y peligrosos de Haití. Debido a la negativa de varias bandas a unirse a la alianza del G9, la banda lanzó un ataque coordinado contra estas. Gracias a este suceso, el G-Pèp se ha expandido gradualmente más allá de Cité Soleil para alcanzar un bloque más resistente contra el ascenso del G9.

Como resultado, la violencia que asola Haití parece ser el producto de un enfrentamiento bipartidista entre las bandas G9 y G-Pèp, ambas compitiendo por el control de Puerto Príncipe y reemplazando a las antiguas rivalidades locales.

400 Mawozo

Cabe destacar la aparición de una tercera banda predominante. La denominada 400 Mawozo ha complicado aún más la ya compleja rivalidad entre los bloques principales. Esta banda es la más numerosa de Haití y la más poderosa de Puerto Príncipe. Además, consolidó su poder en torno a la comuna de Croix-de-Bouquets, en la periferia noreste de la capital. Aun así, adquirió notoriedad internacional en 2021 cuando secuestró a 17 misioneros cristianos de Estados Unidos y Canadá.

Esta banda está formada por deportados, antiguos dirigentes de organizaciones populares de oposición o excontrabandistas, entre otros. En abril de 2023, 400 Mawowo atacó conjuntamente con el G-Pèp, sellando una alianza de conveniencia. El Crisis Group indica que la contribución de 400 Mawozo es fundamental para evitar que el G9 logre una victoria rápida.

5 seconds

Por otro lado, la banda 5 seconds es de especial relevancia dentro del marco de los 200 grupos criminales asociados a estos dos grandes grupos. Bajo el liderazgo de «Jeff», esta banda controla el barrio de Canaan de Puerto Príncipe, un distrito construido sobre las ruinas del antiguo que se erigía antes del terremoto de 2010. 

Se asocia estrechamente con la pandilla criminal Grand Ravine, pues ambas están formados por jóvenes de los barrios marginales del área metropolitana de Puerto Príncipe y porque presentan tener alianzas estratégicas con ciertos sectores poderosos de la sociedad como policías corruptos, empresarios para proporcionarles protección. Incluso, a partir de 2014, estaban apoyadas por algunos parlamentarios próximos al Gobierno y la oposición, estas dos bandas ganaron grandes fortunas con los secuestros humanos y del de vehículos de mercancías.

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¿Cómo han evolucionado las bandas violentas en Haití?

El proceso de expansión de las bandas criminales en Haití, más allá de los límites que históricamente habían mantenido en los barrios durante décadas, es preocupante en términos de rapidez y efectividad. Con el tiempo, estas bandas han crecido en número y han fortalecido su control sobre la infraestructura política, social y económica de la nación caribeña. De hecho, se estima que controlan aproximadamente el 80% de la capital del país, Puerto Príncipe, y en algunos casos han llegado a superar el poder estatal.

Las bandas han reemplazado el control gubernamental en algunas zonas, donde en ocasiones, se autodenominan líderes comunitarios. Por ejemplo, aquellas que rodean Puerto Príncipe tienen mejores armas y son más mortíferas que las de la propia policía.

Esto puede atribuirse a diversas razones fundamentales, como la ausencia de un liderazgo efectivo en el país desde el asesinato del Presidente Moïse, que genera inestabilidad política y social. Estas pandillas buscan controlar áreas donde los líderes políticos y las autoridades carecen de la determinación necesaria para frenar estas actividades. Y, por otro lado, las bandas establecen alianzas con políticos y funcionarios estatales, lo que se traduce en una persistente impunidad. 

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¿Qué podemos esperar de los niveles de violencia en Haití tras la nueva operación de paz de Naciones Unidas?

Aunque la misión de paz en Haití aparentemente busca promover el bienestar y la estabilidad en el país, existen reticencias significativas tanto por parte de sectores de la sociedad haitiana como de entidades internacionales no gubernamentales en relación con la crítica necesidad de esta intervención.

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Estas preocupaciones se fundamentan en el hecho de que la situación nacional es tan precaria que se cree que la intervención podría agravar aún más la crisis humanitaria y de seguridad en el país caribeño. De hecho, la votación para pasar la resolución del 2 de octubre en el Consejo de Seguridad, vio con sorpresa la abstención de Rusia y China, lo que refleja la preocupación sobre la turbulenta historia de Haití en relación con la participación extranjera.

Con relación a este fenómeno, Amnistía Internacional señaló previamente con inquietud en una carta abierta a todos los miembros del Consejo de Seguridad en agosto de 2023, el historial de abusos y falta de rendición de cuentas asociados con anteriores intervenciones multinacionales o extranjeras en Haití. Ejemplos de estos abusos incluyen la epidemia de cólera que causó la muerte de 10.000 personas en 2010, o la explotación y los abusos sexuales dados desde 2017 hasta 2021 por parte de los cuerpos de paz de la ONU a mujeres y niños.

Por ello, la organización considera que es imperativo que cualquier despliegue de fuerzas de seguridad extranjeras en Haití se realice con parámetros claros, obligatorios y aplicables para prevenir cualquier riesgo de violaciones de derechos humanos por parte del personal extranjero de la misión.

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Por otro lado, es importante tener en cuenta que la misión estará liderada por Kenia, por lo que existen preocupaciones adicionales sobre la conducta del personal de la misión en Haití en cuestión al uso ilegítimo de la fuerza contra los ciudadanos de la nación. Esto se debe a que múltiples entidades defensoras de los derechos y libertades de los ciudadanos denunciaron recientemente al país africano sobre la desproporcionada violencia ejercida por parte de las fuerzas del Estado kenianas contra manifestantes en su propio territorio.

Además, no debemos pasar por alto el riesgo de que las intervenciones armadas en Haití puedan dar lugar a enfrentamientos constantes entre diferentes facciones, lo que podría aumentar los niveles de violencia en un país que ya enfrenta una situación de inseguridad crónica. 

En resumen, la situación en Haití es grave y requiere una respuesta coordinada a nivel nacional e internacional como un paso necesario para frenar las causas profundas de la violencia que acrecientan la inestabilidad en el país. Sin embargo, nada de esto servirá si en el camino, múltiples derechos humanos son transgredidos por las fuerzas extranjeras.

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