El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es una organización que ha marcado profundamente la historia política y social de Turquía y Oriente Medio. Fundado con el objetivo de establecer un Kurdistán independiente, su trayectoria está vinculada a décadas de conflicto y tensiones en la región. En este artículo, el alumni del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítica de LISA Institute, David García Pesquera explora su historia, objetivos y las controversiales acciones que han llevado a su catalogación como grupo terrorista por Turquía y otras potencias globales. Sus actividades, que incluyen ataques tanto en las provincias kurdas como en otras partes de Turquía, han dejado una huella imborrable.
También se analiza el presente del PKK en el contexto de los conflictos regionales, como la guerra en Siria y las tensiones en Iraq, así como su relación con el surgimiento del primer partido pro-kurdo con representación parlamentaria en Turquía. Este panorama permitirá comprender mejor cómo las dinámicas locales e internacionales influyen en su papel actual y en el futuro del pretendido Kurdistán.
Historia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) fue fundado en 1978 y tiene como objetivo lograr la soberanía del pueblo kurdo y la autodeterminación de la nación kurda, objetivo por el que han desempeñado incluso actuaciones terroristas. Su fundación corrió a cargo de Abdullah Öcallan, su Secretario General, que desde el año 1999 cumple cadena perpetua en Turquía por los delitos de terrorismo y separatismo armado.
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Durante el siglo XX y tras la época otomana, la Turquía moderna se enfrentó a grandes desafíos, tales como enfrentarse a un sistema multipartidista, la modernización económica y el respeto por las libertades civiles y de asociación. Es importante destacar que el Kurdistán turco se ubica en el sureste del país, cuyas provincias cuentan con los estándares de calidad de vida y desarrollo económico más bajos.
El crecimiento del país y la consecuente emigración a sus ciudades más ricas desde el sureste trajo una mayor conciencia en los kurdos acerca de su estatus de minoría. Su contacto con los sectores de la población que mayormente les reconocían activaron sus reivindicaciones, hasta entonces silenciadas y ocultadas por el poder central. Todo ello en un contexto marcado por el golpe de Estado de 1960 protagonizado por los oficiales del ejército kemalistas progresistas y la fundación del TIP (Partido de los Trabajadores de Turquía).
Sin embargo, y pese a al intento de integrar a la minoría kurda en la mayoría turca, este proceso seguía haciéndose con tintes autoritarios. Hablar el idioma kurdo seguía siendo delito y el uso de las letras específicas del alfabeto kurdo era perseguido. A finales de los años 60 nace la organización Corazones Culturales Revolucionarios del Este (DDKO), que de forma eufemística hacía referencia a la represión por parte del Estado central.
El golpe de Estado de 1971 que instauró un gobierno militar hasta 1973 fue contra las reivindicaciones kurdas, que no dejaron de crecer durante estos años hasta manifestarse en la fundación del PKK solamente unos años más tarde. No solamente contra las intenciones independentistas, sino también las ideológicas, que se habían inclinado por un modelo marxista-leninista radical.
En esta contrariedad se incluía también el TIP, que pese a introducir ideas socialistas en la Turquía moderna, rechazaba el activismo de extrema izquierda y las acciones combativas de sus jóvenes asociados. Es por ello que el PKK nace en 1978 bajo un contexto político que les daba una razón de ser y un transcurso ideológico inspirado en otros movimientos de la izquierda radical en todo el mundo.
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Poseen una ideología maoísta en busca de un Kurdistán independiente de izquierdas en el que la forma de ver la religión, el trabajo, la economía y las cuestiones de género toman influencia de modelos como el soviético o el chino en la época. Desde su asentamiento han reforzado su idea de única voz del pueblo kurdo, combatiendo todas entidades políticas que pretendían romper dicho monopolio. En 1989, el PKK adoptó el siguiente eslogan: «Kurdistán independiente, unido y democrático».
Terrorismo y guerra en contra del PKK
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán, por lo tanto, se convirtió en una organización terrorista radical etno-nacionalista. Esto significa que su objetivo es buscar la independencia de un Estado para forjar uno propio, o anexar territorio de un estado a otro. Debido a ello, el PKK se distingue de otras organizaciones terroristas, pues no tiene ambiciones globales debido a que el conflicto con Turquía está geográficamente delimitado.
Sus propósitos son la independencia del Kurdistán, pueblo no constituido en forma de Estado que también habita posiciones en Siria, Iraq, Irán y pequeños reductos en Armenia. Pese a su dispersión en numerosos Estados soberanos, el pretendido Kurdistán gozaría de continuidad territorial y también de visión común, ya que las minorías kurdas en todos los países mencionados son rechazadas.
Desde su surgimiento, el PKK ha sido catalogado por Turquía como la organización terrorista más peligrosa del país dada su popularidad. Los distintos gobiernos de Turquía han declarado una ofensiva total al terrorismo y a los miembros del PKK en esta guerra no declarada que deja alrededor de 45.000 víctimas mortales desde su inicio entre rebeldes, fuerzas de seguridad y población civil.
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Desde 1980 y hasta 1993, el PKK comenzó a aplicar técnicas de guerrilla para infiltrar las provincias kurdas de Turquía en sus cometidos y así ganar apoyo de la población, que se oponían a las políticas de represión del ejecutivo central. Este apoyo dio resultado, ya que desde Ankara se habían tomado medidas para capturar y enviar a prisión a altos mandos del PKK.
También se llevaron a cabo torturas y persecuciones al resto de sus miembros, obligando a muchos al exilio, se expulsó a los miembros kurdos del Parlamento en el año 1993 y se prohibió al kurdo Partido Laborista Popular (Halkın Emek Partisi, HEP). Los miembros de dicho partido fueron perseguidos y enviados a prisión, mientras que otros muchos se exiliaron en Europa, desde donde organizaban mítines masivos, conferencias internacionales y muestras para incrementar el apoyo internacional por la causa kurda.
Precisamente en marzo de 1993 llegó el primer cese unilateral de hostilidades para acercar posturas con las autoridades turcas. Sin embargo, y en plenas negociaciones de las reivindicaciones kurdas, el presidente turco Turgut Özal murió. La principal hipótesis es que fue envenenado por fuerzas militares que se oponían al cese al fuego, por lo que las agresiones militares se reiniciaron contra el PKK.
Ocurrió de la misma forma en múltiples ocasiones, tales como 1995, 1998, 1999, 2005, 2006, 2009 y 2010, momentos en los que un alto al fuego fue promovido sin conseguirse estabilizar una paz estable y duradera en ninguna de ellas.
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Dentro de los atentados terroristas perpetrados por el PKK durante estos años destacamos el acontecido recientemente en la principal calle comercial de Estambul en noviembre de 2022 que dejó 6 muertos, la explosión de un camión bomba contra una comisaria en la ciudad de Cizre que dejó 11 policías muertos y más de 78 heridos en agosto de 2016 y durante diciembre de ese mismo año un doble atentado con 38 muertos y más de 155 heridos a la salida del campo de fútbol del popular equipo Besiktas en pleno Estambul.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea reconocen al Partido de los Trabajadores del Kurdistán como un grupo terrorista, apoyando en este sentido a Turquía. Por su parte, Europol afirma que el PKK está vinculado con actividades de tráfico humano a través del continente europeo, además de llevar a cabo acciones de narcotráfico, extorsión, falsificación de documentos, lavado de dinero y contrabando de cigarrillos. Por lo tanto, su red de ilegalidades se extiende más allá de la actividad terrorista.
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán en la actualidad
Desde el comienzo de la guerra en Siria, las autoridades turcas han jugado un doble juego. Por una parte, activan su papel de OTAN apoyando a la coalición internacional en favor de los rebeldes y contra Al-Assad y por otro realizan ofensivas selectivas en el norte de Siria e Iraq contra los luchadores kurdos, que interpretan como una amenaza para su seguridad. Precisamente esto ha llevado al presidente Erdoğan a más de un choque diplomático con Estados Unidos.
El gobierno turco ha manifestado la necesidad de mantener una frontera de seguridad de unos 30 kilómetros en el sur, que ejerza de barrera ante Siria e Iraq, dos países inestables. Precisamente esta pretendida frontera adicional de seguridad se encuentra mayormente en posiciones kurdas dentro de Turquía.
El sureste del país, especialmente las zonas más montañosas en las provincias Sirnak y Hakkari cercanas a Iraq, es donde los rebeldes del PKK practican la guerra de guerrillas en la que están sumidos en la actualidad, por lo que desde Ankara justifican sus decisiones con respecto al Kurdistán turco con la coyuntura de sus inestables vecinos del sur.
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Los enfrentamientos en estas zonas siguen siendo frecuentes, ya que desde 2015 se contabilizan hasta 5.372 bajas, de las cuales al menos 545 de ellas eran civiles, mientras que 3.316 eran militantes del PKK y 1.285 pertenecían a las fuerzas de seguridad turcas. No solamente en las zonas anteriormente mencionadas, sino también en el norte de Siria e Iraq. Precisamente y al interferir en la soberanía de otros países, sumado al apoyo que Estados Unidos aporta a los kurdos en estos países, presentan un gran desafío geopolítico para Turquía.
Lo podemos vislumbrar en que cada vez que un ataque terrorista es reivindicado por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el ejército turco incrementa sus actuaciones en el sureste, pero especialmente en el norte de Siria e Iraq. Un buen ejemplo de ello es la campaña de bombardeos tras el doble asesinato terrorista en una comisaría de policía de Ankara en noviembre de 2023 por parte de la guerrilla kurda.
A su vez, la aparición del HDP (Partido Democrático de los Pueblos) como partido representativo de las provincias kurdas ha tensado la situación parlamentaria turca. El partido es fuerte en el sureste y ha superado la barrera elevadísima de representación, el 10%. Pese a ser acusado de colaboracionismo con el PKK, de ser su brazo político, sortear los intentos de ilegalización y detenciones de sus miembros, en las últimas elecciones hicieron frente común con la oposición para tumbar al AKP del presidente Erdoğan.
Este es el motivo por el que el secular CHP arrasó en las provincias del sureste, especialmente en la segunda vuelta. Con la normalización política y participación de los kurdos en los debates centrales del país se avanza en cohesión social, sin embargo, queda mucho por hacer. Turquía seguirá manteniendo su correcta tolerancia cero con el terrorismo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, mientras que debe equilibrar sus fuerzas con sus aliados OTAN para hacer de sus objetivos un frente común, más transparente y apoyado internacionalmente.
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