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Drones autónomos: la nueva realidad de la guerra híbrida

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Drones, guerra
Drones.

Los drones autónomos han pasado de ser un apoyo militar a convertirse en protagonistas de la guerra híbrida. Su bajo costo y autonomía han transformado el equilibrio del poder. En este artículo, Sebastián Ruda, alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, analiza cómo representan un desafío estratégico para estados y actores internacionales.

La guerra ha cambiado. Es una realidad a la cual los diferentes actores deben adaptarse. También es cierto que la capacidad de cambio, innovación y reinvención ha entrado en un punto acelerado de desarrollo. El posicionamiento de la Inteligencia Artificial y el desarrollo tecnológico, sumados a la falta de personal humano para librar las guerras, han establecido nuevas condiciones para enfrentar los conflictos.

Cada vez es más desafiante para los ejércitos reclutar soldados. Por ello, la tecnología se convierte en el factor fundamental para las guerras del presente y del futuro.

En los escenarios de conflicto del presente siglo han aparecido de manera determinante los drones autónomos, redefiniendo la guerra híbrida.

En Járkov, Ucrania, la ofensiva desarrollada por Kiev este año utilizó drones orientados por IA que destruyeron bases rusas a unos 4.200 km. Este hecho marcó un hito y punto de referencia en el contexto de la lucha asimétrica.

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¿Cómo transforman los drones el poder militar? Desde enjambres coordinados hasta ataques de alta precisión, diversificación en las tácticas de inteligencia y nuevos dilemas éticos. En los conflictos actuales, la proliferación de estas armas, la inteligencia es crucial para la supervivencia de las naciones en un escenario en el cual la tecnología y la estrategia convergen.

Los conflictos entre Rusia y Ucrania, e Israel e Irán, han sido campos de prueba para las tecnologías autónomas. El primero ha sido el escenario de mayor desarrollo en el menor tiempo posible. También se ha convertido en el laboratorio por excelencia de los drones.

Aunque al principio solo se identificaban como aéreos, su desarrollo en otras condiciones (como las marítimas y fluviales) también ha evolucionado notablemente. El mundo observa con atención estas tecnologías, tanto gobiernos como actores ilegales. Ya se han registrado casos de uso de drones marítimos en otras latitudes, como América Latina.

¿Qué entendemos por drones?

Al hablar de drones nos referimos a vehículos aéreos, terrestres o marítimos no tripulados. Pueden ser controlados de forma remota o mediante inteligencia artificial. Estos dispositivos tienen capacidades que van desde la vigilancia hasta el combate. También se utilizan en acciones logísticas. En guerras híbridas, los drones ejecutan operaciones de ataque con precisión quirúrgica, sin intervención humana. El desarrollo ha avanzado hasta formar enjambres coordinados por IA, capaces de tomar decisiones y adaptarse ante la pérdida de unidades o interferencias externas.

Una de las características clave de los drones es su bajo costo. Esto ha permitido que actores menores los usen con eficacia en el campo de batalla. Incluso pueden desafiar a superpotencias o a instituciones militares y policiales. Ejemplos de esto se han visto en países como México y Colombia. El acceso a esta tecnología ha cambiado el equilibrio de poder y ha ampliado su alcance a actores no estatales, incluidos grupos subversivos.

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Sin embargo, el nivel de autonomía que están alcanzando implica riesgos importantes. Estos van desde errores letales hasta dilemas éticos relacionados con la responsabilidad de sus acciones. Actualmente, los drones han demostrado ser más que simples máquinas: son armas estratégicas que están redefiniendo el poder militar. Esto ha obligado a los estados a desarrollar capacidades de innovación y regulación para no quedar rezagados ante su rápido avance.

El principal hito marcado por drones en una operación bélica real

Sin duda alguna, la operación Telaraña en Járkov, planeada desde febrero de 2025, marcó un hito en la guerra híbrida. Se utilizaron 117 drones con inteligencia artificial, transportados en camiones. Con ellos, Ucrania atacó bases aéreas rusas en Múrmansk e Irkutsk, a 4.200 km de distancia. Según distintas fuentes, lograron destruir aproximadamente el 30 % de la flota aérea rusa, incluyendo 41 aviones estratégicos Su-57.

Adicionalmente a la inteligencia artificial, la operación implicó uso de diferentes disciplinas de inteligencia como SIGINT y OSINT para coordinar los ataques. Estos drones que fueron operados a través del software Swarmer, tomaron autónomamente decisiones esquivando las defensas antiaéreas. Este representó un duro golpe, que, sin tropas humanas, debilitó la fuerza aérea rusa y fortaleció la posición de Kiev para las negociaciones en Estambul.

La operación Telaraña demostró que es posible desafiar a superpotencias con drones baratos potenciados por inteligencia artificial. Esto marca un giro muy significativo en la guerra moderna, donde la inteligencia tecnológica supera a la fuerza bruta.

Una evolución acelerada de los drones autónomos

Desde el uso de los Predator en los años 2000, los drones autónomos han evolucionado hasta consolidar enjambres coordinados por inteligencia artificial. Ejemplos de ello son el software Swarmer, usado en Ucrania, o el Havoc terrestre de Milrem Robotics.

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Otro caso emblemático reciente fue el uso de drones furtivos por parte de Israel durante la operación León Ascendente, atacando instalaciones iraníes desde bases secretas. Rusia también ha desarrollado esta tecnología rápidamente, desplegando el dron Gogol-M, mientras que España integró el SkydioX10D en operaciones de vigilancia.

Estos sistemas comparten el uso de inteligencia artificial para navegación autónoma y ciberinteligencia para hackear defensas, reduciendo costos y riesgos humanos. En América Latina, cárteles mexicanos han empleado drones marítimos para contrabando, y en Colombia el ELN y las FARC los usan para atacar infraestructura militar y policial. Esta diversificación ha redefinido la guerra híbrida y empoderado a los actores no estatales.

Retos éticos y estratégicos

La autonomía que han logrado alcanzar este tipo de elementos y armamentos plantea una serie de dilemas éticos, por ejemplo: ¿quién es el responsable de errores letales que matan civiles?

Pues existen casos notificados en los que drones causaron bajas civiles como los utilizados por EE. UU en Pakistán entre 2004 y 2018. Adicionalmente, la actual carrera armamentística, con potencias como China y Rusia desarrollando enjambres eleva riesgos de escalada.

La reacción internacional para regular estas tecnologías ha sido ausente o, en el mejor de los casos, demasiado lenta. Esto complica aún más la situación desde la perspectiva del derecho internacional humanitario. También se ha evidenciado que los drones de bajo costo empoderan a actores ilegales, como cárteles y grupos delincuenciales organizados, generando desestabilización en distintas regiones.

Las contramedidas, como los sistemas anti-drones, son esenciales pero costosas. Sin embargo, es evidente que los estados deben equilibrar la innovación con la responsabilidad, para evitar conflictos que puedan volverse incontrolables.

El reto de los Estados

Para adaptarse a esta nueva realidad, los estados deben invertir en ciberinteligencia, tanto para optimizar drones como para desarrollar contramedidas. Además, aumentar sus capacidades en inteligencia artificial y OSINT es crucial para anticipar amenazas provenientes de actores no estatales.

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El mundo en general tiene la tarea de establecer regulaciones internacionales basadas en derecho internacional humanitario, procurando mitigar los riesgos éticos. Alianzas globales como la OTAN, deben articular tecnología para contrarrestar enjambres enemigos. La priorización ética en el desarrollo de drones autónomos, aunque no es algo que pueda garantizarse, si contribuirá a la legitimidad y la seguridad

La Guerra Nueva

Los drones autónomos han transformado la guerra que conocíamos, incluso la guerra híbrida, ha empoderado estados y actores no estatales para desafiar el orden global con ataques precisos y económicos. Estas armas, que ahora son potenciadas por IA, redefinen el poder militar, pero su autonomía desata riesgos éticos y estratégicos que podrían desestabilizar regiones.

En la actualidad los estados deben priorizar y especializarse en inteligencia para orientar la toma de decisiones estratégicas. Sin agencias capacitadas en inteligencia y ciber inteligencia las naciones luchan en la oscuridad y la amenaza del colapso se hace real. La inteligencia tecnológica es actualmente la luz que guía la supervivencia en un mundo volátil.

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