Las salvaguardias nucleares son un pilar clave para la Unión Europea, pues garantizan un uso pacífico y seguro de la energía nuclear. En este artículo, Javier Pera explica su origen, desarrollo e implementación, los actores internacionales implicados y por qué son hoy una prioridad estratégica para la UE.
Las salvaguardias nucleares constituyen un término muy común en el ámbito de la seguridad energética, pero escasamente reconocido para el público general. Sin embargo, su trascendencia geopolítica en el inestable tablero internacional es enorme.
Salvaguardias nucleares: origen y definición
Las salvaguardias nucleares son mecanismos de control internacional aplicados en instalaciones nucleares. Garantizan que el uso de cualquier material nuclear no tenga fines militares.
De este modo, por medio de acuerdos internacionales de salvaguardia se asegura que el uso de las instalaciones nucleares es puramente pacífico.
➡️ Te puede interesar: ¿Qué tipos de armas nucleares existen en el mundo?
Entre los diferentes objetivos pacíficos generalmente reconocidos por las salvaguardias se encuentra un amplio abanico de casos. Aunque los más comunes y evidentes son la producción de energía eléctrica, el uso médico en diagnósticos o tratamientos, (como la radiología), o la investigación científica, hay otros más usos de material nuclear catalogados como legítimos.
El uso de material nuclear también puede tener una aplicación industrial. Algunos ejemplos son las radiografías para comprobar materiales o el cálculo de la densidad de elementos. También se emplea en la medición de la irradiación para preservar alimentos.
En la agricultura su uso también es común, por ejemplo, para controlar plagas o mejorar el rendimiento de los cultivos. Por otro lado, en el sector de la exploración espacial se utilizan baterías nucleares, o mejor conocidos como generadores termoeléctricos radioisótopos para naves espaciales. En el cuidado medioambiental, concretamente en el estudio del clima y el seguimiento de la contaminación se hace uso de material nuclear. Finalmente, con el objetivo de responder ante emergencias, la detección de la radiación es clave.
A pesar de la designación clara de los usos nucleares civiles y pacíficos según los acuerdos internacionales, algunos actores continúan produciendo energía nuclear con fines militares y armamentísticos.
Naciones Unidas reconoce oficialmente a nueve potencias en posesión de armas nucleares. Su arsenal e inventario se clasifica en función de la disposición de cabezas (u ojivas) nucleares desplegadas, almacenadas y retiradas. Estos países son los cinco miembros permanentes de la ONU (Rusia, Estados Unidos, China, Francia y Reino Unido), junto a India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
Más allá de estas potencias, otros actores internacionales han sido acusados de disponer o intentar producir armamento nuclear. En este grupo se señalan tanto a Estados como a organizaciones terroristas.
El caso más paradigmático y reciente es Irán. A través del enriquecimiento de uranio, ha sobrepasado el uso civil de su material nuclear con el objetivo de desarrollar armamento propio. Por esta razón, ha sido señalado por gran parte de la comunidad internacional. Estas prácticas ilícitas son perseguidas por distintos actores internacionales mediante la puesta en marcha de mecanismos de salvaguardias nucleares.
El origen de las salvaguardias nucleares, o al menos de los esfuerzos por evitar escaladas nucleares y la aparición de nuevos actores con armamento nuclear, se remonta a la Guerra Fría.
En la fase del conflicto donde se alcanzó el punto álgido de disuasión, la escalada militar y nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética era muy elevada. En ese contexto, el estadounidense Donald Brennan propuso la doctrina «MAD» (Mutual Assured Destruction).
Según este principio, cualquier ataque nuclear de una superpotencia provocaría un contraataque devastador. Esto causaría la aniquilación mutua y un desastre mundial. Esta noción derivó en un periodo de distensión y acercamiento entre ambos bloques a partir de 1962. El temor a la escalada y la conciencia sobre el desmesurado gasto armamentístico favorecieron este cambio.
➡️ Te puede interesar: Qué es un misil balístico intercontinental y cómo lo utiliza Corea del Norte
Durante esa fase de distensión, en 1970 entró en vigor el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Este acuerdo internacional buscaba frenar la propagación de armamento nuclear, impulsar la cooperación en el uso pacífico de la energía nuclear y promover el desarme. El tratado fue prorrogado indefinidamente en 1995 y continúa vigente en la actualidad. No obstante, su persistencia futura plantea serias dudas.
La pérdida de confianza hacia las organizaciones internacionales y el derecho internacional, junto al rearme militar global y el ascenso de nuevas potencias, limita la protección internacional frente al uso militar de la energía nuclear. Como consecuencia, ha aumentado la necesidad de impulsar nuevos mecanismos de control, como las salvaguardias.
Los actores internacionales implicados en la seguridad nuclear
La Organización de las Naciones Unidas no solo se compromete con la seguridad nuclear global desde el derecho internacional a través del Tratado de No Proliferación Nuclear. También, por medio de la IAEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), promueve el uso de tecnologías nucleares con fines pacíficos y en condiciones de seguridad tecnológica y física. De este modo, se declara como el centro mundial de cooperación en el ámbito nuclear.
El EURATOM (Comunidad Europea de Energía Atómica) coordina los programas de investigación de energía nuclear dentro de la Unión Europea. Su objetivo inicial en 1957 fue fomentar el desarrollo energético nuclear para reducir la dependencia y cubrir el déficit de recursos como carbón y petróleo. En la actualidad, también garantiza la aplicación pacífica de la energía nuclear en Europa.
➡️ Te puede interesar: ¿Qué tipos de armas nucleares existen en el mundo?
Además de la cooperación y la coordinación, ambos organismos persiguen objetivos de concienciación y difusión sobre el uso correcto de la energía nuclear. Algunos ejemplos de estas labores son publicaciones sobre dónde depositar combustibles gastados de forma no contaminante o materiales de apoyo para contrarrestar la desinformación en torno a la energía nuclear.
Paralelamente, la Comisión Europea dispone de hasta cinco centros de investigación científica y técnica. Estos centros, denominados Joint Research Centre (JRC), están especializados en distintas materias. A partir de ellos, la Comisión Europea transforma resultados científicos en políticas. La sede del JRC en Karlsruhe, Alemania, es el principal centro europeo de investigación y seguridad nuclear.
Su objetivo es garantizar un uso seguro y eficiente de la energía nuclear en el continente. Para ello desarrolla investigación, entrenamiento y estandarización. Entre sus prácticas destacan la gestión de residuos, la vigilancia de la radiación ambiental y el análisis del combustible nuclear. Además, el JRC de Karlsruhe juega un rol fundamental en la implementación del Programa de Investigación y Entrenamiento de Euratom.
En relación con el entrenamiento nuclear en Europa, el JRC de Karlsruhe ha puesto en marcha el programa EUSECTRA (Centro Europeo de Formación en Seguridad Nuclear). Este centro instruye a funcionarios de primera línea (como policías, agentes de aduanas y responsables de seguridad), así como a formadores y expertos. El objetivo es enseñar cómo detectar y responder al tráfico ilícito de materiales nucleares u otros materiales radiactivos.
¿Cuál es el interés de la Unión Europea en garantizar la seguridad nuclear?
La cooperación y seguridad nuclear se ha convertido en un ámbito prioritario para la Unión Europea, siendo diversos los motivos por este interés tan profundo.
Desde el punto de vista geopolítico, la proliferación nuclear en regiones cercanas como Oriente Medio o el Norte de África amenaza directamente la estabilidad europea. Más allá de consideraciones éticas o legales, el surgimiento de potencias regionales capaces de vulnerar el marco jurídico nuclear internacional representa un riesgo para la integridad de Europa.
En los ámbitos económicos y tecnológicos, la Unión Europea promueve el uso de la energía nuclear con fines pacíficos. Garantizar la confianza en la cooperación tecnológica y energética, así como proteger las cadenas de suministro, refuerza su competitividad global. Al mismo tiempo, la Unión Europea defiende una transición ecológica y energética en la que la apuesta por fuentes renovables y por la nuclear es prioritaria. En este proceso de descarbonización, la energía nuclear para producir electricidad se ha vuelto cada vez más común en el Viejo Continente.
➡️ Te puede interesar: Chernóbil, de 1986 hasta hoy
Desde la perspectiva normativa e identitaria, la participación de la Unión Europea en la IAEA y el rol de EURATOM muestran su compromiso con un orden internacional basado en reglas. La proliferación de actores nucleares ilegítimos no solo amenaza la estabilidad europea. También pone en riesgo sus valores, su identidad y su concepción normativa.
La presencia de Francia como potencia nuclear oficial en la Unión Europea juega un papel fundamental en la defensa de la seguridad nuclear. Proteger a Francia frente a nuevos actores nucleares ilegales garantiza que no disminuya su capacidad disuasoria, y con ello, la de Europa en su conjunto.
En definitiva, las salvaguardias nucleares no son un concepto abstracto reservado a expertos. Son un mecanismo esencial para garantizar la estabilidad internacional, la seguridad europea y la protección de la vida cotidiana. La Unión Europea ha comprendido que asegurar el uso pacífico de la energía nuclear refuerza su papel como actor global y protege su futuro energético, económico y geopolítico.
➡️ Si quieres adentrarte en las Relaciones Internacionales y adquirir habilidades profesionales, te recomendamos los siguientes programas formativos: