En un contexto donde la inmigración y la gestión de fronteras son temas cruciales en la Unión Europea, Frontex emerge como la agencia responsable de garantizar la seguridad en las fronteras exteriores. Esta entidad juega un papel esencial en la colaboración entre Estados miembros para enfrentar los retos migratorios y la lucha contra el crimen transfronterizo. En este artículo, exploramos qué es Frontex, su evolución y las implicaciones de su trabajo en la política migratoria europea.
La Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, comúnmente conocida como Frontex (del acrónimo francés «frontières extérieures»), es la agencia encargada del mantenimiento y gestión, en cooperación con los Estados miembros, de las fronteras exteriores de la Unión Europea. Nació en 2004 con una cincuentena de trabajadores hasta contar en la actualidad con más de 2.000 empleados. Cuenta con uno de los mayores presupuestos asignados a una agencia europea.
Entre el período 2021-2027, Frontex prevé llegar a los 10.000 funcionarios desplegados en diferentes operaciones conjuntas, tanto en fronteras exteriores de la UE. como en terceros países con los que la Agencia ha suscrito convenios de colaboración (Albania, Montenegro o Moldavia, entre otros).
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Las Operaciones Conjuntas («Joint Operations») se formalizan tras un proceso de negociación entre la Agencia y los Estados miembros interesados, donde se definen detalladamente los parámetros que regirán la actuación de los agentes de Frontex en las fronteras exteriores.
El cuerpo permanente (standing Corps) de Frontex
El Cuerpo permanente («standing corps» en sus siglas en inglés) de Frontex se estableció mediante el reglamento 1896/2019, de 13 de noviembre, del Parlamento Europeo y del Consejo. Supone un hito en la historia de la Unión Europea al disponer dicho reglamento la creación del que puede ser considerado el primer cuerpo de policía uniformado con ámbito de competencia en los Estados miembros de la Unión, con poderes ejecutivos y capacidad de actuación propia.
Para ello, es fundamental establecer previamente planes operativos (acuerdos) entre Frontex y el Estado miembro, quien sigue siendo el principal responsable de la gestión y mantenimiento de sus fronteras exteriores.
En dichos acuerdos se plasma por escrito la capacidad operativa de los agentes de Frontex en el Estado suscriptor del acuerdo («Host country») así como sus derechos y obligaciones, uso de armas, responsabilidad civil y criminal, etc.
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En líneas generales, se les otorga un estatus especial cuando actúan en el cumplimiento de sus funciones de control de fronteras, estando sujetos a un código de conducta y régimen disciplinario establecido por la Agencia. Este régimen se aplica a todos los participantes en las operaciones de Frontex, tanto en los Estados miembros como en terceros países con los que la Agencia suscribe operaciones conjuntas. Además, se les exige cumplir con las normativas internacionales de derechos humanos durante el desarrollo de sus actividades.
El Cuerpo Permanente recibe un curso básico de formación en centros policiales certificados de los Estados miembros (en la actualidad sus agentes se forman en el Centro de Policía Nacional de Ávila y en la Academia de Policía Marítima de Lisboa). Una vez concluida su formación básica reciben cursos especializados en función de su trayectoria y experiencia previa (expertos en detección de documentos falsos, vehículos robados, retornos, inteligencia, etc.).
Al finalizar su formación, los agentes se incorporan al «pool» de efectivos listos para ser desplegados en las fronteras exteriores de los Estados miembros, según las necesidades operativas de la agencia y las solicitudes de los Estados receptores. La duración de estos despliegues puede variar desde un mes hasta varios años.
Retos y desafíos de Frontex en la construcción de una policía europea
El futuro del Cuerpo permanente de fronteras depende de varios factores, entre ellos la soberanía de los Estados miembros. Gestionar las fronteras exteriores de un país es más que un simple tema geográfico. Tiene importantes connotaciones económicas, geopolíticas y estratégicas. Por ello, no será fácil superar la reticencia de algunos Estados miembros a ceder parte de su soberanía en favor de un cuerpo fronterizo europeo, bajo el mandato del Parlamento y la Comisión Europea.
Algunos países pueden ver esto como una injerencia en su soberanía nacional. Además, será crucial el acceso a las bases de datos propias de los Estados miembros para facilitar el intercambio de información. Sin este flujo, la capacidad de análisis y respuesta de Frontex podría ser claramente insuficiente.
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Fruto de la perseverancia y ambición de la Comisión Europea para dar visibilidad al Cuerpo permanente de fronteras, durante el verano de 2024, agentes de Frontex colaboraron activamente con las autoridades alemanas y francesas, respectivamente, en el mantenimiento de la seguridad durante la Eurocopa de fútbol de Alemania y los Juegos Olímpicos de París.
Cada vez más Estados miembros, originariamente reacios a contar con la ayuda de este Cuerpo, se dirigen a la Agencia para pedir su colaboración mediante el despliegue de agentes en sus fronteras exteriores, tanto terrestres como aéreas y marítimas. Además del valor añadido que supone contar con expertos policiales de otros países (la mayoría de los agentes del Cuerpo Permanente tienen experiencia policial y/o militar), se une el factor lingüístico y cultural, ya que muchos de esos agentes son capaces de hablar el mismo idioma que emplean los migrantes que se dirigen a territorio europeo, facilitando las labores de interpretación y mediación con los mismos.
Además de la pérdida de soberanía y el acceso a las bases de datos policiales de los Estados miembros, otro problema radica en las diferentes legislaciones vigentes. No todos los Estados tienen las mismas leyes en cuanto a la tenencia y uso de armas, el empleo de la fuerza o las tipologías delictivas.
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La armonización legislativa en la Unión Europea no es posible por el momento. Por ello, los agentes del Cuerpo Permanente de Frontex deben adecuarse a los acuerdos bilaterales de actuación «planes operativos» firmados entre la Agencia y los Estados miembros. En estos acuerdos se define explícitamente el ámbito y alcance del uso de la fuerza, así como las prerrogativas de los agentes mientras están desplegados en otro Estado.
Otro de los retos a los que se enfrenta la Agencia es el de velar por el cumplimiento de los derechos fundamentales de las personas en tránsito hacia Europa, la adecuada protección de sus derechos individuales, facilitar las peticiones de asilo y refugio y, en definitiva, perseguir los diferentes delitos transfronterizos, con especial atención al tráfico de seres humanos y a los menores en situación de riesgo no acompañados.
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