En este artículo la profesora del Curso de Experto en Criminología y Responsable de Coordinación Académica del área de Criminología y Psicología de LISA Institute, Andrea Robles, explica por qué es clave abordar el consumo abusivo de sustancias y los trastornos de personalidad de manera integral en los programas de prevención del delito.
Las drogas son sustancias farmacológicamente activas que actúan sobre el sistema nervioso central y pueden provocar alteraciones en el comportamiento. Este término engloba tanto a las drogas habituales, como a los medicamentos y a las sustancias de uso doméstico.
Por lo general, se utiliza el término “droga” como sinónimo de sustancia psicoactiva, que tiene la capacidad de generar abuso y dependencia, así como efectos perjudiciales para la salud. Sin embargo, si una sustancia es prescrita por un profesional de la salud, se le denomina fármaco o medicamento, indicando que se usa con un propósito terapéutico específico.
El consumo abusivo de sustancias, como el alcohol y las drogas, está fuertemente asociado con el delito, especialmente el delito violento. Según algunos estudios, las personas con un diagnóstico de abuso de sustancias tienen una tasa de comisión de actos violentos entre 12 y 16 veces mayor que aquellos diagnosticados con esquizofrenia o trastorno bipolar.
Sin embargo, es importante destacar que el abuso de sustancias a menudo se presenta en conjunto con otros diagnósticos, especialmente con trastornos de personalidad antisocial, histriónica, narcisista y límite, específicamente con el trastorno antisocial de la personalidad. Existe una correlación significativa entre el trastorno antisocial de la personalidad y su precursor en la infancia, el trastorno disocial o trastorno de conducta con el consumo de sustancias, en particular el alcohol.
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Esta asociación entre trastornos de personalidad y el consumo abusivo de sustancias puede intensificar los comportamientos violentos y aumentar el riesgo de cometer delitos relacionados con la violencia. El abuso de sustancias puede afectar al juicio, la inhibición de los impulsos y la capacidad de controlar la agresión, lo que contribuye a un mayor riesgo de conductas violentas.
¿Cómo las drogas aumentan riesgo de violencia?
Con relación a lo anterior, el abuso de sustancias puede aumentar el riesgo de violencia a través de diferentes mecanismos:
- Uno de estos mecanismos es el efecto directo que tienen las sustancias en la capacidad de controlar las emociones y la impulsividad. Los efectos químicos de las drogas, especialmente las que actúan como depresores del sistema nervioso central, pueden alterar la competencia social de una persona al enfrentarse a dificultades o conflictos interpersonales, lo que puede llevar a comportamientos violentos.
- El segundo mecanismo es indirecto y se refiere a cómo el abuso de sustancias puede potenciar los síntomas de otros trastornos mentales. Por ejemplo, el consumo de sustancias puede agravar los rasgos característicos del trastorno antisocial de la personalidad o del trastorno límite de la personalidad, los cuales ya están asociados con un mayor riesgo de comportamiento violento. El abuso de sustancias puede exacerbar la impulsividad, la agresividad y la falta de control de estos trastornos, lo que aumenta la probabilidad de involucrarse en actos violentos.
Es importante abordar tanto el consumo abusivo de sustancias como los trastornos de personalidad de manera integral en los programas de prevención y tratamiento, ya que abordar estas problemáticas de manera conjunta puede ser fundamental para reducir la violencia y los delitos asociados.
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La drogadicción y el crimen en el contexto jurídico
La drogadicción puede tener varias implicaciones a nivel internacional cuando una persona es juzgada por cometer un delito. A continuación, se presentan algunos aspectos relevantes:
- Responsabilidad penal. La drogadicción por sí sola no exime a una persona de su responsabilidad penal por cometer un delito. A nivel internacional, las leyes penales generalmente establecen que las personas son responsables de sus acciones y deben enfrentar las consecuencias legales de sus actos.
- Influencia en la capacidad mental. Dependiendo del grado de adicción y consumo de drogas, la capacidad mental de una persona puede verse afectada. Esto puede ser relevante en el proceso de juicio, ya que la defensa puede argumentar que la adicción afectó a la capacidad del individuo para comprender la naturaleza ilícita de su conducta o para actuar de manera conforme a la ley. En algunos casos, esto podría llevar a una evaluación de la capacidad mental del acusado.
- Tratamientos alternativos. En algunos sistemas legales, se pueden ofrecer alternativas al encarcelamiento para las personas acusadas de delitos relacionados con drogas, especialmente si se demuestra que la adicción fue un factor que contribuyó al comportamiento delictivo. Estas alternativas pueden incluir programas de tratamiento de drogadicciones, programas de rehabilitación o medidas de supervisión en la comunidad, con el objetivo de abordar la adicción y reducir la reincidencia delictiva.
- Consideraciones en sentencias. En ciertos casos, los tribunales pueden tener en cuenta la adicción a las drogas como un factor atenuante en la determinación de la sentencia. Esto significa que, al evaluar la culpabilidad y la gravedad del delito, los jueces pueden considerar la adicción como una circunstancia que merece una pena menos severa o el acceso a programas de tratamiento en lugar de una condena puramente punitiva.
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