A simple vista, el Estrecho de Bering parece un rincón remoto del planeta, una frontera helada entre Rusia y Estados Unidos. Sin embargo, este lugar encierra historias de exploraciones épicas, movimientos migratorios cruciales y tensiones geopolíticas que trascienden su geografía. ¿Qué hace de esta estrecha franja marítima un punto clave en el tablero internacional? El alumni del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítica de LISA Institute, David García Pesquera explica su historia, su clima cambiante y las estrategias de las grandes potencias lo convierten en un territorio lleno de incógnitas y posibilidades para el futuro.
El Estrecho de Bering conforma una de las fronteras más extrañas del mundo por su ubicación entre Estados Unidos y Rusia y la separación que abarca entre el Mar de Bering del océano Atlántico. En este artículo desarrollaremos los puntos más relevantes no solamente relativos al pasado y presente en la zona, sino de cara a analizar escenarios posibles de cara al futuro, desde el motivo de su nombre, sus características y las dinámicas globales reflejadas en esta frontera natural influidas por su historia, el clima y la separación que ambos lados viven con respecto al contrario.
Ubicación y descubrimiento de Bering
Estados Unidos cuenta con dos vecinos principales con los que hace frontera terrestre: Canadá y México. Sin embargo, los confines de este país se aproximan a otros tantos como Cuba o Bahamas por vía marítima. Sin embargo, hay una frontera que en muchas ocasiones se obvia, pero es reseñable y es que a través del Estrecho de Bering, existe una frontera entre Estados Unidos y Rusia.
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Este espacio marítimo en concreto divide el extremo oriental ruso en Siberia con el extremo noroccidental estadounidense en el Estado de Alaska. Son apenas 82 kilómetros de ancho en su franja más estrecha y con una profundidad media de entre 30 y 50 metros. La parte más estrecha, que abarca unos 64 km, está entre el cabo Dezhneva en Rusia y el cabo Príncipe de Gales, situado en el extremo occidental de la península de Seward, en Alaska.
Las islas Diómedes
Entre ambos cabos se encuentran las islas Diómedes: Diómedes Mayor perteneciente a Rusia y la Diómedes Menor, parte de los Estados Unidos. Se trata de una zona de aguas frías en una latitud de 65º norte por la que además transcurre la línea internacional de cambio de fecha.
El nombre por el que se conoce este estrecho proviene en honor al explorador danés Vitus Bering, quien, al servicio del Imperio Ruso, cruzó de lado a lado este lugar en el siglo XVIII. En concreto, partió el 5 de junio de 1741 desde Petropavlovsk en la península de Kamchatkaen iniciando así la denominada Gran Expedición del Noreste, en la cual participaron 3.000 hombres en dos embarcaciones (San Pedro y San Pablo) de las que solamente una alcanzó su destino final.
Vitus Bering terminaría por descubrir Alaska, que años más tarde fue vendida a los Estados Unidos por parte de Rusia. Sin embargo, en el viaje de vuelta en el San Pedro Bering sufriría el escorbuto (enfermedada producida por una carencia grave de consumo de vitamina C) y moriría, al igual que gran parte de su tripulación. Además, el barco quedó destruido a causa de una tormenta que provocó su naufragio, por lo que tuvo que ser reconstruido.
La historia del Estrecho de Bering: un puente entre continentes y eras glaciales
Si hablamos de la historia del Estrecho de Bering cabe destacar sus características principales, que incluyen la geografía física de la zona y los cambios terrenales que ha venido sufriendo siguiendo las principales informaciones confirmadas. Se trata de un aspecto relevante, ya que esta ubicación no siempre ha contado con su estructura terrenal actual.
De acuerdo con la teoría evolutiva más aceptada, hacia la última glaciación este espacio estaba completamente libre de agua marina. Por lo tanto, durante décadas desde el relato oficial se asumió que este crucero natural estuvo despejado hace 16.500 años. No obstante, a partir de un nuevo estudio, los investigadores de la Universidad California en Santa Cruz sostienen que este proceso se dio mucho tiempo después del que se creía originalmente.
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En la actualidad, se sabe que el estrecho de Bering fue un puente terrestre a través del cual los seres humanos cruzaron hacia la Era del Hielo. Durante aquellos tiempos, la tierra era tan fértil que una amplia diversidad de especies vegetales abundó en ese periodo, hasta que el mar reclamó su territorio nuevamente.
Durante la Prehistoria, los humanos de la época cruzaron el estrecho de Bering tan pronto como se formó. Los científicos, a partir de una reconstrucción histórica de la región, piensan que este puente terrestre se formó hace 35.700 años, lo cual supone menos de 10.000 años antes del Último Máximo Glacial. Esta información situaría este hecho en la plenitud del Pleistoceno, y se fundamenta en las placas de hielo que cubrían el Estrecho de Bering 45.000 años atrás.
En añadido, los investigadores consideran que el volumen de hielo aumentó rápidamente en el Último Máximo Glacial. Solo así, sugiere la investigación, fue como los seres humanos empezaron a poblar el actual continente americano. Por lo tanto, la conclusión muestra que el Estrecho de Bering no siempre ha sido un espacio dividido por aguas marinas y que formó parte indispensable del poblamiento de América por parte de pueblos provenientes del noreste de Asia.
Estos estudios también indicarían que los amerindios (indígenas americanos) se originaron a partir de cazadores y recolectores provenientes de las frías estepas de Siberia, quienes migraron a través del mencionado puente terrestre. Este movimiento migratorio también habría involucrado animales de la región, con desplazamientos en ambas direcciones.
El tablero geopolítico
Dada la ubicación del Estrecho de Bering entre Estados Unidos y Rusia, supone una zona de alto interés geopolítico. Ciertamente, su remotidad no permite apreciar el potencial de influencia que tiene en la política internacional, por lo que caben aclarar un par de cuestiones. En la actualidad, la zona del estrecho de Bering es una zona militar cerrada. Solamente es posible visitar este enclave siguiendo los salvoconductos adecuados del gobierno ruso, que suele ser muy estricto a la hora de aplicar el control en la región.
Además, se trata de una zona muy escasamente poblada, ya que las únicas poblaciones rusas cercanas son las localidades de Anádyr y Providéniya. Las temperaturas en la zona son extremas, llegando a alcanzarse hasta -60 °C durante el invierno y apenas 12 °C en verano. La zona expermienta temperaturas bajo cero desde finales de octubre hasta mediados de mayo, por lo que el concepto de las cuatro estaciones es radicalmente opuesto al que tenemos en la zona templada de ambos hemisferios.
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Esta situación climática dificulta tanto la conexión como el conflicto abierto entre ambas potencias fronterizas. Si bien Alaska cuenta con importantes bases militares como Fort Wainwright o la conjunta Elmendorf-Richardson, actúan a modo de prevención en frontera. El Estrecho de Bering se congela durante gran parte del año, pero solamente es viable cruzarlo a pie, ya que en coche es desaconsejado por ser peligroso dado el movimiento del hielo y además esta actividad en la práctica es ilegal, porque no existe ninguna aduana en la zona.
El Estrecho de Bering: una región de interés geopolítico y desafíos extremos
Las islas de Diómedes Mayor y Diómedes Menor están conectadas a través del hielo durante el periodo noviembre-mayo, pero los factores explicados anteriormente más la línea internacional de cambio de fecha que articula una diferencia de 21 horas entre ambos territorios, imposibilita cualquier atisbo de conexión fronteriza natural pese a que los pueblos indígenas que habitaban ambos archipiélagos están conectados étnicamente e históricamente. Diómedes Mayor se encuentra actualmente deshabitada, situación permanente en el tiempo desde la época de la Unión Soviética
Durante la Guerra Fría, este punto fue receptor de entradas y salidas de espías a ambos lados, como parte del contexto del sistema bipolar y los dos bloques conformados. Sin embargo, y pese a la tensión entre Estados Unidos y Rusia, no se han apreciado enfrentamientos directos a través de su frontera más cercana.
Otro asunto fundamental, atendiendo a los cambios climáticos que ya se han podido observar históricamente a lo largo de las glaciaciones, es que cualquier fenómeno progresivo de variación climática traerá nuevos escenarios a la zona. Durante los últimos años se ha asistido a un proceso de pérdida de hielo marino. A nivel ecosistema, ha afectado tanto a las comunidades indígenas de a zona como a la fauna del Ártico (osos polares, morsas o focas), trayendo consigo cambios en la estructura productiva y vital del enclave.
Un análisis más detallado revela cómo el acelerado deshielo ofrece a Rusia y Estados Unidos la oportunidad de intensificar su estrategia geopolítica en la región. Con veranos más largos, otoños que se retrasan y primaveras que llegan antes, aumenta el número de estaciones del año aptas para cruzar el Estrecho de Bering de forma segura. Esto no se limitaría al tránsito a pie propio del invierno, sino que permitiría una mayor presencia de ambos Estados en la zona, favorecida por el debilitamiento de las condiciones climáticas extremas.
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Un ejemplo claro es que a principios de marzo de 2019 apenas había capa de hielo en la zona, como así captó la misión Copérnico Sentinel-1. El proceso no es ni mucho menos rápido, pero solamente su mera existencia abre un escenario de reconstrucción de la presencia de más servicios, seguridad y atención en la zona. Con el paso de los años y si la tendencia se confirma, asistiremos a un refuerzo del mapa conflictivo en la zona, más allá de los impedimentos por cuestiones de latitud, clima o frontera imposible.
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