Inicio Internacional Hutus y tutsis en Ruanda: ¿quiénes son?

Hutus y tutsis en Ruanda: ¿quiénes son?

0

30 años después del genocidio de Ruanda es imprescindible conocer la historia, características y trayectoria de los dos grupos étnicos protagonistas: los hutus y los tutsis. La etnia tutsi tiene un origen nilótico y emigró a lo que conocemos actualmente como Ruanda durante el siglo XV, proveniente de Etiopía mientras que los hutus son una etnia de origen bantú con origen en la zona de los Grandes Lagos.

30 años después del genocidio de Ruanda, es esencial repasar todos los elementos que provocaron la tragedia. Dentro de los aspectos fundamentales, es coherente ofrecer una explicación sobre quiénes son los hutus y los tutsis, principales protagonistas de este hecho histórico en el corazón del continente africano. En este artículo analizaremos a ambos, desde sus orígenes y su recorrido histórico pasando por sus diferencias e interacciones.

El mapa étnico de Ruanda

Ruanda es un pequeño país africano de 26.340 kilómetros cuadrados que cuenta con una población de 14 millones de habitantes y se ubica en la zona de Grandes Lagos de África. El crecimiento demográfico en esta zona del mundo es exponencial, ya que hay que tener en cuenta que en 1994, antes del genocidio, el país contaba con apenas 8 millones de habitantes.

A diferencia de otros países africanos en los que resalta la multiculturalidad y la diversidad étnica que en muchos casos es el principal termómetro que mide las disputas regionales y fronterizas, en Ruanda encontramos 18 tribus y únicamente 2 etnias, los hutus y los tutsis.

Tradicionalmente, estos dos grupos étnicos habían convivido bajo una misma cultura, idioma y religión y las categorías de hutus y tutsis hacían referencia al linaje y la ocupación económica llevada a cabo. Así pues, los hutus se dedicaban a la agricultura y los tutsis a la ganadería. Su categoría podía estar sujeta a modificaciones, como cuando cambiaban de ocupación o ocurrían matrimonios entre personas de distinto grupo étnico.

Los colonos belgas llegaron en 1923 tras la Primera Guerra Mundial, considerando que su buen gobierno de la sociedad ruandesa consistía en segmentar la sociedad, de forma que la división social existente pasaría a ser una división racial. Querían establecer un mecanismo de jerarquización que asumiera la tarea de gobierno y tuviera el control social.

Basándose en teoremas comunes en Europa durante los inicios del siglo XX y en una manipulación de la historia, se instala un nuevo orden social y político. La minoría tutsi pasaría a ser reconocida como una etnia superior y con rasgos más cercanos al pueblo europeo que les legitiman para imponerse a la mayoría hutu. En este caso, la teoría etnicista elaborada por el explorador británico John Hanning Speke, descubridor del Lago Victoria, se instauró en Ruanda.

En 1963, Hanning escribió que la cultura y civilización habían llegado al África central y la zona de los Grandes Lagos de la mano de una tribu caucásica, de origen etíope y descendiente del rey David. Se trata de una raza caracterizada por su mayor altura y sus rasgos más finos en comparación con los pobladores autóctonos, como era el caso de los tutsis. Esta raza representaba una clase superior a los «negroides autóctonos», que sería el caso de los hutus.

¿Quiénes son los tutsis?

La etnia tutsi tiene un origen nilótico y emigró a lo que conocemos actualmente como Ruanda durante el siglo XV, proveniente de Etiopía. A su llegada establecieron el Reino de Banyarwanda. Las etnias ya presentes en la zona, los hutus y los batwas (habitantes originarios de Ruanda), sucumbieron ante el dominio tutsi.

El hecho de que los tutsis fueran experimentados pastores dedicados a labores exhaustivas de ganadería mientras que los demás grupos étnicos se dedicaban a la caza, recolección y agricultura, favoreció la expansión del reino y el dominio tutsi a través de jefaturas territoriales a las que las actividades ganaderas aportaban la riqueza necesaria.

Desde entonces la convivencia entre tutsis y hutus fue unificándose en términos de cultura e idioma, con ell kiñaruanda, pero la diferencia de clases se acentuaba en tanto que los tutsis representaban los estratos más altos de la sociedad y los hutus se identificaban con los más bajos.

A los reyes tutsis se les conocía como Mwamis y a las madres de estos como Nyiramanyo o Madres del Buen Consejo. Se trataba de un rol no únicamente materno sino también inmiscuido en la administración y las decisiones políticas que tomaba la corte. Además, el consejo asesor de los reyes tutsis estaba formado por hutus, que eran conocidos como los abiiru. Pese a ser técnicamente parte del vasallaje el reino, sí que existía un sentimiento de admiración por parte de los tutsis de los conocimientos agrícolas y sanadores de los hutus.

Los tutsis conforman una minoría étnica en la totalidad de Ruanda, reuniendo en torno al 14% de la población total del país. En cuanto a las características físicas diferenciables, son personas más altas, de cara alargada, delgados, con una piel algo más clara y labios y nariz más finos en comparación con los hutus.

Sus gobiernos, especialmente durante la época colonial, se basaban en una superioridad étnica alentada por Bélgica sobre los hutus. Por lo tanto, desde el plano tutsi, la situación fue de dominio desde su llegada a Ruanda en el siglo XV y 1961, año del fin de la colonización.

¿Y los hutus?

Los hutus son una etnia de origen bantú con origen en la zona de los Grandes Lagos africanos. Llegaron a territorio ruandés durante el siglo I y su principal actividad económica siempre ha sido la agricultura. El desarrollo de estas actividades y su mayoría poblacional les hizo imponerse a los batwa desde un primer momento, situación que se prolongaría en el tiempo durante más de 500 años.

Una vez los tutsis se hicieron con el dominio a partir del siglo XV, los hutus comenzaron una subrogación como parte de un sistema feudal ganadero en el que la única forma de ascender socialmente era acumulando mucha riqueza, en casos muy excepcionales, pasando a ser un tutsi más. Sin embargo, hubo atisbos de cambio de paradigma durante el siglo XIX, atendiendo a las similitudes en cultura, religión y lengua.

Las autoridades coloniales de Alemania y Bélgica incrementaron las diferencias en este sistema basándose en intereses económicos y de poder. De esta forma, se llegó incluso a institucionalizar la identidad de ambas etnias, contando con hasta la expedición de un carnet étnico a modo de identificación en el que se especificaba si se trataba de un hutu o de un tutsi.

En cuanto a características físicas que les diferencias de la minoría tutsi, los hutus son más robustos, de piel más oscura y rostro redondo. Componen la mayoría étnica de Ruanda, alrededor del 84% de la población total del país, por lo que una vez el sistema colonial cayó las tornas se invirtieron y se convirtieron en los gobernantes con claros síntomas de rechazo a todos los tutsis.

Fin de la colonización y del genocidio en Ruanda

En 1961, Ruanda se independiza y pone fin a la etapa colonial con el abandono de las autoridades belgas. Desde entonces, el país abandona el orden monárquico articulado en torno al reino tutsi y se establece una república democrática en la que el gobierno vendría a estar formado por la casta mayoritaria, es decir, los hutus.

Dadas las tensiones previas entre ambas etnias, la situación no se calmó y se volvió extremadamente revuelta. El odio se exacerbó y los episodios de violencia eran constantes. Durante los años 70 y 80 los enfrentamientos eran constantes, hasta que en 1990 estalló la Guerra Civil ruandesa. A finales de los años 80, casi medio millón de ruandeses estaban refugiados en Burundi, Uganda, Zaire y Tanzania.

La guerra civil en el país se alargó hasta el mes de abril de 1994, cuando el presidente hutu Juvénal Habyarimana fue asesinado por el alcance de un misil mientras iba viajando en un avión particular junto al presidente de Burundi Cyprien Ntaryamira. Habyarimana se declaraba hutu moderado y durante esos meses previos en Ruanda existía un gobierno compartido entre ambas etnias denominado de transición tras los Acuerdos de Arusha de 1993.

Tras este magnicidio, se desencadena el genocidio de Ruanda, una serie de matanzas indiscriminadas en las que fueron asesinadas en torno a un millón de personas en apenas 100 días, con los hutus terminando con la vida de alrededor del 70% del total de los tutsis en el país.

Años más tarde, las heridas aun no han sido cerradas y las luchas entre hutus y tutsis han dado lugar a nuevos conflictos armados en la zona actualmente. Las guerras étnicas se extendieron por los países vecinos como la República Democrática del Congo y Burundi, siendo Ruanda país acogedor de hasta 85.000 refugiados.

Los etnicismos marcan gran parte de las disputas especialmente en sociedades con un fuerte arraigo identitario. Es el caso de los hutus y los tutsis, dos pueblos de un mismo país con pocas diferencias que se vieron arrastrados a una de las mayores tragedias jamás vividas en la historia reciente. El proceso de reconciliación posterior no ha sido ni mucho menos ejemplar, ya que el país sigue bajo gobiernos que limitan la libertad de expresión y restringen el pluralismo político.

En la actualidad, en los colegios se enseña a la población ruandesa que las etnias hutu y tutsi fueron impuestas por las autoridades coloniales belgas con el objetivo de dividir a un país armónico. Este relato se centra en que la sociedad no fue estratificada en base a etnias, sino a partir del estatus socioeconómico y la riqueza ganadera. En relación con esta nueva reconciliación, se aprobaron leyes contra el divisionismo étnico que fueron consagradas en la Constitución de 2003 a través de varios artículos que prohiben la discriminación y el divisionismo.

SÉ EL PRIMERO EN COMENTAR

Dejar respuesta:

Por favor, introduce tu comentario!
Introduce tu nombre aquí

Salir de la versión móvil