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¿Qué intereses estratégicos se esconden detrás de las inversiones de Arabia Saudí?

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El principal operador de telecomunicaciones saudí, STC group, podría convertirse en el máximo accionista de la compañía española Telefónica. No es la primera compra de una empresa estratégica europea y tampoco será la última: esta inversión forma parte del conocido como Plan Visión 2030 que va más allá de los intereses financieros y entra en el juego de la geopolítica.

El 5 de septiembre de 2023, Saudi Telecom Company (STC), una empresa multinacional de telecomunicaciones saudí, hizo público su anuncio respecto a una inversión de 2.100 millones de euros en la empresa española Telefónica. Esta inversión representa la adquisición del 9.9% de la participación en la compañía, lo que posicionaría a la entidad inversora como el socio con más acciones de toda Telefónica. La propuesta de adquisición no solo tomó por sorpresa a la entidad corporativa, sino que también generó preocupación en el Gobierno de España debido a los subyacentes intereses estratégicos que pueden albergar las inversiones multimillonarias de Arabia Saudí en una empresa nacional de tal calibre. 

El Plan Visión 2030 y la ruta de inversión saudí

Fue en el año 1938 cuando se hizo el primer descubrimiento de reservas petroleras en la región de Dammam, ubicada en el este de Arabia Saudí. Este acontecimiento marcó un hito histórico en la economía del país, catalizando su proceso de industrialización y su crecimiento socioeconómico. Desde entonces, la economía de este país de Medio Oriente ha estado estrechamente ligada a los ingresos generados por las exportaciones de petróleo. En 2021 Arabia Saudí fue el mayor exportador de petróleo bruto de todo el mundo, y en el año 2022, las exportaciones de este recurso representaron el 80% de sus ingresos totales y más del 40% de su Producto Interno Bruto (PIB). 

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Sin embargo, estas cifras muestran una disminución notable en la última década: desde el año 2013, los ingresos cayeron casi un 10% y el PIB cinco puntos. La necesidad de reducir esta dependencia se deriva de la evidencia de que el petróleo ya no es una opción sostenible para el futuro de Arabia Saudí. Se estima que, al ritmo actual de extracción, las reservas petroleras sauditas se agotarán por completo en un lapso de 60 años. Frente a este dilema, se encuentra la búsqueda de una solución sostenible que garantice la viabilidad futura del país. 

La monarquía de Riyadh lleva implementando desde los años 70 una serie de políticas y planes nacionales destinados a estimular el crecimiento económico no relacionado con el petróleo. Sin embargo, no sería hasta el 2016 que se trazaría la ruta de un plan integral de reformas socioeconómicas gubernamental, conocida como Plan Visión 2030, para impulsar la proyección de Arabia Saudí a nivel global.

Este Plan, liderado por el príncipe heredero y primer ministro, Mohammed bin Salman, tiene como objetivo la diversificación de los sectores de la economía saudita, así como el fomento del desarrollo sociocultural y la transformación tecnológica del país basada en la transmisión del conocimiento joven. Para ello, el reino utiliza los ingresos derivados del petróleo para realizar inversiones en una amplia gama de mercados y por las que el jeque árabe ha sido criticado en ocasiones por las consecuentes liberalizaciones de un país fuertemente arraigado a la tradición islámica. 

Este proceso se lleva a cabo a través del Fondo de Inversiones Públicas (FIP), que aunque fue establecido en 1971, se intensificaron sus inversiones y relevancia tras la asunción del liderazgo del primer ministro en marzo de 2015. En la actualidad, el FIP tiene inversiones en todo el mundo y emplea transferencias e inversiones de gran envergadura para fomentar su crecimiento en diversos sectores, como la construcción, la industria manufacturera, las energías renovables, el transporte y la logística, el turismo, las infraestructuras digitales, la sanidad y el entretenimiento.

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En la última década, el fondo público de la monarquía del Golfo ha trazado una significativa ruta de inversiones notables en empresas extranjeras. Esto incluye la compra del club inglés Newcastle United o la adquisición de participaciones millonarias en empresas estadounidenses como Uber en 2016; en Tesla, con un 5% de su capital; LucidMotors, con el 25%; o incluso, Microsoft o Paypal. Entros destaca que a principios de 2023, el fondo inyectó cerca de 500 millones de dólares en Magic Leap, una startup que se especializa en productos de realidad aumentada.

También se incluyen empresas británicas como SoftBank Vision Fund, representando casi el 50% del capital. A su vez, Riad recientemente ha desempeñado un papel destacado en el ámbito deportivo al contribuir en el fichaje de numerosas estrellas del fútbol y a albergar eventos deportivos de relevancia mundial, como el Mundial Masculino de Fútbol, el Circuito Europeo de Golf, el Diriyah ePrix, el Rally Dakar y el Gran Premio Saudí de Fórmula Uno.

Estos tan sólo son ejemplos del variopinto escenario de sectores de las inversiones saudíes en los últimos años. Por supuesto, el conjunto de estas acciones tiene varios objetivos principales recogidos en su Plan Visión 2030 para modernizar su economía y reducir la dependencia del petróleo: en primer lugar, incrementar la contribución del sector privado del 40% hasta llegar al 65% del PIB total; en segundo lugar, aumentar la inversión extranjera directa a 103.000 millones de dólares anuales hasta el año 2030; en tercer y último lugar, elevar los activos del FIP desde los 159.000 millones de dólares actuales a un total de 1.860 millones de dólares.

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Con todo ello, el principe Mohammed bin Salman pretende alcanzar la descarbonización de la economía. Sin embargo, todas estas actividades llevan implícitos otros intereses que tiene un impacto geopolítico. Para el investigador sénior asociado de CIDOB, Eduard Soler, Arabia Saudí invierte de forma consciente en empresas que le garantizan estatus y conexiones con los gobiernos, “a sabiendas que así si hubiera críticas políticas a su régimen la sangre no llegaría al río”.

¿Qué intereses estratégicos se esconden detrás de estas inversiones?

A nivel regional

Desde la década de los 70, las actividades financieras de Arabia Saudí en otros países se focalizaron en contribuir al desarrollo de naciones en Oriente Medio y el mundo islámico, ya sea mediante depósitos o préstamos proporcionados a través de su Banco central. A pesar de esta trayectoria, Madiha Afzal, miembro del programa de política exterior de la Brookings Institution, argumenta que en las últimas décadas, el país ha evolucionado de un modelo de actuación exterior donde se otorgaban préstamos a buscar oportunidades de inversión, no sólo para el propio desarrollo interno del país, sino también como herramienta de soft power a nivel regional en Oriente Medio. 

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En este caso, la adquisición de Telefónica, forma parte de esta estrategia que busca igualar la influencia de otros Estados del Golfo, según analistas como Neil Quilliam, investigador asociado del programa de Oriente Medio y Norte de África de Chatham House (Reino Unido). Entre ellos, destaca Emiratos Árabes Unidos —que ha ampliado su presencia internacional hasta llegar a Pakistán, India y, especialmente, Israel— o Qatar, que ya ha adquirido una participación cercana al 5% en Iberdrola, valorada en más de 6.000 millones. Todos estos casos resaltan una creciente tendencia en los países de la región por la búsqueda de influencia a través de inversiones estratégicas en empresas y sectores clave en todo el mundo.

Según David Hernández, analista de El Orden Mundial, medio que participa en la docencia del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, entre otros sectores Arabia Saudí busca potenciar el sector de las telecomunicaciones para convertirse en un «hub industrial» regional. Tanto es así que STC es una de las grandes compañías de telecomunicaciones de Oriente Medio y está controlada por un fondo público en un 65%. Para Hernández la maniobra de la compra de Telefónica mira también más allá del ámbito regional, africano o europeo si no que también mira a América Latina.

Para España

La adquisición de activos financieros de la compañía Telefónica, según indica el Catálogo de la Industria Española de Defensa de 2023-2024, posee gran importancia estratégica en el ámbito de la seguridad y defensa de España, en concreto, en la contribución esencial que realiza en la mejora de capacidad operativa de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Se ha de tener en cuenta que Telefónica desempeña un papel fundamental al proporcionar infraestructuras de telecomunicaciones, como el SECOMSAT, y comunicaciones tácticas y estratégicas de vanguardia. Estas capacidades son esenciales para garantizar la conectividad y la comunicación efectiva de las unidades militares en operaciones críticas, lo que se traduce en una mejora significativa de la coordinación y la toma de decisiones en situaciones de emergencia y seguridad nacional.

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Adicionalmente, esta empresa oferta servicios de ciberdefensa, ciberinteligencia y la transformación digital de las instituciones de defensa y seguridad del Estado a través del uso de tecnologías como el big data, la inteligencia artificial, servicios cloud (Nubes Tácticas), o el blockchain. Esto asegura la disponibilidad y la integridad de los sistemas de información críticos que muchas unidades del Ejército utilizan en su día a día, especialmente para mantener la capacidad de respuesta y adaptación en un entorno en constante amenaza y evolución.

Ya en el año 2003, en España se promulgó la ley, ampliamente reconocida como el «escudo antiopas», la cual tenía como objetivo la regulación de las inversiones extranjeras en empresas nacionales de carácter estratégico. Esta normativa se diseñó con la finalidad de prevenir que dichas empresas fueran adquiridas en momentos de profunda recesión en los mercados financieros. Por ello, en el contexto económico a raíz de la pandemia y ante la evolución significativa de campos como la inteligencia artificial (IA), la producción de chips y la utilización del big data en este tipo de empresas, el Gobierno aprobó en el año 2022 un real decreto con el propósito de actualizar el marco normativo vigente para proteger los sectores e intereses estratégicos de España.

Dentro de este decreto, el artículo 18 cobra especial relevancia al regular el régimen de autorización previa para inversiones extranjeras en territorio español, específicamente en actividades directamente relacionadas con la Defensa Nacional. Este artículo establece que, en el caso de que una compañía extranjera adquiera más del 4,9% del capital de una empresa española que actúe en el ámbito de la Defensa, se requerirá la autorización del Consejo de Ministros.

En este caso, STC, una empresa que pertenece en un 64% al fondo soberano de Arabia Saudí, supera el umbral establecido. Con una participación del 4.9% del capital, además de un 5% de otro tipo de instrumentos financieros, le permitirían tener casi el 10% de Telefónica, por lo que se requerirá el consentimiento del Ministerio de Defensa. Esta inversión, hoy, pone de manifiesto la importancia de la supervisión y el control del sector privado en situaciones que involucran intereses estratégicos nacionales.

Para la Unión Europea

Expertas como Raquel Jorge Ricart xxx y profesora del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, en un informe coescrito con Judith Arnal del Real Instituto Elcano, alertan que las infraestructuras de telecomunicaciones son un elemento fundamental para la autonomía estratégica de la UE. Sin embargo, habrían ido surgiendo “varios escollos que dificultan el cumplimiento de los objetivos de la Década Digital”. A esto se sumaría el hecho de que las cotizaciones en Bolsa de Telefónica han ido decayendo, abriendo la puerta a inversiones extranjeras.

Para el analista de El Orden Mundial (EOM) el caso de Telefónica es una cuestión estratégica. Si bien para Arabia Saudí los países europeos cada vez tienen “menos relevancia” y el país ha sido capaz de equilibrar sus relaciones, reducir su dependencia de Estados Unidos y de Europa aumentando su cercanía con Rusia, se podría decir que con España tiene una posición preferente para la política exterior poniendo como ejemplo los acuerdos en materia de Defensa.

A nivel internacional no hay que olvidar que Arabia Saudí va incrementando su influencia y contrapeso a Occidente formando parte hasta el punto de que los BRICS han invitado al país a formar parte.

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El caso de la Telefónica no es el primero y tampoco será el último. El grupo árabe E& confirmó el pasado mes de julio conversaciones para entrar de lleno en los mercados europeos a través de una colaboración con PPF Group, con sede en la República Checa. PPF Group consolidó su posición en el mercado europeo de las telecomunicaciones con la adquisición de los activos de Telenor en Hungría, Bulgaria, Montenegro y Serbia por 2.800 millones de euros en marzo de 2018, tras haber adquirido previamente O2 en la República Checa y Eslovaquia.

En 2021, la preocupación por las inversiones de terceros países sobre empresas europeas —sobre todo por parte de China— llevó a la UE a impulsar una reglamentación comunitaria de control que ampara a los Estados miembros para cortocircuitar ese tipo de operaciones. Sin embargo, la Comisión Europea sólo tiene un papel consultivo y la última palabra la tienen los gobiernos.

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Más allá de la economía

Arabia Saudí destina grandes esfuerzos en alcanzar un eficiente desarrollo socioeconómico a través de una diversa gama de inversiones en todo el mundo y en una amplia variedad de sectores. La búsqueda de un crecimiento sostenible, independiente de los ingresos petroleros, constituye un motivo central que ha guiado sus acciones. No obstante, es importante reconocer que estas inversiones van más allá de objetivos puramente económicos, ya que también dependen de un interés geopolítico regional, destinado a consolidar la posición de Arabia Saudí como un país de referencia entre las naciones del Golfo. Además, estas inversiones tienen implicaciones estratégicas considerables en los sectores en los que se realizan, como el caso destacado de Telefónica. 

La influencia y presencia de Arabia Saudí en empresas y proyectos estratégicos a nivel global reflejan su determinación por diversificar su economía y aumentar su influencia en el ámbito internacional. En este contexto, resulta evidente que las acciones de Riad trascienden los límites de lo meramente financiero, desempeñando un papel significativo en la configuración de la geopolítica y la economía global.

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