Te explicamos cinco razones estratégicas por las que al Kremlin le convendría la entrada de Kiev en la UE y por qué puede ser aceptable para sus intereses económicos y geopolíticos.
Aunque Vladímir Putin ha presentado la ampliación de la OTAN como una «línea roja», el propio presidente ruso repite desde febrero de 2025 que «nunca nos hemos opuesto a la posible adhesión de Ucrania a la Unión Europea». Detrás de esa aparente apertura hay, al menos, cinco cálculos estratégicos que explican por qué Moscú podría ver con buenos ojos (o, al menos, tolerar) la entrada de Kiev en la UE.
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Desmarcar OTAN y UE para fijar la verdadera «línea roja»
- El Kremlin asume que la OTAN es un bloque militar hostil con Rusia. La UE, en cambio, es un proyecto político-económico sin cláusula de defensa automática al estilo del Artículo 5 de la Alianza, lo que supone de facto una integración sin paraguas militar.
- Al aceptar públicamente la opción europea, Putin refuerza su narrativa de que el verdadero problema es la expansión militar occidental, no la integración económica de Ucrania.
- Además, el mensaje busca dividir a los socios occidentales: «Si queréis asociación económica, Rusia no lo impide. Lo intolerable es el paraguas militar».
Convertir la membresía en moneda de cambio negociadora
- El jefe del Kremlin menciona una y otra vez la posibilidad de «garantías de seguridad» para Kiev que no incluyan la OTAN.
- Permitir que Ucrania avance hacia la UE (pero no hacia la OTAN) crea un terreno intermedio susceptible de convertirse en un gran pacto de seguridad europeo en el que Moscú exigiría concesiones (levantamiento gradual de sanciones, reconocimiento de control sobre ciertos territorios, etc.).
Preservar el rol de Rusia como proveedor energético y corredor de tránsito
- Una Ucrania dentro del mercado único necesitará inversión en redes eléctricas, gas y ferrocarril compatibles con los estándares de la UE.
- Las compañías rusas pueden presentarse como socios naturales (por proximidad física y experiencia) para modernizar o seguir utilizando rutas de exportación de gas y petróleo hacia la UE, pese a la actual política de diversificación europea.
Diluir el nacionalismo antirruso con la «europeización» institucional
- El ingreso obligaría a Kiev a armonizar legislación, sistemas judiciales y prácticas administrativas con Bruselas.
- Moscú apostaría a que el largo y tecnocrático proceso de aproximación europea reduzca el fervor nacionalista de guerra y disperse la agenda política interna de Ucrania, haciéndola más predecible y, eventualmente, más abierta a compromisos bilaterales.
Debilitar la cohesión sancionadora dentro de la UE
- Incorporar a un país devastado por la guerra y con enormes necesidades financieras, obligaría a la UE a destinar ingentes recursos a su reconstrucción.
- En un contexto de fatiga presupuestaria, algunos Estados miembros podrían mostrarse más reacios a mantener (o ampliar) los paquetes de sanciones contra Rusia, una vez que Ucrania se siente protegida dentro del bloque y la guerra se congele.
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En síntesis, aceptar la ruta europea de Kiev permite a Putin redefinir el conflicto como una cuestión de arquitectura de seguridad (OTAN), no de esfera económica. Esa distinción le brinda palancas para negociar, oportunidades para seguir influyendo en la economía regional y la posibilidad de erosionar la unidad occidental sobre las sanciones, todo sin conceder la garantía militar que más teme: el paraguas atlántico.