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¿Qué supondría el abandono ruso de la Estación Espacial Internacional?

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Estación Espacial Internacional

Rusia ha anunciado que pretende abandonar la Estación Espacial Internacional después del 2024 y que construirá su propia estación en su lugar. Esta decisión afectaría al funcionamiento de la Estación y rompería la cooperación internacional en el espacio que lleva funcionando tras la carrera espacial en el contexto de la Guerra Fría. Además, podría catalizar dos procesos ya en marcha: el auge de China y de las empresas privadas en el espacio.

La Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), es un proyecto de colaboración científico entre cinco agencias espaciales: NASA (Estados Unidos), la estación rusa Roscosmos, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA, por sus siglas en inglés), la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA, por sus siglas en inglés).

Tiene una amplitud de 400 km y está situada en la órbita terrestre baja (OTB), entre la atmósfera y el cinturón de radiación de Van Allen. La situación exacta no en este espacio no es oficial, pero se sabe que se extiende entre los 1200 y 2000 km sobre la superficie de la Tierra.

Fundada en 1998, la Estación se consagraba como uno de los símbolos de cooperación entre Estados Unidos y Rusia, tras la carrera armamentística de la Guerra Fría. Esta es conocida como Carrera Espacial, una disputa entre los americanos y los soviéticos por el control estratégico del espacio exterior.

La competición comenzó en el año 1955, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética anunciaron sus intenciones de enviar satélites artificiales al espacio y culminó en 1975, con el acople de la nave Apolo-Soyuz.

Durante estas dos décadas, sucedieron algunos de los logros tecnológicos más importantes alcanzados por ambas potencias, como el lanzamiento del célebre satélite ruso Sputnik.

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A pesar de que la Estación Espacial Internacional ha sido uno de los mayores proyectos espaciales de cooperación internacional de la historia, su destino se ha puesto en entredicho desde la invasión Rusia de Ucrania.

Según los expertos, Rusia podría tener margen, hasta el año 2030, para desarrollar su proyecto por lo que contaría con el tiempo suficiente como para construir una Estación nueva como parece ser que es la intención.

Sin embargo, si este proyecto se considerara de forma cercana no se espera que Rusia pueda afrontarlo económicamente entre la guerra de ucrania y las sanciones internacionales. La última estación espacial rusa (en ese momento soviética) comenzó a funcionar en la década de los ochenta hasta el año 2000.

Tal y como advierte la investigadora Belén Yu Irureta-Goyena, en un artículo para el periódico El País, más “tarde o temprano” la salida de Rusia sucederá. Según la experta, catalizará dos procesos que ya están en marcha: el auge de nuevas potencias, como China (que podrían acercarse a los rusos o ocupar el hueco que dejan en la Estación Internacional) o el aumento de la participación del sector privado en la exploración espacial.

Este último proceso no es algo esencialmente nuevo y ya existen grandes empresas aeroespaciales que colaboran en algunas tareas en el espacio como la estadounidense Space X o la francesa Arianespace. Sin embargo, según explica Yu, aumentar la participación de estas empresas podría “menoscabar” la capacidad de actuación de las agencias gubernamentales. Este es para la investigadora, un supuesto que puede ser arriesgado a largo plazo.

Además, como explican en este artículo de EOM, medio que participa en el Profesorado del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, el derecho internacional sobre el espacio prohíbe que los países se declaren dueños de la Luna u otros cuerpos celestes. Sin embargo, no dice nada de las empresas. En este artículo explican por qué este vacío legal va a empezar a causar problemas y conflictos y en qué consiste lo conocido como New Space (explotación comercial del espacio).

No es la primera vez que Rusia amenaza con dejar la Estación Espacial Internacional

Como ya hemos mencionado Rusia ha informado a Estados Unidos que pretende abandonar la Estación Espacial Internacional. Yuris Borísov, el nuevo jefe de Roscomos, ha asegurado durante una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, que la intención de Rusia es retirarse después de 2024.

“Vamos a cumplir con nuestras obligaciones ante los socios, pero la decisión de abandonar la ISS tras 2024 ya está tomada”, ha declarado. Sin embargo, un portavoz de la NASA ha asegurado a Reuters que no aún han recibido ningún comunicado oficial al respecto.

Por otro lado, Kathy Lueders, jefa de operaciones espaciales de la NASA ha declarado en una entrevista, que los funcionarios rusos habían comunicado a la Agencia Espacial Estadounidense, que Roscosmos deseaba permanecer en la asociación mientras Rusia trabajaba para poner en marcha su proyecto orbital, denominado ROSS.

En esta línea, Roscosmos publicó el miércoles una entrevista con Vladimir Solovyov, director de vuelo del segmento ruso de la Estación Espacial Internacional, donde declaraba que Rusia debía permanecer en la Estación hasta que ROSS, el puesto orbital ruso, estuviera operativo.

“Nosotros, por supuesto, tenemos que seguir operando en la Estación Espacial Internacional hasta que creemos una reserva más o menos tangible para ROSS”, dijo Solovyov. “Debemos tener en cuenta que si detenemos los vuelos tripulados durante varios años, será muy difícil recuperar lo conseguido”.

Cabe destacar que esta no es la primera vez que Rusia amenaza con abandonar la Estación Espacial Internacional. En 2015, Roscosmos aseguró que dejaría la asociación en 2024, desarmaría sus módulos y los utilizaría para construir un puesto orbital propio. Más tarde, en 2021, Rusia anunció que probablemente no renovaría su acuerdo de cooperación con Estados Unidos para gestionar conjuntamente la Estación Espacial Internacional.

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En 2014, el entonces viceprimer ministro ruso, Dmitri Rogozin, anunció que Moscú rechazaría los planes de ampliar las operaciones de la ISS más allá de 2020, como protesta por las sanciones por la anexión de Crimea. La amenaza se retiró, pero la invasión de Ucrania por parte de Rusia provocó una nueva fractura en la cooperación espacial.

Finalmente, en 2021 Rusia anunció que probablemente no renovaría su acuerdo de cooperación con Estados Unidos para gestionar conjuntamente la Estación Espacial Internacional.

El impacto geopolítico de la salida de Rusia

La incertidumbre sobre el compromiso ruso insta al resto de las agencias espaciales que operan en la Estación Espacial Internacional a planificar la salida del país, mientras Rusia sigue presente en ella.

El módulo ruso en la Estación Espacial Internacional genera la potencia necesaria para evitar que la infraestructura pierda altura y acabe cayendo sobre la atmósfera terrestre. Para variar su altura de vuelo, los motores rusos están situados en el núcleo centra de la estación, en los módulos Zarya y Zvezdza, que fueron la primera aportación rusa al proyecto.

En el caso de que Rusia abandonara la Estación Espacial Internacional, la alternativa para impulsar la estación sería utilizar los motores de maniobra de los cargueros europeos o estadounidenses.

John Logsdon, exdirector del Instituto de Política Espacial de la Universidad George Washington, declara que con la postura de Rusia sobre la Estación Espacial Internacional, las agencias espaciales estarían incumpliendo su deber si no hubieran hecho planes de contingencia. “Ha habido una esperanza de que se pudiera persuadir a Rusia para que continuara [en la Estación], pero esa esperanza era anterior a Ucrania”, declara.

Pavel Luzin, analista militar y espacial ruso, señala en The Guardian que “con todas las ramificaciones de la situación de Ucrania, resucitar la cooperación entre Occidente y Rusia va a ser muy difícil. Estados Unidos y sus socios tienen que tomárselo en serio”.

De esta forma explicaba que si Rusia renuncia la tarea inmediata sería la de mantener la Estación Espacial Internacional en órbita. “Ese papel lo cumple ahora la nave espacial rusa Progress, que da a la Estación Espacial Internacional impulsos periódicos para mantener su altitud. Northrop Grumman y SpaceX son aspirantes a tomar el relevo si Rusia abandona, pero no es una tarea trivial. No es fácil, pero técnicamente es posible”, aseguraba Luzin.

Otra alternativa es pagar a Rusia para que continúe con su servicio de mantenimiento de estaciones. El profesor Jan Wörner, ex director general de la Agencia Espacial Europea, asegura que su “creencia y esperanza personal” era que Rusia continuara “más allá de 2024”.

“La estación sin los rusos no tiene sentido. Si el anuncio de Borisov se hace realidad, será el fin de la Estación Espacial Internacional. Quizá con algún esfuerzo extraordinario sea posible mantener la ISS sin Rusia, pero dudo que se haga”, afirma Wörner.

“Siempre he dicho que el espacio es un puente sobre aguas turbulentas y el régimen ruso rompió el puente. Sea cual sea el destino de la Estación Espacial Internacional, el siguiente paso en la exploración espacial humana verá cómo cambian las alianzas. Mientras que Estados Unidos, Europa, Canadá y Japón tienen planes para la Luna, incluida una estación espacial lunar, Rusia se asociará con China para una estación lunar y una base lunar independientes”, declara el profesor.

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“El problema es que el programa espacial ruso es imposible sin la cooperación espacial con Occidente. Rusia perderá su programa espacial tripulado, su programa de exploración espacial, el sistema Glonass [de navegación por satélite] e incluso la parte militar de su actividad espacial, porque todos estos campos dependen de los componentes, el equipo industrial y las tecnologías estadounidenses, europeas y japonesas”, añade.

Según Logsdon, el descontento de Rusia con la Estación Espacial Internacional es una oportunidad para reflexionar sobre si la existencia estación ha llegado a su fin. “Estados Unidos podría, con el acuerdo de sus socios, decir basta y cambiar sus planes y abandonar la órbita antes de tiempo”.

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