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¿Ha impactado la pandemia en la radicalización terrorista en Europa?

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En este artículo profundizamos en cómo la pandemia ha impactado en los métodos de captación terrorista y en los fenómenos de radicalización en Europa basándonos en los informes de Interpol y Europol.

Durante la pandemia de COVID-19, la combinación de una mayor presencia en línea y el aislamiento social profundizaron la susceptibilidad hacia la radicalización, sirviendo como pretexto para quienes defienden las ideologías extremistas. Desde el inicio de la pandemia, los grupos terroristas yihadistas, pero más notablemente los de derecha, izquierda y anarquista, han enmarcado los temas de COVID-19 en línea con sus respectivas ideologías.

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Pese a lo aventurado que pudiera resultar el intentar vincular la evolución de una situación tan incierta como la pandemia de Covid-19 con la amenaza compleja y multidimensional de la violencia terrorista, durante la primavera y el verano de 2020, un número considerable de analistas e investigadores con experiencia en la observación e investigación del fenómeno terrorista proporcionaría una variedad de predicciones con carácter preliminar.

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Ya es una realidad visible cómo tanto los extremistas de derecha como de izquierda abordaron nuevos temas de propaganda durante la pandemia. Entre estos se incluyen las teorías de conspiración sobre el origen de la pandemia de COVID-19, desinformación sobre el despliegue de vacunas y denuncias de vigilancia masiva por parte de las autoridades. Los sitios web, los blogs, las redes sociales, así como varias aplicaciones de mensajería encriptada han jugado un papel importante en la difusión de material de esta propaganda durante la crisis sanitaria.

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Adicionalmente, las restricciones relacionadas con la COVID-19 dificultaron actividades físicas como el networking, entrenamiento, reclutamiento y adquisición de armas, interrumpiendo al mismo tiempo las actividades tradicionales de financiación terrorista y los flujos físicos de circulación de dinero. Como consecuencia, los servicios financieros en línea y los activos virtuales se han vuelto más prominentes en el financiamiento del terrorismo, especialmente en la escena terrorista yihadista y de extrema derecha.

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La pandemia como herramienta de radicalización terrorista

Al comienzo de la pandemia, algunos grupos terroristas y otros agentes no estatales aprovecharon las circunstancias para reforzar su poder e influencia, en particular entre los grupos de población local, o para aumentar sus recursos económicos externos. 

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Un informe publicado por la Interpol a finales de 2020 recogía cómo las consecuencias de la COVID-19 en la economía mundial afectarían de forma indirecta a los fondos de que disponen las organizaciones terroristas, señalando el uso de la desinformación y de teorías de la conspiración como un denominador común en todo el espectro de movimientos visionarios, y como un indicador de las amenazas predominantes contra objetivos prioritarios.

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El informe también destacaba la presencia de partidarios de la extrema derecha en las actividades de oposición a las medidas de lucha contra la pandemia en un número cada vez mayor de países occidentales ilustrando los intentos de utilizar la pandemia para explotar las divisiones.

Además aseguraban que el restablecimiento recurrente de las medidas restrictivas puede sustentar un cierto malestar social y repercutir en el momento escogido para la comisión de actos terroristas, así como en los objetivos de estos.

Como ejemplo de esto, durante el periodo primaveral de 2020 el ISIS se pronunció en varias ocasiones acerca de la crisis del coronavirus en aras de su beneficio, potenciando su mensaje con la intención de ganar más seguidores y sembrar el miedo entre la población.

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En su revista semanal Al-Naba, manifestaron que el impacto de la pandemia en lugares Occidentales como Estados Unidos o Europa les beneficiaba, basándose en los problemas causados por esta, que iban más allá de los sanitarios, como por ejemplo las dificultades económicas que atravesaban numerosas familias. 

En relación también a Occidente, hicieron hincapié en el temor de la sociedad ante la posibilidad de que sucediese un atentado en una gran ciudad, ya que los hospitales estaban colapsados por la pandemia y la falta de personal sanitario. La organización terrorista sabía que un atentado en este contexto aumentaría de forma indirecta el número de víctimas, al no haber recursos suficientes para hacer frente a todas los afectados de la misma forma que se haría en una situación normal.

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Algunos expertos veían probable que algunos grupos yihadistas, como los talibanes o al Shabaab, los cuales disponen de unidades especializadas en la asistencia social, humanitaria y sanitaria, pudiesen a su vez intentar promover una «yihad de la salud», movilizando personal y medios propios para ofrecer asistencia sanitaria, apoyo y ayuda humanitaria a sectores sociales desfavorecidos, con el objetivo de sumar afiliados a su causa. 

Por otro lado, algunos analistas llegaron a plantear que la propagación del coronavirus y la alta probabilidad de que alcanzara a una cierta cantidad de terroristas podría conducirles a convertir el virus mismo en un arma. De esta forma se daría lugar a acciones dirigidas a su expansión selectiva en ciertos sectores de población (por ejemplo, fuerzas de seguridad y fuerzas armadas o comunidades enemigas) o difundirlo indiscriminadamente.

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La directora de la agencia de coordinación policial de la Unión Europea, Catherine De Bolle, señaló que «estos grupos, extremistas, terroristas, están también encerrados en casa, sujetos a las medidas de prevención. Se puede decir que tuvieron dificultades para encontrar lugares de entrenamiento, identificar posibles blancos adecuados o actuar, porque no podían salir de casa”. 

Ambos organismos coinciden en que la propaganda difundida por extremistas durante los dos últimos años ha encontrado en las informaciones falsas sobre el COVID-19 su principal gancho de atracción. 

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Según el Informe sobre Situación del Terrorismo y Tendencias 2022, elaborado por Europol, el perfil que dibuja el organismo europeo de las personas atraídas por el terrorismo es el de alguien violento, anti-COVID-19 y antigubernamental, que no está afiliado al extremismo tradicional, siendo los menores y jóvenes los más vulnerables a la influencia de grupos violentos de todo tipo. El informe señala, por ejemplo, cómo «los terroristas de derecha utilizan cada vez más plataformas y servicios de juego para canalizar propaganda dirigida a una generación más joven de usuarios».

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Impacto de la pandemia en los métodos de captación y modus operandi

El tiempo empleado en navegar por la red disparó en todas las edades durante el confinamiento. Esto no solo supone una mayor exposición a ser captados por un agente reclutador online, sino que también agravó algunos procesos de radicalización. A medida que iba pasando el tiempo de confinamiento y el individuo, que en un principio era simpatizante, navegaba en la red más horas visualizando contenido, ha ido subiendo escalón a escalón su grado de radicalización. En algunos casos llegando a eliminar el rechazo que en un principio sentía a cometer actos violentos.

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Es crucial recordar que los grupos terroristas ya estaban explotando las redes sociales, los servicios de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram, los videojuegos e Internet en general como herramientas de reclutamiento ideales para atraer nuevos miembros entre adolescentes y menores.

Y es que la edad juega un papel importante en esta situación, ya que las personas pasan por un proceso de maduración durante la adolescencia y la juventud que las prepara para la edad adulta, lo que convierte a este grupo de edad en objetivos prioritarios de las organizaciones terroristas por su vulnerabilidad a la manipulación.

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Los grupos terroristas son conscientes de ello y han desarrollado técnicas de reclutamiento dirigidas a este tramo de edad, así como otras segregadas por sexo, como aquellas dirigidas exclusivamente hacia mujeres jóvenes y solteras. 

Asimismo, debido a las restricciones de movimiento y viaje provocadas por la pandemia, el ISIS ha incitado recientemente a estos individuos a cometer atentados allá donde se encuentren, sin necesidad de que la persona viaje a territorios de conflicto, emprendiendo actos terroristas en su propio país con lo que tenga más a mano (armas blancas, furgonetas, drones…). Con estos individuos surge uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad: los conocidos como terroristas autónomos o «lobos solitario».

Según el presidente del Comité de Contraterrorismo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Kais Kabtani, la intensificación del uso de internet por actores terroristas a consecuencia de la pandemia podría ayudar a aumentar la conectividad entre aquellos actores y otros elementos criminales.

Además, esta inmersión en internet podría fomentar una mayor implicación de estos grupos criminales en ciertas actividades ilícitas que sirvieran para dar apoyo a la violencia terrorista y los grupos que la practican, como multiplicar sus comunicaciones con fines de adiestramiento virtual y reclutamiento o cometer delitos cibernéticos dirigidos a obtener fondos o comprar armas.

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Finalmente, en cuanto a métodos de financiación, una mayor disponibilidad de sitios web de crowdfunding, que brindan oportunidades para llegar a un gran número de donantes y recaudar rápidamente cantidades considerables de dinero, ha convertido a esta forma legítima de recaudación en atractivo para terroristas y extremistas.

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