El primer ministro activa un plan de austeridad récord que incluye recortes de gasto, nuevos impuestos y un objetivo de déficit del 4,6% del PIB en 2026.
El primer ministro francés, François Bayrou, presentó el 15 de julio de 2025 ante la Asamblea Nacional un plan de ajuste de 44.000 millones de euros con el que París pretende reducir el déficit al 4,6% del PIB en 2026 y contener una deuda que crece «5 000 euros cada segundo». El dirigente afirmó que «este es nuestro momento de la verdad» y advirtió de que el servicio de la deuda podría alcanzar los 100.000 millones anuales en 2029 si no se actúa.
Las medidas se aplicarán desde 2026 y combinará recortes de gasto y nuevos ingresos. Habrá congelación de pensiones y prestaciones, un «año en blanco» para el presupuesto de todos los ministerios (salvo Defensa), la eliminación de dos días festivos (Lunes de Pascua y 8 de mayo) para elevar la productividad, se recortará el gasto social y sanitario y no habrá crecimiento salarial para trabajadores públicos. Además, se reducirá la plantilla estatal: «No se reemplazará a uno de cada tres funcionarios que se jubilen», explicó Bayrou.
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En el capítulo fiscal, se creará una «contribución de solidaridad» dirigida a las rentas más altas y se reforzará la lucha contra el fraude. Respecto a esta última medida, el primer ministro sostuvo que «el esfuerzo debe recaer en todas las categorías de franceses», aunque insistió en que las capas con mayores ingresos aportarán más.
El Gobierno prevé asimismo ahorros de 5.000 millones en sanidad mediante controles sobre recetas y bajas laborales. De igual modo, se fusionarán agencias públicas y se venderán activos inmobiliarios estatales considerados improductivos, lo que aportará recursos adicionales y, según el Ejecutivo, mejorará la eficiencia administrativa. Entre otras medidas destacadas, se simplificarán procesos burocráticos para dinamizar la economía, en 2026 y los posteriores años no se podrá gastar más que en 2025 (salvo defensa) y no se actualizarán baremos impositivos ni de ayudas públicas en función de la inflación.
Críticas y apoyos a la medida
Bayrou defendió la dureza del plan evocando la crisis griega y recordó que Francia lleva medio siglo sin cuadrar sus cuentas. «Nunca debemos olvidar el ejemplo de Grecia», subrayó, alertando sobre el riesgo de perder credibilidad ante los mercados si el país sigue financiando gasto corriente con deuda.
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La oposición criticó la medida. Los diputados socialistas denunciaron «un castigo a pensionistas y empleados públicos», mientras que partidos de izquierda acusaron al Gobierno de «austeridad ideológica». Desde la derecha, Les Républicains reclamaron más rebajas de impuestos para estimular la actividad, aunque reconocieron la «gravedad» de la situación financiera.
El proyecto se someterá a votación en octubre junto con el presupuesto de 2026. Bayrou apeló al consenso parlamentario al concluir su discurso: «La deuda no tiene color político. Es un peligro común que exige responsabilidad compartida».