Desde el comienzo de la guerra comercial global iniciada por Trump el 2 de abril de 2025, usuarios occidentales de TikTok están siendo inundados con videos y directos de influencers y fabricantes chinos que muestran el presunto «detrás de cámaras» de la fabricación de productos de marcas reconocidas como Lululemon, Nike y otras firmas de lujo. Este fenómeno no es casualidad: coincide con la imposición de aranceles masivos por parte de Estados Unidos a los productos chinos, agrandando una guerra comercial que ya venía gestándose desde hace tiempo y que trasciende las barreras físicas.
La guerra arancelaria establecida por la administración Trump ha introducido grandes impuestos para las exportaciones chinas a Estados Unidos. Esta medida ha provocado una respuesta inmediata de China, que está aplicando la política de un «arancel por arancel». Esto supone gravar las exportaciones estadounidenses a su territorio al mismo nivel que las que impone el gigante americano.
En este contexto de grandes tensiones comerciales, TikTok se ha convertido en una pieza clave del tablero. La aplicación, propiedad de la empresa china ByteDance, enfrenta la amenaza de prohibición en Estados Unidos a menos de que se venda a una empresa estadounidense que controle al menos el 51% de la propiedad. El presidente Trump sigue firmando órdenes ejecutivas que extiende el plazo para que TikTok siga operando mientras se busca un comprador.
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Lo significativo es que, según diferentes fuentes, Beijing está presionando para frenar un potencial acuerdo entre EE.UU. y TikTok. Asimismo, The Associated Press reportó que ByteDance llamó a la Casa Blanca para decir que China no aprobaría el acuerdo hasta que hubiera negociaciones sobre comercio y aranceles. El propio Trump reconoció esta situación cuando escribió en Truth Social que entendía que «China no estaba feliz por la imposición de los aranceles», pero esperaba «seguir trabajando con el país para cerrar el acuerdo».
La invasión de los «influencers de fábrica» en TikTok
A partir de mediados de abril de 2025, un fenómeno comenzó a manifestarse en la plataforma. Una cantidad significativa de influencers chinos comenzaron a grabar videos y realizar directos desde fábricas que supuestamente abastecen a marcas occidentales reconocidas. Esto responde a la posible relajación de las normas anticopyright que existían en TikTok y que ahora no se aplican como represalia contra la medida de Trump.
Estos creadores de contenido muestran los procesos de fabricación y afirman que los mismos productos que las marcas occidentales venden a precios elevados pueden adquirirse directamente de las fábricas chinas a un coste muchísimo menor. En uno de los videos virales, la usuaria @LunaSourcingChina aparece frente a una fábrica que, según afirma, produce prendas similares a las de Lululemon por apenas 5 o 6 dólares, en contraste con los más de 100 dólares que se pagan en Estados Unidos.
«El material y la confección son prácticamente los mismos», asegura la influencer, animando a los usuarios a comprar directamente a los fabricantes. Muchos de estos videos incluyen enlaces y datos de contacto para facilitar la compra directa e incluyen muchísimas marcas. Además, se facilitan plataformas occidentales como WhatsApp y PayPal que garantizan una comodidad extra y sencilla para este público. El objetivo es potenciar la venta proveedor-cliente y así evitar las pérdidas de un posible éxodo de China.
El algoritmo de TikTok: ¿cambio estratégico o coincidencia?
La avalancha de estos videos promocionales y directos de fábricas chinas que aparecen de forma constante en los feeds de los usuarios estadounidenses y occidentales plantea interrogantes sobre un posible cambio en el algoritmo de TikTok. Aunque no hay confirmación oficial de modificaciones técnicas, es evidente que la plataforma está permitiendo o incluso favoreciendo la difusión de este tipo de contenido.
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El aumento de publicaciones también pone en evidencia una mayor eficacia y perfeccionamiento de los creadores y fabricantes chinos para llegar a la vida cotidiana de los occidentales, y sorprende la rapidez a la que lo han logrado. Además, el algoritmo de TikTok y su capacidad para influir en la información que ven millones de usuarios estadounidenses es precisamente uno de los principales motivos de preocupación del gobierno de Estados Unidos y en los países occidentales, sede de muchas de estas grandes firmas que ven las potenciales pérdidas económicas que pueden tener tras estos videos.
Tom Harper, profesor de relaciones internacionales chinas en la Universidad de East London, observa que «estas publicaciones son mucho más confrontativas y burlonas con EE.UU., en lugar de mostrarlo como una amenaza». Esto sugiere un posible cambio de política en el tipo de contenido que el algoritmo está priorizando mostrar a usuarios occidentales, con el objetivo de poner en evidencia a las grandes firmas occidentales y eludir así los aranceles.
La estrategia de doble filo: exponer la hipocresía y eludir aranceles
Los videos no solo buscan promocionar y vender productos; también tienen un componente ideológico evidente. Algunos creadores critican directamente las políticas comerciales estadounidenses y apelan a los ciudadanos del gigante americano, y también de sus socios comerciales occidentales.
El usuario @neil778027 afirma en uno de sus videos. «Durante décadas, tu gobierno y tus oligarcas han enviado tus puestos de trabajo a China, no por diplomacia, no por paz, sino para explotar mano de obra barata y, en el proceso, han vaciado tu clase media, han hundido a tu clase trabajadora y te han dicho que estés orgulloso mientras vendían tu futuro por beneficios. Americanos, no necesitáis un arancel, necesitáis una revolución».
Esta narrativa busca exponer lo que consideran la hipocresía de las marcas occidentales que fabrican sus productos a bajo coste en China y los venden con enormes márgenes de beneficio en Occidente. Otro usuario, @senbags, afirma que muchas marcas de lujo fabrican sus bolsos en China y luego se envían a países europeos donde simplemente les ponen el logo para poder etiquetarlos como «Hecho en Italia» o «Hecho en Francia».
Según este influencer, las icónicas Birkin Bags de Hermès, que se venden entre 20.000 y 35.000 dólares, cuestan apenas 1.200 dólares fabricarlas. Al igual que este usuario, miles más realizan un contenido idéntico que se está replicando constantemente en occidente, cambiando las narrativas y las formas de comerciar de muchas personas, que están cayendo al modelo fabricante-comprador al ver las ventajas que estos les ofrecen por un coste mucho menor. Todo esto, bajo el total amparo de TikTok, que demuestra el potencial de las nuevas narrativas en redes sociales.
La respuesta de los expertos: ¿estrategia legítima o falsificaciones?
Los especialistas tienen opiniones divididas sobre este fenómeno. Conrad Quilty-Harper, autor de Dark Luxury, un boletín sobre la industria de lujo, señaló al medio The Independent que «están tratando de confundir a los fabricantes falsos de China con los fabricantes reales».
«Son muy inteligentes con sus redes sociales y son muy eficaces a la hora de impulsar la demanda en Occidente», añadió el especialista, sugiriendo que podría tratarse de una estrategia de los fabricantes de productos falsificados para aprovechar la polémica de los aranceles y la flexibilización del algoritmo de TikTok para así aumentar sus ventas.
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Por otro lado, Cameron Johnson, socio principal de la consultora Tidalwave Solutions con sede en Shanghai, ve el fenómeno como «parte de un cambio fundamental en las prácticas de compra en China». «En el pasado, podías recurrir a un intermediario o a una empresa comercial para abastecerte de productos para tu trato con el control de calidad o ir a visitar la fábrica, establecer esas relaciones, y luego quizás vendrías de vez en cuando», explicó Johnson a Bloomberg TV. «Pero ahora lo que estamos viendo es una democratización completa del abastecimiento de productos».
Las implicaciones para el futuro del comercio mundial
Esta situación plantea cuestiones importantes para el futuro de las relaciones comerciales internacionales. Una preocupación es si las fábricas tienen acuerdos de confidencialidad con sus clientes y cómo estos videos podrían afectar las relaciones comerciales de larga duración entre las marcas y sus fabricantes.
El viernes 11 de abril, Estados Unidos anunció exenciones arancelarias para varios productos chinos, incluidos productos electrónicos, ordenadores y semiconductores, aunque estas excepciones no afectarán a la mayoría de los productos exportados por China a Estados Unidos, como la ropa y los accesorios que aparecen en esos videos.
Lo que parece claro es que la guerra comercial entre Estados Unidos y China está tomando nuevas dimensiones, y TikTok se ha convertido en un campo de batalla digital donde se libra una parte de esta confrontación económica y política. Además, prohibir esa red social en el gigante americano ya ha demostrado que puede no salir bien por la cantidad de influencers y personas que dependen económicamente de ella. Pekín lo sabe, y juega todas sus cartas en este conflicto comercial antes de llegar a un acuerdo.
La digitalización de la guerra comercial
El caso de los influencers chinos en TikTok ilustra cómo las tensiones comerciales entre las potencias mundiales pueden manifestarse también en espacios digitales que inicialmente parecían ajenos a estos conflictos. La plataforma, que comenzó como un espacio para videos de entretenimiento, ahora sirve como vehículo para enviar mensajes económicos y políticos en este mundo multipolar.
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Si bien no hay evidencia concluyente de un cambio deliberado en el algoritmo de TikTok ordenado por las autoridades chinas, el fenómeno coincide estratégicamente con el inicio de la guerra comercial impulsada por Trump. Lo que es indudable es que estos videos están encontrando su camino hacia los usuarios occidentales. Además, plantea preguntas sobre la capacidad de los algoritmos para moldear narrativas, la transparencia en la cadena de suministro global y los márgenes de beneficio de las grandes marcas.
Mientras tanto, TikTok sigue en el limbo legal en Estados Unidos, con su destino entrelazado con las negociaciones comerciales más amplias entre las dos mayores economías del mundo. El algoritmo que decide qué contenido vemos podría estar convirtiéndose, inadvertidamente o no, en una herramienta de persuasión más de esta confrontación mundial.
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