Taiwán ha optado por priorizar su alianza estratégica con Estados Unidos frente a las tensiones comerciales. Su dependencia de TSMC subraya la importancia de mantener esta cooperación, especialmente ante las amenazas de China.
La historia siempre se repite, cambiando sus actores y escenarios. Las guerras económicas y comerciales han sucedido a lo largo de la historia, desde las colonizaciones, los piratas, e incluso antes. Por citar un caso concreto, en 1373, Portugal firmó un tratado con el reino de Inglaterra. El tratado tenía como objetivo beneficiarse de su protección frente a la voluntad anexionista de Castilla.
Este acto diplomático marcó el inicio de la Alianza Anglo-Portuguesa. Inglaterra ofreció apoyo militar a cambio de relaciones comerciales privilegiadas, fortaleciendo así un vínculo estratégico. Este vínculo perduraría durante siglos, aunque se ha ido reinventando con el tiempo.
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Así como las alianzas y los tratados evolucionan y se reinventan, lo mismo sucede con las guerras. Estas se han sofisticado de la misma manera en la que ha evolucionado la propia sociedad. En la actualidad, tenemos muchos nuevos conceptos para definirlas.
Desde la tipología desarrollada por Correlates of War o las categorizaciones del Upssala Conflict Data Program, la academia se ha esmerado por encontrar los matices que diferencian cada conflicto y cada guerra para prevenirlos. Pero, ¿es verdaderamente posible? ¿Podríamos erradicar la competencia y las dinámicas de poder entre los estados?
Estados Unidos y China han estado en competencia en distintos ámbitos durante muchos años. Su rivalidad comercial llevó a la primera administración de Donald Trump a una guerra comercial. Esto no ha cambiado durante su segundo mandato. Más bien, ha escalado, y la guerra de aranceles afecta a todos los estados con relaciones comerciales con Estados Unidos.
A lo largo de la historia, las tensiones entre China y Estados Unidos en torno al estrecho de Taiwán han sido persistentes. Esta zona geográfica ha sido objeto de controversias durante las últimas décadas debido a diversos factores. Entre ellos se encuentran el dominio ideológico global, su ubicación estratégica militar, el comercio internacional y los reclamos de soberanía. Los intereses estratégicos de las grandes potencias en la región tienden a diversificarse y volverse cada vez más complejos. Así, un interés militar o político puede entrar en conflicto con intereses económicos, y viceversa.
Es decir, un país puede establecer una alianza militar con otro, mientras mantiene disputas comerciales con el mismo. Un ejemplo reciente de esta dinámica es la imposición de un arancel del 32% por parte de Donald Trump a productos taiwaneses. Frente a esta medida, Taiwán optó por no responder con medidas recíprocas.
A continuación, se indagará cómo la dependencia de Taiwán con Estados Unidos lo lleva a priorizar las negociaciones antes que las represalias.
El déficit comercial de Estados Unidos con Taiwán
La manera en la que Estados Unidos justifica sus medidas arancelarias está en el déficit comercial de EE. UU. con Taiwán, es decir, Estados Unidos está importando más productos desde Taiwán de los que exporta. El desequilibrio comercial el último año alcanzó los 73.900 millones de dólares, lo cual representa un aumento del 54,6% respecto al año anterior, reflejando el crecimiento del desequilibrio.
El gobierno taiwanés defiende el superávit comercial con EE. UU. como un resultado de la alta demanda de chips relacionados con la inteligencia artificial, impulsada por la propia política de seguridad nacional estadounidense.
Además, el gobierno de Trump actualmente busca consolidar el liderazgo de Estados Unidos en el mundo. Por ende, aunque sus objetivos geopolíticos se alineen estratégicamente con los de Taiwán, Trump los ha acusado de haber robado el negocio a Intel. Simultáneamente, esto se podría estar alineando con el interés que hoy expresan en las tierras raras de Ucrania, fundamentales para la industria de semiconductores.
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Taiwán produce alrededor del 90% de chips de alta integración y 41% de los microprocesadores en Asia, y, en su mayoría, son de TSMC. Las declaraciones de EE. UU. son alusiones directas a TSMC, quienes ejercen un dominio significativo sobre el mercado de los circuitos integrados. TSMC tiene una participación aproximada del 60%. A diferencia de otros países como China, Taiwán no respondió con aranceles a las medidas comerciales impuestas por Donald Trump. Esto ocurrió a pesar de que su economía depende en gran medida de los ingresos de TSMC.
Inicialmente, Estados Unidos impuso un 34% de aranceles a productos chinos, lo que desató una escalada comercial. En represalia, China anunció un incremento de sus propios aranceles contra Estados Unidos del 34% al 84% a partir del 10 de abril. Ante esto, el presidente Trump respondió elevando los aranceles a productos chinos hasta un 125%.
Razones económicas y geopolíticas de Taiwán para no responder con aranceles
Un porcentaje importante del IED de EE. UU. a Taiwán es motivado por los sectores de tecnología avanzada, manufactura y servicios. En el 2022, el total de IED estadounidense en Taiwán alcanzó los 16.700 millones de dólares. Esto resalta la importancia de las conexiones económicas y tecnológicas entre ambos países. Además, explica por qué TSMC es una pieza clave en las relaciones comerciales del estado taiwanés.
Empezando por la diversificación de estructura de TSMC fuera de Taiwán, Estados Unidos se ve beneficiado. Esto representa una amenaza para la economía taiwanesa. Una descentralización de TSMC podría debilitar su postura e imagen frente a otros estados.
Este proyecto de diversificación inició hace más de 4 años. TSMC ha estado construyendo infraestructuras en Arizona, lo cual cumple con el propósito de protegerse frente a los aranceles de Estados Unidos. «Las plantas de TSMC en Arizona nos darán un gran porcentaje del mercado de chips» dijo Trump. A lo cual CC Wei acotó que esta iniciativa representa la mayor inversión extranjera jamás realizada en territorio estadounidense. Adicionalmente, estar en tierra representa protección para TSMC en el caso que un conflicto bélico entre China y Taiwán se detonara.
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TSMC representa el 15% del PIB taiwanés y, frecuentemente, se le denomina el «escudo de silicio» de Taiwán. Esto se debe a que sirve como un incentivo estratégico para que la comunidad internacional proteja tanto a la isla como al suministro global de chips frente a posibles amenazas de China.
En cuanto a seguridad, Taiwán depende de la protección y presencia de Estados Unidos en su territorio. Esto representa otro motivo para no permitir que escalen las tensiones comerciales entre ambos estados. A pesar de las medidas proteccionistas de EE. UU., el gobierno de Taiwán busca fortalecer sus vínculos de seguridad con ellos. La defensa de la isla es prioridad y buscan desanimar a China de actuar contra ellos. El presidente William Lai propuso aumentar el gasto en defensa hasta el 3% del PIB. La intención es adquirir más armas estadounidenses, dado el hecho de que otros estados han comenzado a darles la espalda.
La ubicación estratégica de Taiwán, a solo 130 km de la costa china, lo convierte en un punto crítico de conflicto geopolítico. Además, los crecientes ejercicios militares chinos y las amenazas de cercar la isla refuerzan su relevancia. Aunque Estados Unidos no mantiene tropas permanentes en Taiwán, su posición sigue siendo de gran interés estratégico.
Está situado en el centro de la primera cadena de islas, una línea estratégica de bases militares estadounidenses en Asia. Esta línea atraviesa Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas. Mientras ellos tengan interés en proyectar su poder militar hacia las costas chinas, sus intereses serán protegidos. Lo mismo ocurrirá con los intereses de sus aliados en el Indo-Pacífico.
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Esto refleja la relevancia geopolítica de Taiwán, y su rol en la estrategia de seguridad y dominio de Estados Unidos en Asia. Paralelamente, la dependencia de la seguridad de Taiwán también se basa en el interés estratégico de Estados Unidos en la región.
La necesidad de mantener el respaldo
Es cierto que las medidas amenazantes de Pekín han incentivado a Taiwán a priorizar la alianza estratégica sobre la reacción comercial. La isla está atrapada en una compleja red de dependencias geopolíticas y económicas, lo que refuerza su vulnerabilidad y, al mismo tiempo, su relevancia en la estrategia de seguridad global. Para Taiwán, mantener su rol como socio clave de Estados Unidos a través de TSMC es más estratégico que imponer aranceles, ya que garantiza la estabilidad económica mediante la industria de semiconductores, esencial para su PIB.
Al priorizar la negociación de los aranceles en lugar de tomar medidas represalias, demuestra su pretensión de mantener sus relaciones con EE. UU., y resalta los intereses que comparten que facilitan la cooperación en este vínculo. Reflejando así la naturaleza histórica de las alianzas entre estados, y cómo su interdependencia incrementa con la complejidad del conflicto y sus interconexiones.
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