La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha trascendido lo económico, convirtiéndose en una lucha por el orden global. Marc Vendrell, Director Académico del Máster Profesional de Analista de Inteligencia y del Máster Profesional de Analista Estratégico y Prospectivo y del Curso de Analista Político Internacional, explica a través de la Teoría de Juegos por qué la cooperación sigue siendo difícil entre ambas potencias y cómo, a largo plazo, rebajar los aranceles podría ser la única opción para evitar una mayor pérdida para ambos.
Desde que Trump ha vuelto a la Casa Blanca, no ha existido un día sin un titular agresivo sobre Groenlandia, la Unión Europea, Ucrania, Panamá… Pero ahora mismo estamos viviendo algo inédito, una guerra comercial que puede terminar en una crisis global.
Lejos de ser una disputa puntual sobre impuestos a productos electrónicos o agrícolas, como vivimos en el primer mandato de Trump, se trata de una batalla estratégica entre las dos principales potencias del siglo XXI. En este contexto, la Teoría de Juegos ofrece una herramienta poderosa para entender lo que está ocurriendo. Además, nos ayuda a anticipar hacia dónde podría dirigirse este conflicto.
Esta disciplina, nacida en el ámbito de las matemáticas y la economía, estudia las decisiones estratégicas en situaciones donde los actores tienen intereses interdependientes. La teoría de juegos se suele usar en Geopolítica, disuasión nuclear, política, psicología… Es transversalmente aplicable a muchos ámbitos.
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Uno de sus modelos más famosos es el Dilema del Prisionero. Lo usaremos aquí para explicar la guerra arancelaria entre Trump y China. Este modelo plantea cómo dos jugadores, aunque cooperar sea lo mejor para ambos, pueden terminar eligiendo la confrontación por temor a ser traicionados. Es una lógica inquietantemente similar a la que parece guiar muchas de las decisiones en esta guerra económica.
Es importante dejar claro que esta disciplina es útil para poder visualizar posibles escenarios futuros, pero nunca para «adivinar qué pasará», sino ser una herramienta que ayude a estar preparados para cualquier situación.
Estados Unidos y China: la cooperación difícil entre potencias y la guerra de aranceles
Si simplificamos las opciones de ambos países (cooperar, bajando aranceles, o escalar la tensión subiéndolos), obtenemos una serie de decisiones en las que cada uno busca maximizar su propio beneficio, normalmente a costa del otro. Sin embargo, si ambos optan por estrategias agresivas, el resultado es una pérdida significativa para ambos: desaceleración económica, inflación, fragmentación de cadenas de suministro, caída de las bolsas que estamos viendo estos días y pérdida de confianza internacional.
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Es por eso que los economistas están dejando claro que, en este caso, no gana nadie. Pierden ambos, pero el Dilema del Prisionero nos explica por qué, incluso así, Trump y Jinping (el máximo mandatario chino) deciden ser agresivos.
A continuación podéis ver una tabla donde se explican las opciones de los jugadores, en este caso China y EE. UU.:
China coopera | China sube aranceles | |
EE.UU. coopera | Ambos ganan moderadamente | EE.UU. pierde competitividad, China gana ventaja en proteccionismo |
EE.UU. sube aranceles | EE.UU. gana cierta protección, China pierde acceso al mercado de USA | Ambos pierden mucho por la escalada (situación actual). |
En realidad, el que sube aranceles no gana automáticamente. Puede que obtenga una ventaja táctica a corto plazo, pero ambos suelen perder a largo plazo, especialmente si hay represalias (que suele haberlas).
Por eso, la casilla de «EE.UU. sube aranceles mientras China coopera» no necesariamente implica que EE.UU. «gana» más. En realidad, puede obtener una ventaja temporal a costa de tensión futura, incluso interna.
Aquí hay que tener en cuenta, como siempre digo, el factor humano. El factor humano es algo que en Teoría de Juegos muchas veces falla, al no ser una variable evaluable, pero en este caso, es importantísima. Uno de los dos jugadores, Donald Trump, es imprevisible, chulesco, con un gran ego y la persona más poderosa del mundo, rodeada de asesores que no le son transparentes al 100%. Todo esto suma dificultad a la hora de analizarlo.
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Lo paradójico, y ahí radica la importancia de la Teoría de Juegos, es que, aunque la cooperación es la mejor salida para ambos países, la desconfianza mutua y la lógica de maximización individual suelen inclinar la balanza hacia el conflicto. La historia reciente confirma este patrón: una medida arancelaria por parte de Washington ha sido sistemáticamente respondida por Pekín con una contramedida de igual o mayor intensidad.
Más que economía: una disputa por el orden mundial y los aranceles
Este conflicto, sin embargo, trasciende lo económico. En el fondo, se trata de una lucha por definir el equilibrio de poder global. Estados Unidos defiende su posición histórica como centro de influencia mundial, mientras China busca consolidarse como una potencia tecnológica, financiera y militar capaz de disputar ese liderazgo.
La teoría de la guerra de Tucídides puede explicar que EE. UU., la potencia actual, esté buscando un conflicto directo con China, la potencia emergente, para intentar parar su crecimiento. La guerra de aranceles es solo uno de los escenarios donde se juega esta partida.
Mirando todo esto desde la perspectiva de la Teoría de Juegos, entendemos mejor por qué incluso pequeños gestos de cooperación son frágiles. También comprendemos por qué cualquier señal de debilidad puede ser interpretada como una invitación a escalar. En este tipo de juegos, la percepción importa tanto como la acción. Por eso, las negociaciones suelen estar acompañadas de demostraciones de fuerza: restricciones a empresas tecnológicas, acuerdos bilaterales excluyentes, o movimientos en el Indo-Pacífico, normalmente navíos o buques militares.
Por ejemplo, China está buscando aumentar las relaciones con uno de los comercios más grandes del mundo, la Unión Europea, aprovechando la poca confianza que hay ahora desde Europa hacia los Estados Unidos.
¿Qué nos dice la Teoría de Juegos?
Desde una mirada estratégica, racional y objetiva, existe la posibilidad de que ambos actores reconozcan que están en un juego repetido. Es decir, que cada vez ambos están perdiendo más. La Teoría de Juegos sugiere que, en juegos prolongados, donde los actores valoran el futuro, la cooperación emergerá y, además, será necesaria. Puesto que, si los jugadores (EE. UU. y China) quieren mirar a largo plazo, no deberían tardar mucho en rebajar aranceles.
Por tanto, según la Teoría de Juegos, en las próximas semanas volverá a haber contacto entre ambas potencias para rebajar aranceles. ¿Existe la posibilidad de que no haya contacto y sigan sin cooperar y, por tanto, perdiendo? Sí, lo explico a continuación.
Solo hay dos opciones que se salen de la racionalidad de la Teoría de Juegos para explicar por qué puede no haber cooperación y rebaja de aranceles. La primera, porque ninguno de los dos tiene la mirada estratégica a largo plazo (algo raro en la China actual, puesto que suele mirar bastante a largo plazo) y, en consecuencia, no rebajan aranceles.
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La otra opción es que Trump esté buscando un conflicto futuro que va más allá de los aranceles. Este sería solo un primer paso para futuros conflictos. En ese caso, sería necesario aplicar diferentes juegos donde entra ya el posible interés por uno de los jugadores en busca de conflicto.
¿Qué presiones tienen ambos actores?
Hay que valorar también que, en todo conflicto geopolítico, hay dos actores que también tienen presiones internas. China tiene solo una: el apoyo y la estabilidad social. En el caso de que siga habiendo estabilidad social, el gobierno chino tendrá total libertad para ejercer diferentes movimientos en las próximas semanas. Solo en el caso de que el pueblo chino empezara a titubear en su apoyo al Partido Comunista Chino, sería cuando el gobierno de Jinping empezara a ser débil.
Por su parte, ya hemos visto las presiones y, por tanto, la debilidad de Trump: Los mercados. Tanto el bono estadounidense, como la bolsa, han sufrido como desde el Covid en 2020, y esto ha provocado que Trump diera marcha atrás en aplicar la subida arancelaria a todos los países, menos a China, que es lo que nos ha traído hasta aquí. Solo si Trump vuelve a estabilizar un poco la situación económica, será un jugador que tendrá las cartas necesarias para seguir presionando a China.
Por tanto, en el caso de que no haya un interés oculto por parte de la Administración Trump en buscar un conflicto directo, en las próximas semanas se debería empezar a rebajar los aranceles, según este modelo de Teoría de Juegos.
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