Más allá de las fronteras políticas, este análisis de las religiones mayoritarias por países muestra como la fe dibuja los verdaderos mapas de influencia y culturales en todo el mundo.

La religión es un sistema complejo de creencias, prácticas, valores y símbolos que busca dar sentido a la existencia humana y conectar a las personas con lo que consideran sagrado o trascendente. Este sistema abarca una amplia gama de elementos, incluyendo creencias sobre la naturaleza del universo, la condición humana, la moralidad y la vida después de la muerte. Las religiones sirven para configurar las identidades individuales y colectivas, influyendo en las normas sociales, las prácticas culturales y las formas de organización social en las diferentes sociedades. A lo largo de la historia y en diferentes culturas, las manifestaciones religiosas generalmente incluyen rituales, textos sagrados, lugares de culto y figuras espirituales o divinas.
Las religiones suelen estructurarse en torno a la creencia en una o más fuerzas superiores al ser humano, ofreciendo una interpretación de la vida y atribuyéndole un valor máximo. Además de proporcionar consuelo y esperanza, las religiones distinguen entre lo sagrado y lo profano, construyen códigos éticos y conforman proyectos de futuro para sus fieles. La religión se proyecta mediante símbolos, mitos, expresiones artísticas y rituales, y a menudo requiere la presencia de líderes espirituales como profetas o sacerdotes. En muchos casos, dan lugar a la construcción de templos y a la realización de sacrificios u ofrendas como parte de sus prácticas. Entre las religiones más importantes y con mayor número de seguidores en el mundo se encuentran el cristianismo, el islam, el judaísmo, el hinduismo y el budismo.
El cristianismo, la religión mayoritaria en el mundo
Con más de 2.400 millones de seguidores en todo el mundo, esta religión ha dejado una huella en la historia y la cultura mundial. Desde sus orígenes en Judea hace dos milenios, esta fe se ha expandido a todos los rincones del planeta, moldeando sociedades, influyendo en el arte, la literatura y la filosofía, y jugando un papel clave en la política y la ética de numerosas naciones. Su impacto se observa en la arquitectura de las grandes catedrales europeas, en los sistemas educativos fundados por misioneros, y en los valores que han dado forma a las leyes y normas sociales de muchos países. El cristianismo ha sido un motor de cambio social, inspirando movimientos de derechos civiles y obras de caridad en todo el mundo. Además, el calendario gregoriano, utilizado internacionalmente, tiene sus raíces en la tradición cristiana, dividiendo la historia en «antes de Cristo» y «después de Cristo».
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A lo largo de su historia, el cristianismo se ha dividido en varias ramas principales, cada una con sus propias interpretaciones y prácticas. El catolicismo, con el Papa como su líder espiritual, es la denominación más numerosa, con una fuerte presencia en Europa, América Latina y partes de África. La ortodoxa, predominante en Europa del Este y Rusia, se separó del catolicismo en el siglo XI y mantiene tradiciones distintas en su liturgia y organización eclesiástica. El protestantismo, surgido de la Reforma del siglo XVI, engloba una amplia variedad de denominaciones, incluyendo luteranos, calvinistas, anglicanos, bautistas y pentecostales, entre otros. Cada una de estas ramas ha desarrollado sus propias doctrinas y prácticas, aunque comparten creencias fundamentales sobre Jesús y la Biblia. Esto ha permitido adaptarse a diferentes culturas y a su expansión global.
El islam consolida la segunda posición
Esta religión ha impactado también en la historia, la cultura y la política global desde su surgimiento en el siglo VII. Desde sus orígenes en la península arábiga, el islam se expandió rápidamente, abarcando grandes territorios desde el norte de África hasta Asia Central en apenas un siglo. Esta expansión trajo consigo una nueva fe y un rico legado cultural, científico y filosófico. En el norte de África, el islam transformó las estructuras sociales y políticas existentes, fusionándose con las tradiciones locales para crear una identidad islámica única. Sin embargo, en Oriente Medio, cuna de la religión, se convirtió en la fuerza dominante, influyendo en todos los aspectos de la vida, desde la arquitectura hasta los sistemas legales. En Asia Central, la religión se mezcló con las culturas nómadas, dando lugar a expresiones únicas del islam que persisten hasta la actualidad.
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A lo largo de su historia, el islam se ha divivido en varias ramas principales, cada una con sus propias interpretaciones y prácticas. El sunismo, la rama más numerosa, se adhiere estrictamente a la Sunna del Profeta y se divide en cuatro escuelas principales de jurisprudencia. El chiismo, la segunda rama más grande, se centra en la sucesión del Profeta a través de su familia y se subdivide en varias sectas, incluyendo los duodecimanos y los ismailíes. El sufismo, una corriente mística, ha influido en la espiritualidad. Ramas más pequeñas como el jariyismo y el ibadismo han persistido en áreas específicas, mientras que movimientos más recientes como los ahmadíes han surgido en respuesta a los desafíos de la modernidad.
Los ateos y agnósticos, en tercer lugar
El ateísmo y el agnosticismo, aunque no son religiones en el sentido tradicional, han ganado fuerza, llegando a ser considerados por algunos como la «tercera religión» del mundo. Esta tendencia es particularmente notable en varios países del Este asiático, donde las creencias seculares han ganado terreno de manera considerable. En China, por ejemplo, décadas de políticas gubernamentales que desalentaban las prácticas religiosas han contribuido a un aumento en el número de personas que no se identifican con ninguna religión tradicional. Japón, a pesar de su rica herencia sintoísta y budista, presenta un alto porcentaje de ciudadanos que se consideran no religiosos en la práctica diaria, aunque muchos participen en rituales tradicionales por razones culturales más que espirituales.
En Corea del Sur, el rápido desarrollo económico y la urbanización han ido de la mano con un incremento en las perspectivas seculares, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Corea del Norte, con su ideología oficial de Juche, ha suprimido activamente las prácticas religiosas tradicionales. Taiwán, influenciada por su historia china, pero con una sociedad más abierta, también ha visto un aumento en las visiones del mundo no religiosas. Esta tendencia global hacia la secularización en sociedades desarrolladas no siempre implica una falta total de espiritualidad o de búsqueda de significado existencial.
Hindúes, budistas, popularistas y judíos, casi un 30% de la población mundial
El hinduismo, con sus raíces en el subcontinente indio, cuenta con alrededor de 1.200 millones de seguidores, lo que lo convierte en la tercera religión más grande del mundo. El budismo, aunque menos numeroso, tiene una influencia considerable, especialmente en Asia Oriental, con unos 535 millones de adeptos. Las religiones populares y tradicionales, a menudo pasadas por alto en los grandes estudios, suman un número importante de practicantes en algunas regiones del mundo. Por su parte, el judaísmo, aunque numéricamente más pequeño con solo el 0,2% de la población mundial, tiene una influencia cultural e histórica que trasciende su tamaño. Juntas, estas tradiciones religiosas abarcan cerca del 30% de la población mundial, lo que refleja el poder que tienen en el planeta.
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