Conoce las redes de apoyo y oposición de Israel e Irán en la región árabe, a qué se debe, los factores religiosos y las claves militares.
Los bandos en Oriente Medio rara vez son fijos. La geopolítica de esa región se parece más a un tablero de ajedrez en el que cada pieza se mueve con la mirada puesta en varias direcciones a la vez. Aun así, dos polos sobresalen desde hace décadas: Israel e Irán. Sus redes de alianzas (y sus respectivas enemistades) moldean gran parte de la seguridad, la economía y la diplomacia regionales.
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Israel e Irán, que llegaron a cooperar discretamente en las décadas de 1950-1970, viven hoy una rivalidad abierta marcada por los ataques directos y la acción de grupos proxy. Las razones son múltiples: el programa nuclear iraní, la negativa de Teherán a reconocer la legitimidad de Israel y la política israelí hacia los palestinos. Sobre esa base se han tejido dos telarañas de alianzas que, pese a su aparente solidez, siguen siendo maleables.
¿Quién está con Israel?
A diferencia de otras potencias, Israel se apoya sobre todo en acuerdos bilaterales y en entendimientos de seguridad que no siempre implican relaciones plenas. No obstante, varios países de Oriente Medio figuran hoy en su columna de «socios».
- Egipto y Jordania. Tras firmar sus respectivos tratados de paz, ambos Estados mantienen una cooperación de seguridad discreta pero constante con Israel, vital para la estabilidad de las fronteras y de los pasos terrestres. Además, ambos países reconocen al país hebreo (Egipto desde 1979 y Jordania desde 1994) y actúan como mediadores habituales cuando los choques militares con Gaza o Líbano amenazan con desbordarse. Sin embargo, El Cairo apuesta por la distensión y mediación con Teherán, de modo que tampoco encaja en el bloque de Estados que buscan contenerles.
- Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Los Acuerdos de Abraham inauguraron una colaboración abierta en turismo, energía y defensa, además de un intercambio regular de inteligencia que persigue frenar la proyección iraní.
- Arabia Saudí. Sin un tratado formal, Riad comparte con Israel la preocupación por el programa nuclear iraní y, de forma tácita, coordina aspectos de defensa antiaérea y ciberseguridad.
Estas convergencias no eliminan las tensiones internas (sobre todo la sensibilidad de la opinión pública árabe hacia la causa palestina), pero han creado un paraguas de cooperación que refuerza la posición israelí en el Golfo.
¿Quién se opone a Israel?
La mayor amenaza estatal para Israel sigue siendo Irán, cuya retórica de confrontación y apoyo a grupos armados condiciona casi toda la planificación militar israelí. Para el liderazgo de la República Islámica, Israel representa una amenaza tanto ideológica como militar. La Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) coordina a las milicias que forman el llamado «eje de la resistencia». Al margen de Teherán, los principales focos de fricción son actores no estatales respaldados por la República Islámica:
- Hezbolá en Líbano. Financiado y armado por Teherán, la milicia dispone de decenas de miles de cohetes apuntando al norte de Israel y se presenta como barrera disuasoria frente a un ataque contra Irán.
- Hamás y la Yihad Islámica Palestina. Activos en Gaza, reciben financiamiento y tecnología militar iraní, lo que mantiene abierto un frente recurrente de escaladas armadas.
- Los hutíes en Yemen y las milicias chiíes de Irak y Siria. Ambos actores extienden la presión sobre Israel al Golfo, el mar Rojo y al Levante mediterráneo, obligando a Jerusalén a dispersar recursos defensivos. Sin embargo, aunque geográficamente están distantes, han obligado a Israel a invertir en defensa aérea de largo alcance.
- Algunas facciones en Siria. El régimen de al-Asad permitió durante años el traslado de armas iraníes a Hezbolá.
¿Quién está con Irán?
Lejos de basarse en alianzas formales entre Estados, Teherán confía en un «eje de la resistencia» compuesto por milicias y partidos que operan en distintos frentes. Esta estrategia le permite ejercer presión sin comprometerse a una guerra convencional.
- Hezbolá. Su brazo armado y político en Líbano es el aliado más consolidado y mejor armado de Irán.
- Hamás y Yihad Islámica Palestina. Reciben apoyo financiero y logístico, lo que les permite mantener su capacidad de fuego pese al bloqueo de Gaza.
- Hashd al-Shaabî (Irak). La amalgama de milicias chiíes cuenta con asesoría del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y actúa como muro de contención frente a la presencia estadounidense en Mesopotamia.
- Hutíes (Yemen). Su capacidad para golpear rutas marítimas y objetivos saudíes otorga a Irán un instrumento disuasorio extra en la península arábiga.
Es importante destacar que Siria ya no figura en esta lista. El nuevo gobierno de Damasco ha optado por la neutralidad y necesita atraer inversiones, lo que lo aleja de la confrontación directa que exige una alianza con Teherán. No obstante, hasta la caída de al-Asad, Damasco dependía de la ayuda militar iraní para sobrevivir tras años de guerra civil. A cambio, concedió a Teherán corredores logísticos hacia Líbano y un espacio desde el que proyectar influencia.
¿Quién se opone a Irán?
Al otro lado del tablero, varias potencias de Oriente Medio pretenden limitar la influencia iraní. Unas por rivalidad estratégica, otras por necesidad de equilibrio interno:
- Israel. Desde la revolución iraní de 1979, Israel valora la posibilidad de que Teherán logre armas nucleares como una amenaza a su existencia y ha recurrido a sabotajes, ciberataques y bombardeos limitados contra instalaciones vinculadas al programa atómico iraní. Esto se debe a que percibe el programa nuclear iraní y las milicias aliadas de Teherán como un peligro a la nación, lo que justifica sus operaciones encubiertas y de cooperación militar con los Estados del Golfo.
- Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Históricamente, han sido adversarios de Irán por la hegemonía del Golfo Pérsico y por el liderazgo del Islam. En la actualidad, ambos combinan, junto al país hebreo, el diálogo político con la inversión en defensa aire-aire y ciberseguridad para contener cualquier avance militar iraní. Aunque Riad y Teherán restablecieron relaciones en 2023, ambos mantienen posiciones encontradas en Yemen, Siria y Líbano.
- Jordania. Pese a su fragilidad económica, colabora con Israel en la interceptación de drones y misiles iraníes que podrían sobrevolar su espacio aéreo, aunque gestiona con cautela el rechazo interno a dichas operaciones.
- Turquía. Compite con Irán por la influencia en Siria, Irak y el Cáucaso; aunque coopera en cuestiones puntuales, Ankara no está dispuesta a ceder el liderazgo regional a Teherán. No obstante, las relaciones con Israel son híbridas; en lo económico siguen entrelazadas, pero en lo político se ha agravado.
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