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¿Por qué se han enfrentado Pakistán y Afganistán?

Análisis

Francisco Javier Peña Hernández
Francisco Javier Peña Hernández
Alumno certificado del Curso de Experto en Análisis de Inteligencia y del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute. Con experiencia en distintos sectores como la ciberseguridad corporativa y el análisis de datos.

Pakistán y Afganistán viven una nueva etapa de tensión marcada por ataques, acusaciones cruzadas y conflictos fronterizos. El grupo TTP y los bombardeos sobre Kabul han reavivado viejas disputas.  En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Francisco Javier Peña, explica cómo las relaciones entre ambos países se debilitan mientras crecen los riesgos de nuevos enfrentamientos.

Tras el acuerdo de Doha de 2020, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN retiraron sus tropas de Afganistán. Esto dejó vía libre a los talibanes para hacerse rápidamente con el control del país. La normalización de las relaciones tuvo como objetivo evitar una mayor influencia de Al Qaeda en el territorio. Esta organización terrorista estaba respaldada por los talibanes.

Con la firma del acuerdo se buscaba una tregua entre el gobierno de la República Islámica de Afganistán y la organización terrorista afgana. Además, el pacto contemplaba la eliminación de las sanciones económicas impuestas a Afganistán. Fue respaldado por China, Rusia, Pakistán, la India y el Consejo de Seguridad de la ONU en pleno.

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Sin embargo, una vez desaparecieron las tropas occidentales, los talibanes no tardaron en reaccionar y en pocos meses ya dominaban el país de nuevo. En agosto de 2021, se forzó la dimisión y huida del presidente, Ashraf Ghani, tras la toma de la capital, Kabul. Con esto, se restableció el Emirato Islámico de Afganistán. Ghani, tras escapar a través de Tayikistán, encontró asilo en Emiratos Árabes Unidos. 

Además, la retirada occidental de Afganistán se produjo de forma acelerada y caótica, dejando atrás gran parte de la infraestructura y el material usado durante años. En medio de este caos ocurrieron los atentados suicidas en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, que dejaron más de 180 muertos, incluidos 13 militares estadounidenses.

Los atentados fueron reconocidos por el Estado Islámico del Gran Jorasán, también conocido como ISIS-K, una organización militar salafista yihadista rival de los talibanes. Durante estas fechas se confirmó la colaboración en materia de inteligencia entre Estados Unidos y los talibanes con el objetivo de frustrar otros posibles ataques.

Dentro de su nueva realidad, Afganistán perdió en pocos meses los avances sociales conseguidos durante los últimos 20 años. Se volvieron comunes las detenciones, desapariciones y asesinatos de aquellos en contra del movimiento talibán. Se prohibieron los partidos políticos y se limitó la educación femenina hasta el sexto grado.

Por su parte, los talibanes afganos obtuvieron una gran cantidad de material militar estadounidense. Incluye armas, municiones de distintos calibres, vehículos y helicópteros de combate. Además, cuentan con buena parte de la infraestructura desarrollada durante los últimos años. En la actualidad, los talibanes buscan el reconocimiento internacional de su nuevo Estado.

En un primer momento, desde Pakistán se vio con buenos ojos la vuelta de los talibanes al poder, ya que, al igual que a Bangladesh, los consideraban como unos importantes aliados estratégicos contra su mayor rival regional, la India. Sin embargo, esta percepción cambió rápidamente con el resurgimiento del grupo Tehreek-e-Taliban Pakistan (TTP), también conocidos como los talibanes pakistaníes.

Solamente durante el año 2024, el TTP reivindicó más de 600 atentados en territorio pakistaní. Esta constante amenaza, unida a la supuesta colaboración entre talibanes afganos y pakistaníes, ha producido una grave escalada bélica a través de la frontera afgano-pakistaní.

¿Qué ha sucedido entre Pakistán y Afganistán?

A principios de octubre de 2025, Pakistán realizó un ataque aéreo sobre la ciudad de Kabul. Alegó la presencia de Noor Wali Mehsud, líder del grupo talibán pakistaní. El TTP, formado en 2007 bajo la influencia directa de Al Qaeda, atormentó durante años a Pakistán. Fue responsable de ataques como el de la escuela de Peshawar en 2014.

Sin embargo, el gobierno afgano niega la presencia del TTP en su capital. Sugiere que los bombardeos sobre Kabul podrían estar vinculados a la visita a Nueva Delhi, capital de la India, por parte de Amir Khan Muttaqi, líder talibán y ministro de Exteriores. Una posible alianza entre la India y los talibanes sería un golpe duro para Pakistán.

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La represalia afgana no tardó en llegar y el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, avisó de los consiguientes ataques contra las posiciones militares pakistaníes en la frontera. Pakistán y Afganistán cuentan con una amplia frontera en disputa (más de 2.600 kilómetros) conocida como la línea Durand.

Esta frontera artificial se creó a finales del siglo XIX, durante la época de la India Colonial, con el objetivo de dividir a los pastunes. Esta etnia da origen a los talibanes. En un primer reporte se hablaba de más de 20 militares pakistaníes muertos y 9 terroristas abatidos. Sin embargo, ambas partes afirmaban haber causado muchas más bajas a sus enemigos.

Los enfrentamientos a lo largo de la línea Durand no cesaron. En los días siguientes se produjeron decenas de bajas en ambos bandos, incluyendo civiles. Desde Islamabad se acusó a los talibanes afganos de colaborar directamente con los talibanes pakistaníes en los asaltos a sus posiciones defensivas, especialmente en el distrito de Kurram.

Además, ambos países no se han limitado a usar infantería durante este conflicto. Se he registrado el uso de morteros y artillería, así como la movilización de algunos carros de combate a lo largo de la frontera y la preparación de sistemas antiaéreos en respuesta a los bombardeos. Los últimos reportes informaban de cientos de heridos, tanto de personal militar como civil.

A pesar del caos inicial y de las acusaciones mutuas, Arabia Saudí y Catar decidieron intervenir y abogar por una desescalada. El alto al fuego no ha logrado reabrir los cruces fronterizos, que siguen cerrados desde el inicio de las hostilidades. Sin embargo, parece haber abierto un punto importante de diálogo entre las partes. Desde Kabul insisten en que actuaron en represalia por los bombardeos en la capital. Por su parte, Pakistán mantiene sus acusaciones de colaboración con el TTP.

¿Cuáles son las consecuencias del enfrentamiento entre Afganistán y Pakistán?

Afganistán y Pakistán se encuentran en una situación diplomática muy delicada. Si bien los esfuerzos de Arabia Saudí y Qatar parecen haber tenido un relativo éxito, la tregua es frágil y podría fragmentarse en cualquier momento. A estas conversaciones de paz se unieron Estados Unidos y Turquía, estableciendo relaciones con los propios talibanes afganos.

La rápida intervención de Estados Unidos parece ser un movimiento preventivo ante posibles acciones diplomáticas de China o Rusia. No sería una acción exclusivamente orientada a la paz en una región tan volátil.

Pakistán ha sido un aliado estratégico histórico de los talibanes afganos. Sin embargo, la presencia del TTP y el escaso control gubernamental de su territorio han deteriorado esta relación. Esto podría derivar en nuevos enfrentamientos militares a corto plazo.
El terreno montañoso de Pakistán y Afganistán ya fue utilizado por los talibanes en sus luchas contra la Unión Soviética y contra Estados Unidos y sus aliados. Por ello, sigue siendo un factor clave para la proliferación de células del TTP y para una mayor división entre Islamabad y Kabul.

Además, Pakistán enfrenta un desequilibrio interno que puede facilitar futuros conflictos. Aparte de las constantes disputas con la India por la región fronteriza de Cachemira, el país vive una grave crisis económica. Esta situación amenaza la continuidad de su gobierno.

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Por otro lado, no se puede obviar la crisis humanitaria que se vive en Afganistán. Los retrocesos sociales tras la vuelta de los talibanes son alarmantes, sobre todo entre la población femenina del país. La comunidad internacional no cuenta con la capacidad y ni la voluntad suficiente como para intervenir de forma contundente y solucionar un grave problema que amenaza a generaciones enteras. Por el momento, solo se puede aspirar a un movimiento revolucionario interno o la intervención de actores de primera línea mundial con nuevos intereses en la región.

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