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Milei, Estados Unidos e Israel: claves geopolíticas de las elecciones legislativas en Argentina

Análisis

Roberto Mansilla Blanco
Roberto Mansilla Blanco
Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Con experiencia profesional en medios de comunicación en Venezuela y Galicia. Entre 2003 y 2020 fue analista e investigador del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, IGADI (www.igadi.org). Actualmente colaborador en think tanks (esglobal) y medios digitales en España y América Latina. Redactor Jefe en medio Foro A Peneira-Novas do Eixo Atlántico (Editorial Novas do Eixo Atlántico, S.L) Actualmente cursa el Máster de Analista de Inteligencia en LISA Institute.

El triunfo de Javier Milei genera una fuerte repercusión en el polarizado contexto político y electoral que vive América Latina. Roberto Mansilla Blanco, alumni del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, se enfoca en analizar el rumbo geopolítico que se abre para el gobierno de Milei. En particular, estudia su alineamiento con sus dos principales aliados exteriores: EE. UU. e Israel.

La geopolítica tuvo un impacto finalmente decisivo en las elecciones legislativas argentinas del pasado 26 de octubre. La contundente victoria con el 40,8% de los votos del oficialista partido «La Libertad Avanza» (LLA) del presidente Javier Milei le otorga al mandatario argentino una mayor comodidad política para afrontar la segunda etapa de su mandato presidencial hasta 2027. 

Esta victoria en el «mid-term» de Milei contó con un espaldarazo previo a su proyecto «liberal y libertario» por parte de uno de sus más estrechos aliados, el mandatario estadounidense Donald Trump.

La victoria de Milei también tiene repercusión dentro del contexto regional. No sólo refuerza aún más los lazos con Trump (un factor que puede implicar mayor dependencia económica y financiera) sino que también consolida el avance de opciones derechistas a nivel regional en un contexto no exento de tensiones militares (EE.UU. y Venezuela).

Trump desequilibra las legislativas argentinas

La dinámica política argentina ha estado fuertemente condicionada por los severos efectos del programa de ajuste económico impulsado por Milei desde que llegó a la presidencia en 2023. Este programa de «shock» revistió logros macroeconómicos pero también una aguda crisis socioeconómica, con un fuerte impacto para las clases populares y medias. 

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Como una especie de bálsamo enfocado en asegurar su triunfo electoral, Trump salió en ayuda de su aliado Milei a través de un préstamo financiero de 20.000 millones de dólares americanos impulsado por el secretario de la Reserva Federal, Scott Bessent.

La apuesta de Trump terminó beneficiando la imagen de Milei en pleno cierre de campaña así como en los posteriores resultados electorales. La LLA ha consolidado su peso político a nivel nacional ganando en 15 de las 24 provincias argentinas. 

Al margen del rescate financiero, la implicación de Trump en el contexto electoral argentino ha sido de tal magnitud que, días antes de las elecciones, llegó a declarar que «si Milei no gana, no seremos generosos con Argentina», una clara advertencia orientada a condicionar las expectativas de voto de los argentinos. Tras los resultados electorales, Trump se atribuyó como propio el triunfo de Milei: «le hemos ayudado mucho. Hemos ganado mucho dinero».

La presión de Trump ejerció un efecto psicológico de última hora en el votante. La perspectiva de perder el rescate de Trump en una economía fuertemente dolarizada y con problemas crónicos tras dos años de duros ajustes macroeconómicos podría abrir una etapa de inestabilidad económica y dificultades de gobernabilidad, con la izquierda kirchnerista y peronista dominando el Congreso y el Senado con capacidad para bloquear las reformas mileístas

Los resultados electorales arrojaron un Congreso polarizado pero con mayoría parlamentaria para Milei. El nuevo poder legislativo asumirá el próximo 10 de diciembre hasta el 2029.  Un total de 113 diputados están alineados con Milei mientras 105 son de la oposición y 39 son considerados como «árbitros» y «no alineados», con capacidad para desequilibrar la balanza y probabilidad de apoyar tácitamente a Milei. El quórum para la mayoría parlamentaria está en 129 escaños de los 257 que conforman el Congreso argentino.

Entre los oficialistas, 76 pertenecen a LLA, 24 al PRO y 10 a gobernadores aliados. La oposición está liderada por Fuerza Patria con 67 diputados, seguida por 27 del peronista Partido Justicialista y 11 de otros bloques independientes. Debe destacarse que la participación electoral fue del 67,9% una de las más bajas desde la transición a la democracia en 1983.

Por otro lado, la derrota opositora implica, a priori, una prematura neutralización de la conflictividad social. Esto afecta especialmente la acción de los sindicatos y sus apoyos parlamentarios. En particular, se observa a la Confederación General de Trabajadores (CGT), un tradicional bastión peronista, que ahora podría enfrentar complicaciones para lograr apoyo político y parlamentario al convocar huelgas generales.

Por otro lado, Milei deberá ahora sortear los nuevos equilibrios políticos parlamentarios sin descartar posibles acuerdos tácticos para transitar hacia el centrismo con la finalidad de garantizar apoyos parlamentarios a sus reformas económicas liberales.

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En este último caso destacan las reformas tributaria y laboral, que muy probablemente determinarán el pulso parlamentario en 2026. No se descarta que, ante la posibilidad de un atasco parlamentario, el presidente argentino opte por decretos exprés.

Argentina y Estados Unidos: el trumpismo de Milei

A grandes rasgos, la política exterior de Milei se ha caracterizado por un estilo personalista, en ocasiones excesivamente ideológico. Se ha enfocado en erosionar el legado kirchnerista de configuración de bloques multilaterales con actores emergentes (principalmente China y Rusia) y su apuesta por fortalecer la integración regional (MERCOSUR, CELAC, UNASUR).

Este estilo personalista de Milei, muy similar al de su aliado Trump, deja escaso margen para el pragmatismo. Condiciona las variables geopolíticas argentinas a una visión más dogmática. Un caso significativo ha sido, precisamente, el bloqueo de Milei al ingreso argentino a los BRICS. Esta adhesión había sido acordada por su antecesor en la presidencia, el kirchnerista Alberto Fernández. Entre otras razones, Milei ha esgrimido su rechazo a ingresar en un foro donde también participa Irán, principal enemigo geopolítico de Israel, pero también de EE. UU.

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De este modo, Milei ha preferido realinearse con el eje liderado por EE. UU., en el que se incluye igualmente Israel. Ha desestimado el hecho de que en los BRICS existen importantes socios comerciales argentinos (China, Brasil, Rusia), cuya óptica multilateral ha respaldado anteriormente las reclamaciones argentinas sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

En sus dos años en la presidencia, Milei ha apostado por una visión nítidamente «trumpista». Ha formalizado alianzas con partidos políticos de esa misma afiliación ideológica, tanto a nivel hemisférico como europeo (VOX, Giorgia Meloni, Viktor Orbán). En lo económico, ha destacado la adopción de draconianos programas de ajuste fiscal. También ha impulsado una drástica reducción del gasto público, en aras de propiciar un proyecto ultraliberal vía privatización acelerada de los bienes del Estado.

Un día después de su victoria electoral, Milei designó al economista y ex secretario de Finanzas Pablo Quirno como su nuevo ministro de Relaciones Exteriores, un nombramiento que confirma el peso que tendrá el equipo negociador del préstamo estadounidense, en el que también se incluye al ministro de Economía Luis Caputo, como nuevos estrategas de la política exterior. 

Un dato confirma esta orientación pro-estadounidense: desde que llegó a la presidencia en diciembre de 2023, Milei ha viajado 14 veces a EE.UU. en visitas de distinto nivel oficial e institucional, reuniéndose no sólo con Trump sino también con empresarios como Elon Musk y Mark Zuckerberg, ex presidentes como Bill Clinton así como altos cargos del Fondo Monetario Internacional.

Este giro de Milei, apostando por EE. UU. como destino de sus primeras visitas internacionales, rompe con la tradición diplomática de los mandatarios argentinos. Históricamente, estos suelen inaugurar sus presidencias viajando a países vecinos y socios comerciales como Brasil y Chile.

Con el nombramiento de Quirno, Milei profundiza la línea de alineamiento geopolítico con EE.UU. y la apuesta por un modelo económico centrado en las finanzas y la inversión extranjera. No obstante, este estrecho giro geopolítico de Milei hacia Trump puede definir una relación de dependencia financiera y económica para el gobierno argentino.

La confirmación de este giro «prooccidental» se evidenció con la entrega por parte de Quirno del memorándum para el ingreso argentino en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), uno de los principales foros económicos globales. Con anterioridad, una vez asumida la presidencia en diciembre de 2023, Milei bloqueó el ingreso argentino a los BRICS previsto para comienzos de 2024, una admisión anteriormente aceptada por el saliente gobierno de Alberto Fernández.

Durante la campaña electoral, Milei sostuvo que Trump, el secretario de Estado Marco Rubio y Bessent están «rediseñando el orden geopolítico mundial». Los calificó como los cerebros impulsores de uno de sus principales mantras ideológicos: la denominada «batalla cultural» contra las ideas «progresistas de izquierdas».

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En este apartado, Milei tenía en mente intentar desinflar las expectativas de un retorno político del «kirchnerismo», ahora bajo nuevos rostros como el exministro peronista Axel Kicillof, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Trump ha ayudado a Milei en esta perspectiva ideológica, interpretando las elecciones legislativas como una especie de “nuevo frente dentro de la batalla global”. Esta batalla implicaría una aparente dicotomía entre «fuerzas patrióticas» y «fuerzas globalistas». La sintonía ideológica entre ambos se plasma también en el ámbito de la seguridad nacional. Trump y Milei se han embarcado en un proceso de apoyo económico y de recursos a favor de los organismos de seguridad del Estado.

Milei también ha mantenido una relación cordial con las Fuerzas Armadas argentinas. Estos lobbies tienen un peso importante en los apoyos políticos del presidente, como fue el caso de la exvicepresidenta Victoria Villarruel, ahora distanciada de Milei. Tomando en cuenta ese peso político, Milei ha evitado entrar en conflicto con este importante lobby militar. Especialmente ha sido cuidadoso respecto a los veteranos de la guerra de las Malvinas (1983), considerando su inclinación a reducir el discurso excesivamente nacionalista sobre la soberanía de las islas.

Contener a China

Más allá de las expectativas ideológicas y de la «batalla cultural», el peso de Washington en la victoria de Milei tiene una vertiente geopolítica clara. El objetivo es asegurar a Argentina dentro de la esfera de influencia estadounidense y alejarla de China.
Este país ha sido un socio económico clave para los anteriores gobiernos «peronistas» y «kirchneristas» en el poder en Buenos Aires.
El propio Bessent llegó a declarar que, recibido el préstamo financiero, Milei le aseguró que «enfriará las relaciones con China», un aspecto de máximo interés para Washington.

Fuentes informativas argentinas explican que existe un bloqueo legislativo al avance de las inversiones chinas en infraestructuras estratégicas. Esto afecta sectores clave como el hidráulico, la construcción de centrales nucleares y la explotación de minerales críticos.

Entre ellos destacan las «tierras raras», con especial interés en el litio, vital para la tecnología móvil y los coches eléctricos.
Los salares de las regiones andinas de Argentina, Chile y Bolivia (popularmente conocido como el «triángulo del litio») representan cerca del 65 % de sus recursos globales y un 38 % de la oferta mundial.

Con respecto a China, uno de los principales socios comerciales argentinos en los últimos 45 años con el que existe una Asociación Estratégica Integral, Milei adoptó una postura distante, alineada con EEUU y otros países occidentales, recelosos de la expansión china en América Latina. Incluso ha adoptado expresiones estridentes y de escaso sentido diplomático con respecto a la dirigencia china argumentando que «que no trato con comunistas», una frase de marcado tono trumpista

No obstante, el peso económico chino ha obligado a Milei a adoptar cierto pragmatismo en la relación con Beijing. Esto se debe, principalmente, al riesgo de que China no prorrogara el swap de 5.000 millones de dólares americanos. Este acuerdo, entre el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y el Banco Central de China (PBOC), permite intercambiar divisas para afrontar importaciones, pagar deuda o intervenir en el mercado cambiario.

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Además de China, Milei ha mantenido una agria actitud hacia Rusia, en clara contradicción con la relación más fluida que ha tenido el «kirchnerismo» con el mandatario ruso Vladimir Putin, a quien Milei no ha dudado de catalogar como «autócrata». Incluso se han presentado denuncias de presunta inherencia de servicios de inteligencia rusos en las altas esferas de poder en Buenos Aires. 

No obstante, el regreso de Trump y su inicial apertura hacia Putin han obligado a Milei a reconsiderar algunos aspectos de su relación con Moscú. Esta apertura busca alcanzar una, hasta ahora infructuosa, negociación de paz en Ucrania. Argentina se abstuvo en una votación en la ONU que exigía la retirada de las tropas rusas de Ucrania.

El contexto postelectoral, con mayor control parlamentario y un notable poder político a nivel nacional, acelerará la sintonía de Milei con EE. UU. y sus aliados occidentales. Esto será clave para negociar nuevos préstamos e inversiones, profundizar las reformas liberales, estabilizar los mercados y garantizar una gobernabilidad más fluida, sin contrapesos institucionales relevantes.

La victoria electoral de Milei ejerció un efecto inmediato en los mercados. Los bonos de la deuda argentina se revalorizaron un 20 %, mientras el índice de riesgo país se desplomó por debajo de los 700 puntos. La mejora en estas estadísticas revela la estrecha relación y preocupación que existía en EE. UU. y entre los principales acreedores internacionales.

Temían una posible derrota electoral de Milei que diera lugar a una mayoría parlamentaria opositora liderada por Kicillof. Este escenario tendría capacidad para bloquear acuerdos económicos, disparando los temores de inestabilidad política y una posible caída del gobierno de Milei.

¿Una base militar estadounidense en Argentina?

Esta sintonía con Washington también ha acelerado otros mecanismos de cooperación. En particular, destaca la posibilidad de apertura de una base militar estadounidense en Tierra del Fuego, considerado el corazón geopolítico del Atlántico Sur. También influyen las facilidades legislativas para la compra de tierras por capital extranjero (principalmente estadounidense e israelí) en regiones como la Patagonia y Chubut.

En octubre, Milei autorizó la «Operación Tridente» en la que soldados estadounidenses realizaron ejercicios militares en tres bases navales argentinas. Estas iniciativas implican para Milei la necesidad de manejar delicados equilibrios especialmente con los sectores militares en lo concerniente a la defensa de la soberanía nacional. Otras informaciones se hacen eco de la presencia en la Patagonia de presuntos soldados israelíes allí establecidos en condición de turistas.

Argentina e Israel: ¿la nueva ‘Tierra Prometida’?

Tanto como con Trump, Milei ha fortalecido una íntima relación con el Estado de Israel que adquiere incluso una dimensión de carácter moral y espiritual, tomando en cuenta que el mandatario argentino aspira a convertirse al judaísmo.

Este prisma religioso influye en la visión personalista de Milei respecto a Israel. En un gesto similar al de Trump en 2020, el presidente argentino anunció el cambio de la embajada a Jerusalén en 2026. Con ello, identificó a la Ciudad Santa como la «capital histórica de Israel». Como muestra de su voluntad, Milei nombró al rabino Axel Wahnish como embajador argentino en Israel. Aunque la Embajada de la República Argentina tiene su sede en Tel Aviv, Wahnish estableció su oficina en Jerusalén.

En los dos años que lleva en la presidencia, Milei ha viajado dos veces a Israel. La primera visita oficial fue en febrero de 2024, reuniéndose con el presidente Isaac Herzog y el primer ministro Benjamín Netanyahu. Volvió en junio de 2025 con una visita al Muro de los Lamentos, reuniones con Herzog y Netanyahu y con los familiares de los argentinos secuestrados por Hamás en Gaza. Además, Milei habló ante la Knesset, el Parlamento israelí. En esa visita, Milei fue distinguido con el Premio Nobel Judío

Las visitas a EE.UU. también contribuyeron a fortalecer estos vínculos con Israel. Destaca su participación en Nueva York, en diciembre de 2023 en un homenaje al rabino Menachem Mendel Schneerson, visita en la que aprovechó para reunirse con miembros de la comunidad judía.

No obstante, Milei ha sido objeto de polémicas en Argentina por sus bruscos giros dialécticos que le han llevado a mantener posiciones contradictorias a favor del sionismo pero, al mismo tiempo, algunas de corte antisemita, en este caso esgrimidas antes de ingresar en la carrera política.

En lo relativo a la guerra en Gaza, Milei ha sostenido la tesis del «legítimo derecho a la defensa» por parte de Israel contra el movimiento islamista Hamás, haciendo caso omiso a cualquier referencia a la crisis humanitaria del pueblo palestino. Debe recordarse que nueve argentinos murieron en los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, lo que también influye en la sensibilidad de la sociedad argentina hacia lo que ocurre actualmente en Oriente Próximo. 

La relación entre ambos países ha escalado incluso al aspecto militar. En diciembre de 2024, el ministro de Defensa de Argentina, Luis Alfonso Petri, y su homólogo israelí Israel Katz reafirmaron la alianza estratégica en materia de defensa ampliando estas variables mediante la firma de un memorándum de cooperación contra el terrorismo, fortaleciendo la alianza bilateral.

Israel es igualmente un importante socio comercial para Argentina, cuyas relaciones están reguladas vía Acuerdo de Libre Comercio firmado en 2011 entre MERCOSUR e Israel.

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Sin olvidar que Argentina posee una importante comunidad de origen judío, crecen las informaciones sobre la presencia de inversores y ciudadanos israelíes en el país sudamericano. En los últimos tiempos, se ha observado una intensa actividad de lobbies israelíes en Argentina. Según algunas fuentes, esta actividad ha incentivado la llegada de inversiones, cooperación e incluso inmigrantes israelíes. El interés se concentra en regiones extensas y escasamente pobladas, como la Patagonia.

En su extensión argentina, la Patagonia abarca 1.204.000 km² y cuenta con casi dos millones y medio de habitantes. Su densidad demográfica es de apenas 1,47 habitantes por kilómetro cuadrado, una de las más bajas a nivel mundial. La empresa israelí Mekorot ha suscrito acuerdos con doce provincias argentinas para invertir en los recursos hídricos de la región. Esta información ha generado fuertes reacciones de movimientos sociales y ambientalistas en Argentina.

Las críticas se deben a que Mekorot aplica en Palestina una especie de «apartheid hídrico». Por otro lado, la empresa petrolera israelí Navitas Petroleum está involucrada en el proyecto León Marino de explotación petrolera en las Malvinas. Participa en asociación con la británica Rockhopper Exploration.

A nivel interno, Milei ha manejado apoyos políticos como el de Patricia Bullrich (LLA), actual Ministra de Seguridad y conocida por sus posiciones pro-israelíes. Milei y Bullrich han reiterado el apoyo israelí a la Argentina durante la guerra de las Malvinas (1982), cuya dimensión se concentró en la venta de armamentos y en una relación estratégica con la Junta Militar argentina que gobernó el país entre 1976 y 1983.

No obstante debe recordarse que Israel nunca ha apoyado las reclamaciones de soberanía argentinas en esas islas del Atlántico Sur. En lo referente a las Malvinas, Milei ha defendido la reproducción del «modelo Hong Kong» similar al que prevaleció durante siglo y medio entre Gran Bretaña y China.

La polarización regional derecha-izquierda

América Latina afronta un nuevo ciclo electoral en medio de las tensiones militares entre EE.UU. y Venezuela, factores que muy probablemente fortalecerán la orientación pro-estadounidense de la política exterior de Milei.

El nuevo ciclo electoral evidencia el retorno de la polarización política a nivel sudamericano. Actualmente la derecha gobierna en Argentina, Paraguay, Ecuador, Bolivia, donde la centroderecha viene de ganar las elecciones presidenciales de octubre pasado acabando con la hegemonía del izquierdista e indigenista MAS, en el poder desde 2006; y Perú, que no obstante vive una crisis política tras la destitución parlamentaria de la ahora ex presidenta Dina Boluarte

Este giro a la derecha implica un nuevo equilibrio regional que le permite a Washington aumentar su margen de maniobra e influencia geopolítica. Un escenario donde un Milei políticamente reforzado aspira ocupar un rol preponderante como catalizador de nuevas expresiones de la derecha y del espacio liberal.

Por su parte, la izquierda gobierna en Colombia, Brasil, Chile, Uruguay y Venezuela. El caso chileno es significativo porque deberá definir una nueva presidencia en una segunda vuelta entre la izquierdista Jeannette Jara y el derechista José Antonio Kast tras las elecciones realizadas este 16 de noviembre. El ballotage presagia una victoria de Kast con un Congreso dominado por la derecha chilena.

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A nivel centroamericano destacan el gobierno derechista en El Salvador de Nayib Bukele, aliado estrecho de Milei y de Trump; mientras la izquierda está en el poder en México con Claudia Sheinbaum y Nicaragua con Daniel Ortega. En países como Panamá, Guatemala y Costa Rica gobiernan opciones centristas, liberales y socialdemócratas.

La posible victoria de Kast en la segunda vuelta presidencial chilena sería interpretada como otro triunfo político para Milei y Trump en Sudamérica. Esto se vincula con su participación en lo que se ha denominado la «internacional patriota y antiprogresista» a nivel iberoamericano, de afiliación «trumpista».

En este espacio destacan VOX en España, con Santiago Abascal, y Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, recientemente condenado por intento de golpe. También figura la líder opositora venezolana María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz 2025.

El caso de Machado, aliada estrecha de Milei, Trump y Abascal, puede tener una dimensión política mayor a la espera del desenlace de la actual crisis entre EE.UU. y Venezuela y las especulaciones en torno a una transición política en Caracas.

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