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Las dictaduras caídas y las democracias debilitadas en 2024

Análisis

Rubén Asenjo
Rubén Asenjo
Periodista apasionado por la actualidad internacional y la geopolítica. Escribo para entender el mundo en constante cambio y compartir perspectivas que despierten la reflexión y el debate. Comprometido con la búsqueda de la verdad y las historias que impacten e inspiren.

Resumen de los acontecimientos que han propiciado cambios en democracias y dictaduras en diferentes países durante 2024.

El año 2024 ha sido testigo de varios cambios en el panorama político mundial, con la caída de regímenes autoritarios de larga duración y desafíos significativos a sistemas democráticos establecidos. En Bangladesh, las protestas estudiantiles lograron lo impensable al derrocar a Sheikh Hasina, quien gobernaba con mano de hierro desde 2009. Por su parte, Siria experimentó el fin de una era con la caída del régimen de Bashar al-Assad, poniendo fin a más de cinco décadas de dominio familiar. Estos acontecimientos, junto con la victoria sorpresiva de un candidato opositor en Senegal, han cambiado el mapa político y planteado nuevas preguntas sobre el futuro de estas regiones.

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Sin embargo, no todo ha sido un avance hacia la democracia. Túnez, histórico bastión de la Primavera Árabe, ha visto un preocupante giro hacia el autoritarismo. En El Salvador, Nayib Bukele logró modificar la constitución para asegurarse un segundo mandato, despertando alarmas sobre la erosión del Estado de derecho. Estados Unidos no quedó exento de la turbulencia política, con el regreso de Donald Trump a la presidencia, tras una campaña electoral marcada por la polarización política entre ambos candidatos. Incluso Corea del Sur, considerada una democracia estable, enfrentó un intento de golpe de Estado tras la controvertida imposición de la ley marcial por parte del presidente Yoon Suk-yeol.

Dictaduras que han caído en 2024

Siria

El régimen de Bashar al-Assad en Siria llegó a su fin de manera sorprendentemente rápida en diciembre de 2024, tras una ofensiva relámpago liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) que comenzó en el noroeste del país.

En cuestión de días, los rebeldes avanzaron desde Idlib y Alepo hacia el sur, tomando ciudades clave como Hama y Homs, hasta llegar a las puertas de Damasco. La capital cayó el 8 de diciembre, marcando el fin de más de cinco décadas de gobierno de la familia Assad. El dictador huyó a Rusia, dejando tras de sí un país fragmentado entre las diversas facciones rebeldes y las Fuerzas Democráticas Sirias kurdas, que mantienen el control del noreste.

La caída de Assad evidenció el debilitamiento de sus aliados clave, Rusia e Irán, que no pudieron o no quisieron intervenir para salvar al régimen, perdiendo así un pilar fundamental de su influencia en Oriente Medio. Sin embargo, la victoria de HTS, un grupo con raíces yihadistas, no garantiza un retorno a la democracia en Siria. Por ello, el futuro del país sigue siendo incierto, con múltiples actores compitiendo por el poder y la posibilidad de que se instaure un nuevo régimen autoritario bajo otra bandera.

La comunidad internacional observa con cautela, consciente de que la caída de Assad, aunque significativa, podría ser solo el comienzo de una nueva fase de inestabilidad en la región.

Bangladesh

Las protestas estudiantiles que sacudieron el país asiático en 2024 comenzaron como una manifestación pacífica contra el sistema de cuotas para empleos gubernamentales, pero rápidamente se transformaron en un movimiento masivo que desafió el régimen de Sheikh Hasina.

Lo que inicialmente era una demanda de reforma en la asignación de puestos públicos se convirtió en un clamor por un cambio político profundo, avivado por la brutal represión gubernamental que dejó cientos de muertos y miles de heridos durante los meses de verano. A medida que las protestas se extendían por todo el país, la violencia escaló, con enfrentamientos entre estudiantes, fuerzas de seguridad y simpatizantes del gobierno.

La situación se volvió insostenible para Hasina cuando el movimiento de no cooperación paralizó el país y las manifestaciones alcanzaron proporciones sin precedentes. Ante el aumento de la presión popular y la erosión del apoyo dentro de su propio partido, Hasina se vio obligada a dimitir y huir precipitadamente a la India el 5 de agosto. Su partida marcó el fin de su largo mandato autoritario y abrió paso a un gobierno de transición encabezado por el respetado economista y premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus.

Posteriormente, el Tribunal Penal Internacional de Bangladesh emitió órdenes de detención contra Hasina y altos cargos vinculados a su formación, la Liga Awami, por haber cometido corrupción, violaciones de derechos humanos y presuntos crímenes contra la humanidad.

Regímenes aperturistas en 2024

Kazajistán y su referéndum energético

El régimen de Kasim-Yomart Tokáev en el país centroasiático dio un paso inusual hacia la participación ciudadana al convocar un referéndum sobre la construcción de la primera planta de energía nuclear del país.

Esta decisión, votada el 6 de octubre de 2024, marcó un hito en el país, ya que permitió a los ciudadanos expresar directamente su opinión sobre un tema de gran relevancia nacional. Con una participación de casi el 65% del electorado, más de dos tercios de los votantes apoyó la iniciativa del gobierno para construir la central nuclear. Aunque esta consulta popular no transforma a Kazajistán en una democracia plena, sí representa un gesto de apertura en la toma de decisiones sobre asuntos estratégicos.

El propio Tokáev calificó el referéndum como un «mecanismo eficaz de democracia directa», reconociendo la importancia de involucrar a la ciudadanía en decisiones que afectarán el futuro energético y económico del país. Este movimiento, aunque limitado a un tema específico, podría interpretarse como un intento del régimen de legitimarse y mostrar una faceta más participativa, sin renunciar al control general del país.

La decisión de construir una planta nuclear en un país que aún lidia con las consecuencias de las pruebas atómicas soviéticas demuestra la complejidad de equilibrar el desarrollo económico con la memoria histórica y las preocupaciones ambientales de la población.

Senegal

La victoria del candidato opositor Bassirou Diomaye Faye en las elecciones presidenciales de Senegal celebradas en marzo de 2024 marcó un hito.

Tras un periodo turbulento marcado por protestas masivas, intentos de aplazamiento electoral y tensiones políticas, el triunfo de la oposición representó un soplo de aire fresco para la apertura democrática del país africano.

Este resultado es aún más notable considerando el contexto, donde una serie de golpes de Estado en países vecinos generó graves preocupaciones sobre la estabilidad democrática en la región de África Occidental. Paradójicamente, estos eventos han despertado en Senegal un renovado fervor por la defensa de las instituciones democráticas y han impulsado un mayor compromiso ciudadano.

La resistencia de las instituciones senegalesas, especialmente del Consejo Constitucional, que se mantuvo firme ante las presiones del gobierno saliente, junto con la incansable movilización de la sociedad civil y la juventud en las calles, resultaron imprescindibles para garantizar la celebración de elecciones libres y justas.

Democracias debilitadas en 2024

Túnez

Las elecciones presidenciales celebradas en Túnez el 6 de octubre de 2024 han consolidado el régimen autoritario de Kaïs Saïed. Con una participación excesivamente baja del 27,7%, estos comicios han evidenciado la profunda crisis democrática que atraviesa el país.

Saïed, quien se alzó con una victoria aplastante del 89,2% de los votos, se enfrentó a una oposición prácticamente inexistente, con sus principales rivales encarcelados o inhabilitados. La campaña electoral estuvo marcada por una intensa represión contra disidentes, con más de 170 personas detenidas por motivos políticos, incluyendo a figuras prominentes como Rached Ghannouchi, líder del partido Ennahda.

El proceso electoral, lejos de ser un ejercicio democrático, se convirtió en una fachada para legitimar el poder absoluto de Saïed, quien desde su autogolpe en 2021 ha desmantelado sistemáticamente las instituciones democráticas del país. La comunidad internacional y organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por esta deriva autoritaria, que ha borrado los avances logrados tras la Primavera Árabe y ha sumido a Túnez en un régimen cada vez más parecido al de Ben Ali, derrocado en 2011.

Corea del Sur

El 3 de diciembre de 2024, el país asiático sufrió un intento de golpe de Estado cuando el presidente Yoon Suk-yeol declaró sorpresivamente la ley marcial en una transmisión televisiva nocturna.

Yoon justificó esta medida drástica alegando la necesidad de proteger al país de «fuerzas antiestatales» y la presunta amenaza de Corea del Norte, pero rápidamente quedó claro que sus motivaciones eran puramente políticas.

En realidad, Yoon buscaba consolidar su poder frente a una oposición mayoritaria en el Parlamento que había aprobado recortes presupuestarios y amenazaba con destituir a altos funcionarios de su gobierno. La declaración de ley marcial provocó una reacción inmediata y contundente, donde miles de ciudadanos salieron a protestar, mientras que los legisladores opositores convocaron una sesión de emergencia para bloquear la medida.

Ante la presión popular y parlamentaria, Yoon se vio obligado a revocar la ley marcial apenas unas horas después de haberla proclamado. Este episodio, calificado como el intento de golpe «más chapucero» de la historia reciente, ha dejado a Yoon en una posición extremadamente precaria, enfrentando una posible detención.

Georgia y su «Sueño» represivo

El partido Sueño Georgiano ha consolidado su poder en Georgia de una manera que muchos consideran autoritaria, alejando al país de sus aspiraciones europeas y acercándolo a la órbita de influencia rusa.

Las elecciones parlamentarias de octubre de 2024 fueron un punto de inflexión, con la formación obteniendo una victoria aplastante y una mayoría absoluta que levantó sospechas de manipulación electoral.

Aunque el partido niega vínculos con el Kremlin, sus acciones han generado dudas sobre las elecciones y la verdadera orientación geopolítica del gobierno. La oposición y gran parte de la población acusaron a Sueño Georgiano de «robar» los votos y llevar a cabo un «golpe constitucional», desencadenando una ola de protestas masivas en las calles de Tiflis.

Miles de georgianos, ondeando banderas de la Unión Europea, han expresado su descontento formando cadenas humanas y manifestándose, exigiendo nuevas elecciones y un cambio de rumbo hacia la integración europea. La situación se ha vuelto aún más tensa con la decisión del gobierno de suspender las negociaciones de adhesión a la UE, lo que ha intensificado las protestas y ha llevado a enfrentamientos con la policía.

Este giro autoritario ha puesto en jaque las aspiraciones democráticas y europeístas de Georgia, generando una profunda crisis política y social en el país. Además, ha provocado que tanto Estados Unidos como Europa hayan aumentado las sanciones contra miembros de este partido.

El Salvador

La reelección de Nayib Bukele como presidente de El Salvador en 2024 marcó un punto de inflexión en la historia política del país centroamericano. Pese a su innegable popularidad y los logros en materia de seguridad, Bukele ha cruzado una línea roja al quebrantar la Constitución para mantenerse en el poder.

El mandatario logró sortear la prohibición constitucional de reelección inmediata gracias a una interpretación cuestionable de la Corte Suprema, cuyos magistrados fueron nombrados por su partido tras una polémica destitución de los anteriores. Esta maniobra, aunque respaldada por gran parte de la población, sienta un precedente peligroso que podría allanar el camino hacia un gobierno indefinido del actual mandatario.

Bukele ha justificado su permanencia en el cargo como necesaria para continuar su lucha contra las pandillas, que ha reducido drásticamente los índices de criminalidad. Sin embargo, este éxito ha venido acompañado de un debilitamiento sistemático de las instituciones democráticas, incluyendo la cooptación del poder judicial, la represión de voces críticas y la implementación de un estado de excepción prolongado. El dilema que enfrenta El Salvador es complejo. Por un lado, una población que valora la seguridad y el orden por encima de todo. Por otro, el riesgo de caer en un autoritarismo que, aunque popular, erosiona los cimientos del Estado de derecho.

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