La seguridad en la nube es uno de los grandes retos del entorno digital. Protege datos, aplicaciones e infraestructuras, pero sigue siendo un terreno poco vigilado. En este artículo explicamos por qué importa y cómo protegerla de forma práctica.
El entorno digital ha traído cambios en cómo trabajamos y nos comunicamos, y también en cómo guardamos, compartimos y protegemos la información. Hay piezas que se repiten: automatización, inteligencia artificial, conectividad total. Pero hay una que, pese a ser clave, sigue estando en segundo plano: la seguridad en la nube, o simplemente cloud.
¿Qué es la seguridad en la nube?
La seguridad en la nube es el conjunto de medidas (técnicas, organizativas y legales) que garantizan que los datos que subimos a plataformas como Google Drive, OneDrive o Dropbox estén a salvo. Desde contraseñas hasta cifrados, pasando por controles de acceso o copias de seguridad.
Este es un enfoque amplio que combina políticas, controles, tecnología y buenas prácticas para proteger datos, aplicaciones e infraestructuras alojadas en entornos cloud. El objetivo no es solo frenar los accesos no autorizados o mitigar ciberataques, sino también garantizar que las empresas cumplan con normativas, gestionen identidades de forma eficaz y puedan recuperarse tras incidentes críticos.
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Proteger un entorno cloud no es solo responsabilidad del proveedor. Según el modelo de responsabilidad compartida, el proveedor se ocupa de blindar la infraestructura y mantener la plataforma estable y segura, pero el control sobre los datos, usuarios y configuraciones lo tiene el cliente.
Esto significa que cada empresa debe saber exactamente qué parte le corresponde proteger y qué aspectos dependen del servicio contratado, ya sea infraestructura, plataforma o software como servicio.
¿A qué riesgos nos enfrentamos en la seguridad en la nube?
El mayor peligro es la confianza ciega. Muchos usuarios dan por hecho que si el servicio funciona, está protegido, pero no es así. Un informe de GetAstra revela que el 88 % de las brechas de seguridad en la nube tienen su origen en errores humanos: configuraciones incorrectas, accesos mal gestionados o prácticas poco seguras a la hora de compartir datos.
El phishing sigue siendo una de las principales amenazas, junto con el robo de credenciales, el acceso desde dispositivos infectados y el uso de contraseñas débiles. Pero hay otro enemigo más silencioso: el exceso de permisos. A menudo se conceden accesos a personas que no los necesitan o se olvidan cuentas abiertas que nadie revisa.
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Y luego está el tema de la inteligencia artificial generativa. Algunas empresas ya están usando IA para automatizar tareas en la nube, pero sin saber muy bien qué datos se procesan, ni si están protegidos como deberían.
Cómo reforzar la seguridad en la nube con pasos sencillos y efectivos
Uno de los consejos más útiles es sencillo: evitar contraseñas débiles, activar la autenticación en dos pasos y controlar quién tiene acceso a qué.
Por otro lado, cuando hablamos de seguridad en entornos más complejos (como empresas que operan en la nube a gran escala), se necesita algo más que buenas costumbres. Según Microsoft, hay una batería de herramientas diseñadas específicamente para proteger sistemas cloud frente a amenazas modernas.
Una de ellas es CNAPP, una plataforma que combina distintas capas de seguridad para proteger desde el desarrollo del software hasta su ejecución. Dentro de ese marco, la gestión de la postura de seguridad en la nube (CSPM) ayuda a detectar errores de configuración que pueden abrir puertas a los atacantes, mientras que la seguridad como código permite definir políticas desde el primer minuto del desarrollo.
La protección de datos también se refuerza con tecnologías como DSPM, que localiza y clasifica información sensible para evitar fugas, o DLP, que impide que esa información se comparta por canales no autorizados. Y para organizaciones con ciclos de desarrollo continuos, la integración de controles en los procesos de DevOps asegura que cada nueva función del software se revise antes de entrar en producción.
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Por otro lado, herramientas como SIEM y XDR permiten vigilar en tiempo real lo que ocurre en la red, correlacionar eventos y responder con rapidez ante una amenaza. Microsoft también destaca soluciones como EDR y EPP, que blindan los dispositivos desde los que se accede a la nube, identificando comportamientos anómalos y bloqueando malware o accesos sospechosos.
Todo esto se completa con sistemas como CIEM, que controlan que ningún usuario tenga más privilegios de los necesarios, y SEM, que evalúa el nivel de exposición de cada recurso y propone acciones concretas para reforzarlo.
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