Esta arteria marítima por la que circula cerca de un tercio del petróleo mundial podría convertirse en la chispa de una crisis energética y financiera mundial si la tensión entre Teherán y Tel Aviv se desborda.
El Estrecho de Ormuz es un paso natural de unos 160 km de longitud que separa Irán, al norte, de Omán y los Emiratos Árabes Unidos, al sur. En su punto más ajustado apenas mide 33 km y las dos vías de navegación útiles solo tienen unos 3 km de ancho cada una, lo que lo convierte en un auténtico «cuello de botella» o choke point marítimo.
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Este corredor une el Golfo Pérsico con el golfo de Omán y, por extensión, con el océano Índico, de modo que es la única salida al mar para los principales exportadores de crudo del golfo como Arabia Saudí, Emiratos, Kuwait, Irak, Catar, etc. Sin él, todo su petróleo y gas quedaría atrapado.
Alrededor del 20% del comercio mundial de petróleo y cerca de un tercio del crudo transportado por vía marítima atraviesan a diario el Estrecho de Ormuz. La ruta también mueve en torno al 30% del gas natural licuado (GNL) global, clave para los suministros de Catar hacia Asia y Europa. Cada año lo cruzan unos 21.000 buques, incluidos muchos de los superpetroleros más grandes del planeta.
Por qué Irán podría cerrarlo en una escalada con Israel
Tras los bombardeos israelíes del 13 de junio de 2025 sobre instalaciones militares y nucleares iraníes, el comandante de la Guardia Revolucionaria, Sardar Esmail Kowsari, declaró que el cierre del Estrecho de Ormuz «está siendo considerado» como represalia. La probabilidad de un bloqueo pasó del 24% al 47% en solo tres días, según predicciones de mercado. Sin embargo, cualquier otra escalada en el conflicto puede provocar su clausura temporal.
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Irán dispone de misiles balísticos de corto y medio alcance capaces de golpear petroleros, puertos y plataformas de bombeo en el Golfo. Sus drones Shahed pueden anular radares o detonar cargas contra mercantes, y la Marina iraní cuenta con lanchas rápidas, submarinos enanos y minas navales para obstaculizar el tráfico. Todo ello conforma una estrategia de anti-acceso/negación de área (A2/AD) que busca hacer prohibitivamente peligroso navegar por la zona.
Repercusiones económicas, financieras y energéticas
- El precio del petróleo se dispararía porque dejarían de salir unos 20 millones de barriles diarios. En pocos días el barril podría superar con facilidad los 100 dólares.
- El gas natural licuado también subiría mucho. Catar, que envía gran parte del GNL mundial, no tendría otra ruta y la oferta caería de golpe.
- Las facturas de luz y carburante para familias y empresas subirían, alimentando la inflación en todo el mundo.
- Transportar crudo por barco costaría bastante más. Las aseguradoras cobrarían primas de guerra.
- Algunos países con oleoductos alternativos salvarían parte de su producción, pero la mayoría quedaría sin suministro y habría riesgo de racionamientos de energía.
- Las bolsas se hundirían. Podría haber un efecto dominó en los parqués europeos si se corta Ormuz, reflejo de la volatilidad que ya se percibe en los mercados.
- Fábricas, camiones y explotaciones agrícolas pagarían tanta energía que muchas reducirían turnos o pararían máquinas, recortando empleo y crecimiento en toda Europa y otras regiones.
- Europa y Asia pujarían por los pocos barcos con crudo y GNL disponibles, lo que dispararía sus facturas de importación y agrandaría el déficit comercial de países muy dependientes.
- Los gobiernos se verían obligados a liberar crudo de reservas estratégicas y a subvencionar carburantes. Estas medidas incrementarían el gasto público y la deuda.
- Para frenar la nueva ola inflacionaria derivada del encarecimiento simultáneo de petróleo, gas, transporte, electricidad y alimentos, los bancos centrales podrían mantener o incluso subir los tipos de interés, encareciendo hipotecas y préstamos a familias y empresas.
- Volatilidad en bolsas y activos de riesgo. La energía cara e incertidumbre geopolítica provocaría ventas masivas en renta variable y en criptomonedas. Podrían ocurrir correcciones fuertes en Bitcoin y otros activos de riesgo.
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