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¿Como protegernos de desastres naturales usando GEOINT?

Análisis

Artiom Vnebreaci Popa
Artiom Vnebreaci Popa
Licenciado en Filosofía y Letras por la UAB, y estudiante de Antropología por la UNED. Experto en Estudios del Futuro, Prospectiva y Estudios Culturales. Especializado en la historia de Europa del Este y del Oriente Próximo. Interesado por ciberinteligencia y biotecnología. Es alumno certificado del Curso de HUMINT (nivel 1), Curso de Experto en Análisis de Inteligencia y Curso de Autoprotección en Conflictos Armados de LISA Institute.

El megaterremoto en Kamchatka expuso nuestra fragilidad ante desastres naturales. En este análisis, Artiom Vnebraci Popa expone cómo GEOINT ayuda a anticiparlos, entenderlos y responder mejor.

El 30 de julio del año 2025, la Tierra emitió uno de sus mensajes más potentes en décadas: un megaterremoto de magnitud 8.8 sacudió la península de Kamchatka. También despertó preocupación global sobre la vulnerabilidad de los sistemas humanos ante las fuerzas naturales.

Lo que siguió fue una cadena de eventos que ilustra la interconexión de los sistemas complejos terrestres. El volcán Kliuchevskoi entró en erupción como consecuencia directa del terremoto. Esto desencadenó alertas de tsunami que se propagaron por el Océano Pacífico y alcanzaron las costas de Japón, Hawái y Chile.

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Este hecho natural no es un fenómeno aislado. Es una manifestación de la creciente necesidad de sistemas de inteligencia capaces de interpretar, predecir y mitigar los efectos de los desastres naturales.

En este contexto surge la Inteligencia Geoespacial (GEOINT) como una disciplina necesaria. Combina el análisis de información geológica, biológica, social y geográfica para crear un escudo eficaz contra las amenazas naturales.

Fundamentos e importancia del GEOINT

La aplicación del GEOINT en la prevención de desastres naturales parte de entender que la Tierra funciona como un sistema integrado. En él, los eventos geológicos, climáticos y biológicos están interconectados.

Los terremotos pueden activar volcanes. Las erupciones volcánicas pueden alterar patrones climáticos. Estos cambios, a su vez, provocan migraciones masivas de especies que pueden funcionar como indicadores tempranos de futuros eventos.

Los ecosistemas añaden una dimensión predictiva al actuar como sensores naturales. Estos responden a cambios imperceptibles para instrumentos humanos más sutiles.

Cambios en la vegetación, acidez del agua, variaciones en patrones migratorios y alteraciones químicas en manantiales, así como fallas sensibles, pueden interpretarse como señales útiles. Cuando se interpretan correctamente, estos elementos mejoran la precisión de los sistemas de alerta temprana.

El proceso GEOINT transforma datos de información espacial en conocimiento estratégico sobre territorios, poblaciones y situaciones de riesgo.

Predicción, certezas y casos de éxito

Los sistemas GEOINT contemporáneos integran satélites de observación terrestre proporcionando imágenes multiespectrales y radares con interferometría satelital (InSAR) que detectan deformaciones del terreno con precisión. Estos son capaces de identificar movimientos tectónicos meses (a veces años) antes de que se manifiesten como movimientos sísmicos significativos. Tales sistemas tecnológicos se complementan con redes terrestres de sismómetros, inclinómetros y extensómetros; creando una vigilancia integral con datos en tiempo real.

La inteligencia artificial y el machine learning, junto con toda la Industria 4.0, han revolucionado la capacidad de procesar y analizar grandes volúmenes de datos heterogéneos.

Gracias a ello, hoy es posible configurar algoritmos sofisticados. Estos identifican patrones complejos en series temporales sísmicas y correlacionan anomalías en parámetros geofísicos que varían simultáneamente.

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Además, pueden generar modelos predictivos que evolucionan con nueva información a medida que esta va llegando. Un ejemplo histórico exitoso de Inteligencia Geoespacial es el sistema de monitoreo del volcán Pinatubo en Filipinas. Combinó datos sísmicos, deformación del terreno y composición de gases.

Dicho sistema permitió evacuar a más de 200.000 personas antes de la erupción catastrófica de 1991. Por otro lado, la red J-SHIS de Japón es uno de los sistemas GEOINT más avanzados del mundo. Proporciona mapas de peligro sísmico en tiempo real.

Integra datos geológicos, topográficos y de densidad poblacional. Así, genera escenarios de daño y permite planificar respuestas de emergencia. Este sistema demostró su eficacia en el terremoto y tsunami de Tōhoku en 2011. Las alertas tempranas permitieron que millones de personas tomaran medidas protectivas.

Limitaciones y futuro del GEOINT

El reciente evento de Kamchatka revela las limitaciones de estos sistemas. Aunque la región estaba bajo monitoreo constante y se habían detectado precursores sísmicos semanas antes, la magnitud final del megaterremoto superó las predicciones iniciales de los modelos probabilísticos.

Esto demuestra que la complejidad no lineal de los sistemas terrestres incluye el efecto mariposa: pequeñas variaciones pueden producir resultados drásticamente diferentes.

Los principales desafíos actuales incluyen la integración técnica de múltiples fuentes que operan en diferentes escalas temporales y espaciales, con protocolos de comunicación diversos y formatos de datos incompatibles. También implica contextualizar esa información heterogénea y traducir la inteligencia técnica en acciones operativas eficaces.

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Es necesario construir una interfaz multimodal entre científicos, agencias de inteligencia, empresas, autoridades y comunidades locales. Solo así se pueden coordinar respuestas ante desastres naturales o emergencias. El futuro de GEOINT se orienta hacia sistemas integrados de próxima generación. Estos incluyen constelaciones de pequeños satélites (CubeSats) que proporcionarán datos con frecuencia de horas en lugar de días.

También incorporarán computación cuántica, que resolverá modelos complejos en minutos, tareas que hoy requieren días.

Además, se desarrollarán gemelos digitales de sistemas terrestres. Estos integrarán datos sobre geología, hidrología, ecología y actividad social para realizar simulaciones virtuales y predicciones más precisas. En un contexto de cambio climático intensificado, la gestión de desastres no se basa en prevenirlos. Depende de nuestra capacidad para anticiparlos, entenderlos y responder eficazmente. Así, la incertidumbre debe traducirse en preparación, la vulnerabilidad en resiliencia y los datos en acción.

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