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Gorbachov en el poder: perestroika, glasnost y el fin de la URSS

Análisis

Miquel Ribas Lladó
Miquel Ribas Lladó
Grado en Relaciones Internacionales (Collegium Civitas, Varsovia) y Máster en Estudios Globales de Asia Oriental (UAB, Barcelona). Tiene experiencia como investigador en la Fundación Instituto Confucio (Barcelona) y en el Instituto de Investigación Sociopolítica de la Academia de Ciencias de Rusia (Moscú). Alumno certificado del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico y del Curso de Experto en China de LISA Institute.

En el bienio 1985–1987 se trazan las bases de la perestroika: autonomía empresarial, impulso tecnocientífico y descentralización, en un país marcado por la corrupción, el atraso productivo y la urgencia de recuperar la legitimidad. En este artículo descubrirás la época de Gorbachov desde dos puntos: la situación previa de la URSS a su llegada, y su mandato y reformas que marcaron el fin.

El 11 de marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov asumió el cargo de Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Su nombramiento se consideró una decisión que rompió con muchos paradigmas que habían regido la dinámica de la política interior y exterior de la superpotencia comunista durante la Guerra Fría. Su legado está marcado por los procesos reformistas de la perestroika y la glasnost que implementó en la URSS para reformar el marxismo-leninismo, pero que finalmente lo destruyeron.

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A pesar de ello, Gorbachov sigue siendo una figura muy controvertida. Por un lado, es admirado en Occidente, principalmente en Alemania y EEUU, mientras que es denostado por parte de la mayoría de los rusos, siendo, junto a Yeltsin, el líder más impopular en la Rusia actual. A pesar de esta controversia, el conocimiento sobre los procesos de cambio iniciados por Gorbachov es, en cierta medida, superficial y, en ocasiones, sesgado. Para comprender su liderazgo y su periodo como líder soviético, es necesario intentar abarcar lo que Gorbachov representó desde una perspectiva más amplia.

Este artículo se va a focalizar en analizar la época de Gorbachov desde dos ópticas. Por un lado, la primera parte se va a centrar en analizar el contexto de la situación de la URSS previa a la llegada de Gorbachov, abordando los últimos años de la era de Brézhnev así como el interregno de Andropov y los dos primeros años de liderazgo de Gorbachov (hasta 1987).  La segunda parte, por su parte, va a indagar más en profundidad a aquello que fue la perestroika, sus resultados, así como eventos que emergieron como resultados de las reformas políticas y económicas que se implementaron y que llevaron al fin de la superpotencia comunista.

Antecedentes: de una familia de agricultores al Comité Central del PCUS

Gorbachov provenía de una familia de campesinos rusos pobres de la región de Stávropol. Desde muy joven, comenzó a trabajar con su padre en el campo, donde demostró un talento innegable para las labores agrícolas. Tanto es así que, a los 14 años, fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja gracias a sus excelentes cosechas y contribuciones al estado, superando las cuotas de producción estipuladas por el GOSPLAN (Comité Estatal de Planificación). Gracias a estos excelentes resultados, pudo estudiar Derecho en la prestigiosa Universidad Estatal de Moscú, donde aprobó con un expediente académico sobresaliente.

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Tras finalizar sus estudios, regresó a Stávropol, donde comenzó a trabajar como apparatchik del PCUS. Este fue un momento crucial, ya que conoció a quien sería su padrino político, Yuri Andropov. Gracias a Andropov, Gorbachov pudo ascender en las filas del PCUS. Así, entre 1970 y 1978, Gorbachov dirigió el Comité Regional de Stávropol del PCUS, cargo que ocupó mientras se incorporaba al Comité Central del PCUS en 1971. Posteriormente, en 1978, fue nombrado secretario del Comité Central a cargo de asuntos agrícolas, y en 1980, obtuvo un puesto permanente en el Politburó Soviético.

El estancamiento brezhneviano: una superpotencia en una severa crisis económica y social

Las reformas implementadas por Mijaíl Gorbachov serían inexplicables sin las casi dos décadas de liderazgo de Leonid Brézhnev (1964-1982). Desde principios de la década de 1970, la URSS atravesaba una grave crisis económica, llegando a alcanzar tasas de crecimiento económico negativas y niveles de productividad extremadamente bajos. En este contexto, Brézhnev se convirtió en el principal representante del conservadurismo político que priorizaba la estabilidad burocrática sobre las reformas económicas. Esta actitud de estabilidad sobre la innovación generó dos factores que obstaculizaron el crecimiento económico de la URSS:

  1. La corrupción por parte de los dirigentes del PCUS y la nomenklatura soviética.
  2. El atraso económico y tecnológico.

De igual manera, la productividad en sectores vinculados a la industria civil y otras actividades económicas, como la producción de bienes de consumo y artículos de primera necesidad para la sociedad civil era muy baja. Esto implicó que el nivel de vida de los ciudadanos soviéticos apenas mejorara durante este período. La producción agrícola comenzó a declinar, generando escasez y bajos rendimientos, mientras que la industria se encontraba tecnológicamente obsoleta. El estancamiento productivo se reflejó principalmente en el sector agrario, poniendo de relieve el desequilibrio con su contraparte: Estados Unidos. Un ejemplo de este atraso es que un agricultor estadounidense producía alimentos suficientes para 65 personas, mientras que su homólogo soviético solo podía producir para una cantidad de 8 personas.

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Además, el sector militar continuó consumiendo una gran parte de los recursos económicos. Cabe destacar que el período del estancamiento de Brézhnev se caracterizó por devenir la época dorada de los vínculos entre el estamento militar y el político. Sin embargo, el sector militar, pese a consumir una gran parte del PIB y estar sobredimensionado, a nivel tecnológico, estaba lejos de poder competir en calidad con el complejo militar-industrial estadounidense. Esto significaba que, mientras Washington podía reducir la producción de armas compensándola con innovación tecnológica sin que ello supusiese mermar su capacidad militar, pero destinando menos recursos, los soviéticos tenían que competir en cantidad.

De igual manera, el sector civil no se benefició de la investigación militar debido a la decisión del Kremlin de no sumarse a la tercera revolución industrial, considerándola una práctica capitalista. Asimismo, los dirigentes soviéticos se demostraron incapaces de adaptar una estructura socioprofesional adecuada a las necesidades de un sistema científico-industrial, el cual estaba atrapado en un sistema técnico y tecnológico anticuado y obsoleto.

El crecimiento demográfico ocurrido durante la era de Brézhnev tampoco ayudó, ya que no estuvo acompañado de un crecimiento económico vinculado a la generación de recursos suficientes para sostenerlo. Además, la demografía experimentó importantes contradicciones, principalmente en las repúblicas del Cáucaso y Asia Central, cuyo nivel de vida era inferior al de las repúblicas eslavas o europeas, cuyas tasas de natalidad eran considerablemente más bajas. Paradójicamente, se produjeron aumentos de la mortalidad debido al consumo excesivo de alcohol, una caída de la esperanza de vida y el deterioro del sistema de salud estatal.

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Asimismo, la era Brézhnev se caracterizó por una progresiva pérdida de control desde el centro (el gobierno central en Moscú) hacia las demás repúblicas y entidades político-federales (krais u oblasts), al tiempo que surgían desequilibrios regionales. Muchos gobernadores regionales falsificaron los informes de producción que enviaron a Moscú, afirmando haber cumplido los objetivos de producción estipulados por GOSPLAN sin ninguna verificación. Un hecho que condujo a que Moscú perdió el control de la realidad económica del país. El deterioro de la situación económica se incrementó con el aumento del número de empresas deficitarias (fantasmas), cuyas estructuras a menudo sobredimensionadas, que sobrevivieron gracias a las ayudas financieras estatales, sin que el Estado exigiera reformas estructurales para mejorar su productividad como contrapartidas para la recepción de las ayudas. 

Finalmente, el estancamiento brezhneviano primaba a quienes proclamasen su adhesión ideológica al marxismo-leninismo como la mejor manera de mantener sus posiciones privilegiadas en las diversas divisiones territoriales frente a sus capacidades organizativas y de gestión. Este hecho se reflejó en la elaboración de un informe de la KGB, presidido por Yuri Andropov, que evaluó el PNB soviético en términos de valor añadido según los estándares occidentales frente al volumen, un método utilizado por los soviéticos para ofrecer una visión real de la situación económica. El resultado mostró que la URSS fue superada por Japón y, muy pronto, lo sería por la República Federal de Alemania. También mostró el estancamiento soviético frente al dinamismo chino bajo las reformas de mercado emprendidas por Deng Xiaoping.

Una nueva generación al mando para revitalizar el proyecto comunista

Dada la complicada situación de la URSS, surge la pregunta de por qué se mantuvo el sistema durante la década de 1970. Desde su fundación, después de la Revolución de Octubre de 1917, el régimen soviético sostuvo su legitimidad en tres factores principales:

  1. Represión a la disidencia y control / monopolio informativo.
  2. Estado de bienestar, aprovisionamiento de bienes básicos (vivienda, sanidad, educación, transporte, etc.) y sistema de protección social a toda la población.
  3. Patriotismo: vinculado al triunfo de la Revolución de Octubre y la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, la mayoría de la población percibía estos acontecimientos como algo cada vez más lejano y en la sociedad soviética surgió un creciente deseo de mejorar sus condiciones materiales de vida porque, a pesar de tener sus necesidades básicas cubiertas por el Estado, la mayoría de los bienes y servicios eran considerados precarios y de baja calidad.

Estos acontecimientos llevaron al ascenso de Andropov quien, como jefe del KGB, era plenamente consciente del atraso de la URSS en la mayoría de los campos (principalmente económico y tecnológico) en comparación con sus competidores occidentales. Es difícil saber. No obstante, es difícil saber si Andropov hubiese continuado con la política caracterizada del estancamiento brezhneviano definido como «el estalinismo sin el terror masivo», abogando por una cierta liberalización y flexibilidad en la gestión de la economía pero manteniendo un férreo control político siguiendo un modelo similar al chino de Deng Xiaoping, o si hubiese apostado por la descentralización como hizo Gorbachov.

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En cierto modo, Andropov puede definirse no como un liberal, sino como un tipo duro con proyectos para perfeccionar el sistema promoviendo medidas para aumentar la disciplina y combatir la corrupción. Estas medidas fueron ampliamente aceptadas por la sociedad soviética en general. Si bien se intuye que sus objetivos giraban en torno a buscar medidas que incentivase la mejora el nivel de vida del ciudadano soviético como premisa previa para que se introdujesen en la sociedad soviética las libertades de opinión, expresión, ideológica, artística etc. que imperaban en Occidente. En otras palabras, primero modelo chino de mejora económica para, posteriormente, introducir un marco de libertades. 

El interregno de Andropov es, pese a su brevedad, significativo puesto que permitió la jubilación de muchos funcionarios de la vieja guardia del PCUS, dando paso a una generación de líderes muy diferente. En este sentido, la mayoría de quienes gobernaron el país durante el estancamiento de Brézhnev se habían formado bajo el estalinismo. Muchos de ellos habían trabajado como ingenieros. Un hecho que los condujo a que su conocimiento se circunscribía a libros de texto sobre educación técnica. Esto les llevó a que su comprensión del mundo exterior era meramente superficial

La nueva generación, de la que Gorbachov formó parte, creció bajo el deshielo de Jruschov. A lo largo de este tiempo muchos de ellos habían viajado al extranjero y conocían la realidad de aquello que acontecía fuera de la URSS. De particular interés fue la figura política de Aleksander Yakovlev, ideólogo de la glasnost y la perestroika, quien fue embajador en Canadá durante diez años, estudió en la universidad estadounidense de Columbia (en un programa de intercambio) y representó al gobierno soviético en las negociaciones (a veces acompañado del propio Gorbachov) con las potencias occidentales, entre ellas el Reino Unido o Canadá.

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Esta experiencia en el extranjero hizo que fuese considerado el miembro del PCUS con mayor conocimiento de Occidente. Al mismo tiempo, Gorbachov, como miembro de la nomenklatura de Brézhnev, tuvo la oportunidad de viajar a países occidentales como Francia, Italia y Alemania. Estos viajes le permitieron corroborar la precaria situación de los ciudadanos soviéticos en comparación con la de sus competidores capitalistas en el bloque occidental. 

Este acontecimiento, sin embargo, creó una división dentro del PCUS entre una facción más conservadora, liderada por Konstantin Chernenko, y otra representada por Andropov. Tras la muerte de este último, en busca de un equilibrio, Chernenko, máximo representante del inmovilismo y la gerontocracia, fue elegido Secretario General del PCUS, y Gorbachov su adjunto o segundo.

1985: ¿Qué hacer? Volver a la NEP de Lenin

Tras la muerte de Chernenko, apenas un año después de su ascenso al poder, Gorbachov se convirtió en el líder de la URSS. Se rodeó de un grupo de colaboradores afines que buscaban reformar el sistema soviético para que pudiera sobrevivir a la difícil situación interna del país, dado que los logros del pasado ya no legitimaban el presente, ni tampoco al régimen soviético, que veía cómo se agotaban las rentas que habían permitido su liderazgo. A pesar del consenso sobre la gravedad de la situación, no existía, sin embargo, una hoja de ruta clara sobre qué hacer, la cual no se materializaría hasta 1987

En estos dos años, de 1985 a 1987, se buscó desplegar una política que intentase acelerar el crecimiento económico del país llamada «aceleración» o uckoreniye (ускорение). Durante estos dos años, los nuevos líderes del Kremlin se inspiraron en la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin, alabada por el propio Gorbachov por «su potencial creador», para buscar mejorar la productividad de la industria civil y revertir el déficit permanente de productos básicos.

Los objetivos se focalizaron en incrementar la producción agrícola, de bienes de consumo y viviendas así como la mejora de los servicios públicos. En este contexto, buscaron promover incentivos económicos para la producción en un marco similar a la «reforma liberal» implementada por Alexei Kosygin, a mediados de la década de 1960, destinada a descentralizar la planificación económica y otorgar mayor autonomía a las empresas. A un nivel genérico se pueden destacar dos objetivos fundamentales que configuraron la estructura del diagnóstico de los nuevos dirigentes soviéticos:

  1. Fomentar la aceleración del progreso científico y tecnológico como base de una reorganización estructural de la economía y la restructuración de su base material a partir de la incorporación de las nuevas tecnologías.
  2. Integración de la disidencia científico técnica y el abandono del igualitarismo comunista para reemplazarlo por una nueva distribución de los beneficios sociales en base al principio de a cada uno según su capacidad y según su trabajo prestando especial atención al trabajo de los ingenieros y científicos técnicos.

El desastre nuclear de Chernóbil afectó significativamente en la medida en que abrió el debate sobre la descentralización de los medios de comunicación y permitió dar un papel más activo a la sociedad civil, otorgándole el estatus de sujeto político. Por primera vez desde la Revolución de Octubre, este sector social pudo participar en la vida política del Estado.

Cabe destacar que en estos dos años, incluso antes de que comenzara la perestroika, algunos de los pilares del Estado establecidos tras la Revolución de Octubre ya estaban siendo desmantelados. En este contexto, la represión que había silenciado la disidencia se relajó significativamente, permitiendo la libre expresión de la sociedad civil, que desde 1917, y con la excepción del deshielo de Jruschov, no había tenido voz. De igual manera, el papel del PCUS, que hasta entonces había sido la piedra angular del Estado como «fuerza dirigente y orientadora de la sociedad soviética y núcleo del sistema político» se estaba erosionando. Este status le había permitido al ejercer el monopolio del control de la información. Sin embargo, tras la glasnost, estaba disminuyendo mientras se daba una aparición progresiva de discursos y transmisión informativa diferente al oficialismo generando una base social para el debate, la discusión y la pluralidad de opiniones.

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Esta descentralización generó desacuerdos dentro de la facción reformista y la conservadora del PCUS. En este entorno surgieron discrepancias principalmente entre Gorbachov y su ministro de Asuntos Ideológicos, Yegor Ligachov, considerado su segundo y quien defendía la implantación cambios graduales. Ligachov fue un ferviente crítico con la glasnost puesto que la acusaba de ser la responsable de la progresiva occidentalización de la juventud soviética así como el ofuscamiento nacionalista de las nuevas generaciones. Ligachov creía que las reformas eran excesivas y que proseguir con ellas conduciría al fin del marxismo, mientras abogaba por preservar el statu quo del sistema. Este enfrentamiento entre ambos terminó en 1987, cuando Ligachov fue reemplazado por Aleksander Yakovlev, quien lo sustituyó, como jefe del departamento ideológico. Un cargo que situaba a Yakovlev, aliado de Gorbachov, al frente del aparato de propaganda del partido. Fue entonces cuando comenzó la perestroika.

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