El Banco Central Europeo acelera el lanzamiento del euro digital, un medio digital de efectivo disponible para todos los ciudadanos de la Eurozona. Sin embargo, su posible aplicación plantea interrogantes a algunos sectores de la población. En este artículo te explicamos todo sobre esta nueva medida, sus funcionalidades y sus críticas. Si te interesa aprender más, te recomendamos el Curso de Experto en la Unión Europea (UE) de LISA Institute.
El euro digital es una propuesta del Banco Central Europeo (BCE) para crear una moneda digital oficial que complemente al dinero en efectivo y a los métodos de pago electrónicos existentes. Según la definición técnica del BCE, «un euro digital sería un medio digital de efectivo minorista emitido por el Eurosistema (compuesto por el Banco Central Europeo y los bancos centrales nacionales de la zona del euro) disponible para todos los ciudadanos en la zona del euro». Este proyecto busca ofrecer a los ciudadanos una opción segura y accesible para realizar pagos electrónicos cotidianos. Incluiría compras en tiendas físicas y online y transferencias entre particulares. Con esto, aseguran que garantizará la soberanía monetaria europea y reducirá la dependencia de proveedores privados no europeos.
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Según el BCE, el euro digital no pretende sustituir al efectivo, sino complementarlo. Para ello, aseguran que se adaptarán a las nuevas tendencias de pagos digitales y responderán al aumento de la demanda de soluciones electrónicas seguras. «Actualmente, no existe ninguna opción de pago digital europea que abarque toda la zona del euro. 13 de los 20 países dependen de esquemas internacionales para los pagos con tarjetas. El euro digital sería un medio de pago electrónico europeo accesible y aceptado en todos los países de la zona del euro», asegura el organismo europeo.
Su implementación permitiría realizar pagos instantáneos sin costes adicionales dentro de toda la zona euro, incluso sin conexión a internet en ciertas situaciones. Con esto, el BCE asegura que habrá privacidad y facilidad de uso. Ahora mismo, el BCE se encuentra en una fase de preparación que concluirá en octubre de 2025, durante la cual se definirán las reglas operativas del euro digital y se seleccionarán proveedores para desarrollar su plataforma tecnológica. Posteriormente, está previsto que se presente el Reglamento de la UE destinado al euro digital y los países deberán adaptar sus legislaciones para introducir la norma en una fecha determinada.
¿Cuándo entra en vigor?
El euro digital aún no tiene una fecha oficial de entrada en vigor, ya que su emisión depende de la finalización de varias etapas. Actualmente, el proyecto se encuentra en la fase de preparación, que comenzó en noviembre de 2023 y está prevista para completarse en octubre de 2025. Durante esta etapa, el Banco Central Europeo (BCE) está definiendo aspectos técnicos. Entre ellos, el reglamento operativo del euro digital y la selección de proveedores para desarrollar su infraestructura. Sin embargo, la decisión final sobre su emisión solo se tomará una vez que el proceso legislativo europeo haya concluido y los colegisladores den su aprobación.
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Si bien el BCE ha señalado que el euro digital podría estar disponible para los ciudadanos a partir de 2027, esto dependerá de los avances legislativos y técnicos. Según Christine Lagarde, presidenta del BCE, es «crucial que las instituciones europeas aceleren los trabajos para garantizar que la moneda digital cumpla con los estándares de seguridad, privacidad y accesibilidad necesarios». De este modo, el euro digital se posicionaría como un complemento al efectivo y a las opciones privadas de pago digital, ofreciendo una solución moderna para las transacciones cotidianas en toda la zona euro.
Funcionalidades del euro digital
Incluirá una serie de funcionalidades diseñadas para facilitar los pagos cotidianos y promover la inclusión financiera en la zona del euro. Estas son algunas de las características principales que tendrá, según el Banco Central Europeo (BCE) y las autoridades europeas.
- Pagos instantáneos y seguros. Permitirá realizar transacciones rápidas y fiables en tiendas físicas, en línea o entre particulares, sin importar el proveedor de servicios de pago ni el país dentro de la zona euro.
- Uso sin conexión a Internet. Los usuarios podrán efectuar pagos offline mediante dispositivos como teléfonos móviles o tarjetas inteligentes, lo que garantiza su funcionalidad incluso en situaciones sin acceso a la red.
- Pagos recurrentes automatizados. Será posible programar pagos periódicos, como el alquiler o servicios, de manera sencilla y eficiente.
- Accesibilidad. Estará disponible para todos los ciudadanos y empresas de la zona euro, sin necesidad de tener una cuenta bancaria vinculada. Además, será gratuito para sus funciones básicas.
- Privacidad. Aunque cumplirá con las normativas contra el lavado de dinero, el BCE asegura que no rastreará los hábitos de pago de los usuarios, garantizando un nivel superior de privacidad respecto a otros métodos digitales.
- Interoperabilidad con efectivo y cuentas bancarias. Los usuarios podrán convertir euros digitales en efectivo o transferirlos a cuentas bancarias mediante cajeros automáticos o aplicaciones vinculadas.
- Límite en el saldo almacenado. Se establecerá un tope en la cantidad de euros digitales que una persona o empresa podrá mantener en su monedero digital, para preservar la estabilidad financiera.
Críticas
Su posible implementación ha generado un gran debate y críticas de ciertos sectores de la sociedad europeas en diferentes países. A continuación, se detallan los principales argumentos de desconfianza y escepticismo que han surgido en torno a esta iniciativa.
- Pérdida de privacidad financiera. Una de las preocupaciones más destacadas es la posibilidad de que el euro digital elimine el anonimato en las transacciones financieras, algo que sí permite el dinero en efectivo. Cada operación quedaría registrada, lo que podría facilitar la vigilancia gubernamental y el control sobre las finanzas personales. Aunque el BCE ha prometido proteger la privacidad, muchos expertos consideran que los mecanismos propuestos son insuficientes y temen que se utilice para monitorizar o restringir actividades económicas en el futuro.
- Riesgo de control estatal. Algunos críticos advierten que el euro digital podría convertirse en una herramienta para aumentar el control estatal sobre las finanzas de los ciudadanos. Esto incluye la posibilidad de imponer restricciones sobre cómo y dónde se puede gastar el dinero, lo que limitaría la libertad económica. Este temor se agrava con la percepción de que podría ser usado para sancionar o bloquear transacciones en casos específicos, como actividades consideradas «indeseables» por los gobiernos.
- Impacto en el sistema bancario. El euro digital podría desestabilizar el sistema bancario tradicional al reducir los depósitos en bancos privados. Esto afectaría su capacidad para otorgar créditos, especialmente a pequeñas y medianas empresas, lo que podría derivar en una crisis financiera. Para evitar esto, se han propuesto límites al uso del euro digital (como un máximo de 3.000 euros por usuario), pero estas restricciones podrían hacerlo menos atractivo para los ciudadanos.
- Vulnerabilidad a corridas bancarias. En tiempos de crisis financiera, los ciudadanos podrían retirar masivamente sus depósitos bancarios para transferirlos al euro digital, considerado más seguro al estar respaldado por el BCE. Esto podría acelerar corridas bancarias y agravar las crisis económicas.
- Exclusión digital y brecha generacional. Podría excluir a sectores vulnerables de la población, como personas mayores o aquellas con acceso limitado a tecnología digital. Según estudios, los mayores de 64 años muestran una fuerte resistencia a adoptarlo debido a su preferencia por métodos de pago tradicionales. Además, existe preocupación por la falta de infraestructura tecnológica adecuada en algunas regiones para garantizar una adopción plena.
- Costes elevados e incertidumbre. Su implementación implica grandes costes. Además, persisten dudas sobre si el BCE tiene la capacidad técnica para gestionar un sistema tan complejo sin interrupciones ni fallos.
- Desconfianza. En países como Alemania y España, una parte de la población desconfía del euro digital debido a temores sobre la pérdida de autonomía financiera y los posibles abusos por parte del BCE o los gobiernos nacionales. Además, su implementación sin un proceso de votación en referéndum en la UE también ha generado inquietud entre ciudadanos y expertos que consideran que no se han debatido ni resuelto adecuadamente todos los aspectos técnicos y legales a la sociedad.
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