El término pinkwashing se traduce al castellano como «lavado rosa», y hace referencia a la apropiación de conquistas, derechos, y símbolos de la comunidad LGTBIQ+ por parte de Estados y empresas con el fin de obtener un beneficio político o económico. El concepto planta sus orígenes en la unión de la palabra «rosa» en inglés, y «whitewash» que significa blanquear o encubrir.
El fenómeno del pinkwashing funciona como una estrategia de marketing que busca promocionar instituciones, productos, empresas, o incluso personas, y presentarlas como simpatizantes del colectivo. De esta manera, se aseguran de generar una imagen progresista, inclusiva, tolerante y moderna frente a sus competidores.
Por lo que se denuncia al pinkwashing es por la apropiación de estos símbolos únicamente en fechas señaladas como el Día del Orgullo, mientras que el resto del año se muestran indiferentes o contrarios a ellos. Según un estudio de Diversity at Work, solo 2 de cada 10 empresas cuentan con programas o políticas de igualdad que afecten al colectivo.
Orígenes del pinkwashing
La expresión pinkwashing apareció en la década de los 90 en Estados Unidos. Sin embargo, en sus inicios no tenía ninguna relación con la comunidad LGTBIQ+. Fue la organización Breast Cancer Action quien utilizó el término para denunciar cómo varias empresas teñían sus productos y marcas de rosa durante el mes de mayo con motivo del Día de la Madre y la lucha contra el cáncer de mama.
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Con el tiempo, el colectivo LGTBIQ+ ha acabado utilizando el término para manifestar la instrumentalización de sus derechos por parte de políticos y empresas.
Evolución del pinkwashing
Como se observaba con el cáncer de mama, la causa de la comunidad LGTBIQ+ no es la única que se utiliza para beneficio político y económico. El whitewashing se aplica a diferentes reivindicaciones dando lugar a una gama entera de colores: purplewashing relacionado con la igualdad de género, greenwashing relacionado con el medio ambiente o el redwashing relacionado con el uso de discursos de izquierdas por parte de la extrema derecha.
La percepción pública del pinkwashing ha evolucionado considerablemente. Inicialmente, muchas audiencias acogieron favorablemente el apoyo a los derechos LGBTQ+, sin cuestionar las motivaciones subyacentes. Sin embargo, con el tiempo, activistas y académicos han comenzado a criticar y desmantelar estas estrategias, señalando las inconsistencias y motivaciones detrás de ellas.
La geopolítica del pinkwashing
Israel es uno de los casos más citados de pinkwashing. El gobierno israelí ha promovido activamente su imagen como un oasis de derechos LGTBIQ+ en Oriente Medio. Algunos eventos como el Desfile del Orgullo en Tel Aviv, atraen a miles de turistas cada año. Sin embargo, este apoyo es criticado por ser una táctica para desviar la atención de la ocupación y las violaciones de derechos humanos en los territorios palestinos. Esta estrategia ha sido efectiva en algunos sectores, aunque ha enfrentado una creciente crítica por parte de activistas de derechos humanos que buscan resaltar las inconsistencias y motivaciones detrás de estas tácticas.
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Estados Unidos, aparte de ser un aliado estratégico de Israel, también ha utilizado el método del pinkwashing. En diversas administraciones le han dado uso como parte de su diplomacia internacional. Por ejemplo, durante la presidencia de Barack Obama, se promovieron activamente los derechos LGTBIQ+ como parte de la política exterior estadounidense, presentando al país como un líder en derechos humanos. Sin embargo, en ocasiones servía para desviar la atención de otros aspectos controvertidos de la política exterior estadounidense, como las operaciones militares y el uso de drones en Oriente Medio, que resultaron en numerosas muertes de civiles.
Dado que una postura abierta y tolerante hacia el colectivo facilita la diplomacia e inversión internacionales, son varios los regímenes conservadores y abiertamente homófobos que han cambiado significativamente su postura hacia el colectivo para reformar su imagen internacional. Es el caso de países como Turquía, Brasil o Arabia Saudí.
El pinkwashing de la derecha antiislamista en Europa
El auge de los movimientos de derecha antiislamista en Europa ha traído consigo el uso del pinkwashing para promover agendas xenófobas y antiinmigración. Estos movimientos y partidos políticos han encontrado en el apoyo al colectivo una herramienta eficaz para criticar a las comunidades musulmanas y justificar políticas restrictivas. Este fenómeno es lo que se conoce como homonacionalismo.
En varios países europeos, los partidos de derecha han capitalizado el temor y la desconfianza hacia las comunidades musulmanas para ganar apoyo electoral. La narrativa de estos partidos se basa en la percepción de que el Islam es intrínsecamente incompatible con los valores occidentales, incluyendo los derechos LGTBIQ+. Igual que hace el gobierno israelí proyectando esta incompatibilidad, estos movimientos buscan fortalecer su posición y justificar políticas de exclusión y represión contra los inmigrantes musulmanes.
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Existen varios partidos políticos europeos que ejemplifican dichas características. Un caso notable es el partido político holandés Partido por la Libertad (PVV), liderado por Geert Wilders. El PVV ha utilizado la defensa de los derechos LGTBIQ+ como una forma de atacar al Islam y promover políticas antiinmigración.
Por otro lado, el grupo Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland, AfD en alemán) ha utilizado tácticas similares, presentando al partido como un defensor de los derechos de esta comunidad en oposición a una supuesta amenaza musulmana.
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