En medio de un contexto regional complejo, Armenia busca reducir su dependencia de Rusia mientras establece nuevas alianzas. Su situación geopolítica y relación con Turquía serán clave para su futuro. En este artículo, Salvador Iborra, alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, analiza los desafíos y las oportunidades que enfrenta el país en su giro hacia el Oeste.
Con el colapso de la Unión Soviética, Armenia se convirtió en uno de los aliados más cercanos de Rusia. Formó parte incluso de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza militar comandada por Moscú y Estados exsoviéticos. Esto generó una integración económica potente. Tres décadas más tarde, Ereván pretende cambiar su enfoque.
Armenia y Rusia, dos aliados, ¿inseparables?
Los lazos entre ambos Estados tienen su origen en la guerra ruso-persa de 1828, tras la cual la Armenia oriental formó parte de Rusia. Este era percibido como un protector de los cristianos en su área de influencia, incluida el Cáucaso.
La República Democrática Armenia, nacida en 1918 tras el colapso del Imperio Ruso, pretendía asegurar su independencia y soberanía. Para ello, estableció relaciones amistosas con todas las entidades políticas rusas. Confiaba en que dicho apoyo contrarrestaría la hostilidad del resto de Estados transcaucásicos y de Turquía.
➡️ Te puede interesar: ¿Es posible una guerra entre Armenia y Azerbaiyán?
Tras el colapso soviético, la Federación Rusa fue un apoyo firme de los armenios en la Primera Guerra del Alto Karabaj. Este conflicto fue el primero de los enfrentamientos armados postsoviéticos. Formó parte de una larga lista de enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave de dicho nombre.
De esta manera, podemos observar cómo Moscú ha sido tradicionalmente un proveedor de seguridad para los armenios, en múltiples y variados contextos históricos. Desde 1991 hasta 2020, Armenia se hizo muy dependiente del Kremlin en campos muy distintos.
Primeramente, y como ya hemos adelantado, el de seguridad. Como miembro de la OTSC, Armenia tenía acceso comercial a las armas rusas a precio doméstico. Alineó sus fuerzas armadas con los estándares rusos, lo que simplificó la integración de los equipos importados. En este contexto, Armenia fortaleció sus capacidades adquiriendo cazas Su-30SM, sistemas de defensa aérea Tor-M2KM y aceptando préstamos de Moscú para la adquisición de sistemas de cohetes. Las importaciones armenias de armamento ruso fueron de un 94% en el período de 2011-2020, por lo que la dependencia era absoluta.
En segundo lugar, en el ámbito comercial, Rusia recibe el 45% de las exportaciones armenias. Además, es el Estado que más exporta a Armenia, con una cuota del 30%. En el sector de la comida, la dependencia también es muy alta. Prácticamente el 100% de las importaciones de trigo y maíz provienen de Rusia. Asimismo, el 82% de la pasta, el 72% del aceite y el 66,6% de las harinas también llegan desde Rusia. A todo ello sumamos el hecho de que Moscú es la mayor fuente de inversión extranjera directa, constituyendo el 60% del total.
Tercero, la carestía de recursos autóctonos energéticos obliga a Armenia a importar gas natural y petróleo. Esto cubre la mayor parte de sus necesidades energéticas, que representaron el 78,6% en 2020.
Las interconexiones energéticas con Azerbaiyán y Turquía son inexistentes dada su enemistad, por lo que la situación es aún más difícil. El gas natural representa el 80% de sus importaciones energéticas, siendo Rusia su principal proveedor, con un 87%, que se lo vende a tarifas subsidiadas.
➡️ Te puede interesar: ¿Es Georgia un nuevo Euromaidán?
La realidad es que la posición geográfica de Armenia respecto a su vecindario ha empujado al país a esta dependencia casi natural. Azerbaiyán es su mayor enemigo, y Turquía es un aliado estrecho de este, aunque parece que está habiendo un tímido proceso de normalización de relaciones.
Las relaciones con Georgia han sido frías y, además, Armenia no tiene salida al mar. No obstante, esta vinculación ha sufrido un revés que amenaza con transformar los cimientos del equilibrio de poder de la región.
La Segunda Guerra del Alto Karabaj y la ofensiva de 2023: puntos de inflexión
La ambivalencia de Moscú durante la reactivación del conflicto de Nagorno Karabaj en 2020 despertó las alarmas del gobierno armenio. Aunque había razones para que Rusia interviniera en favor de Ereván, como la competencia por la influencia en el Cáucaso con Turquía, también existían motivos para no castigar a Azerbaiyán. Ambos países mantienen lazos de seguridad y comerciales significativos.
Otro factor clave para la no intervención rusa es su aprensión hacia el actual gobierno de Nikol Pashinyan. Este llegó al poder tras la Revolución armenia de 2018, en el marco de las Revoluciones de colores, tan denostadas por el Kremlin desde 2014. Pashinyan, con un liderazgo liberal y crítico de la dependencia de su país hacia Moscú, es comparado por políticos rusos con Petro Poroshenko, el presidente ucraniano electo tras el Euromaidán.
Este conflicto terminó con un acuerdo de alto el fuego. Rusia garantizaba el despliegue de casi dos mil soldados para el mantenimiento de la paz en Nagorno Karabaj. Sin embargo, fue una victoria contundente para Azerbaiyán. Este ganó el control del 72% de la República de Artsaj (ubicada en el Alto Karabaj). Además, el conflicto demostró la superioridad de las fuerzas armadas de Azerbaiyán y el aislamiento de Armenia.
➡️ Te puede interesar: Cinco conflictos postsoviéticos y la geopolítica de Rusia
Durante los tres años siguientes a la guerra, el descontento armenio continuó aumentando progresivamente:
- Los renovados combates en septiembre de 2022 y la no intervención de la OSTC previa activación del artículo 4 abrieron el debate en Armenia sobre si era beneficioso continuar siendo miembro de la organización. Adicionalmente, la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó Ereván dicho mes en un movimiento cargado de simbolismo.
- La negativa del primer ministro Pashinyan a participar en los ejercicios militares conjuntos de la organización ocurrió tras la negativa de la OTSC. Esta se negó a condenar la agresión de Azerbaiyán.
- El intercambio de fuegos de artillería en mayo de 2023 llevó a Pashinyan a declarar que Armenia podría considerar retirarse del tratado de la OTSC. Esto ocurrió debido a la falta de apoyo ruso, lo que llevó a negar el apoyo del país a Rusia en la Guerra de Ucrania.
- El 3 de septiembre de 2023, Pashinyan declaró que era «un error estratégico» depender íntegramente de Moscú en lo relativo a la seguridad. Afirmó que «Rusia está reduciendo su influencia en el Cáucaso Sur y no puede satisfacer las necesidades armenias». Además, confirmó que Armenia estaba diversificando sus acuerdos de seguridad con la UE y Estados Unidos.
➡️ Te puede interesar: La geopolítica del conflicto en Nagorno Karabaj
La estocada final se produjo cuando Azerbaiyán lanzó su última ofensiva el 19 de septiembre de 2023, provocando el colapso en un solo día de la República de Artsaj, retomando el control de toda la región, el Alto Karabaj y empujando a toda la población armenia de la zona a Armenia.
Rusia fue de nuevo acusada de incumplir sus obligaciones de seguridad a través de sus fuerzas de mantenimiento de paz. El presidente Putin, por su parte, justificó su negativa a intervenir en unas declaraciones realizadas por el presidente armenio en las que, a cambio de garantías de seguridad, reconoció la soberanía azerbaiyana sobre el Alto Karabaj.
Giro hacia el oeste: El dilema de Armenia
Reconociendo que la dependencia de un único socio ha generado riesgos para Armenia, el país ha comenzado a intensificar su compromiso. Este compromiso consiste en diversificar relaciones con una serie más amplia de actores externos, así como fortalecer su capacidad militar.
Una nueva estrategia de disuasión
El gasto de defensa armenio ha aumentado hasta alcanzar cifras inauditas, según Leonid Nersisyan, investigador del think tank armenio APRI. En 2025, el presupuesto será de unos 1.700 millones de dólares, un 20% más con respecto al año anterior. No obstante, a pesar de la subida, sigue estando muy por detrás de Azerbaiyán.
La realidad es que el riesgo de una escalada militar sigue siendo significativo, incluso tras la anexión total de Nagorno Karabaj y el proceso de negociaciones en marcha. El presidente azerbaiyano, Ilham Alyev, acusó a Armenia a principios de enero de ser una amenaza fascista que debe ser destruida. Adicionalmente, las reclamaciones de Bakú del corredor Zangezur siguen en pie. Dicho corredor permitiría conectar a Azerbaiyán con su territorio de Nakhichevan, situado al otro lado de la región armenia de Syunik. A su vez, esto lo conectaría con Turquía y Europa.
➡️ Te puede interesar: Cómo el uso de drones e Inteligencia Artificial cambió el curso de la guerra de Nagorno Karabaj
Junto al aumento del gasto en defensa, Ereván ha optado por nuevos acuerdos de seguridad, como la misión de observación civil de la UE, establecida a lo largo de la frontera con Azerbaiyán. Esta pretende sustituir la de la OTSC, que se mostró impotente en la última ofensiva de 2023. Por otro lado, ha firmado contratos de defensa con la India por valor de más de 1.500 millones de dólares y con Francia por 250 millones. Estos nuevos lazos de seguridad incluyen el despliegue de instructores militares franceses e iniciativas de formación de defensa lideradas por la India.
En el mismo camino, ha cobrado especial protagonismo la reciente Carta de Asociación Estratégica entre Estados Unidos y Armenia de enero de 2025. Junto a medidas de cooperación económica, energética y de inversión, Washington se ha comprometido a proporcionar 27 millones de dólares. Estos fondos se destinarán a apoyar los esfuerzos armenios en el desarrollo de capacidades de seguridad fronteriza. Asimismo, ha financiado el desarrollo de un Centro de Operaciones de Ciberdefensa.
Esfuerzos diplomáticos
En enero, Pashinyan anunció la intención del gobierno armenio de solicitar la membresía de la Unión Europea, supeditando dicha decisión a la celebración de un referéndum nacional. Solo un mes más tarde, el parlamento armenio ha adoptado un proyecto de ley destinado a iniciar el proceso de adhesión.
Por otro lado, el Servicio de Inteligencia Armenio ha evaluado que es poco probable que el actual estatus de suspensión de la membresía armenia en la OSTC varíe durante 2025. Si bien tales actos suponen un paso adelante del país en su desacoplamiento de Rusia, la realidad es que la situación geográfica de Armenia complica dicho proceso. Además, su participación en la Unión Económica Euroasiática (UEE) liderada por Rusia y la lentitud de los procesos de adhesión de la UE (que pueden tomar décadas) dificultan aún más este horizonte.
En este contexto, cobra aún más sentido la declaración del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov. Este reconoció que la intención de unirse a la UE es un derecho soberano de Armenia. Sin embargo, también afirmó que es incompatible con su membresía en la UEE. Dada la actual dependencia económica armenia de Rusia, el precio a pagar es muy alto.
Otro gesto importante fue la ratificación del Estatuto de Roma, por el que Armenia se convirtió en miembro de la Corte Penal Internacional el 1 de febrero de 2024. Esto permitiría al país detener a Vladímir Putin en caso de que este plantease una visita.
Turquía, ¿el elemento clave para Armenia?
Turquía y Armenia llevan involucradas en un proceso de normalización diplomática desde julio de 2024. Enfrentadas por el vínculo turco-azerbaiyano y el negacionismo turco del genocidio armenio, Ereván depende de un restablecimiento de relaciones con Ankara para poder acelerar su desacoplamiento de Rusia. Erdoğan subordina la normalización al progreso de las conversaciones de paz entre Bakú y Ereván.
Lo cierto es que el acercamiento armenio a Occidente y sus aspiraciones de ingresar a la UE, difíciles por los factores antes mencionados, podrían facilitarse si ambos Estados abriesen sus fronteras y cooperasen. Turquía se convertiría en un puente para Armenia y Bruselas. Asimismo mismo, Turquía es miembro de la Unión Aduanera de la UE y de la OTAN.
➡️ Te puede interesar: Masterclass | Cómo analizar conflictos geopolíticos | LISA Institute
La apertura de la frontera turco-armenia brindaría a los armenios acceso a los mercados europeos, la posibilidad de mejorar la conectividad regional y reducir su aislamiento y reducir la dependencia de Moscú. Bruselas y Washington ven con buenos ojos este proceso y lo apoyan, pues reduciría la influencia de Rusia o Irán en el Cáucaso.
Conclusiones
El pivot to the West armenio es evidente. El liderazgo de Pashinyan pretende reducir la dependencia nacional de Moscú para asegurar la seguridad militar del país en un contexto regional amenazador. Sin embargo, reconoce que el desacoplamiento es muy complicado.
Las exportaciones armenias a Rusia se dispararon un 463% tras la imposición de un elevado programa de sanciones a Moscú. Esto convirtió a Armenia en un punto de transbordo comercial clave.
El horizonte armenio es incierto. Aunque existe un sector del Trumpismo fuertemente pro-armenio y muy crítico con la limpieza étnica del Alto Karabaj, el enfoque de la nueva Administración estadounidense con Rusia podría complicar la posición armenia.
Sumado a ello, la relación energética europea con Azerbaiyán podría llevar a que Bakú presionara a Bruselas a su favor en el conflicto armenio. Las perspectivas de Ereván variarán en función de la evolución de unas conversaciones de paz muy delicadas. Además, dependerán de cuánto quiera apostar Erdoğan por una normalización diplomática, que es indispensable para Armenia.
➡️ Si quieres adentrarte en el mundo de las relaciones internacionales y la geopolítica y adquirir habilidades profesionales, te recomendamos los siguientes programas formativos: