Un análisis sobre el uso de sistemas inteligentes en la guerra de Nagorno Karabaj y las lecciones aprendidas que dejó este conflicto entre Armenia y Azerbaiyán en 2020.
Origen del conflicto en Nagorno Karabaj
Las disputas sobre Nagorno Karabaj comenzaron en 1918, cuando Armenia y Azerbaiyán se independizaron de Rusia y pelearon por la posesión de Nagorno Karabaj, territorio que ambos reclamaron como propio. En 1921, los soviéticos consolidaron su control sobre todo el Cáucaso. Bajo el régimen soviético, el 5 de julio de 1921 el Kavburo (Bureau Comunista Caucásico) decidió mantener a Karabaj unido a Azerbaiyán, mientras otra región con población mixta, Zangezur fue incorporada a Armenia, sin status especial.
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Al crearse el Oblast Autónomo de Nagorno Karabaj (NKAO) el 7 de julio de 1923 en la República Socialista Soviética (RSS) de Azerbaiyán, se separó la parte montañosa con población predominantemente armenia de la parte llana con población predominantemente azerbaiyana. Los azerbaiyanos, que quedaron bajo dominio de Armenia, no recibieron autonomía.
Los azerbaiyanos acusan también a los soviéticos de posiciones pro armenias, tomando como ejemplo las localidades azerbaiyanas incorporadas a Armenia en 1922, 1929 y 1969. Sin olvidar el reasentamiento de más de 100.000 azerbaiyanos desde Armenia en Azerbaiyán a partir de 1948 para dar lugar a armenios llegados del exterior.
El 1 de diciembre de 1989, el Soviet Supremo de Armenia y el Soviet regional de Nagorno Karabaj adoptaron una resolución conjunta sobre la reunificación de Nagorno Karabaj con Armenia. Luego de su declaración de independencia el 30 de agosto de 1991, Azerbaiyán revocó el status autónomo de Nagorno Karabaj el 26 de noviembre.
No obstante, los armenios de Nagorno Karabaj continuaron con su intento de separarse de Azerbaiyán, y organizaron un referéndum (sin participación de los azerbaiyanos) en el que votaron por su independencia. Ningún Estado, incluido Armenia, ha reconocido la independencia de Nagorno Karabaj, declarada el 6 de enero de 1992.
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El conflicto militar duró de 1988 hasta 1994, y tuvo sus momentos de mayor intensidad en 1992 y 1993. El cese del fuego fue firmado en mayo de 1994, pero no es estable ni hasta día de hoy y muestra de ello son la las frecuentes violaciones de la frontera.
En la práctica, el conflicto resultó en la ocupación del territorio de Azerbaiyán. Las fuerzas de Nagorno Karabaj, apoyados por conscriptos y soldados de Armenia, ocupan 13,4 % (11,722 km²) del territorio de Azerbaiyán. Esto incluye el 92,5% del territorio de la antigua NKAO, cinco distritos fuera de Nagorno Karabaj: Kelbajar, Lachin, Kubatly, Jebrail, y Zangelan.
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Además de segmentos significativos de otros dos: Agdam y Fizuli (aunque hay disputas entre las partes sobre el efectivo territorio controlado). El territorio ocupado fuera de la ex NKAO es de 7409 km2, casi el doble del antiguo oblast soviético. Cuando los armenios de Nagorno Karabaj hablan de la autoproclamada República de Nagorno Karabaj (5089 km2), aducen que un 15% del territorio está controlado por el ejército de Azerbaiyán.
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Este 15% incluye parte de los distritos de Martuni y Mardakert, que formaban parte de la NKAO como también del distrito de Shahumian y el asentamiento de Getashen, que no lo integraban. La 4° autoproclamada República de Nagorno Karabaj también considera a Lachin como parte de su territorio, aunque este nunca formó parte de la NKAO y ningún armenio vivió allí antes del conflicto. Ambas partes han hecho limpieza étnica en los territorios que controlan.
Uso de sistemas de armas inteligentes en Nagorno Karabaj
Durante la última década, los drones se han convertido en los más importantes activos en el arsenal occidental. Mientras que las generaciones anteriores solo fueron capaces de realizar un reconocimiento limitado, estos nuevos modelos van permitiendo tanto a las agencias militares como a las de Inteligencia, como la CIA, realizar ataques precisos contra insurgentes y terroristas. Los drones son, sin embargo, los primeros en el contexto de un cambio más fundamental en los asuntos militares: la robotización de las fuerzas armadas.
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La guerra civil española (1936-1939) fue el campo de prueba de nuevas armas y el desarrollo de nuevas tácticas en el campo de batalla en vistas de la Segunda Guerra Mundial. El caso testigo de la guerra en el Cáucaso entre dos enemigos antagónicos (armenios y azeríes) nos hace partícipes en tiempo real del poder de los sistemas de armas inteligentes combinados y el desarrollo de nuevos conceptos para el futuro de la guerra.
El empleo generalizado por parte de Azerbaiyán de una gran variedad de sistemas aéreos no tripulados, tanto en misiones de reconocimiento como de ataque, ha sido clave en la victoria final de esta República. La capacidad de integración de estos sistemas en el seno de sus Fuerzas Armadas, la adaptación doctrinal, así como una correcta aplicación estratégica, han sido a su vez esenciales para esta consecución.
Armenia, por su parte, sufrió un elevado número de pérdidas en sus filas debido a que sus fuerzas de defensa aérea han sido incapaces de neutralizar los drones azeríes y de ejercer un control efectivo del espacio aéreo. Entre las causas principales se encuentra la falta de sensores, la vetustez de sus sistemas de armas antiaéreos y unas tácticas deficientes frente a la amenaza dron.
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Este conflicto de carácter interestatal de 44 días de duración se ha caracterizado por un uso extensivo y generalizado de drones, por parte azerí; y una incapacidad manifiesta de Armenia de hacer frente a esta amenaza con los sistemas defensivos de sus Fuerzas Armadas. La victoria final de Azerbaiyán no cabe duda de que ha sido alcanzada en gran medida gracias al empleo de la tecnología dron.
La contienda se ha desarrollado en un escenario geográfico limitado, sin la participación de la aviación de combate y sin que haya transcendido a una guerra generalizada entre ambos países. En los últimos 10 años, la República de Azerbaiyán ha potenciado sus Fuerzas Armadas con la adquisición de un gran número de drones de manufactura, mayoritariamente israelí. Con anterioridad al comienzo de las hostilidades adquirió drones de ataque turcos en un número indeterminado.
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Entre los sistemas incorporados existen drones de clase I, II y III7 para el empleo tanto en misiones de reconocimiento como de ataque. Dos de los grandes protagonistas en este conflicto han sido los drones de tipo munición merodeadora, también conocidos en inglés como loitering munition, así como los drones de ataque de manufactura turca Bayraktar TB-2.
En tanto que las Fuerzas Armadas armenias han empleado en el conflicto de manera limitada y ocasional drones de clase I. En su inventario cuenta con los modelos Baze y Krunk de fabricación local y el modelo Ptero-5E de fabricación rusa. La defensa aérea armenia se ha enfrentado a varios inconvenientes a la hora de acometer a los drones azeríes.
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La falta de sensores, como los radares de defensa aérea, impide una alerta temprana y un control de la RAP adecuado de la zona de operaciones en apoyo a los sistemas de defensa antiaérea propiamente dichos. Por norma general, las misiones de neutralización de defensas aéreas son las que mayor peligro conllevan para las aeronaves y sus tripulaciones.
Los drones permiten eliminar de la ecuación el riesgo para la tripulación, por lo que en este tipo de operaciones puede asumirse un mayor nivel de atrición a un coste menor tanto en vidas humanas como en costos económicos.
Estrategia en la neutralización de las defensas aéreas armenias
- Empleo de manera profusa el dron TB-2 frente a los sistemas de defensa antiaérea. Para ello, se han servido de la munición MAM (munición micro inteligente) de guiado láser en su variante MAM-C con un alcance de 8 kilómetros y en la variante MAM-L con una opción de alcance extendido de 14 kilómetros. Este armamento ha permitido batir sistemas antiaéreos como el SA-13 Gopher o el SA-8 Gecko fuera de la envolvente de sus misiles.
En general, la combinación de drones en misiones ISTAR (Inteligencia, Vigilancia, Adquisición de objetivos y Reconocimiento), drones de combate TB-2 armados con misiles MIM (Misil tierra- aire de mediano alcance) y munición merodeadora específica para misiones SEAD (Supresión de defensas aéreas enemigas) se ha demostrado extremadamente eficiente frente a las defensas armenias, con la aplicación de tácticas y estrategias específicas para cada tipo de sistemas de armas antiaéreo acometido.
El éxito obtenido por los azeríes estriba en una profusa integración de los sistemas de armas inteligentes, su doctrina militar y su organización logística. Azerbaiyán dispone, en su arsenal, de al menos 12 modelos diferentes de drones, de tres fabricantes, empleados en misiones de ataque, ISTAR o SEAD. Las Fuerzas azerís los han empleado en coordinación con sus fuerzas terrestres.
Un ejemplo destacable de esta capacidad de integración se puede observar en el vídeo publicado por el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán el día 8 de noviembre de 2020. En este se aprecia la detección, localización y persecución de un sistema antiaéreo SA-15 Gauntlet por parte de un dron TB-2. El Gaunlet se refugia en una nave y es abatido por un dron Harpy que se introduce por la puerta de esta. Posteriormente, el dron TB-2 lanza dos misiles sobre el mismo objetivo.
Lecciones del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán del 2020
El conflicto de Nagorno Karabaj, aunque de carácter limitado sin la participación de la aviación de combate y desarrollado en un escenario geográfico regional, ofrece una serie de lecciones.
- Las defensas aéreas deben adaptarse a la amenaza que suponen los drones, con una combinación de sensores capaces de brindar alerta temprana, sistemas de defensa antiaérea capaces de acometerla y sistemas de guerra electrónica que los complementen.
- Las fuerzas terrestres son altamente vulnerables si no hay un control efectivo del dominio aéreo, por lo que sin una protección antiaérea adecuada estarán comprometidas. La defensa pasiva es otra de las claves para la supervivencia, así como la maniobra.
- Los drones son un activo esencial en los conflictos actuales, pudiendo ser empleados en un gran espectro de misiones. Para ello, es clave una nueva aproximación doctrinal y un nuevo concepto de las operaciones donde puedan ser empleados, de manera eficiente, en un entorno conjunto.
Su valía en misiones SEAD ha quedado demostrada frente a sistemas antiaéreos, en su mayoría obsoletos, pero también frente a sistemas relativamente modernos. La combinación de drones de ataque y munición merodeadora de, bajo costo, ofrece una ventaja táctica frente a muchas de las defensas actuales.
- Las posibilidades que ofrecen las imágenes de alta definición son muy importantes para el dominio cognitivo de las operaciones. Su uso en labores de propaganda o guerra psicológica ofrece unas posibilidades difícilmente igualables por otros sistemas de armas.
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- La defensa contra drones sigue siendo una tarea pendiente debido a su complejidad, ya que la tecnología dron es más económica y su difusión mucho mayor que la tecnología encargada de contrarrestarla. La mayoría de los países europeos no disponen en la actualidad de un sistema de defensa aérea capaz de neutralizar un escenario dron como el desarrollado en Nagorno Karabaj, o al menos a una ratio de eficiencia en cuanto a costos asumible.