La geopolítica de Yibuti se ha vuelto cada vez más relevante en un mundo interconectado por las rutas comerciales globales. A medida que potencias internacionales refuerzan su presencia en la región, las tensiones sobre el control de esta zona estratégica crecen. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Roberto Pozas, analiza la influencia extranjera y los desafíos internos que enfrenta Yibuti en su rol geopolítico.
Yibuti, ubicado en el corazón del Cuerno de África, se erige como centinela del estrecho Bab el-Mandeb. Este pequeño Estado, situado entre el Golfo de Adén y el Mar Rojo, se ha consolidado en el nodo vital de las conexiones comerciales marítimas entre el Océano Índico y el mar Mediterráneo gracias a su estratégica posición.
Sin embargo, tampoco se pueden ignorar los altos riesgos asociados a la región. Al otro lado del estrecho se encuentra Yemen, un estado fallido en el sur de la península arábiga. Su litoral está dominado por los Hutíes, lo que agrava la inestabilidad y representa una seria amenaza para el comercio mundial. Al mismo tiempo, incrementa la importancia geopolítica de Yibuti como puerto franco en un escenario de alta tensión regional.
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En el presente artículo se intentarán abordar los factores que configuran la importancia geopolítica de Yibuti, respondiendo a las siguientes cuestiones:
- ¿Cómo influye la posición geográfica de Yibuti en su papel geopolítico?
- ¿Qué actores internacionales y regionales compiten por influencia en la zona?
La importancia geoestratégica de Yibuti en el Cuerno de África
Como se ha mencionado, Yibuti se encuentra en el centro del Cuerno de África, en la zona más oriental del continente. Limita con Eritrea, Somalia y Etiopía. La región es inestable. Somalia, considerada un Estado fallido, es responsable de gran parte de la piratería en la zona. Además, los conflictos étnicos y regionales entre Eritrea y Etiopía agravan la situación. A esto se suman las repercusiones de la guerra de Gaza y la expansión del conflicto por parte de los Hutíes, lo que aumenta la volatilidad en la región.
La importancia de Yibuti, como se ha señalado, radica en su envidiable posición geoestratégica y en la relevancia de la geopolítica del Mar Rojo. La entrada a este mar, que conecta con el canal de Suez, canaliza alrededor de una cuarta parte del comercio mundial, incluyendo 4,5 millones de barriles de crudo y un 8% del comercio mundial de GNL. Aunque estas cifras no se comparan con las de otros estrechos globales, como los de Malaca y Ormuz, la característica distintiva de este estrecho es la falta de alternativas ante un posible colapso o cierre. Esto resalta la importancia de Yibuti en términos de seguridad y conectividad global.
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Evidentemente, el puerto de Yibuti adquiere una gran relevancia regional, posicionándolo como el principal hub logístico de la región. Esto se ve reforzado por el corredor Etiopía-Yibuti, que es la principal vía comercial de Etiopía, un país sin salida al mar. Este corredor fomenta una interdependencia estratégica, y abre la posibilidad del comercio internacional con una de las mayores economías del continente africano. Cabe destacar que este corredor no se limita al puerto. También cuenta con una extensa red de carreteras y vías férreas, beneficiando tanto a los Estados involucrados como al resto de la región.
Yibuti como punto de convergencia de potencias globales
Yibuti se ha convertido en un punto de convergencia de intereses para diversas potencias, albergando bases militares de países como Francia, Italia, Japón, EE. UU., Arabia Saudita y China.
Francia, antigua potencia colonizadora, mantiene varias bases militares en Yibuti, con un total de 1450 soldados. Tras su independencia, el Estado africano firmó con el Estado galo un tratado para garantizar su soberanía ante las amenazas expansionistas de Somalia. Esto permitió a Francia asegurar el comercio a través del estrecho de Bab El Mandeb y consolidar su influencia en la región. Cabe destacar que, en las bases francesas, también hay operativos españoles y alemanes en el marco de la Operación Atalanta, dedicada a la lucha contra la piratería internacional en la región.
En cuanto a EE. UU., tras el 11S, se estableció la base Camp Lemonnier, que cuenta con al menos 4.000 efectivos. Esta base sirve de enlace con el aliado tradicional norteamericano en Oriente Medio, Arabia Saudita, además de asegurar el comercio e intereses del país norteamericano en la zona.
Recientemente, su relevancia se ha incrementado para contrarrestar el auge de la presencia China en el continente. Por parte de China, ha implementado su estrategia de la Nueva Ruta de la Seda en Yibuti mediante el establecimiento de una base militar, que cuenta con 2.000 efectivos del Ejército Popular de Liberación. Además, ha adquirido participaciones del puerto. Esta iniciativa proporciona apoyo logístico a sus buques, y refuerza la consolidación de su influencia en África, fortaleciendo la capacidad para asegurar las rutas comerciales vitales para el gigante asiático.
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Arabia Saudita, por su parte, pese a que cuenta con participaciones del puerto de Yibuti, está planeando instalar una base militar. Su objetivo es garantizar sus intereses en la región y facilitar su lucha contra los Houthíes. Japón e Italia, por otro lado, han orientado sus bases militares a cumplir los objetivos contra la piratería, enmarcados en operaciones de organizaciones internacionales. Además, buscan repatriar y ofrecer protección a sus ciudadanos en la región.
Implicaciones globales
La importancia de Yibuti para las rutas comerciales marítimas globales es significativa, lo que convierte la estabilidad de la región en una prioridad de seguridad para las grandes economías mundiales. Por otro lado, en cuanto a la competencia geopolítica, como se ha señalado, diversas potencias mantienen bases militares, así como participaciones en el puerto de Yibuti. Esto responde, por un lado, a la relevancia del comercio como factor de estabilidad económica mundial. También está relacionado con la posición del Cuerno de África, que sirve para conectar con Oriente Medio y como plataforma para la proyección de poder en África Oriental.
Destacar el caso chino, ya que, a través de la expansión de su estrategia del «Collar de Perlas», busca ampliar su poder militar y económico en el globo. Su estrategia se centra en acceder a recursos naturales y consolidar su posición como potencia protectora, garantizando la estabilidad en zonas frecuentemente conflictivas.
Perspectivas futuras para Yibuti
En conclusión, Yibuti, a pesar de que pueda parecer irrelevante en el escenario geopolítico global, se ha convertido en un foco de atención para diversas potencias mundiales. Además, es garante de la estabilidad económica de la región.
Los factores que contribuyen a ello son, por un lado, la geografía del estrecho Bab el-Mandeb, así como las rutas comerciales mundiales. También es destacable su función como puerto franco ante la inestabilidad del Golfo de Adén, a la par de Hub logístico para Etiopía y el resto de la región.
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De cara al futuro, es probable que Yibuti siga siendo uno de los nodos geoestratégicos de primer nivel, gracias a su estabilidad y atractivo para la cooperación internacional. Sin embargo, no se puede ignorar que esto puede convertir a Yibuti en un estado excesivamente dependiente de los intereses neocolonialistas de las potencias, limitando así su evolución y autonomía económica.
Otro de los escenarios posibles es que el cambio climático afecte a sus instalaciones portuarias, así como a la estabilidad interna del país. Esto podría hacer que, de un Estado relativamente próspero, se transforme en un caos absoluto, con posibles enfrentamientos civiles debido a las necesidades e inoperancia del Estado.
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