La Nakba conmemora el éxodo y sufrimiento del pueblo palestino tras la creación del Estado de Israel en 1948. En este artículo aprenderás sobre su historia, memoria y el derecho al retorno que aún reclaman en este reivindicativo día.
El Día de la Nakba, celebrado cada 15 de mayo, es una fecha de gran significado para el pueblo palestino. Conocido en árabe como Yawm an-Nakba o «Día de la Catástrofe», este día conmemora el éxodo forzado y la pérdida de la tierra de cientos de miles de palestinos tras la creación del Estado de Israel en 1948. La Nakba, además de ser un evento histórico, también se ha transformado en un símbolo de la memoria colectiva, la resistencia y la reivindicación de los derechos del pueblo palestino.
El origen histórico de la Nakba
La Nakba tiene su raíz en los dramáticos acontecimientos que rodearon el final del Mandato Británico de Palestina y la posterior fundación del Estado de Israel. El 14 de mayo de 1948, Israel proclamó su independencia. Al día siguiente, cinco ejércitos árabes atacaron el nuevo Estado, lo que provocó el inicio de la primera guerra árabe-israelí.
Durante este conflicto, más de 700.000 palestinos fueron expulsados o huyeron de sus hogares ante el avance de las fuerzas israelíes y las campañas de intimidación y violencia. Asimismo, más de 400 pueblos y ciudades palestinas fueron despoblados y, en muchos casos, destruidos deliberadamente. Las familias palestinas, obligadas a abandonar sus casas, llevaron consigo las llaves de sus hogares, que con el tiempo se convirtieron en un potente símbolo de la reivindicación del derecho al retorno.
El significado de «Nakba»
La palabra «Nakba» significa literalmente «catástrofe» o «desastre» en árabe. Sin embargo, el término es mucho más que una simple referencia a la tragedia de 1948. La Nakba es un concepto que abarca el desarraigo, la pérdida de la patria, la fragmentación de la sociedad palestina y la creación de una diáspora que hoy suma millones de refugiados repartidos por todo Oriente Medio y el mundo.
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La Nakba es también una herida abierta en la memoria colectiva palestina, un proceso que, según muchos testimonios y análisis, no ha terminado, ya que los desplazamientos, la ocupación y las restricciones siguen afectando la vida diaria de los palestinos en la actualidad.
La conmemoración del Día de la Nakba
Esta fecha se instituyó oficialmente en 1998, cuando el entonces líder palestino Yasser Arafat lo proclamó como jornada de luto y recuerdo nacional, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la fundación de Israel. Desde entonces, cada 15 de mayo, los palestinos de todo el mundo organizan manifestaciones, marchas y actos simbólicos para recordar a las víctimas y reafirmar su derecho al retorno y a la autodeterminación.
Durante esta jornada, es habitual ver a palestinos portando grandes llaves, símbolo de las casas que se vieron obligados a abandonar. Las calles de ciudades como Ramala, Gaza o Jerusalén Este se llenan de pancartas, banderas y cánticos que mantienen viva la memoria de la Nakba y la reivindicación de Palestina como nación.
Consecuencias de la Nakba: refugiados y desarraigo
La Nakba dio lugar a una de las mayores crisis de refugiados del siglo XX. Según diferentes fuentes, entre 700.000 y 800.000 palestinos se vieron obligados a huir a países vecinos como Jordania, Líbano y Siria, así como a la Franja de Gaza y Cisjordania. Muchos de ellos y sus descendientes aún viven en campos de refugiados, en condiciones precarias y con la esperanza de regresar algún día a sus tierras de origen.
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El éxodo forzado supuso tanto la pérdida de hogares como también la destrucción de aldeas, mezquitas y lugares históricos palestinos. Además, más del 80% de las mezquitas de los pueblos palestinos se destruyeron, y los nombres de las localidades se reemplazaron por denominaciones hebreas, en un intento de borrar la memoria y la identidad palestina.
Este desarraigo ha afectado en gran medida a la identidad palestina y ha sido un elemento central en la lucha política y simbólica por la reivindicación de sus derechos. La Nakba, por tanto, no es solo un hecho del pasado, sino un proceso que continúa influyendo en la vida de millones de personas.
La Nakba en el discurso político y mediático
A lo largo de los años, la Nakba ha pasado de ser un relato personal y familiar a convertirse en un concepto político y mediático de gran relevancia. El término ha resultado clave para visibilizar internacionalmente la causa palestina y para contrarrestar las narrativas que minimizaban o justificaban el éxodo y la destrucción e inexistencia de Palestina.
La aparición de la palabra «Nakba» en los medios de comunicación y en los discursos políticos ha permitido que la memoria colectiva palestina se mantenga viva y que la reivindicación de sus derechos tenga un mayor sustento en el ámbito internacional. Esta resignificación ha sido fundamental para que los palestinos sean reconocidos como víctimas de una expulsión forzada y no simplemente como refugiados producto de la guerra.
La reivindicación del derecho al retorno
Los palestinos insisten en su derecho, reconocido por diferentes resoluciones de la ONU, a regresar a sus tierras y hogares de los que fueron expulsados en 1948. Este derecho es un pilar fundamental de la causa palestina y un punto de fricción constante en las negociaciones de paz y en el conflicto con Israel.
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Las llaves, que los palestinos conservan como símbolo de sus casas perdidas, representan la esperanza y la determinación de regresar algún día. La Nakba, por tanto, no es solo una memoria de pérdida, sino también una afirmación de la identidad y una reivindicación activa de justicia y reparación.
La Nakba en la actualidad
Aunque la Nakba hace referencia principalmente a los hechos de 1948, muchos palestinos consideran que es un proceso que sigue vigente. Los desplazamientos forzados, las demoliciones de viviendas, la ocupación militar y las restricciones a la movilidad y al acceso a recursos esenciales son realidades cotidianas para millones de palestinos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.
En los últimos tiempos, los bombardeos y las ofensivas militares en Gaza han provocado nuevas olas de desplazamiento y sufrimiento, evocando dolorosos paralelismos con la Nakba original. La persistencia de esta situación refuerza la percepción de que la Nakba no terminó en 1948, sino que continúa como parte de la experiencia colectiva palestina.
La memoria como resistencia
Por todo ello, esta fecha es un elemento central de la resistencia palestina. Mantener vivos los nombres originales de ciudades y pueblos, conservar las llaves de las casas y transmitir las historias de generación en generación son formas de desafiar el olvido y la negación. La Nakba, en este sentido, es tanto una tragedia como un motor de la lucha por la justicia y la autodeterminación.
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A través de la memoria, los palestinos refuerzan su identidad y su vínculo con la tierra, a pesar de las décadas de ocupación, despojo y exilio. Por ello, la Nakba ha trascendido el ámbito personal para convertirse en un símbolo político y cultural de la reivindicación palestina.
Vínculo con la comunidad internacional
El Día de la Nakba es también una llamada de atención al mundo sobre la situación de Palestina y la necesidad de una solución justa al conflicto. La persistencia de la ocupación, la negación de derechos y la crisis humanitaria en Gaza y Cisjordania mantienen viva la urgencia de abordar las causas y consecuencias de la Nakba.
La conmemoración anual de la Nakba es, por tanto, una oportunidad para reflexionar sobre el papel de la comunidad internacional en la búsqueda de la paz, la justicia y la restitución de los derechos del pueblo palestino.
Por todo ello, es mucho más que una fecha en el calendario palestino. Es un proceso histórico, una memoria viva y una reivindicación constante de identidad, justicia y retorno. Cada 15 de mayo, el pueblo palestino recuerda su catástrofe, pero también reafirma su resistencia y su esperanza en un futuro de libertad y dignidad.
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