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Cómo el desarrollo tecnológico frena el contrabando y el tráfico ilícito

Análisis

Artiom Vnebreaci Popa
Artiom Vnebreaci Popa
Licenciado en Filosofía y Letras por la UAB. Experto en Estudios Culturales y Estudios del Futuro. Máster en Mediterráneo Antiguo y Oriente Próximo por la UOC. Máster en Derechos Humanos por la UB. Posgrado en Análisis de Inteligencia por el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado. Especialización en Ciencias del Islam, Experto en Estudios Iraníes y Técnico Avanzado en Dirección de Operaciones Psicológicas. Actualmente estudiante en EAE Business School: Transformación Digital; UGR: Máster en Estudios del Islam y Hebreo; UNED: Grado en Antropología. Es alumno certificado del Curso de HUMINT (nivel 1), Curso de Experto en Análisis de Inteligencia y Curso de Autoprotección en Conflictos Armados de LISA Institute.

El contrabando y el tráfico ilícito evolucionan, y también lo hacen las herramientas para combatirlos. Drones, inteligencia artificial y Blockchain ya no son ciencia ficción, sino aliados clave en la seguridad global. En este análisis, Artiom Vnebraci Popa presenta una mirada crítica sobre las oportunidades y retos de las tecnologías disruptivas en el marco de la automatización.

El desarrollo de las tecnologías emergentes se encuentra en una fase de transformación de sectores múltiples (entre ellos la seguridad, la logística y la vigilancia). Este trabajo analiza el impacto de tecnologías como los drones, el Internet de las Cosas (IoT), la robótica, la Blockchain, la Inteligencia Artificial (IA), el Aprendizaje Automático (ML) y el Big Data en la lucha contra actividades ilícitas, como el contrabando. También examina su rol en mejorar la trazabilidad y transparencia en las cadenas de suministro.

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No obstante, el uso de estas tecnologías plantea desafíos relacionados con la protección de los sistemas, la privacidad ciudadana y su posible mal uso por actores hostiles. Es fundamental implementar estrategias de mitigación, como la monitorización constante y la encriptación. También resulta clave desarrollar marcos regulatorios sólidos que garanticen un uso responsable, transparente y sostenible.

Contexto histórico de la técnica 

A lo largo de la historia de la humanidad, las transformaciones que han supuesto un cambio disruptivo en los modelos sociales y sus técnicas han estado marcadas por innovaciones que modificaron profundamente la relación del ser humano con su entorno. Desde las revoluciones cognitivas (50.000 a.C.) surgidas en África (que habilitaron capacidades como la cooperación y la empatía), hasta la innovación agrícola en el Medio Oriente (10.000 a.C.), que significó un punto de inflexión. Este avance impulsó la transición hacia un modelo agricultor y asentamientos posnómadas. También destacan las revoluciones científico-industriales, propias de la modernidad y la contemporaneidad (1500 a.C. hasta la actualidad).

Así, nos encontramos en la puerta de una posible revolución denominada la Cuarta Revolución Industrial (Industria 4.0).

Esta inyecta posibilidades cualitativas al modelo innovador y se caracteriza por la fusión de tecnologías que funden (desdibujan) las líneas entre lo biológico, lo físico, lo digital y lo virtual. Estas tecnologías emergentes no solo conllevan cambios meramente técnicos, sino repercusiones de calibre económico, social y espiritual.

El impacto de la Industria 4.0 plantea la cuestión de si nos encontramos ante otra etapa más en la línea del progreso del ser humano, o si esta proveerá nuevas formas de entender el mundo que puedan conducir a una revolución de magnitudes más amplias. Se plantea incluso que pueda ser un preludio de la Revolución de la Singularidad, una fase histórica en la que la interfaz cyborg altere el devenir de nuestra raza y del planeta. Con todo ello, está por ver qué caminos tomará tal fase y cuál será nuestra función en relación con esta.

De momento, el ser humano sigue adaptándose (como siempre ha hecho) a las múltiples variedades y variables de esta. De esta forma, y en relación con las herramientas que esta pre-Revolución 4.0 nos brinda, es importante destacar su potencial para la creación de entornos más seguros, equitativos y sostenibles. Así, el presente trabajo sostiene que será de vital importancia aplicar dichos elementos a temáticas relacionadas con la seguridad, tanto a nivel local como global, especialmente en lo que respecta al contrabando y al tráfico ilícito.

Tecnologías digitales en relación al tráfico y contrabando

El tráfico y el contrabando en cualquiera de sus vertientes (personas, armas, estupefacientes, falsificaciones; es decir: bienes o servicios) en la época contemporánea se considera un desafío a la par que peligro. Este peligro puede traducirse tanto en cuestiones de seguridad nacional, como de derechos humanos o del medioambiente. De forma clásica, el seguimiento y registro de tales actividades ha mantenido unas formulaciones analógico-rudimentarias por falta de recursos y capital humano.

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Pero es en este contexto, en el que las tecnologías tanto digitales como disruptivas demuestran un amplio potencial transformador en los procedimientos de prevención, seguimiento, control y mitigación. Sin embargo, la sociedad se acaba adaptando a los cambios tarde o temprano y esto deriva en una democratización de la técnica y la tecnología. Así, existen riesgos asociados al uso de tal tecnología. Los actores criminales podrían explotar las vulnerabilidades de estos sistemas e incluso adoptarlas para sus propias agendas. Por hiperuso, el hiper-uso de las tecnologías de este calibre y la desnaturalización del ser humano podría des-responsabilizar al mismo de sus acciones, de esta forma alterando las premisas básicas de los Derechos Humanos. 

Así, el contrabando y el tráfico ilícito representan uno de los mayores desafíos para los sistemas democráticos a nivel global.

Según la UNODC, el tráfico de drogas genera entre 200.000 y 400.000 millones de dólares anuales, mientras que el comercio de productos falsificados provoca pérdidas superiores a los 700.000 millones. Estas actividades no solo tienen un impacto económico, sino que también alimentan redes criminales transnacionales. Fomentan el terrorismo, la corrupción y graves violaciones a los derechos humanos, como el tráfico de personas, armas y drogas.

En la actualidad, el contrabando ha evolucionado gracias a la globalización, convirtiéndose en una actividad altamente organizada y diversificada. Las rutas tradicionales han sido reemplazadas por caminos rurales y de circunvalación para evitar controles aduaneros, lo que dificulta su detección y combate.

Tecnologías que combatan el tráfico ilícito

Para enfrentar esta problemática, los actores estatales y no estatales han comenzado a implementar tecnologías disruptivas de la Industria 4.0. Entre ellas se encuentran el Internet de las Cosas (IoT), el análisis de Big Data, la inteligencia artificial (IA) y el Blockchain.

Estas herramientas permiten un control más transparente de la logística de mercancías y disuaden a los actores criminales de llevar a cabo sus actividades.

Sin embargo, su implementación en entornos complejos, como puertos y fronteras, presenta desafíos significativos. Esto se debe al alto volumen de mercancías y a la falta de recursos adecuados. A pesar de estos obstáculos, estas tecnologías están demostrando ser fundamentales en la lucha contra el contrabando.

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Por un lado, el Internet de las Cosas (IoT) es una de las tendencias clave en la industria moderna. Se refiere a la conexión de una gran cantidad de objetos a la red global, permitiendo la recopilación de datos en tiempo real. En el contexto del contrabando, sensores instalados en contenedores y medios de transporte pueden monitorear la geolocalización, la estructura física y la temperatura de las mercancías. Cualquier irregularidad, como cambios de ruta o alteraciones en el estado de los productos, puede ser detectada y asociada a actividades ilícitas. Estos datos son transmitidos en tiempo real a las autoridades competentes, permitiendo una intervención rápida y eficaz.

Por otro lado, el Big Data representa un conjunto de métodos y herramientas para procesar grandes volúmenes de información estructurada y no estructurada. Sus características principales incluyen el volumen, es decir, la cantidad masiva de datos, y la velocidad, relacionada con la rapidez de generación y procesamiento. También destacan la variedad, que alude a la diversidad de fuentes; la veracidad, que se refiere a la fiabilidad de los datos; y el valor, entendido como su utilidad para mejorar procesos.

En el ámbito del contrabando, el Big Data permite identificar patrones sospechosos y alertar a las autoridades sobre posibles actividades ilícitas. Un ejemplo destacado es el puerto de Shenzhen, donde el monitoreo en tiempo real detecta cambios de peso o desvíos en la carga. En casos de patrones repetidos, se activan protocolos de seguridad más rigurosos, lo que ha demostrado ser efectivo en la prevención del contrabando

A su vez, la Inteligencia Artificial (IA) y el Machine Learning (ML) también están jugando un papel crucial en esta lucha. El ML es una técnica que permite a las computadoras aprender de datos históricos y realizar predicciones sin intervención humana constante. En el contexto del contrabando, estos sistemas pueden analizar patrones de movilidad, transacciones comerciales y comportamiento de tráfico. A partir de ello, es posible identificar las rutas y métodos utilizados por las redes criminales.

Por ejemplo, en el puerto y aeropuerto de San Petersburgo, se emplean modelos de IA y ML para predecir rutas de tráfico ilegal, especialmente en casos de tráfico de personas. Estos sistemas se adaptan constantemente a las tácticas cambiantes de los traficantes, mejorando su eficacia con el tiempo. A pesar de los avances tecnológicos, la implementación de estas herramientas enfrenta desafíos significativos. La falta de recursos y la complejidad de los entornos logísticos limitan su adopción generalizada. Además, es crucial garantizar la interoperabilidad entre los diferentes actores institucionales para maximizar el impacto de estas tecnologías.

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La cooperación entre autoridades portuarias, fronterizas, empresas y fuerzas de seguridad es esencial para crear un sistema integrado y eficiente. Los modelos predictivos basados en inteligencia artificial (IA) y Machine Learning (ML) permiten anticipar las rutas que las mafias utilizan para el tráfico ilegal de personas. Analizan datos como rutas, horarios de vuelo, modos de transporte y comportamientos en fronteras. Gracias a ello, identifican patrones sospechosos, como movimientos inusuales de grupos, que podrían indicar tráfico sexual u otras formas de explotación.

Una vez detectados, se pueden tomar medidas preventivas, como intervenciones en puertos, aeropuertos o estaciones de tren, para desmantelar redes criminales. Además, estos sistemas no solo actúan de forma reactiva, sino que también predicen futuras rutas y métodos utilizados por las mafias, permitiendo una aproximación proactiva.

Aún y así, el autoaprendizaje no se limita a sistemas virtuales, como los algoritmos, sino que también se extiende a hardware, como robots autónomos y drones. Estos dispositivos, incluso de bajo presupuesto, permiten un seguimiento más eficaz de mercancías. Empresas como Amazon, JustEat y DHL ya utilizan drones para entregas, mientras que Google desarrolla VANTs para ayuda humanitaria en desastres naturales. Sin embargo, más allá de las entregas, los drones están siendo utilizados en vigilancia policial y control de fronteras, como en Turquía y Bielorrusia.

En el contexto del contrabando, los drones pueden monitorear zonas de difícil acceso, como montes o áreas rurales. Mediante sensores IoT, rastrean mercancías en tiempo real. Esto permite detectar desvíos o alteraciones en las rutas de transporte. En lugares como Barcelona, los drones han sido utilizados para introducir contrabando en prisiones, incluyendo teléfonos, drogas y armas. Por ello, la vigilancia de drones hostiles se ha vuelto crucial. Además, la integración de drones y robots en sistemas de monitoreo permite una respuesta rápida y coordinada, minimizando riesgos humanos y reduciendo costos operativos.

Otra tecnología clave es el Blockchain, que ofrece un registro transparente e inmutable de transacciones, mejorando la trazabilidad de mercancías desde su origen hasta su destino. Su descentralización garantiza seguridad y confianza, ya que ningún actor controla el sistema. En logística, el Blockchain permite rastrear flujos de materias primas, detectar fraudes y automatizar procesos mediante contratos inteligentes, eliminando intermediarios y reduciendo costos.

Además, su integración con IoT permite monitorear condiciones de suministro en tiempo real, asegurando la integridad de los datos. De esta forma, en el control del contrabando, el Blockchain verifica la legalidad de los bienes, evitando falsificaciones. Un ejemplo exitoso es Agrichain en Australia, que supervisa cadenas de suministro agrícolas, detectando productos no certificados o caducados. Estas tecnologías no solo optimizan la logística, sino que también fortalecen la confianza entre los actores involucrados, ofreciendo soluciones innovadoras para combatir el tráfico ilícito.

Riesgos y vulnerabilidades: ¿cómo proceder?

Las tecnologías emergentes, como el Internet de las Cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA), el Big Data y el Blockchain, aunque revolucionarias, no están exentas de riesgos y vulnerabilidades. Estas herramientas, que pueden mejorar la eficiencia y la seguridad en muchos ámbitos, también pueden ser explotadas por actores malintencionados para fines ilícitos. Por ejemplo, el IoT puede ser utilizado para espionaje o manipulación de sensores, el Blockchain para transacciones ilegales o lavado de dinero, y la IA para automatizar procesos de contrabando a gran escala.

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Además, estas tecnologías enfrentan desafíos técnicos, como la vulnerabilidad a ciberataques, el alto consumo energético, los sesgos en los algoritmos y la dificultad para escalar sistemas. Estos problemas no solo limitan su efectividad, sino que también generan implicaciones éticas. Entre ellas, destacan la violación de la privacidad, la discriminación social y la afectación de derechos fundamentales, como la presunción de inocencia.

Para contrarrestar estos riesgos, es esencial implementar estrategias de mitigación:

  • En el caso del IoT y el Big Data, se recomienda el uso de protocolos de cifrado, auditorías constantes y sistemas de actualización remota. 
  • Para la IA, es crucial entrenar modelos con datos diversos y representativos, además de utilizar hackers éticos para probar y mejorar la seguridad. 
  • En cuanto a la robótica, se sugiere aislar sistemas externos y realizar auditorías funcionales periódicas. 
  • Finalmente, en el Blockchain, es importante establecer controles de acceso y monitorear los bloques en tiempo real

Estas medidas buscan no solo prevenir el mal uso de las tecnologías, sino también garantizar su aplicación ética y responsable, protegiendo los derechos humanos y fortaleciendo la confianza en su uso. Además, se necesitan marcos regulatorios sólidos y una visión holística que priorice la sostenibilidad, seguridad y transparencia, fomentando la colaboración internacional para crear sistemas más resilientes y responsables.

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