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La política migratoria de Estados Unidos: ¿cómo se asignan los visados?

Análisis

Ainhoa Serrano
Ainhoa Serrano
Estudiante dominico-española de último año en Relaciones Internacionales, con un diploma en Servicios de Inteligencia. Comprometida con la protección de la soberanía y la estabilidad regional. Apasionada por las dinámicas geopolíticas que afectan al continente americano, especialmente América Latina y el Caribe.

El sistema migratorio estadounidense enfrenta un desafío significativo si no se implementan reformas que lo modernicen y lo adapten a las nuevas realidades. Las políticas en torno al fenómeno migratorio marcan las campañas, tanto del Partido Republicano como del Demócrata, de cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. En este análisis, explicamos en qué consiste la política migratoria de Estados Unidos y cómo se asignan los visados. Si quieres aprender más sobre Estados Unidos, apúntate al Curso de Experto en Estados Unidos de LISA Institute.

¿Qué implica realmente ser considerado un alien en Estados Unidos? No es una figura sacada de la ciencia ficción, sino un término legal que procede del francés antiguo, del latín alienus, «perteneciente a otro», de alius «otro». Inicialmente, se utilizaba para designar a los extranjeros, pero desde los años 20 se emplea para designar a los seres de otro planeta. Lejos de los estereotipos de ciencia ficción, este término ha sido parte del sistema migratorio estadounidense durante siglos, definiendo a todos aquellos que no son ciudadanos o nacionales del país. A través de esta categoría, la ley clasifica y determina el estatus de millones de personas que buscan establecerse, temporal o permanentemente, en territorio estadounidense. 

La política migratoria de Estados Unidos ha experimentado importantes cambios a lo largo de su historia, desde la Ley de Naturalización de 1790, que restringía la ciudadanía a blancos libres, hasta la creación del programa DACA en 2012, que protegía a los «Dreamers» de la deportación. A lo largo de los siglos XIX y XX, las leyes de inmigración reflejaron actitudes fluctuantes hacia los inmigrantes, con periodos de apertura y restricción. Leyes clave como la Exclusión China de 1882, la reforma de 1965 y las acciones más recientes han moldeado el enfoque del país hacia la inmigración y sus desafíos. 

La ley que rige la política de inmigración de Estados Unidos se llama Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA). La INA permite a Estados Unidos conceder cada año hasta 675.000 visados de inmigrante permanente en diversas categorías de visados. Dichas categorías son:

  • La reunificación de familias con 480,000 visados disponibles.
  • La admisión de inmigrantes valiosos para la economía estadounidense con 140,000 visados disponibles.
  • La protección humanitaria compuesta por refugiados y asilados, delimitado anualmente por el presidente y Congreso y el fomento de la diversidad con 55,000.
  • Además de esos 675.000 visados, la INA no impone límite alguno a la admisión anual de cónyuges, padres e hijos de ciudadanos estadounidenses menores de 21 años. 

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¿Cómo se asignan los visados en Estados Unidos?

Aunque el sistema de cuotas por origen nacional terminó oficialmente en 1965, todavía se pueden ver indicios de él en la actualidad. Cada año se expiden aproximadamente un millón de tarjetas verdes. De ellas, la mayoría se expiden a familiares directos de ciudadanos estadounidenses. Los familiares directos —cónyuges, padres e hijos solteros menores de 21 años— están exentos de cuotas. Por lo tanto, no hay límite al número de estas tarjetas verdes que pueden expedirse cada año. El resto se expide a inmigrantes de las categorías mencionadas anteriormente.

A cada categoría se le asigna un número fijo de las tarjetas verdes disponibles. El United States Citizenship and Inmigration Services (conocido por las siglas, USCIS) utiliza el sistema de preferencias para dar prioridad (y conceder más permisos de residencia disponibles) a los familiares de ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes legales y a las personas altamente cualificadas patrocinadas por empresas. En consecuencia, las categorías se dividen en dos: inmigrantes por motivos familiares e inmigrantes por motivos laborales. Cada subconjunto contiene categorías de preferencia.

De acuerdo con la Ley de Inmigración de 1990, a cada país se le asigna el 7% de las tarjetas verdes disponibles, tanto para los inmigrantes basados en la familia como para los basados en el empleo. Esto significa que cada país tiene un número máximo de 44.100 inmigrantes en régimen familiar y 14.700 inmigrantes en régimen laboral para cada año fiscal. De esta forma, inciden que las 675.000 tarjetas verdes se dividan de manera igualada entre países como India o México que tienen un gran número de habitantes con otros mucho más pequeños como Bután

Estados Unidos ha implementado este máximo en el número de inmigrantes por país como herramienta para equilibrar el flujo migratorio. En teoría también para ayudar a mantener la diversidad en las comunidades inmigrantes y evitar que ciertos países dominen las cifras de migración.

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Las categorías preferentes en la asignación de visados en Estados Unidos

Una de las categorías preferentes gira en torno al sistema de reunificación de familias, que se estructura en preferencias según la relación del solicitante con un ciudadano o residente permanente. Las categorías prioritarias incluyen a hijos solteros de ciudadanos, cónyuges e hijos solteros de residentes permanentes, hijos casados de ciudadanos, y hermanos de ciudadanos. 

En paralelo, el país ofrece inmigración basada en el empleo, orientada a atraer talento especializado que pueda contribuir al desarrollo económico. Las visas de empleo están organizadas en un sistema de preferencias, priorizando a aquellos con habilidades excepcionales o a trabajadores de sectores críticos. Esta política no solo beneficia a los inmigrantes con altas cualificaciones, sino también a sectores laborales donde hay escasez de mano de obra. Sin embargo, como mencionado anteriormente ningún país podrá exceder su flujo migrante de un 7%.  

Por otro lado, ofrecen una política de refugiados y asilados. Estas personas buscan protección al huir de persecuciones o conflictos en sus países de origen. Mientras los refugiados solicitan su estatus desde el exterior, los asilados lo hacen una vez que ya están en territorio estadounidense.

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Para fomentar aún más la diversidad étnica, Estados Unidos creó el Programa de Visas por Diversidad, popularmente conocido como «la lotería de visas». Este programa ofrece 55,000 visas anuales a personas de países con bajas tasas de inmigración a Estados Unidos, contribuyendo a la pluralidad de culturas y orígenes dentro del país.

Finalmente, Estados Unidos ofrece diversas formas de ayuda humanitaria, como el Estatus de Protección Temporal (TPS), que permite a personas provenientes de países afectados por desastres naturales o conflictos armados permanecer temporalmente en el país. Además, existen programas como DACA, que otorgan protecciones temporales a inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo niños, brindándoles la oportunidad de trabajar y estudiar sin temor a la deportación.

En términos de números absolutos, Estados Unidos sigue siendo uno de los principales destinos para inmigrantes, destacándose por sus visas basadas en la reunificación familiar y el empleo. Sin embargo, los largos tiempos de espera, las restricciones anuales por país y el proceso burocrático dificultan el acceso rápido y equitativo.

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¿Cómo se diferencia la política migratoria de Estados Unidos de otros países?

Otros países como Canadá han implementado sistemas de inmigración basados en puntos, que permiten a los solicitantes obtener la residencia permanente dependiendo en sus habilidades, educación y necesidades laborales del país. Este sistema, en comparación con el estadounidense, es más dinámico y ajustado a las necesidades del mercado laboral.

En Europa, países como Suecia han desarrollado programas robustos para la acogida de refugiados, en particular en respuesta a las crisis de Oriente Medio y África. Aunque Estados Unidos tiene programas similares como el de refugiados y asilo, los números admitidos en comparación con la demanda son relativamente bajos, y las políticas restrictivas de los últimos años han limitado su impacto.

Con la creciente presión global de los movimientos migratorios y la competitividad por el talento internacional, el sistema estadounidense enfrenta un desafío significativo si no se implementan reformas que lo modernicen y lo adapten a las nuevas realidades. A medida que se acercan las elecciones presidenciales, el debate sobre el futuro de la política migratoria de Estados Unidos genera incertidumbre. La polarización política ha bloqueado las reformas necesarias para actualizar el sistema y responder tanto a las demandas económicas como a las humanitarias. Los inmigrantes y el público en general se enfrentan a un panorama incierto, en el que las promesas de reforma podrían seguir siendo pospuestas, perpetuando un sistema desbordado.

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