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JNIM y el Estado Islámico en el Sahel: anatomía de la insurgencia yihadista más letal del mundo

Análisis

Rubén Asenjo
Rubén Asenjo
Periodista apasionado por la actualidad internacional y la geopolítica. Escribo para entender el mundo en constante cambio y compartir perspectivas que despierten la reflexión y el debate. Comprometido con la búsqueda de la verdad y las historias que impacten e inspiren.

Descubre cómo dos rivales yihadistas compiten por territorio en el Sahel y son responsables de aproximadamente la mitad de muertes por terrorismo en todo el mundo.

El Sahel se ha consolidado como el epicentro del terrorismo mundial durante los últimos años. En 2024, más de la mitad de todas las muertes relacionadas con actos terroristas en el mundo ocurrieron en esta franja subsahariana que abarca Mali, Burkina Faso, Níger y sus zonas aledañas. Dos actores yihadistas protagonizan esta violencia desenfrenada: el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM), una filial de Al Qaeda, y el Estado Islámico en el Sahel (EISS o ISSP), la rama regional del Estado Islámico.

Mapa del Sahel / Créditos: Terpsícoras

Aunque ambos grupos comparten un objetivo estratégico común (la creación de un califato islámico mundial), sus métodos, estructuras organizativas y estrategias territoriales difieren sustancialmente. Este artículo examina las características operacionales, financieras y territoriales de estos grupos, así como las dinámicas de rivalidad que definen el conflicto más letal del planeta.​

Estructura organizativa y liderazgo

JNIM: la coalición aglutinante

El JNIM no es una organización monolítica, sino una coalición formada el 1 de marzo de 2017 mediante la fusión de cuatro entidades yihadistas preexistentes: Ansar Dine, la rama de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en el Sahel, Katibat al-Murabitun y el Frente de Liberación de Macina (FLM). Su constitución respondía a la necesidad de consolidar el poder yihadista alrededor de Al Qaeda en la región, frente a la creciente amenaza del Estado Islámico.​

Esta estructura jerárquica se organiza en tres niveles: liderazgo central, comandantes regionales y comandantes de área local. Sin embargo, cada subgrupo mantiene cierta identidad distintiva, aunque ha forjado una fuerte identidad colectiva vinculada a la marca de JNIM y la afiliación a Al Qaeda. El liderazgo fundacional estuvo encabezado por Iyad Ag Ghaly, un tuareg originario de Boghassa (Malí) quien ostentaba el rango de emir.

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Ghaly, con una trayectoria que incluía su participación en conflictos libios en los años setenta y la dirección del Movimiento Popular por la Liberación del Azawad en los años noventa, se convirtió en la cara visible de JNIM. Tras su permanencia como líder principal durante años, las estructuras de liderazgo han experimentado ajustes recientes, aunque la coalición mantiene su operatividad como organización. Otros líderes secundarios han incluido a Amadou Koufa, procedente de la Katibat Macina, quien ganó prominencia por su pasado como predicador con amplia influencia en la región de Mopti.

EISS: verticalismo extremista

A diferencia del JNIM, el Estado Islámico en el Sahel presenta una estructura más verticalista y centralizada, heredada de la estructura organizativa global del Estado Islámico. La denominación oficial del grupo es la Provincia del Estado Islámico en el Sahel (Wilāyat al-Sahel), aunque se le conoce coloquialmente por múltiples siglas: ISSP, EISS, EIGS o IS-GS. Se fundó en octubre de 2016 como una ramificación de Daesh que buscaba expandir la presencia del Estado Islámico más allá del Levante.​

El liderazgo del EISS ha experimentado grandes cambios. Abu Walid al-Sahraoui, oriundo de El Aaiún, fue su líder inicial, aunque eliminado en 2021. Posteriormente, le sucedió Abu Al Bara al-Sahraoui, quien mantuvo la dirección hasta años recientes. En el nivel global del Estado Islámico, el liderazgo cambió en agosto de 2023 con la designación de Abu Hafs al-Hashimi al-Qurashi como nuevo califa, sucediendo a Abu al-Husein al-Huseini al-Qurashi. Aunque se desconocen datos biográficos concretos del actual líder de la filial saheliana, la estructura sigue directrices emanadas desde el liderazgo central del Estado Islámico.​

Tácticas operacionales y capacidades militares

Métodos del JNIM

El JNIM ha adoptado una estrategia de control territorial progresivo que prioriza la eliminación de la presencia estatal y su sustitución por estructuras paralelas de gobernanza. Sus operaciones se caracterizan por emboscadas contra posiciones militares, colocación de artefactos explosivos improvisados (IED), secuestros selectivos y ataques coordinados contra cuarteles. El grupo prioriza además la dispersión geográfica de sus operaciones sobre la concentración de poder en un único territorio, lo que le permite mantener una presencia simultánea en regiones de Malí, así como amplias áreas de Burkina Faso y varios países más de la zona.

En lo que respecta a armamento, el JNIM ha demostrado capacidad para utilizar vehículos explosivos improvisados (VBIED), armas pequeñas, granadas y misiles tierra-aire capturados. Entre sus tácticas preferidas están las emboscadas mediante el uso de francotiradores y los ataques coordinados con apoyo de fuego supresivo, frecuentemente diseñados para maximizar bajas militares mientras minimizan riesgos para sus combatientes.

Métodos del EISS

El Estado Islámico en el Sahel ha adoptado una estrategia más agresiva y menos vista históricamente. Inicialmente conocido por su violencia indiscriminada contra civiles, el grupo reorientó su modelo a partir de 2023 hacia un plan de proto-gobernanza comparable al del JNIM, aunque con una metodología más brutal. Sus operaciones utilizan ataques masivos coordinados contra bases militares de gran envergadura, empleando tácticas de guerra de movimiento que requieren de una coordinación compleja.

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Sin embargo, un patrón operacional recurrente del EISS implica, en primer lugar, interrumpir sistemas de comunicaciones locales para dificultar llamadas de auxilio. Luego lanzan ataques preliminares contra defensas perimétricas utilizando fuego concentrado o terroristas suicidas. Posteriormente, asaltan instalaciones para capturar armamento y suministros. Estos ataques han demostrado una distinción operativa superior comparada con sus acciones iniciales. De hecho, el grupo ha aumentado el empleo de drones comerciales modificados para vigilancia y ataques de precisión, una capacidad que ha generalizado entre sus efectivos operativos.

Financiación y economía de la insurgencia

Fuentes de ingresos del JNIM

El JNIM depende de una variedad de fuentes de financiación, tanto del secuestro de personas como del control de economías ilícitas regionales. Respecto al secuestro, el grupo ha mantenido rehenes extranjeros desde su fundación, de los cuales varios fueron liberados tras el pago de rescates millonarios. No obstante, aunque estos pagos de secuestro constituyen una fuente de ingresos regular, es menos consistente que sus actividades de control territorial.

La segunda fuente de ingresos es el control de rutas de comercio ilícito. El JNIM se beneficia de redes preexistentes de contrabando que operaban en el Sahel antes de la llegada de los grupos yihadistas. Estas redes movilizan tabaco, drogas, armas y personas a través de fronteras porosas y zonas sin control gubernamental. El liderazgo de JNIM, particularmente Iyad Ag Ghaly, cuenta con ancestros tuareg con una larga tradición en el comercio tanto legal como ilícito en la región, lo que facilita su acceso y operación de estas rutas. El grupo cobra cuotas de protección a contrabandistas, permitiéndoles el paso a cambio de pagos periódicos.

Del mismo modo, el JNIM implementa un sistema de recaudación religiosa mediante el zakat (impuesto islámico obligatorio), que de facto supone una extorsión económica a las poblaciones locales (similar al pizzo de las mafias italianas). Una gran fuente de ingresos también es el control de minas de oro. Todos estos mecanismos permiten al grupo financiarse desde la base mediante la extracción sistemática de recursos locales, creando así una economía de guerra sustentable sin una dependencia de patrocinadores externos identificables.

Financiación del EISS

El Estado Islámico en el Sahel ha empleado metodologías de financiación similares al JNIM, aunque con un énfasis mayor en la extorsión bruta y la imposición de tributos religiosos. El grupo cobra peajes en puntos de control que controla, exige pagos a cambio de protección contra sus propias represalias y extrae ganado de comunidades locales. Desde 2023, particularmente en zonas cercanas a Níger, el grupo ha generalizado la imposición del zakat como mecanismo de financiación.

A diferencia del JNIM, el EISS ha demostrado menor dependencia de redes de contrabando preexistentes, optando, en cambio, por la captura directa de recursos mediante operaciones militares. Sus saqueos de bases militares y ciudades han proporcionado acceso a armamento avanzado, vehículos y suministros que el grupo puede reasignar o vender en mercados negros regionales. Esta estrategia, menos sofisticada, pero más extractiva, refleja las diferencias ideológicas en las prioridades del grupo. Mientras que el JNIM busca consolidar estructuras locales de gobernanza, el EISS privilegia la acumulación de poder militar.

Rivalidad y confrontación territorial

Génesis del conflicto Intra-Yihadista

Aunque JNIM y EISS compartían el objetivo estratégico de expandir el control yihadista en el Sahel, sus diferencias ideológicas, metodológicas y territoriales los llevaron a la confrontación abierta. Los primeros signos de fricción emergieron a finales de 2019 y principios de 2020, cuando el JNIM comenzó a calificar al EISS como «jarijíes» (un término peyorativo que hace referencia a un grupo histórico de musulmanes rebeldes contra el primer Califato). Esta descalificación reflejaba los desacuerdos sobre tácticas apropiadas, el tratamiento de poblaciones civiles y la legitimidad religiosa.

Los combates iniciaron en marzo de 2019 y aumentaron a partir de enero de 2020. Entre junio y octubre de 2020, se produjeron intentos fallidos de negociación para reconciliar a ambos grupos, pero las diferencias fundamentales impidieron cualquier acuerdo. De hecho, el EISS acusó al JNIM de ser aliados del gobierno maliense en la lucha contra su expansión, una acusación que el JNIM rechazó tajantemente pero que reflejaba percepciones estratégicas diferentes sobre cómo conducir la insurgencia.

Clímax territorial: 2022-2023

La intensidad de la confrontación alcanzó su clímax entre 2022 y 2023, particularmente tras la retirada de las fuerzas francesas de Malí en agosto de 2022. La ausencia de una potencia internacional permitió que ambos grupos desplegaran operaciones militares de mayor escala sin temor a una intervención externa. El EISS lanzó una ofensiva sistemática contra posiciones del JNIM en la región de las tres fronteras (Malí, Burkina Faso y Níger), con un mayor énfasis en las regiones de Gao y Menaka.

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Para finales de julio de 2023, el EISS había logrado expulsar al JNIM de amplias porciones de territorio anteriormente controlado por este último, incluyendo la región de Menaka y las zonas al sur de la ciudad de Gao. Esta ofensiva victoriosa costó más de 700 combatientes entre ambos grupos, según reportes de las Naciones Unidas. El resultado fue el doble del territorio bajo control del EISS entre 2022 y mediados de 2023, consolidándolo como la fuerza yihadista dominante en la región de las tres fronteras.

Reconfiguración del espacio territorial actual

Desde finales de 2023 hasta el presente, la violencia entre JNIM y EISS ha disminuido en intensidad, aunque no ha cesado. Los combates que alcanzaban aproximadamente 600 enfrentamientos en 2022 se redujeron a poco más de 100 en 2024, lo que supuso una cristalización territorial de facto. El EISS consolidó su control en las áreas fronterizas entre Mali, Burkina Faso y Níger, particularmente alrededor de centros urbanos como Gao y Menaka, mientras que el JNIM mantuvo sus bastiones tradicionales en las regiones de Mopti, Segou y Timbuktu en Malí.

No obstante, la competencia territorial continúa en zonas de transición. El JNIM ha realizado incursiones en el suroeste de Níger, donde disputa el control con el EISS. Además, ambos grupos enfrentan también la presencia de fuerzas de seguridad nacionales y milicias de autoprotección, lo que complica la situación territorial. En 2024 y 2025, ambos grupos incrementaron sus esfuerzos por expandir su zona de influencia, aunque sin lograr revertir la configuración territorial establecida en 2023.

Letalidad e impacto humanitario

Cifras y tendencias de violencia

Las cifras de letalidad del Sahel son alarmantes y documentan una de las crisis humanitarias más graves del mundo contemporáneo. En 2023, Burkina Faso ocupó el primer lugar mundial en muertes por terrorismo con 1.907 fallecidos, Mali el tercero con 753, y Níger el décimo con 468, lo que supone un total de 3.128 muertes en el Sahel central en un solo año. Estas cifras representaron aproximadamente el 37% de todas las muertes por terrorismo registradas globalmente en 2023.​

Sin embargo, la tendencia ha continuado acelerada en 2024 y 2025. Entre enero y mayo de 2025, la región experimentó un aumento dramático de la violencia. En mayo de 2025 específicamente, se registraron 156 ataques terroristas en África Occidental, representando un aumento del 51% con respecto a abril, y con una letalidad que alcanzó casi 1.200 personas asesinadas, comparadas con 677 el mes anterior. Burkina Faso ha permanecido como el epicentro de la violencia. Por ejemplo, en mayo de 2025, JNIM perpetró 41 ataques que dejaron 577 fallecidos, incluyendo un ataque de alto impacto en Djibo que costó la vida de más de 200 personas.​

Patrones de victimización

La victimología de la violencia yihadista en el Sahel es heterogénea pero tiene patrones consistentes. Las fuerzas de seguridad nacionales, los militares regulares y las milicias de autoprotección (VDP) constituyen el principal objetivo de ambos grupos, reflejando la naturaleza de la confrontación como conflicto armado subnacional. Sin embargo, los civiles sufren muchas veces un daño colateral considerable y, en numerosos casos, constituyen objetivos deliberados de represalia.

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El JNIM, con su prioridad en el control territorial, ha mostrado mayor discriminación en sus objetivos que el EISS. No obstante, ambos grupos perpetran masacres colectivas contra poblaciones civiles a las que acusan indiscriminadamente de colaborar con autoridades estatales o milicias rivales. En el mes de mayo de 2025 solo, Burkina Faso registró 101 civiles asesinados en el ataque a Djibo, lo que demuestra que la violencia civil permanece como componente central de la estrategia de ambos grupos.

Estadísticas de impacto

Según el Índice Global de Terrorismo de 2024, publicado por el Instituto para la Economía y la Paz, el 51% de todas las muertes por terrorismo en el mundo en 2024 ocurrieron en el Sahel. Esta concentración geográfica del terrorismo mundial refleja tanto la intensidad de los conflictos locales como la decadencia relativa del terrorismo yihadista en otras regiones como Siria e Irak. El Sahel se ha convertido así en el laboratorio viviente del yihadismo contemporáneo, donde los grupos compiten por recursos, territorio e influencia bajo una narrativa religiosa que ha adquirido dimensiones cada vez más locales.

Reclutamiento y propagandística

Estrategias de reclutamiento

Ambos grupos han adoptado estrategias de reclutamiento que combinan métodos tradicionales con herramientas digitales. El JNIM, con raíces en predicadores locales como Amadou Koufa, mantiene una red de reclutamiento que emplea las mezquitas, los centros comunitarios y los contactos personalizados. El grupo se presenta a sí mismo como un defensor de los intereses locales y también protector de comunidades marginadas, particularmente del grupo étnico fulani, quienes constituyen una proporción significativa de sus combatientes.

El EISS, por su parte, ha empleado más la narrativa global del Califato Islámico y la grandiosidad militar. Su propaganda destacaba inicialmente la capacidad destructiva del grupo y su superioridad militar sobre los rivales. No obstante, desde 2023, ambos grupos han incrementado el reclutamiento incluyendo menores de edad, reconociendo que la sostenibilidad operativa a largo plazo requiere la incorporación de generaciones futuras de combatientes.

Herramientas de comunicación digital

Ambos grupos han aprovechado las plataformas digitales encriptadas para la comunicación operacional y propagandística. Telegram emerge como la plataforma preferida para JNIM y EISS, permitiendo una comunicación individualizada y de grupo sin detección fácil por parte de las autoridades. El EISS, sin embargo, ha mantenido una agencia de medios llamada Al-Furqan que produce contenido audiovisual que incluye videos de combate, sermones religiosos y declaraciones de liderazgo.

El JNIM, a su vez, ha empleado la productora Al-Zaleqa para difundir contenido propagandístico, aunque con menor volumen que el EISS. La estrategia de comunicación del JNIM enfatiza la legitimidad religiosa, el control territorial y la protección comunitaria, mientras que el EISS ha priorizado la demostración de poder militar y la espectacularidad de sus ataques.

Redes sociales convencionales como TikTok han emergido como herramientas de reclutamiento dirigidas a adolescentes y jóvenes adultos, donde grupos extremistas comparten contenido estilizado con filtros, música yihadista y narrativas de gloria y martirio. Esta estrategia ha resultado ser efectiva para radicalizar poblaciones jóvenes en entornos urbanos tanto en África como en Europa.

Un fenómeno letal sin fin

La insurgencia yihadista en el Sahel, personificada por el JNIM y el EISS, representa la amenaza terrorista más letal del mundo contemporáneo. Ambos grupos, aunque rivales irreconciliables en los aspectos territoriales y tácticos, comparten la aspiración estratégica común de construir estructuras islámicas de gobernanza que desplacen la autoridad estatal. El JNIM, enraizado en Al Qaeda, ha priorizado la consolidación territorial gradual y el control administrativo, mientras que el EISS ha fomentado operaciones militares de impacto maximizado y con un control territorial más reciente pero más agresivo.

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Las dinámicas de rivalidad, el incremento de sus operaciones y la letalidad sostenida del conflicto muestran la capacidad de adaptación de estos grupos en entornos hostiles y la explotación de vacíos estatales. De igual modo, la retirada de potencias occidentales como Francia y la inestabilidad política en Mali, Burkina Faso y Níger han creado condiciones permisivas para la expansión yihadista, que amenaza a Europa y Occidente. A menos que se produzca una transformación en la gobernanza estatal regional y en la capacidad de seguridad, es probable que el Sahel continúe siendo el epicentro del terrorismo mundial durante los próximos años, con consecuencias humanitarias de proporciones catastróficas.

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