En 2025 dos países andinos se enfrentan a las urnas. Ecuador y Bolivia deberán elegir nuevo presidente en un contexto de crisis interna, divisiones políticas e ideológicas regionales y cambios en la política exterior con la nueva era de Donald Trump en Estados Unidos. En este análisis, el analista geopolítico y alumni del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Roberto Mansilla, examina las implicaciones de ambos comicios para el plano nacional, regional e internacional.
Dos países andinos, Ecuador y Bolivia irán a elecciones presidenciales y legislativas este 2025 bajo un contexto de crisis internas (económica y de seguridad ciudadana) y divisiones políticas que acentúan los marcos de atomización electoral.
Además de estos países, la región estará pendiente de un relevante calendario electoral que puede anunciar un nuevo ciclo político, con especial atención en los casos de Chile, que también irá a elecciones presidenciales en noviembre; y las legislativas argentinas (octubre), un test electoral y político clave para medir el impacto de las reformas del actual mandatario Javier Milei.
Ecuador realizará la primera vuelta electoral el 9 de febrero de 2025, con segunda vuelta prevista para el 13 de abril del mismo año. Por su parte, Bolivia lo hará en primera vuelta el próximo 17 de agosto de 2025 y segunda vuelta prevista para octubre.
Estas contiendas electorales permitirán medir el pulso político y social interno así como sus implicaciones geopolíticas, especialmente tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Estos contextos están igualmente determinados por los ineludibles márgenes de polarización y de incertidumbre en un marcado ambiente de cierta «desideologización». Las urnas medirán las exigencias ciudadanas en temas más concretos y decisivos como la situación económica y la seguridad.
Ambos países andinos presentan algunas diferencias en cuanto a sus indicadores de desarrollo humano. De acuerdo al PNUD, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) ecuatoriano es del 0,765 (2022), considerado en nivel Elevado. En el caso boliviano es del 0,698, categoría Media. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (IDEC) de Ecuador, un 27% de la población vive bajo el umbral de la pobreza (2024). En Bolivia ese índice es del 36,4% (2023).
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Elecciones y contexto interno
Ecuador: inseguridad ciudadana y «modelo Bukele»
El actual presidente Daniel Noboa, en el poder desde 2023, cuando debió asumir tras la renuncia de su antecesor Guillermo Lasso (bajo investigación judicial por presuntos casos de corrupción), buscará en estas elecciones consolidar su posición política y que le mantenga en la presidencia hasta 2029.
De acuerdo a la ley electoral, si ningún candidato obtiene el 50% de los votos o al menos el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo, se realizará una segunda vuelta electoral el domingo 13 de abril de 2025. En esta, competirán los dos aspirantes más votados en la primera ronda. En estas elecciones también se elegirán 151 representantes de la Asamblea Nacional (poder legislativo) y cinco miembros del Parlamento Andino.
La seguridad ciudadana será un tema clave a la hora de definir la balanza electoral. Ecuador vive un proceso de aumento de la criminalidad, incluso con episodios inéditos como la interrupción de una emisión televisiva por parte de miembros de bandas delictivas. Las ONGs y otros informes internacionales revelan una guerra abierta entre bandas criminales así como observan complicidad policial y de otras autoridades.
El caso más significativo de violencia determinado por la acción de bandas criminales fue el asesinato en 2023 del candidato presidencial Fernando Villavicencio, aspecto que reveló el poder creciente de organizaciones delictivas como Los Choneros, los Lagartos, los Lobos, los Tiguerones o la Mafia Balcánica, entre otros. La tasa de muertes violentas en 2022 repuntó de 10,5 a 25,5 por cada 100.000 habitantes.
En enero de 2024, Noboa llegó a declarar la existencia de un «conflicto armado interno», interpelando a las Fuerzas Armadas a cumplir responsabilidades de seguridad interna. En este contexto electoral, Noboa ha llegado a reivindicar para Ecuador la reproducción del «modelo Bukele» instaurado con efectividad en El Salvador contra las grandes bandas criminales en el país centroamericano, en especial la Mara Salvatrucha.
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Durante una visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, Bukele ofreció las «mega cárceles» construidas en territorio salvadoreño para externalizar el sistema penitenciario estadounidense. No obstante, un oscuro caso de desaparición forzada y posterior muerte de cuatro niños, cuyos cuerpos fueron incinerados y por la que 16 militares están siendo investigados, cuestiona y pone en entredicho este «modelo» de Noboa y los militares.
Por otro lado, el crimen organizado ha provocado una nueva dinámica de emigración y desplazamientos en el país: entre enero y octubre de 2024 un total de 80.000 personas fueron obligadas al desplazamiento y la migración.
Como candidaturas opositoras destaca la de Luisa González, quien ya enfrentó a Noboa en 2023 y es afín al legado del expresidente de izquierda, Rafael Correa. Las encuestas prevén una segunda vuelta entre Noboa y González, lo cual recrea el pulso entre «noboísmo» y «correísmo» que ha moldeado la política ecuatoriana en los últimos años.
La impopularidad de Noboa (calculada en aproximadamente el 52%) puede terminar siendo decisiva en las urnas. El contexto electoral ecuatoriano también está mediatizado por el enfrentamiento de Noboa con su vicepresidenta Verónica Abad (una aspirante a sucederle) y por la inhabilitación del candidato Jan Topic.
En octubre de 2024 se inscribieron un total de 16 postulantes para competir por la Presidencia y Vicepresidencia de Ecuador. Estas son las candidaturas:
- Daniel Noboa y María José Pinto. Movimiento Acción Democrática Nacional (ADN)
- Luisa González y Diego Borja. Movimiento Revolución Ciudadana.
- Francesco Tabacchi y Blanca Sacancela. Movimiento Creando Oportunidades (CREO)
- Henry Cucalón y Carla Larrea. Movimiento Construye
- Jorge Escala y Lucía Terán. Partido Unidad Popular
- Carlos Rabascall y María Rivas. Partido Izquierda Democrática
- Henry Kronfle y Dallyana Passailaigue. Partido socialcristiano
- Leónidas Iza y Katiuska Molina. Movimiento Pachacutik
- Iván Saquicela y María Luisa Coello. Movimiento Democracia Sí
- Andrea González y Galo Moncayo. Partido Sociedad Patriótica
- Jimmy Jairala y Lucía Vallecilla. Movimiento Centro Democrático
- Pedro Granja y Verónica Silva. Partido Socialista Ecuatoriana
- Juan Cueva y Cristina Reyes. Movimiento Amigo
- Víctor Araus y Cristina Carrera. Movimiento Pueblo Igualdad Democracia (PID)
- Wilson Gómez e Inés Díaz. Partido SUMA
- Luis Felipe Tillería y Karla Rosero. Partido Avanza
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Bolivia: el pulso entre Luis Arce y Evo Morales
Si bien el expresidente Evo Morales pretende volver a postularse como candidato, el contexto electoral en Bolivia observa una clave decisiva: la posibilidad de que, en caso de ganar, el partido creado por Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), y del que fue su principal líder y candidato durante más de tres décadas eventualmente confirme en las urnas una nueva hegemonía política ahora bajo el mando del actual presidente, Luis Arce.
En la presidencia desde 2020, Arce aún no ha confirmado su candidatura. Sea o no el candidato, Arce ha mantenido un frontal distanciamiento con Morales que se ha manifestado en una lucha por el control de los movimientos indigenistas, sindicales e izquierdistas bolivianos, hoy profundamente divididos. Todo ello ha llevado a luchas intestinas en el seno del MAS que amenazan con jugar en su contra en las elecciones de agosto.
No obstante, el MAS se debate en una fuerte disputa interna entre los partidarios de Arce y de Morales, quien está igualmente siendo objeto de una investigación judicial por un supuesto caso de trata de menores. Además de esas disputas internas, Arce debe acometer una aguda crisis económica, malestar social, el desgaste político de un MAS tras casi dos décadas en el poder y la tensión militar observada en junio de 2024 con un extraño levantamiento de algunos sectores castrenses.
La oposición boliviana busca aprovechar la coyuntura para fijar posiciones comunes, tal y como se observó con el acuerdo político entre los expresidentes Carlos Mesa y Jorge Quiroga. No obstante, el contexto se observa incierto. El MAS ha perdido fortaleza política, afectada igualmente por las disputas internas entre Arce y Morales. La oposición aún no define una candidatura unitaria.
Este panorama político y electoral también coloca en el centro de atención los respectivos apoyos que otorgarán las organizaciones sindicales y los movimientos sociales, tradicionales actores de peso en la política boliviana. Destacan aquí los casos de Confederación Sindical Única de trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB); Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano; Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyo (CONAMAQ); Concejo Nacional de Suyus Aymaras y Quechuas del Qullasuyo; Pueblos Indígenas Originarios (CONSAQ); y la Confederación de Mujeres Bartolina Sisa.
A falta de definir las candidaturas definitivas, las principales formaciones políticas que concurren a estos comicios son:
- Movimiento al Socialismo (MAS)
- Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)
- Acción Democrática Nacionalista (ADN)
- Frente Revolucionario de Izquierda (FRI)
- Partido Demócrata Cristiano (PDC)
- Unidad Cívica Solidaridad (UCS)
- Frente para la Victoria (FPV)
- Unidad Nacional (UN)
- Movimiento Demócrata Social (MDS)
- Nueva Generación Patriótica (NGP)
- APB-Súmate
- MTS
- Pan-Bol
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El contexto hemisférico: esferas de influencia con tintes de pulsos ideológicos
Aunque con un impacto moderado en cuanto a la pulsación de orientaciones políticas, ideológicas y geopolíticas a nivel hemisférico, las elecciones en Ecuador y Bolivia estarán igualmente mediatizadas por la coyuntura internacional.
Más allá de la necesidad de estabilidad ante sus recurrentes crisis políticas y socioeconómicas, Bolivia y Ecuador son relevantes por sus recursos energéticos (gas natural en el caso boliviano; petróleo en el ecuatoriano); riqueza y diversidad ambiental, especialmente en el caso de Ecuador por su proximidad con la Amazonia y el predominio de regiones rurales dependientes de fenómenos climatológicos; y aspectos de seguridad regional derivados de la producción y tráfico de estupefacientes vía cárteles de la droga (especialmente en el caso boliviano, tercer productor mundial de coca tras Colombia y Perú) y la cada vez mayor proliferación de bandas delictivas.
El regreso de Trump a la presidencia en Estados Unidos condiciona igualmente el panorama, especialmente en cuanto a los marcos políticos e ideológicos y la necesidad de Washington de asegurar el control de esferas de influencia ante la presencia regional de rivales globales como China, Rusia e Irán.
Bolivia es uno de los principales aliados económicos, energéticos e incluso militares de China, Rusia e Irán, con este último incluso ha firmado acuerdos de cooperación nuclear. Tanto Bolivia como Ecuador han formado parte del denominado «eje del ALBA» con Venezuela, Cuba y Nicaragua, aunque Quito se retiró de este organismo en 2018. Toda vez, la Bolivia de Arce no mantiene el mismo protagonismo ni la misma e irrestricta sintonía ideológica hacia este eje como sí lo tuvo su antecesor Evo Morales.
Aquí entra un aspecto relevante en este contexto: la política hacia la Venezuela de Nicolás Maduro. Arce ha reconocido a Maduro como presidente legítimo de Venezuela toda vez Noboa lo ha hecho del opositor Edmundo González Urrutia, con quien se reunió en la capital de Ecuador.
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El retorno del conflicto colombiano con los recientes combates en la región de Catatumbo contra fuerzas insurgentes pertenecientes al Ejército de Liberación Nacional, ELN (la mayor parte de ellos asentados en Venezuela) también repercute en la estabilidad y seguridad de sus vecinos, en este caso especialmente en Ecuador, que ha vivido episodios de refugiados colombianos.
Por otro lado, la política de Trump de deportación de inmigrantes ilegales en Estados Unidos, donde ya ha tenido roces con Colombia, también tendrá su incidencia en los casos ecuatoriano y boliviano. Junto con España, Estados Unidos es el país con mayor emigración ecuatoriana, lo cual genera una fuente de remesas importante para la economía del país andino.
Finalmente están los pulsos ideológicos precisamente en una región que viene presenciando síntomas de «desideologización» del escenario político. Aquí existe una perspectiva a resaltar: actualmente no es la izquierda sino más bien la «nueva derecha» reaccionaria la que enarbola ese faro de lucha ideológica.
Prueba de ello son el presidente Javier Milei en Argentina y el retorno de Trump, que anuncian la revitalización de las fuerzas derechistas y ultraliberales en el continente incluso con perspectivas de lucha ideológica y de «batalla cultural«. En este apartado, y tomando en cuenta igualmente su condición de empresario, Noboa parece más proclive a mantener una sintonía con estos liderazgos y sus ramificaciones hemisféricas; un escenario que se prevé probablemente similar en el caso de que la oposición boliviana finalmente concrete una candidatura unitaria que le permita retornar al poder.
Por otro lado, las izquierdas ecuatoriana y boliviana (en este caso ante la hipotética reelección de Arce) transitarán hacia una vía más cónsona con la reorientación de liderazgos y movimientos izquierdistas a nivel regional, probablemente tomando distancia de cualquier atisbo de liderazgo populista.
En esta reconfiguración de la izquierda destacan las opciones más de centroizquierda y progresistas como el chileno Gabriel Boric, la mexicana Claudia Sheimbaun, el colombiano Gustavo Petro o el uruguayo Yamandú Orsi (Frente Amplio), quienes pueden servir ahora de nuevas referencias para la izquierda continental. Toda vez Arce ha logrado fortalecer una alternativa ante el declive del evismo en Bolivia, mientras que en Ecuador el correísmo se mantiene con la candidatura de González, considerada su «delfín político».
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