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La geopolítica de la Fórmula 1: el dominio de Oriente Medio y Estados Unidos en detrimento de Europa

Análisis

Rubén Asenjo
Rubén Asenjo
Periodista apasionado por la actualidad internacional y la geopolítica. Escribo para entender el mundo en constante cambio y compartir perspectivas que despierten la reflexión y el debate. Comprometido con la búsqueda de la verdad y las historias que impacten e inspiren.

De su dominio histórico en Europa al protagonismo actual de Oriente Medio y Estados Unidos, la Fórmula 1 es el claro ejemplo de cómo los intereses económicos y estratégicos redefinen la geopolítica incluso en el automovilismo. Con inversiones millonarias y el uso del soft power, nuevos actores están transformando el calendario y el alcance mediático de la competición. Este cambio evidencia una redistribución de poder que trasciende lo deportivo y proyecta nuevas narrativas globales.

La Fórmula 1 es la máxima categoría del automovilismo mundial, organizada desde 1950 por la Federación Internacional del Automovilismo (FIA). Este campeonato reúne a los mejores pilotos y equipos del planeta. Estos compiten en una serie de carreras o grandes premios, celebrados en circuitos de asfalto distribuidos en diferentes países. Conocida por ser la cúspide de la ingeniería automotriz, la F1 exige a los fabricantes diseñar monoplazas con tecnologías de vanguardia. También requiere la capacidad de alcanzar velocidades superiores a los 300 km/h mientras garantizan seguridad y rendimiento. Al final de cada temporada, los pilotos y las escuderías con mayor puntuación obtienen los codiciados títulos de Campeón del Mundo tanto de pilotos como de constructores (escuderías).

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Además de su relevancia deportiva, la Fórmula 1 tiene un impacto significativo en la economía, la tecnología, el entretenimiento y la geopolítica. Este deporte genera miles de millones de euros al año gracias a los derechos televisivos, el turismo y los patrocinios de marcas globales. Asimismo, la competición contribuye a la proyección internacional de los países anfitriones, proyectándolos como destinos turísticos clave en el calendario mundial. En esencia, la Fórmula 1 no solo es una disciplina deportiva de élite. También es un motor de innovación y un fenómeno cultural global que genera mucho dinero y repercusión.

La pérdida de relevancia europea en la Fórmula 1

En sus primeros años, la Fórmula 1 giraba casi exclusivamente en torno a Europa. Durante décadas, fue el núcleo de la élite del automovilismo. Esta región albergaba la mayoría de las carreras. Circuitos icónicos como Mónaco, Monza, Silverstone y Nürburgring se convirtieron en pilares del deporte. Este dominio también se reflejó en el perfil de los pilotos, donde la mayoria eran europeos. La localización de las sedes de los equipos más importantes también se encuentran en Europa; Ferrari en Italia, McLaren en Reino Unido, Williams en Reino Unido y Mercedes en Alemania.

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El modelo europeo se basaba en el prestigio histórico de los circuitos y en la proximidad geográfica entre las sedes. Esto permitió la creación de un calendario mayormente europeo hasta bien entrada la década de 1990, cuando las dinámicas del mercado empezaron a cambiar y los intereses de nuevos países con grandes recursos económicos aparecieron. Las audiencias crecientes en Asia y América del Norte y el dinero de Oriente Medio plantearon una nueva estrategia de expansión. La caída de varios circuitos europeos del calendario marcaron un punto de inflexión. Esto causó un cambio en las prioridades económicas y de audiencia de la Fórmula 1, que busca siempre adaptarse a las demandas de una base de aficionados cada vez más global.

Motivos detrás de la reducción de grandes premios en Europa

El alto costo de organizar un Gran Premio es uno de los principales factores que han contribuido a la disminución de carreras en Europa. Las exigencias financieras de la Fórmula 1, que incluyen tarifas elevadas para mantener un circuito en el calendario, han dificultado la permanencia de países con restricciones presupuestarias o que no estaban dispuestas a afrontar ese elevado gasto. Al mismo tiempo, regiones fuera de Europa, como Oriente Medio y América del Norte, han mostrado una mayor disposición e interés para invertir en este deporte al tener mayores recursos e intereses para costear el precio de un gran premio. El cambio de propiedad de la Fórmula 1 en 2017, cuando Liberty Media asumió el control, aceleró la diversificación geográfica del calendario.

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Esto buscaba aumentar las audiencias en mercados emergentes y asegurar la sostenibilidad económica del deporte al introducir circuitos en países que dotaban grandes recursos económicos a la organización. Debido a eso, la exclusión de circuitos europeos clásicos ha tenido un impacto significativo en las comunidades locales. Ahora supone menos de la mitad del total de la temporada. Además, estos eventos no solo generaban ingresos por turismo, sino que también fortalecían el legado cultural y la identidad deportiva de las regiones anfitrionas. A nivel cultural, la salida de estos circuitos ha provocado debates sobre la «des-europeización» del deporte. Sin embargo, también ha abierto la puerta a una mayor representación global de este deporte.

El ascenso de Oriente Medio en la Fórmula 1

La llegada de la Fórmula 1 a Oriente Medio marcó un cambio estratégico en su calendario. El Circuito Internacional de Bahréin, inaugurado en 2004, fue la primera sede de un Gran Premio en la región. Este evento se consolidó rápidamente como un pilar del calendario por su diseño avanzado y su localización en el Golfo Pérsico, y terminó posicionando como la primera carrera del calendario en perjuicio del GP de Melbourne (Australia). La carrera inaugural es, junto con la última, la más esperada por los aficionados, por lo que países con gran poder adquisitivo pujan cantidades elevadas por su celebración.

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Posteriormente, el Yas Marina Circuit en Abu Dabi, inaugurado en 2009, se convirtió en una de las carreras más esperadas y se eligió para cerrar la temporada en detrimento del Gran Premio de Interlagos en Brasil. Este cambio estuvo motivado por la apuesta monetaria de Emiratos Árabes Unidos para tener la última carrera del calendario. Sin embargo, a los aficionados no sento bien la decisión, ya que Brasil garantizaba un buen espectáculo que añadía más emoción al último gran premio del mundial.

En 2021, el Circuito de Yeda en Arabia Saudita y el Circuito de Losail en Catar se unieron al calendario. Yeda destacaba por su trazado urbano y su tecnología avanzada. Catar por ser un circuito moderno, muy exigente y diseñado para competiciones nocturnas. Estos circuitos no solo representan un crecimiento en la infraestructura deportiva, sino también un esfuerzo por posicionar a Oriente Medio como un centro global del automovilismo. Esto se debe a que las economías de esta región, impulsadas por recursos energéticos, han invertido miles de millones de dólares en construir instalaciones modernas y atractivas.

Mejorar la imagen y proyectar modernidad

Estas grandes infraestructuras de Oriente Medio incluyen sistemas de iluminación de última generación, diseños arquitectónicos modernos y tecnologías avanzadas para brindar el máximo espectáculo posible a los aficionados. Por todo ello, el uso de la Fórmula 1 como herramienta de soft power o poder blando resulta evidente en Oriente Medio. Países como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Arabia Saudita y Catar utilizan estos eventos como catalizador para mejorar su imagen internacional. Tienen como objetivos desvincularse de estereotipos y críticas por la falta de derechos y proyectar modernidad.

Estos esfuerzos también buscan diversificar sus economías. Buscan reducir su excesiva dependencia del petróleo y explorar mayores ofertas que atraigan el turismo y refuercen el prestigio global en esa región. Para observar la importancia que Oriente Medio da a la Fórmula 1, solo hay que observar que Bahréin y Arabia Saudita suelen ser las dos primeras del calendario, y Catar y Abu Dabi las dos últimas, lo que supone que las cuatro carreras que se disputan durante la temporada en esa región abren y cierran la temporada del campeonato.

La consolidación de Estados Unidos en el calendario de la Fórmula 1

Estados Unidos es ahora un mercado prioritario para la Fórmula 1. Desde la adquisición de la empresa estadounidense Liberty Media en 2017, el país ha aumentado su número de carreras. El Gran Premio de Austin, inaugurado en 2012, supuso el primer paso en la revitalización del interés estadounidense por este deporte. En 2022, se sumaron los Grandes Premios de Miami y Las Vegas, destinos diseñados y elegidos para maximizar el atractivo mediático del deporte y para consolidar este deporte en el gigante americano. Esto supone un total de 3 de las 24 carreras, un 12,5%, más que ningún otro país.

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Además, el enfoque en plataformas digitales y redes sociales de la empresa estadounidense ha llevado a un gran aumento de audiencias. Especialmente entre los jóvenes. Programas como la serie de Netflix Drive to Survive‘ han humanizado a los pilotos y han dado visibilidad a las dinámicas internas de los equipos. Esto ha conseguido generar una conexión emocional con los aficionados. De igual modo, las nuevas carreras en Miami y Las Vegas representan un cambio estratégico. Estos eventos no solo buscan atraer audiencias tradicionales que solo se centran en ver las carreras. También tratan de captar el interés de sectores y audiencias como el entretenimiento y el turismo.

Cada carrera en Estados Unidos se acompaña de eventos paralelos, diseñados para maximizar el impacto económico y mediático. Por todo ello, el mercado estadounidense ofrece un enorme potencial para patrocinadores globales. Con su alto poder adquisitivo, las audiencias estadounidenses representan una oportunidad para marcas que buscan asociarse con un deporte global y con una gran proyección. Además, la colaboración con plataformas de streaming ha ampliado el alcance del deporte. Esto ha permitido conectar con una generación más joven e interesada en los aspectos tecnológicos y estratégicos de la Fórmula 1.

Fórmula 1 como herramienta de soft power global

El concepto de soft power, introducido por el politólogo Joseph Nye, se refiere a la capacidad de influir en otros actores internacionales mediante la atracción cultural, los valores y la diplomacia, en lugar del uso de fuerza militar o coerción económica. La Fórmula 1 se ha convertido en una plataforma poderosa para que los países proyecten esta influencia, al combinar tecnología avanzada, organización de eventos de alto perfil y una audiencia mundial.

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La capacidad de reunir a millones de espectadores en más de 200 países por medio de transmisiones deportivas transforma cada Gran Premio en una vitrina internacional. Los países anfitriones de grandes premios muestran su aparente y presunta modernidad, estabilidad y desarrollo tecnológico a través de las infraestructuras y la organización de estos eventos. Además, la Fórmula 1, al ser un deporte que exige innovación constante, sirve como símbolo del progreso científico y técnico de los países y regiones anfitriones.

Este artículo forma parte de la serie «La geopolítica de…».

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