El nuevo plan de rearme europeo ha desencadenado un intenso debate sobre su necesidad y las posibles consecuencias. En un mundo cada vez más multipolar, el fortalecimiento de la defensa colectiva se presenta como una respuesta a la creciente incertidumbre geopolítica.
El ReArm EU Plan ha marcado un giro inesperado en la política europea, despertando inquietud en diversos medios y la sociedad civil. Ante un panorama geopolítico marcado por la incertidumbre y la nueva política internacional de Trump, la Unión Europea refuerza su estrategia de defensa. Pero, ¿qué implica realmente este rearme colectivo? ¿Qué elementos han influenciado esta nueva política?
El nuevo plan de rearme europeo, conocido oficialmente como ReArm EU Plan, ha sido impulsado por la presidencia de Ursula von der Leyen. Este plan ha supuesto un giro, para algunos totalmente inesperado, en la política doméstica y exterior de la Unión Europea (UE).
Desde hace unas semanas, medios de comunicación, gobiernos europeos y redes sociales han difundido diferentes mensajes. Estos alertan sobre la nueva situación geopolítica que atraviesa la UE y los planes que esta tiene para hacerle frente.
El contexto geopolítico actual es inestable y con tendencias anárquicas, especialmente debido a la política reaccionaria de Trump. La realidad es que este nuevo plan de gasto público en defensa ha causado gran revuelo entre la población general. Muchos desconocen la complejidad de la situación actual y la necesidad de contar con una respuesta frente a una posible amenaza.
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La incertidumbre y el cambio de paradigma, sobre todo con la llegada de Trump, han influido en esta situación. Todos hemos sido testigos de cómo los informativos europeos han comenzado a anunciar el famoso ‘kit de supervivencia‘ que las instituciones europeas recomiendan en caso de cualquier emergencia.
Sin embargo, también es necesario comprender el porqué de esta estrategia y por qué, frente a diversas opiniones, es necesaria la defensa colectiva. ¿En qué consiste el plan de rearme europeo? ¿Qué influencia ha tenido en la agenda europea la política exterior de Trump?
Un contexto geopolítico marcado por la agenda política de Trump
Para comprender cómo afecta el plan de rearme en la actualidad, es necesario analizar el contexto geopolítico tras la llegada del nuevo presidente estadounidense. Desde que Donald Trump se convirtió en el 47º presidente de los Estados Unidos el pasado 20 de enero de 2025, el mundo ha atravesado diferentes acontecimientos. Estos sucesos han generado gran incertidumbre.
El tablero geopolítico ha evolucionado drásticamente desde la toma de poder de Donald Trump. Esto ha ocurrido en uno de los países con influencia clave a nivel internacional. Parece que ningún país se ha visto exento de las consecuencias de su nueva política. Marcada por la imposición de masivos aranceles, Trump se ha desmarcado por completo del rumbo de su antecesor demócrata, Joe Biden. Además, parece estar dispuesto a agitar el avispero a golpe de arancel.
Nos encontramos ante un presidente que prometió terminar ‘lo antes posible’ con la guerra en Ucrania. Sin embargo, le está tomando más tiempo de lo esperado debido a los posicionamientos de los países implicados.
También tenemos a un líder que ha marcado una clara política anti-woke. Se ha posicionado junto con líderes conservaduristas y ha invitado a estos a su ceremonia de investidura en enero de 2025. Su nueva agenda en política exterior observa con recelo el avance chino, la situación geopolítica en Taiwán y la simpatía con Rusia. Sin embargo, la Unión Europea es quien más está sufriendo las consecuencias de este cambio de estrategia política.
Atendiendo a sus propios intereses nacionales, Trump ya ha dado señales de querer desmarcarse de la política basada en la cooperación en materia de defensa con la UE. Esta cooperación fue llevada a cabo por su antecesor Biden. De hecho, Trump ha instado a los países miembros de la Unión Europea a elevar su gasto en defensa para poder cumplir con los estándares de la OTAN. Ha reclamado a países como España que eleven considerablemente su inversión en defensa para cumplir con el 2% fijado por la OTAN.
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Cabe mencionar el siguiente gráfico, que muestra el gasto en defensa en porcentaje del PIB de los países miembros de la OTAN. En él se refleja un gasto abismal entre Polonia (4,12%) y, por ejemplo, España (1,28%).
Por supuesto, para poder interpretar correctamente dicho gráfico, es necesario considerar la geografía y el contexto de cada país. Polonia es vecina tanto de Rusia como de Ucrania y, por ende, enfrenta un riesgo mucho mayor que España.

Esta nueva política de rearme, que mantiene obsesionado a Trump, ha sido aplaudida por Mark Rutte, Secretario General de la OTAN. Rutte alegó que, «Cuando miras a Trump 47, lo que ha pasado en las últimas semanas es realmente asombroso.»
Rutte, haciendo referencia al cambio de paradigma entre la anterior presidencia de Trump y la actual, destaca cómo su nueva política de rearme dirigida hacia sus aliados europeos ha impactado positivamente en la revitalización de la OTAN.
Sin embargo, la Unión Europea no ha recibido con el mismo agrado la insistencia de Trump en el rearme. Esta política ha supuesto una ruptura con el anterior modelo de política colaboracionista y ‘protectora’ de Biden. Era una política más colaborativa, a la que los europeos estaban más acomodados.
Los aranceles como elemento clave del enfriamiento entre la Unión Europea y Estados Unidos
Los aranceles son un elemento clave que no debemos olvidar. La ya conocida política arancelaria de Trump ha descolocado por completo la economía internacional. En especial, ha desatado una guerra comercial con la Unión Europea, que ya está preparada para responder sin temor a cruzar líneas rojas a las imposiciones del estadounidense.
Desde una perspectiva racional, Trump está poniendo en marcha uno de sus objetivos dentro de su agenda política, que ya ejecutó en su anterior legislatura: hacer prevalecer la economía nacional frente al producto extranjero.
Los aranceles hacen que las empresas tengan que operar a costes más elevados y limitar su expansión. Esto ocurre porque las empresas cuentan con ciertas restricciones respecto a clientes y fronteras.
La Unión Europea es un ejemplo de una zona libre de aranceles, habiéndolos eliminado en 1968 con el establecimiento de la unión aduanera. Sus beneficios se han materializado desde entonces.
Sin embargo, la nueva administración estadounidense ha llegado para jugar sus propias cartas. Existe la posibilidad, cada vez más real, de establecer una auténtica guerra comercial a medio-largo plazo, no solo con la Unión Europea, sino a nivel global. Países como Canadá, México o China también han sido objeto de aranceles a las importaciones.
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Estados Unidos comenzó a priorizar su agenda económica como interés nacional. Esto se hizo imponiendo aranceles a la Unión Europea, como el caso del incremento de un arancel del 25% al acero y aluminio. La Comisión Europea ha calificado esto como injustificado y disruptivo para el comercio y las relaciones transatlánticas. En respuesta, la Unión Europea ha preparado un paquete de contramedidas valorado en 26 mil millones de euros. Estas contramedidas comenzarán a aplicarse parcialmente desde el 1 de abril y en su totalidad el 13 de abril.
Desde la Comisión Europea se ha enfatizado en dar prioridad al diálogo y la cooperación mutua con Estados Unidos para evitar que la situación empeore. Sin embargo, la situación parece estar empeorando por momentos. La narrativa procedente de Bruselas ya ha elevado un tono intimidatorio para responder al cambio político-económico de Trump. De hecho, la Unión Europea ya trabaja en un plan para tomar represalias contra los aranceles estadounidenses. Von der Leyen afirmó que, «Europa no ha sido quien ha empezado esta confrontación.»
Como se puede comprobar, teniendo en cuenta el contexto de confrontación económica y la narrativa utilizada, especialmente por la parte estadounidense, se puede concluir que no se esperan años de bonanza en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y la Unión Europea. Mientras las tensiones continúen en aumento debido a las presiones y aranceles, es altamente improbable que exista un entendimiento mutuo entre ambas partes.
Si bien Estados Unidos busca proteger su interés nacional y salvaguardar su propio mercado, también asume un papel más ‘pasivo’. Exige a sus socios que inviertan en garantizar su propia defensa. Sin embargo, la confrontación no suele ser el mejor aliado. En un mundo globalizado e interconectado como el actual, es complicado que Estados Unidos, cuya identidad ha sido referente en la cultura occidental durante décadas, trate de ‘desconectarse’. Mucho menos desvincularse de aquellos que tradicionalmente han sido socios y aliados preferentes debido a motivos culturales e ideológicos.
Está claro que las ideologías entre Bruselas y Washington ya no son lo que eran desde la llegada de Trump. Esto se ha materializado en discordancias no solo en el ámbito económico, como se ha podido comprobar con los aranceles, sino también en el ámbito político. En otras palabras, la suma de una política arancelaria agresiva y la presión en el aumento de gasto en defensa por parte de Estados Unidos hacia sus socios europeos ha provocado que Bruselas desconfíe. Ya no tiene tan claro si, de cara a un futuro geopolítico incierto, va a continuar contando con la mano amiga estadounidense.
Es precisamente por este motivo, y teniendo en cuenta numerosos factores como la situación de inestabilidad provocada por la guerra en Ucrania, la amenaza rusa latente sobre la estabilidad de la Unión Europea y la debilidad respecto a la relación con el tradicional aliado estadounidense, lo que ha llevado a Bruselas a trazar su propio plan de defensa. El objetivo es tratar de no depender de terceros actores a la hora de garantizar su seguridad colectiva.
Por ello, actualmente estamos siendo testigos de la abrupta materialización del famoso concepto de Autonomía Estratégica Europea. Este concepto lleva debatiéndose durante años en las instituciones europeas y busca garantizar el futuro de la UE de manera independiente, sin depender de terceros actores. Analistas y expertos ya vaticinaban la necesidad de poner en marcha esta estrategia. La Unión Europea ha respondido anunciando en marzo de 2025 el ReArm Europe Plan/ Readiness 2030.
¿Qué es el rearme europeo?
El nuevo plan de rearme de la Unión Europea fue anunciado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en marzo de 2025. Este plan es una respuesta colectiva a un momento geopolítico marcado por la agitación, la confrontación y el peligro de un posible conflicto a gran escala. Todo esto teniendo en cuenta la cercanía de la guerra en Ucrania.
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Este plan ha sido presentado como un libro blanco en el que se exponen los motivos que promueven su implementación, así como los beneficios y los puntos clave a tener en cuenta. La anticipación es un elemento clave en la seguridad. Es por ese mismo motivo que se ha distribuido información al público general con indicaciones sobre este nuevo plan e información de seguridad, como el ‘kit de supervivencia’, el cual se analizará posteriormente.
El objetivo de este plan se basa en ofrecer una preparación y capacidad armamentística en términos de la industria de defensa europea orientada a largo plazo. Para ello, los estados miembros deben aumentar masivamente su gasto en defensa. Este gasto debe orientarse a financiar la defensa colectiva de la Unión Europea con fecha orientativa en 2030 y con un total de 800 billones de euros.
Además, entre las áreas de acción principal de dicho libro blanco se encuentra la necesidad de subsanar las carencias de capacidades, racionalizando los programas industriales. También se busca profundizar en un mercado único de defensa y, por último, aumentar la preparación europea para los peores escenarios. Esto se logrará fomentando una cooperación eficiente en toda la UE.
En este contexto, la Comisión Europea ha hecho un llamamiento a concienciar a los ciudadanos de los países miembros para estar preparados ante una posible emergencia. Se hace referencia a posibles catástrofes naturales, emergencias o incluso la posibilidad de un conflicto a gran escala. Para ello, han comenzado a divulgar información sobre el conocido ‘Kit de emergencia’ para sobrevivir 72 horas.
Cabe mencionar el vídeo publicado el 26 de marzo, en el que Hadja Lahbib, Comisaria Europea de Igualdad, Preparación y Gestión de Crisis de la UE, explica al público cómo los europeos debemos cambiar nuestra mentalidad. En un tono desenfadado, utiliza la temática que circula en redes sociales de ‘qué hay en mi bolso’ a modo de sutil parodia.
Por otro lado, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ya se ha pronunciado sobre la nueva tecnología de los misiles rusos. Dijo que «la diferencia entre un ataque a Varsovia o un ataque a Madrid son 10 minutos.»

En otras palabras, desde Bruselas se justifica la necesidad de concienciar a los ciudadanos sobre la necesidad de disponer en los domicilios europeos de una mochila con elementos necesarios para sobrevivir a una emergencia. Sin embargo, no se especifica con exactitud a qué tipo de amenaza nos enfrentamos.
Sin duda, la nueva narrativa de Bruselas, en combinación con la retórica de Rutte, ha alarmado por completo a gran parte de los europeos. Muchos expresan su temor ante una situación geopolítica de extrema incertidumbre.
Conclusiones: diferentes perspectivas del rearme europeo
Teniendo en cuenta la rapidez con la que Bruselas está tratando de influir en la narrativa europea, se ha generado un intenso debate. Este debate se centra en la necesidad de un rearme y de estar preparados para responder ante una posible catástrofe o emergencia.
Por un lado, están aquellos que se sitúan a favor de las políticas de rearme. Ellos observan la cercanía del conflicto en Ucrania y a Putin como una amenaza. Por otro lado, están aquellos que están en contra de la nueva política de rearme. Temen enfrentarse a un posible conflicto a gran escala.
La sociedad civil se ha pronunciado en redes sociales. Algunos colectivos se han asociado para frenar el rearme europeo, como es el caso de STOP Rearm. Por su parte, políticos como la italiana Giorgia Meloni se han pronunciado llamando a la cautela con respecto al uso generalizado de la narrativa armamentística en la UE. Según Meloni, «Rearmar Europa es un nombre engañoso para los ciudadanos, porque estamos llamados a reforzar nuestras capacidades de defensa, pero hoy esto no significa comprar armamento trivialmente».
Dada la complejidad de la situación y la división de opiniones, ¿cuál podemos decir que es la perspectiva más acertada?
Desde un enfoque idealista, si bien la situación geopolítica actual es realmente compleja, existen diferentes factores que alteran el orden del juego. Entre estos factores se encuentran los conflictos internacionales presentes (no refiriéndonos exclusivamente al que está teniendo lugar en Ucrania), líderes totalitarios como Putin en Rusia, el continuado ascenso chino y la peligrosa cuestión de Taiwán. No olvidemos tampoco los aranceles de Trump.
Esto no debería (o no debiera) desembocar en un nuevo conflicto a gran escala, ya que, ahora más que nunca, la destrucción mutua que algunos estuvieron a punto de experimentar en la Guerra Fría parece estar más asegurada que nunca. Se dice que el hombre es el único ser vivo que tropieza dos veces con la misma piedra. Si esto fuera cierto, estaríamos ante una escalada armamentística digna de una Tercera Guerra Mundial, que podría desatarse por diferentes flancos. Esto llevaría a la comunidad internacional a un escenario peligroso, pero por desgracia, familiar en la historia de la humanidad.
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Disponemos de herramientas y mecanismos diplomáticos para evitar una nueva carrera armamentística. Además, tenemos un oscuro pasado marcado por los horrores y crímenes brutales reflejados en los conflictos a gran escala que ha experimentado la humanidad a través de las guerras.
Como se dice popularmente, en la guerra solo hay perdedores y, por desgracia, siempre es la sociedad civil quien experimenta las más dolorosas pérdidas. Pero, aunque esta perspectiva podría asegurarse si existiera una paz positiva, donde todos los estados cooperasen en favor de un entendimiento mutuo y una paz duradera con condiciones, por desgracia, el mundo no suele funcionar de dicha manera. Los conflictos tienden a ser cíclicos.
Por lo tanto, estudiando la situación actual desde una perspectiva realista, podría afirmarse que el rearme europeo que ya ha ejecutado Bruselas es una alternativa arriesgada pero factible para frenar temores e incertidumbres ante un posible conflicto a gran escala.
El tablero geopolítico actual está marcado por la total incertidumbre. Pero, sobre todo, por la multipolaridad anárquica, donde los países actúan guiados por sus propios intereses. La unipolaridad existente durante la ‘era dorada americana’ a finales de los años 90 se ha esfumado por completo.
Existen diversos actores que juegan sus propias cartas y persiguen sus propios intereses. Entre ellos, Estados Unidos, que, con su nueva política exterior, ha dejado claro a la UE que no van a «guardar sus espaldas» siempre que lo necesite. Ha señalado que la UE debe comenzar a protegerse por sí misma.
Observando la realidad desde este enfoque, la estrategia de Bruselas puede ser vista como una táctica de disuasión. Esta táctica implica un incremento del gasto público en defensa para lograr un bien superior: la defensa colectiva.
No cabe duda de que la tensión geopolítica internacional existe y se ha materializado en numerosas ocasiones. Un ejemplo de esto es el encuentro entre Donald Trump, J. D. Vance y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
Así pues, la nueva estrategia de rearme europeo puede ser observada desde diferentes perspectivas. Todas ellas responden a diferentes criterios y preguntas sobre la necesidad de un nuevo conflicto o la urgencia de un nuevo rearme.
Lo que queda claro es que la sociedad internacional se encuentra en un momento histórico de cambio de paradigma hacia la multipolaridad. En este contexto, los actores tendrán que estar preparados para hacer frente a cualquier tipo de inconveniente por su propia cuenta. Y, por desgracia, la cooperación se encuentra en un momento crítico.
En este sentido, la Unión Europea se adentra en un nuevo escenario. Las claves serán el liderazgo, la unión colectiva no solo en materia de defensa, sino también en ciberseguridad y fronteras. Y, por encima de todo, la concienciación a una sociedad cada vez más alarmada sobre la cruda realidad a la que nos enfrentamos.
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