El pasado 19 de junio de 2024, el presidente ruso, Vladimir Putin, realizó una visita oficial a Pyongyang. Allí se reunió con su homólogo norcoreano, Kim Jong-un. Durante la visita, Putin y Kim firmaron una asociación estratégica y un compromiso de defensa mutua. A través de este, cada uno de ellos proporcionará asistencia militar al otro en caso de ser atacado. Era la primera visita que el presidente ruso realizaba a Pyongyang en 24 años. En este artículo, Miquel Ribas, alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico y el Curso de Experto en China de LISA Institute explica la relación entre ambos países así como en las interferencias conyunturales como la guerra de Ucrania como aceleradores de los mutos intereses.
Pese a los acuerdos firmados, la realidad es que la propia visita obedece a un contexto geopolítico concreto y coyuntural. Sobre todo, causado por la prolongación temporal de la guerra en Ucrania y el continuo distanciamiento de la Federación Rusa de Occidente. Como mencionó Putin durante la visita, ambos países comparten una oposición común a la hegemonía occidental y al mundo unipolar estadounidense.
El suministro occidental de armas militares y paquetes de ayuda bélica a Kiev exigen a Rusia la producción de una enorme cantidad de armas que no tiene. A pesar de ser uno de los más poderosos del mundo, Rusia no puede abastecer el arsenal que la contienda en Ucrania demanda. La República Popular Democrática de Corea (o Corea del Norte), por su parte, tiene una gran cantidad de arsenal, misiles y proyectiles balísticos. Alrededor del 20% de su presupuesto se invierte en defensa y ejército.
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Además, el entorno de seguridad en Asia Oriental es cada día más difícil a medida que aumentan las tensiones entre Pyongyang, Seúl y Tokio. Tokio esta incrementando su presupuesto militar con objeto de alcanzar el 2% de su PIB, para 2027 y Kishida ha reclamado a la OTAN una mayor implicación en los desafíos de seguridad en la región del Indo-Pacífico. Seúl, por su parte, ha reforzado la cooperación con Washington y Tokio frente a Pyongyang. El país ha vuelto a una política de línea dura contra su vecino del norte, abandonando el apaciguamiento del anterior presidente, Moon Jae-in.
En este contexto, Kim persigue la mejora del programa nuclear para reforzar las capacidades de su arsenal e incrementar su poder disuasorio y ofensivo. Para lograr este objetivo, no hay mejor socio que Rusia, que sigue siendo la potencia nuclear más poderosa del mundo y tiene un conjunto de arsenal estratégico como los misiles hipersónicos, que Estados Unidos no tiene.
Sin embargo, a pesar de la reciente mejora entre Moscú y Pyongyang, hay algunas razones que podrían eclipsar el próspero futuro para las relaciones bilaterales.
Relaciones entre la Unión Soviética y Corea del Norte: desacuerdos continuos
Corea del Norte es un país creado por los soviéticos que asumieron la responsabilidad de asentar las estructuras de un Estado marxista-leninista tras el fin de la ocupación japonesa. Corea del Norte mostró desde el inicio que no sería un títere de Moscú como los Estados de Europa del Este. Los primeros desacuerdos tuvieron lugar antes de la Guerra de Corea. Kim quería que Stalin le permitiera iniciar una ofensiva bélica contra el sur para reunificar toda la península bajo un gobierno comunista. Stalin rechazó varias veces al considerar que la URSS no estaba preparada para iniciar un nuevo enfrentamiento militar contra Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y en el proceso de las negociaciones del nuevo orden mundial.
Aunque Stalin aprobó finalmente la ofensiva, Moscú siempre evitó involucrarse demasiado en el conflicto y dejó que China fuese la potencia que apoyase a Pyongyang. Además, tras la muerte de Stalin, la nueva dirección colectiva soviética que asumió el liderazgo, acordó el fin de la guerra para centrarse en los problemas internos del país. Así, se retiró el apoyo soviético a Corea del Norte y forzó a Pyongyang a firmar el armisticio.
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En 1956, Jruschov pronunció su discurso secreto, en el que denunciaba los crímenes Stalin y el inicio de la desestalinización. El proceso creó una división dentro del mundo comunista, donde Pekín y Pyongyang acusaron a Jruschov de revisionismo. Esta crítica fue utilizada por Kim Il-sung para proclamar la ideología oficial del Estado norcoreano: el Jushe. En esencia, la ideología Jushe defiende que Corea del Norte tiene que ser totalmente independiente y autosuficiente sin depender de ninguna potencia extranjera.
A pesar de la intención de Kim Il-sung de convertir a Corea del Norte en un país autosuficiente, no lo consiguió. El país dependía de la ayuda económica proporcionada por China y la URSS. En aquel momento, Corea del Norte maniobró entre sus dos vecinos comunistas intentando obtener ventajas de la ruptura sino-soviética, desde una posición de neutralidad.
Durante la Guerra Fría, la política que Moscú desplegó hacia Pyongyang se basó en préstamos asequibles. Esto provocó un incremento de la deuda contraída por Pyongyang con Moscú. Sobre todo, debido a que su obsoleta economía y su escasa productividad hacían imposible la devolución de los créditos prestados por la URSS. Aun así, los soviéticos no se mostraron exigentes en reclamar la devolución de la deuda. Creían que la existencia de Corea del Norte como Estado hostil hacia Estados Unidos era una condición sine qua non. Todo ello para mantener el equilibrio de poder en Asia Oriental.
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Los vínculos bilaterales se rompieron cuando Gorbachov desplegó su nuevo pensamiento y reconoció al gobierno de Seúl. Su declaración derivó en el reconocimiento de la existencia de las dos Coreas. Además, tras el colapso de la URSS, Yeltsin intensificó las relaciones de la Federación Rusa con Seúl. Moscú era consciente de la necesidad de la demanda de tecnología para mejorar la eficiencia de las industrias en las regiones de Siberia y el Lejano Oriente ruso.
Relaciones entre Rusia y Corea del Norte bajo el liderazgo de Vladimir Putin
Putin asumió la presidencia de la Federación Rusa en el año 2000. Inicialmente, Putin apostó por impulsar los vínculos con los países occidentales, principalmente Europa y Estados Unidos. Sin embargo, al mismo tiempo, intentó reforzar los vínculos con los antiguos aliados de la URSS que Yeltsin había ignorado. En relación con las dos Coreas, Putin intentó construir una política equilibrada entre Seúl y Pyongyang. Sin embargo, durante estos años, las relaciones con Pyongyang no han sido muy fuertes. Putin ha pasado 24 años sin visitar Corea del Norte. Por otro lado, Rusia no es la URSS y el papel que desempeñó Moscú durante la Guerra Fría, como principal socio de Pyongyang, ha sido sustituido por Pekín que ha devenido el principal protector del régimen norcoreano en el siglo XXI.
Moscú, tras la anexión de Crimea, vio imprescindible mejorar sus lazos con potencias asiáticas. En este contexto, Putin desarrolló una política denominada “Giro al Este”. Esta defendía la necesidad que tenía Rusia de impulsar sus vínculos económicos y comerciales con Estados asiáticos. Sin embargo, en ese momento no había ningún interés en Corea del Norte, pues esta no tiene nada que ofrecer y los costes de una cooperación económica eran más elevados que los beneficios potenciales.
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Rusia celebra anualmente dos foros económicos relevantes. Por un lado, el Foro Económico de San Petersburgo, donde participan empresas de la mayoría de países del mundo. Por otro lado, el Foro Económico de Vladivostok, donde participan Estados y empresas de la región asiática con el objetivo de impulsar la cooperación en todos los ámbitos económicos, comerciales y tecnológicos. Putin siempre ha mostrado interés en este foro pues Rusia carece de tecnología para desarrollar la región.
Los empresarios rusos, pese a tener en mente la posibilidad de hacer negocios con Corea del Norte, no se han progresado debido al elevado coste y a la falta de seguridad jurídica que ofrece el régimen de Pyongyang. A ello se suma la negativa del gobierno ruso de garantizar el aval económico a sus empresas en caso de embargo por parte de Pyongyang.
A pesar de que la diplomacia del expresidente surcoreano ayudó a reforzar los lazos bilaterales entre Moscú y Pyongyang, Putin ha evitado visitar el país. Por ejemplo, en el marco de las negociaciones bilaterales entre Seúl y Pyongyang y la declaración de Panmunjom, Putin envió a su canciller, Sergei Lavrov, a reunirse con Kim Jong-un. Asimismo, durante las negociaciones para el suministro de armamento militar, el representante del gobierno ruso que visitó Pyongyang fue el ministro de Defensa ruso, Seguei Shoigú.
Los peligros de impulsar la cooperación entre Rusia y Corea del Norte
Hasta ahora, Corea del Norte ha sido uno de los pocos países, junto con Siria, Eritrea y Bielorrusia, que no han condenado la operación militar rusa contra Ucrania en la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, Corea del Norte es uno de los países que más ha sido sancionado por la comunidad internacional. Pyongyang está interesado en tener un socio, miembro permanente, dentro del Consejo de Seguridad de la ONU que pueda protegerlo ejerciendo el derecho de veto. Esto se ejemplificó con el veto ruso a la resolución del Consejo de Seguridad para la supervisión de las sanciones.
Aunque hasta ahora el principal defensor del régimen en la ONU ha sido China, la posición de Pekín ante Corea del Norte es ambigua. Pekín no va a permitir la caída del régimen. Sin embargo, en el marco del ascenso pacífico, el apoyo sin reservas a Pyongyang podría castigar a Pekín. Así ocurrió cuando el presidente estadounidense Donald Trump acusó al gobierno chino de no hacer nada para detener las pruebas nucleares de Pyongyang. Además, la posición china hacia Pyongyang es que, si bien Pekín no permitirá la caída del régimen, al mismo tiempo, hará todo lo que pueda para evitar la mejora de las capacidades militares de Pyongyang para evitar un enemigo poderoso. Al final, China no se siente cómoda con una Corea del Norte fuertemente armada e impredecible por los daños que causaría un conflicto en suelo chino.
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Para Pekín, existe el riesgo de que los crecientes vínculos y cooperación entre Moscú y Pyongyang lleven a la comunidad internacional a adoptar sanciones contra China que podrían amenazar los objetivos que persigue Xi Jinping y que requieren de un entorno internacional estable. Así, Pekín no se siente cómoda con la rápida mejora de las relaciones bilaterales entre Moscú y Pyongyang.
¿Cómo puede evolucionar la relación entre Rusia y Corea del Norte?
Es difícil hacer un pronóstico exacto sobre el hecho de que Corea del Norte todavía está gobernada por la idea Jushe y su principal objetivo es la supervivencia del régimen. Además, las relaciones bilaterales históricamente no han sido muy cálidas y Corea del Norte siempre ha demostrado que no es un país que actúe de buena voluntad cuando firma acuerdos con otras potencias (pacta sunt servanda). Por ejemplo, Kim firmó la declaración de Panmunjong con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, y al mismo tiempo ambas Coreas participaron juntas en los Juegos Olímpicos de Invierno en 2018. Seis años después, esta nación es el principal enemigo de Pyongyang rompiendo la tendencia de deshielo de Moon Jae-in.
En el caso de Rusia, el acercamiento a Corea del Norte ha estado muy influenciado por la guerra en Ucrania. También por la demanda de armamento que el Ejército ruso necesita para continuar con sus ofensivas en territorio ucraniano. Sin embargo, Putin espera a ver qué pasará en las elecciones de Estados Unidos y si Donald Trump será, de nuevo, presidente. Trump ha asegurado que no está interesado en la guerra y ha amenazado a aquellos miembros de la OTAN que no inviertan al menos el 2% del PIB en defensa argumentando que alentará a Rusia a “hacer lo que quisiese con ellos”. En este caso, Putin podría esperar que la llegada de Trump cambie los códigos geopolíticos de Estados Unidos y Corea del Sur.
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En este contexto, el interés de Putin no está en Corea del Norte. El Kremlin vería más positivo que Seúl cambiara la posición que ha asumido el ejecutivo de Yoon Suk-yeol frente a Moscú en el marco de la guerra de Ucrania. El cambio debe girar hacia los códigos geopolíticos similares a las desarrolladas por Moon Jae-in. Además, en Corea del Sur ha florecido un sentimiento anti americano al considerar que los estadounidenses les tratan con displicencia imponiendo su control sobre el ejército, los recursos y la población. En este marco de tensiones, Putin pretende ahondar presentando a Rusia como un socio comercial más que como una potencia imperialista o expansionista.
Corea del Sur es económicamente y tecnológicamente más importante que Corea del Norte. El país dispone de tecnología, inversión y la financiación que Moscú demanda para la mejora del Lejano Este. Mientras, Pyongyang sólo tiene una fuerte industria de defensa. Para Rusia, al igual que China, Corea del Norte tiene una importancia geopolítica para evitar que un aliado de la OTAN y Estados Unidos, pueda tener bases militares en sus fronteras. Aun así, tampoco quiere renunciar a impulsar los vínculos económicos con sus vecinos asiáticos en un marco de cooperación mutualmente beneficiosa para ambos.
No hay que olvidar tampoco que, los ejes de la política exterior de Putin se basan en garantizar el equilibrio de poder, el interés nacional y la esfera de influencia. Un hecho que, en principio, no implica una lealtad absoluta a ningún Estado. Dadas las características de Corea del Norte, Rusia no tendría inconveniente en prescindir de ellos si le supusiera una mejora de sus vínculos económicos y comerciales con Japón y Corea del Sur.
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