Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de Naciones Unidas, confirmó el 11 de abril la decisión de mantener a todos sus trabajadores en sus casas debido a que el organismo internacional no puede “garantizar su seguridad”. Esta medida se ha acordado desde la Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA).
Dujarric ha explicado en una rueda de prensa que lo hacen “por su seguridad, especialmente por la de nuestras trabajadoras mujeres”. “Tenemos que seguir pagándoles, y sabemos que si les pidiésemos que fuesen a las oficinas a pesar del veto, les expondríamos a un gran riesgo personal”, ha añadido el portavoz.
En la misma línea, fue preguntado por la posibilidad de que los talibán dieran alguna garantía de seguridad, sobre todo para las trabajadoras mujeres de la ONU u otras ONG, pero Dujarric ha asegurado que “no hay ninguna garantía para su seguridad” incluso aun quedándose en casa.
Pese a la situación, tanto la ONU como otras ONG siguen realizando labores de ayuda. “Todo está teniendo un impacto negativo, pero eso no significa que no se esté entregando la ayuda humanitaria”, ha garantizado el portavoz del secretario general de la ONU. El mayor riesgo radica en la atención médica de niñas y mujeres. La situación actualmente es “confusa” porque el veto afecta de forma diferente en cada provincia afgana.
Asimismo, Dujarric ha anunciado que continúa el contacto con los talibán para poder hallar soluciones a largo plazo. La ONU restringió hace varias semanas el trabajo presencial de sus empleados y continúan analizando las consecuencias de un veto que es considerado “ilegal” por el Derecho Internacional. Este proceso de revisión será prolongado hasta el próximo 5 de mayo.
